
Situado a la orilla del Bravo –entre Reynosa y Matamoros– tenía un puente internacional, salas de juego, hotel, casinos, cantinas, casas de apuestas, restaurantes, tiendas, un galgódromo, cine, banco, correo, estación de autobuses y hasta cementerio. Hoy sólo algunos vestigios quedan.
En los anales de la historia quedó grabada la efímera gloria que tuvo un pequeño poblado en la frontera tamaulipeca, el cual colinda al norte con el municipio de Relámpago, Texas, y se ubica a siete kilómetros al este del casco urbano de Nuevo Progreso.
Durante la primera mitad del siglo XX éste era un importante centro de operaciones ilegales y contrabando de la mafia Italo–Americana que lo utilizó para introducir al país mercancías prohibidas incuantificables.
Fue así que Río Rico se erigió también como destino de entretenimiento para el turismo internacional, pero de acuerdo con el antropólogo por la Universidad de Austin en Texas, Martín Salinas Rivera, estaba más relacionado con el juego y las apuestas.
En la época de la prohibición del licor en Estados Unidos y más tarde, con la Segunda Guerra Mundial, este lugar se convirtió en un corredor natural para miles de personas que buscaban divertirse y relajarse sin restricciones, al mismo tiempo que crecía en el país la industria criminal del gánster neoyorquino Al Capone, siendo la pequeña localidad uno de sus bastiones.
Políticos, empleados gubernamentales, pensionados, cazadores de animales, comerciantes, soldados y vacacionistas –éstos últimos, que provenían de las regiones más heladas del continente– solían dar vida a este espacio con apenas 15 manzanas territoriales. Aquí nadie los molestaba.
En 1929, con la construcción del puente internacional colgante por la Bridge Company, Río Rico se transformó: pasó de ser un terreno agrícola en la frontera con algunas pocas viviendas a una comunidad con colonias, escuela, negocios y servicios diversos durante las siguientes dos décadas.
Los estadounidenses pagaban un peaje de 10 centavos americanos y siempre fue para ellos atractivo gastar su dinero en México.
SCARFACE EN MÉXICO
El historiador tamaulipeco, Roel López Olivares, asegura que, precisamente, uno de los principales motivos para la construcción de los cuatro puentes internacionales en la región (de 1926 a 1939) fue el de facilitar el tráfico de alcohol y otras sustancias prohibidas a Estados Unidos, por lo que no se descarta un financiamiento de grupos delictivos en su edificación, ya que los anteriores propietarios eran particulares y no del gobierno.
“Uno estaba en Reynosa, otro en Miguel Alemán, otro en Nueva Ciudad Guerrero y uno más en Río Rico, hasta donde llegaba el dinero de Al Capone”, expresó.
El entrevistado afirmó que era el personaje más importante de la mafia y estuvo en Río Rico para supervisar personalmente las operaciones de su imperio de whisky, drogas y presenciar las carreras en su galgódromo.
Un peluquero de la época lo describió como un hombre corpulento enfundado en un elegante traje de seda y sombrero de fieltro.
Según datos de la Comisión Histórica de Texas hubo denuncias de que el gánster y sus hombres después de las carreras (al regresar los perros a Estados Unidos), utilizaban los ropajes de los animales como un medio para esconder narcóticos e introducirlos a ese país. Capone también se adueñó de otros giros negros como las peleas de gallos y los clubes nocturnos.
“Él tuvo una casa y hotel en Weslaco, Texas. Viajaba a esa ciudad y de ahí a Río Rico, donde tenía bodegas, centros de juegos y de prostitución. De ahí pasaban el alcohol de contrabando a la Unión Americana, prohibido por la Ley Seca”, comentó López Olivares.
ÉPOCA DORADA
Río Rico era sinónimo de prosperidad. Los habitantes mexicanos circunvecinos encontraron aquí un empleo. Fluía abundantemente el dinero. Los restaurantes de gastronomía internacional estaban provistos de mantelería completamente limpia y cocineros profesionales.
Las casas que construyeron aquí los americanos eran espaciosas y contaban con todas las comodidades. La tienda tenía un enorme surtido. Se podían adquirir corbatas, camisas, pantalones, sombreros, botas y otros artículos que provenían de Estados Unidos.
Los casinos de Río Rico (cuya cabecera municipal está en Matamoros) contaban con áreas para el juego de baraja, billares y salones de baile, ambientados por orquestas de músicos que interpretaban el jazz y el charlestón a la usanza de la Unión Americana, así como las melodías tradicionales mexicanas.
Río Rico con todos sus florecientes negocios atrajo a gente de todas las clases. Personas ansiosas de encontrar una fuente laboral. Era una de las comunidades importantes por la cercanía del pozo petrolero del ejido Campo Treviño, ya que los trabajadores requerían refacciones de Estados Unidos y el puente de Reynosa les quedaba muy retirado.
Aún cuando ya no estaba Capone al mando, el flujo económico se mantuvo durante la Segunda Guerra Mundial. Este punto geográfico en la frontera servía de desahogo para miles de personas estresadas por el conflicto bélico.
El apogeo de Río Rico se prolongó hasta que en 1949, cuando una inundación derrumbó por tercera ocasión el puente internacional y cesaron paulatinamente las actividades comerciales legales e ilegales.
NACE NUEVO PROGRESO
Debido a los desastres naturales se buscó una ubicación menos riesgosa para mudar el poblado a una ranchería conocida como Las Flores, donde fue construido en 1953 el siguiente puente.
Algunos comerciantes, doctores y dentistas se mudaron con la creación inminente de otro pueblo turístico, con restaurantes, negocios de artesanías, consultorios médicos y farmacias, dando origen a lo que hoy se conoce como Nuevo Progreso, mientras Río Rico se fue quedando deshabitado.
“Actualmente es una comunidad rural. Está el pueblito junto al bordo. Las fotografías que había son de un galgódromo, los casinos eran de madera. Existía una imagen del restaurante Joe’s Place de Joe Ortega donde se observa un portal y están los pescados colgando del río.
“De Nuevo Progreso hacia el este hay un camino que va por la orilla del Bravo que conecta con Río Rico”, describió.
Salinas Rivera reconoció que todavía durante los años cincuenta había un camión de ruta que iba para allá y cuyo destino final era Matamoros.
“Fue todo un fenómeno, porque en la central de Reynosa, donde estaba la estación del tren, existía una estación de autobuses y había una ruta llamada Río Rico–Anáhuac y Anexas”, señaló.
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ
De las construcciones de madera que hace casi un siglo albergaron tiendas, el cine, la estación de autobuses y los salones de baile, en los cuales resonaban los jolgorios de Río Rico, ya nada queda.
Los devastadores aluviones lo destruyeron casi todo. Quedaron sólo en pie los recintos de piedra caliza y cemento como la iglesia, algunas casas y parte de la vieja escuela. De madera sólo se mantienen en pie varias propiedades al estilo americano.
En la zona donde estaba el puente internacional sólo se observan los bloques de cemento que conectaban el antiguo cruce, cuyos sedimentos forman ahora una especie de cascada con el río Bravo.
“Lo único que quedó fueron las piedras, como le llaman, al piso que por el que caminaban los usuarios del puente”, expresó Miguel Camacho Jiménez, residente del sector.
De acuerdo con el entrevistado la gran mayoría de los habitantes actuales de Río Rico no son originarios de ahí. Dijo que actualmente radican aquí alrededor de 20 familias.
Las actividades económicas de este pueblo son la agricultura y la domesticación de animales, aunque casi todos sus pobladores trabajan en la zona de Nuevo Progreso. El lugar posee un Jardín de Niños y su Escuela Primaria.
Ahora, el silencio y tranquilidad aquí abruman y cualquiera que no haya escuchado parte de la historia de Río Rico, difícilmente podría imaginar que este lugar
vivió una época dorada, que se podían observar muchos turistas paseando por sus calles, montando a caballo y trasladándose
en sus autos nuevos, y que el mismo Al Capone caminó por el lugar.
En su cementerio yacen los cuerpos de los primeros habitantes de este poblado. Algunas lápidas tienen inscripciones que datan desde los primeros días del siglo XX.
Actualmente Río Rico no cuenta con visitas guiadas, ni mucho menos es explotado turísticamente, ni por todo lo que representó en su pasado, ni mucho menos por las antiguas edificaciones que quedaron.
Prácticamente abandonado, como un pueblo fantasma, este sitio se mantiene en la memoria de las personas de mayor edad, de los investigadores, porque en el olvido ha ido perdiendo el brillo que alguna vez destelló.
Río Rico fue de Estados Unidos
Según el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848, que estableció el límite entre Texas y México, esta localidad fronteriza perteneció al vecino país del norte.
El Museo de Historia del sur de Texas, que narra la herencia cultural de esta región, atestigua cómo en 1906 la Compañía de Riego y Tierras de Río Grande había desviado el cauce del río Bravo.
“Ese lugar tiene mucha historia porque era parte de Estados Unidos. Cuando pusieron los sistemas de bombeo, ahí precisamente, los ingenieros estaban batallando para jalar el agua y acortaron el curso de la frontera sin consultar a nadie.
“De esa forma dejaron parte del otro país en suelo mexicano. Esa es toda una historia, porque en los años sesentas hubo un escándalo cuando un geógrafo de California se dio cuenta que había un pedacito de la Unión Americana en el lado mexicano”, mencionó Salinas Rivera, quien es el actual cronista municipal de Reynosa.
Refirió que el Tratado de Guadalupe lo que establece es que es el cauce más profundo del río es la división entre México y Estados Unidos, y no el centro precisamente.
“Si se mueve cambia la frontera, por eso es una de las fronteras más inestables del mundo en cuestiones geográficas. Hay documentos que narran que de la noche a la mañana las tierras quedaban de un lado o del otro. El Tratado dice que se pierden.
“En Río Rico yo alcancé a ver las marcas donde se alcanzaba a ver dónde era Estados Unidos, entonces, si habías nacido ahí fácilmente pedías la nacionalidad americana. Es todo un historial de todo lo que sucedió.
“Ya de ahí cuando se hizo el acuerdo de 1970, de que se puso en evidencia lo que había sucedido, se tomó la decisión de entregar a México la población de Río Rico”, relató el investigador.
LAS INESCRUTABLES CIRCUNSTANCIAS
Aunque tiene algunos años viviendo en Río Rico, al señor Miguel Camacho Jiménez, quien es originario de la Ciudad de México, le apasiona contar las historias que ha escuchado de este enigmático lugar.
“Esta era una parte que le llegó a pertenecer a los americanos. Aquí existió un puente internacional por donde pasaba toda la gente, que se encontraba a un kilómetro del pueblo, aproximadamente”, comentó.
Agregó que hasta antes del Tratado de Límites de 1970 hubo personas que pudieron arreglar papeles como ciudadanos americanos, pues aquí nacieron.
“Muchos dejaron abandonadas sus casas, porque se fueron para el otro lado”, dijo este lugareño que se dedica a la siembra de sorgo, maíz, coliflor y zanahoria.
“Los demás trabajan en Nuevo Progreso en el puente, en negocios, farmacias y son ayudantes de dentistas”, relató.
Irónicamente lo que una vez fue un distinguido poblado, que en la época de la prohibición nació como consecuencia
de las circunstancias, fueron precisamente las casualidades de los fenómenos naturales los que lo condenaron al completo olvido.