
En Tamaulipas primero fueron las cabalgatas que atrajeron tanto a jinetes consumados como a charros de ocasión. Sin embargo, desde hace cinco años –los del sexenio de Eugenio Hernández Flores– otro gusto se ha arraigado en un sector de la sociedad local: el de los “caballos de acero”.
De pronto, profesionistas, empresarios y funcionarios públicos guardaron el traje, la camisa ejecutiva y la corbata y se ataviaron con botas, pantalones de mezclilla, gafas, chalecos, chamarras y guantes de cuero.
El pretexto fueron los “moto-rallies” organizados por la administración estatal, que se convirtieron en una especie de catarsis para quienes durante años se abstuvieron de mostrarle a la sociedad este gusto, principalmente por el estereotipo del motociclista, quien es dibujado como forajido, pandillero y renegado.
La organización de los “moto-rallys” ha tenido los mismos beneficios que los recorridos ecuestres que se han realizado por toda la entidad, sin embargo, las ventajas en materia turística y comercial han dejado más y mejores dividendos que las marchas de equinos, cuyo andar es más tardado, limitado e incómodo.
De hecho hay quienes han sufrido una caída de un caballo en una de las cabalgatas y no desean “volver a besar el piso”.
LA BONANZA, SOBRE DOS RUEDAS
Los recorridos anuales por la ruta Nuevo Laredo-Reynosa-Matamoros, hizo que hoteleros, gasolineros, mecánicos, tiendas de autoservicio, refaccionarias, negocios de renta y venta de artículos afines al motociclismo, restaurantes, oficinas publicitarias y hasta representantes artísticos consiguieran una ligera recuperación económica.
La situación mejoró con los espectáculos que se organizaban durante este evento. Aún se recuerda que en el año 2008 se logró traer a Reynosa al legendario organista Gregg Rolie, ex integrante de la banda de Carlos Santana y Journey. La respuesta en ambos lados de la frontera no se hizo esperar y atrajo a visitantes de Houston, San Antonio, Austin, sur de Texas, y sin faltar algunas personas de Nuevo León.
Al llegar el año 2010 las cosas cambiaron y ya no fue posible organizar un nuevo rally, por lo que ideas como un concierto de la legendaria banda Lynyrd Skynyrd se quedaron en el tintero.
“LIFE IS A HIGHWAY, I WANNA RIDE IT…”
La marca de la máquina es lo de menos. Lo que importa es la sensación de libertad al tomar los caminos en grupo o en solitario, sin más música que el rugir de los motores.
Ahora que el motociclismo es parte de los esquemas de promoción turística del Gobierno del Estado de Tamaulipas, varios entusiastas de esta actividad que ya contaban con cientos de horas en carretera han aprovechado para mostrar sus máquinas.
Entre estas personas se encuentra el gobernador, Eugenio Hernández Flores, el mayor de la ciudad de Brownsville, Pat Ahumada y el diputado federal Baltazar Hinojosa Ochoa.
Cuando no está en el Congreso de la Unión o de cacería –otra de sus pasiones–, sale a “beber algo de aire” en su motocicleta. Tanto se le relaciona con este gusto que durante su campaña política el portal de Internet radio.autechonline.com le diseñó una propaganda alusiva a su amor por su Harley Davidson.
Poco a poco se han ido conformando clubes de motociclistas quienes se identifican con sus insignias, logotipos y hasta filosofías.
En algunos se aplica el elitismo y la selectividad, pues sólo se entra por invitación o por el tipo de motocicleta que se tiene.
Sin embargo, hay otros donde no hay mayor requisito que contar con un caballo de acero, que su propietario sepa usarlo y que cuente el equipo necesario.
DEL ALTRUISMO AL PROSELITISMO
Las actividades que realizan algunos de estos clubes no sólo incluyen salir a pasear o participar en desfiles, exhibiciones y convenciones; también buscan contribuir al apoyo comunitario mediante maratones, colectas de ropa y juguetes que son donados a personas de escasos recursos.
Incluso en época de campañas políticas los “choppers” salen a las calles para apoyar a algún candidato a cargo de elección popular.