Con la esperanza de conseguir un donador que nuevamente le regale un corazón, Eric García Miranda viajó a la Ciudad de México para internarse y esperar otra vez un milagro en el Centro Médico Nacional “20 de Noviembre” del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
Hace 20 años le dieron una nueva oportunidad de vida al recibir el órgano principal de un joven de 15 años. En ese entonces, Eric, se convirtió en el segundo paciente en recibir un trasplante de este tipo en ese hospital.
“Fui el segundo paciente que operaron con trasplante de corazón. Recuerdo que en ese entonces éramos un total de 23 los trasplantados de los cuales solamente yo sobrevivo, ya que la primera persona duró cuatro años de vida y el resto de los trasplantados han ido muriendo. Gracias a Dios mi trasplante tiene casi 20 años y sigo luchando”, indicó.
Actualmente requiere un retrasplante de corazón para seguir viviendo, debido que su órgano más vital tiene una funcionalidad de 30 por ciento. Por ello el ISSSTE de Reynosa gestionó ante el nosocomio en la Ciudad de México que Eric se internara para obtener un nuevo corazón.
“Terminó la vida funcional de mi corazón trasplantado y se requiere remplazarlo. Los médicos dicen que no estoy en una etapa terminal como la primera vez y es por esa razón que no quieren esperarse para hacer la intervención”, señaló.
Aunque es difícil de aceptar, con el paso de los años Eric se concientizó que la funcionalidad de su corazón iba terminando, ya que un trasplante de este tipo tiene un tiempo de función de 15 años.
A pesar de que anualmente se realizaba sus revisiones médicas y con estudios de control, el último electrocardiograma arrojó que el plazo estaba terminando, incluso ya lo había rebasado.
Desde hace un año la salud de Eric comenzó a deteriorarse por la disminución en la funcionalidad de su corazón. Empezó a tener recaídas, alteraciones en el ritmo cardiaco y extremo cansancio, entre otras, todas ellas señales de que algo no estaba bien por lo que decidió acudir al médico.
“Tengo un año en la etapa delicada de salud pero vamos a la espera un mes y con mucha fe en Dios que pronto haya un corazón para mi y que me puedan operar”, expresó.
El hombre de 40 años, confesó que al principio se perturbó, ya que lo invadieron los nervios y el miedo a una nueva cirugía.
“Con mucha esperanza he logrado superar esa etapa porque tengo la plena confianza en Dios, en el cuerpo médico y en que llegará un donador que me regalará un corazón nuevo”, resaltó.
A los 21 años, fue intervenido en el mismo hospital para recibir un corazón que le permitió disfrutar de la vida, formar una familia, estudiar y desarrollarse profesionalmente como profesor de la Secretaría de Educación Pública.
Ese órgano donado le brindó la oportunidad de casarse y ver crecer a su familia, además de criar una niña de 13 años y ahora un bebé de ocho meses.
“Con el corazón que me regalaron corrí, salté, jugaba, salí a divertirme, me porté bien y me porté mal (risas). Todo eso me ha brindado mi trasplante y es mucho para alguien como yo que tenía el último aliento de vida. Siempre tuve dos trabajos en la SEP y en una escuela particular. Actualmente soy auxiliar administrativo en la escuela Felipe Angeles”, dijo.
BEBE AZUL
Al nacer los doctores se percataron que Eric tenía un tono azulado en los labios, pies y manos, por lo que el cardiólogo determinó que padecía la enfermedad conocida como Síndrome del bebé azul o Tetralogía de Fallot, es decir que la falta de oxigenación provoca una cianosis (una coloración azulada y púrpura de la piel).
Este padecimiento abarca cuatro anomalías del corazón y sus mayores vasos sanguíneos: evita la comunicación interventricular, genera estrechamiento de la arteria pulmonar, así como la dextraposición de vena aorta (la arteria que lleva sangre oxigenada al cuerpo que se traslada sobre el ventrículo derecho, en lugar de salir únicamente del ventrículo izquierdo) y el engrosamiento de la pared muscular del ventrículo derecho (hipertrofia ventricular derecha).
“Son cuatro defectos que tiene el corazón desde que el niño nace y son llamados niños azules porque tienen los labios y las uñas azules por la falta de oxigeno en la sangre. Desde que nací mi madre supo que tenía esa enfermedad pero que con ciertos cuidados y exámenes clínicos se podía controlar”, explicó.
Durante su infancia y adolescencia fue necesario cuidar la sobre ejercitación y moderar ciertas actividades físicas. Sin embargo no había ningún insumo de medicamentos, solamente la atención médica de control con electrocardiogramas y radiografías.
No obstante al paso del tiempo, cuando cumplió 17 años iniciaron los problemas y el deterioro en la salud de Eric.
“Comencé con arritmias cardiacas por lo que fue necesario que me efectuaran un cateterismo y estudios profundos de corazón. A los 21 años caí en cama y mis días estaban prácticamente contados hasta que los médicos dijeron que necesitaba otro corazón”, indicó.
Fue atendido en el Issste de Reynosa y canalizado al hospital “20 de noviembre” de la Ciudad de México en espera de un milagro.
“A pesar de que estaba en etapa terminal ingresé a la espera del corazón ya no podía estar en mi casa solamente recostado y con atención médica especializada. Me encontraba en mi último aliento y en menos de tres meses recibí la buena noticia de que había un corazón para mi”, recordó.
QUIERE OTRO MILAGRO
El pasado 25 de febrero, Eric viajó al Issste en la capital del país para internarse y esperar otro milagro. Y aunque aún no tienen el órgano que será trasplantado, las posibilidades son muy altas para realizar la operación en los próximos meses.
“Todavía no tienen mi corazón nuevo pero mi fe y la de mi familia es mucha. El éxito de un trasplante de órganos corresponde a tres factores: el paciente, el cuerpo clínico y de Dios”, expresó.
Este nuevo trasplante cardiaco significa para Eric toda la esperanza para seguir viviendo y disfrutando de sus hijos y su vida.
“Gracias a Dios y a los doctores de la clínica del Issste de Reynosa y México he podido disfrutar del tiempo que tenía pronosticado mi trasplante y un poquito más, porque no todos los pacientes logran tanto tiempo”, dijo.
Y añadió: “Me siento tranquilo y conforme, a pesar de que estoy consciente de que toda intervención quirúrgica tiene sus riesgos desde los estudios de control hasta la operación”.
Actualmente Eric de 40 años se encuentra internado en la clínica “20 de noviembre” del Issste en la Ciudad de México esperando la donación del órgano para su salvación.
FALTA CULTURA
Eric consideró que aunque se ha avanzado en el fomento y concientización de la donación de órganos todavía no es suficiente, “las personas aún no han logrado comprender que con esta acción están regalando vida”.
“Mi anhelo de que haya un retrasplante y que Dios nos conceda tener este éxito, además de seguir viviendo y disfrutando de mi familia, se convertiría en un gran impulso para el pueblo de México en cuanto a su cultura de donar órganos y dar vida.
“Quisiera decirles a las personas que se encuentran en la posibilidad de donar los órganos de algún familiar, que de todo corazón y buena voluntad lo hagan, que se sensibilicen de que una parte de su ser querido va a seguir funcionando en beneficio, no solamente de una persona sino de una familia que eternamente se lo va a agradecer”, refirió.
Con una actitud esperanzadora añadió que en manos de los familiares de una persona que tiene muerte cerebral se encuentra el poder regalar vida.
“Deseo que vea la gente que en el país tenemos la ciencia médica avanzada y necesaria para regalar y transformar la vida a fin de crear milagros”, expresó.
Por ello solicitó a la ciudadanía hacer conciencia y actuar a favor de la donación de órganos.
“El regalo más hermoso que puede hacer una persona hoy en día es donar sus órganos. Con la donación de uno o varios órganos está dando vida y esperanza, no nada más a la persona que lo necesita sino que envuelve a toda una familia, porque puede ser una madre o padre de familia a quien se les haga la donación y le brindará una nueva oportunidad”, señaló.
Erick dijo ser un testimonio viviente de la donación de órganos, “estoy infinitamente agradecido y mi familia también, aunque no conocemos a esa persona que tuvo la voluntad de donarme el corazón de su hijo”.
A pesar de que el protocolo de donación no permite saber la identidad del donante o la familia, dijo estar infinitamente agradecido con la madre del joven que le regaló su corazón, y que a pesar de su dolor, decidió donar sus órganos.
“Le doy muchas gracias donde quiera que se encuentre porque me cambió la vida. Aunque no la conocemos sabemos que el corazón fue de un joven de 15 años y que su madre tomó la decisión de dar más vida con la muerte de su hijo.
“Creo que en algún momento esa madre afligida tiene alegría en su alma porque sabe que el corazón de su hijo, en otro lugar sigue latiendo. Los siento como de mi familia porque llevo un pedacito de ella y su hijo en mi corazón”,
puntualizó.