
El destino llevó a un joven universitario a enfrentarse a la muerte para descubrir lo que la vida le tenía preparado: ayudar a otras personas a vencer el infierno de la discapacidad y demostrar que se puede salir adelante contra todos los pronósticos.
La historia de Marco Antonio Bracho Ruiz, quien es el director de la Asociación Mexicana de Paraplejia, Cuadriplejia y Capacidades Diferentes (Amepacc), ha sido tema de conferencias y charlas de motivación, pues se superó cuando prácticamente estaba hecho un vegetal y todavía sigue sorprendiendo a los médicos que lo atienden.
Aún así para este “milagro viviente” es imposible no pensar en la época cuando todo era normal para él y los suyos, antes de sufrir el accidente que lo dejó lisiado y de heredarle a sus seres queridos una serie de responsabilidades.
Como cualquier persona de 22 años (ahora posee 28) su mundo gravitaba en la escuela, el deporte y los amigos. Nació en el seno de una familia que pudo brindarle educación en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), en la Sultana del Norte.
Quienes le conocen aseguran que su mentalidad fue siempre positiva y como compañero lo mismo disfrutaba de “echar relajo”, que de los ajetreados periodos de exámenes finales.
Marco Antonio eligió la carrera de Comercio Internacional, la cual cursaba en el séptimo semestre con calificaciones notables, le faltaba poco para graduarse.
Todo marchaba “viento en popa” para el espigado muchacho que acostumbraba salir del campus universitario y pasar los fines de semana con sus padres en Reynosa. No era el único tamaulipeco de la frontera que hacía el viaje de aproximadamente dos horas y media, por eso se acompañaba de sus amigos.
Con una profesión por terminar y un futuro promisorio por delante ¿qué más podía pedir un joven de su edad?; sin embargo, en un momento inesperado la desgracia se atravesó en su camino, precisamente el mismo día que habían concluido las clases y todos se iban de vacaciones.
Marco Antonio fue invitado a un festejo de graduación de un par de generaciones más adelantadas que la suya. Su plan era que terminándose el evento él y un compañero –del que no mencionó su nombre– partirían a casa.
Pero las desveladas previas de los últimos exámenes le pasaron factura a este alumno del Tecnológico, quien en la fiesta comenzó a sentir sueño y se fue a recostar al coche Pontiac Sunfire color negro, donde se quedó completamente dormido.
Marco Antonio ni siquiera sintió cuando su amigo encendió el auto y tomó la autopista Monterrey-Reynosa. Ambos habían bebido unas cubas –a su consideración en ese momento– no más de lo normal para manejar en carretera.
FATIDICO INSTANTE
Durante todo el trayecto el agotado pasajero no se despertó, pero tampoco se acordó de abrocharse el cinturón de seguridad. Iba con el asiento reclinado, mientras que el piloto se comenzó a contagiar del cansancio más de la cuenta. A pesar de que hacía frío los segundos al volante se hicieron pesados, densos y a medida que avanzaba la unidad más complicado era mantenerla en la dirección correcta.
Cuando estaban a cinco cuadras de su casa, justamente frente a la Plaza de las Américas, un largo pestañeo trazó la diferencia entre la seguridad de un viaje que no parecía tener mayor problema y la desgracia que ya muchos conocen: el auto negro de su amigo se salió de control e incrustó de modo estrepitoso en un poste. Después de un silencio espantoso vinieron entonces los gritos, los lamentos, el dolor, la angustia, la incertidumbre y la impotencia.
Para Marco Antonio aquella helada noche del 11 de diciembre de 2003 significó la pérdida de casi todo, de su autonomía, de su felicidad, de sus estudios; de dejar de practicar sus deportes favoritos y de su futuro prometedor en la industria del comercio internacional. El único lesionado grave de ese choque fue él, algo que, reconoce, pudo evitar.
Los primeros diagnósticos le daban pocas esperanzas de vida, pues entre otras heridas había resultado con una lesión cervical a nivel del cuello, la cual derivó en cuadriplejia.
“A mí me encanta platicar esto, porque sé que a las personas les puede salvar la vida. Pienso que mucho tuvo que ver la imprudencia. Habíamos tenido dos semanas durísimas y mucho muy cansadas.
“Llegamos a una graduación en la que obviamente bebimos. Entonces yo venía dormido en el asiento del copiloto, extenuado y mi compañero se quedó dormido también. El choque no fue muy aparatoso, pero como no tuve la precaución de ponerme el cinturón de seguridad pasó lo que pasó…”, relata sobre su silla de ruedas.
Marco Antonio describió que estuvo “a nada de morir ‘n’ cantidad de veces”, por lo cual, obviamente, debió suspender sus actividades por la gravedad de su condición.
“En definitiva este percance truncó mi futuro, aunque ahora puedo decir que gracias a un entrenamiento especializado ya puedo moverme por mí mismo y estoy cada vez más activo”, dijo.
Para todos en casa, para sus padres y para sus dos hermanos, el accidente de este joven también fue un golpe emocional, pues lo veían tan feliz “haciendo ejercicio a diario, gimnasio diario; atletismo y jugando en equipos de futbol rápido y de softbol”, que jamás imaginaron que algo así pudiera ocurrirle. El apoyo familiar ha sido elemental para este joven.
TOCANDO FONDO
Con una dosis de buen ánimo, Marco Antonio comenta que el América es su club favorito, previo a un evento de su organismo filántropo. Nadie más que él sabe que se siente estar en su cuerpo y sufrir lo que ha padecido.
“Creo que un accidente como éste te cambia la vida por completo, no solamente porque el impacto que recibí fue tremendo, sino porque en una situación como la mía en nuestra sociedad ya te catalogan como inservible. ¡Uff!, ¡vas a ser dependiente toda tu vida!
“Realmente adaptarme fue muy difícil por el desconocimiento. Ya después uno recapacita, porque se da cuenta de que todavía puede se salir adelante”, aseguró.
El integrante de Amepacc permaneció meses enteros en un hospital de la Ciudad de México, en terapias intensivas y conectado a un respirador artificial.
“De hecho me levante casi de la muerte, me hicieron muchas operaciones. Fue una época mucho muy difícil para la familia. Los dolores son muy extraños, muy profundos y no se calman. Es como si te estuvieran molestando, pero desde adentro.
“A los accidentados con lesión medular, a la hora que se empiezan a desinflamar, nos pegan unos dolores impresionantes. Hay varias personas que consideran seriamente el suicidio como solución de escape. Es peor que un infierno”, ilustró Marco Antonio.
Tras un largo camino de recuperación, este paciente decidió no dejarse vencer por la inmovilidad de sus miembros inferiores. Comenzó a dar charlas para demostrar sus ganas de levantarse. En 2006, durante una conferencia en el gimnasio de la UAT (Universidad Autónoma de Tamaulipas), tuvo un acercamiento con otra persona que comparte su filosofía.
De esa manera nació la idea de crear una asociación para las personas con paraplejia, cuadriplejia y capacidades diferentes. Amepacc fue el nombre que eligieron. Desde entonces más de dos mil 500 voluntarios han participado y apoyado esta iniciativa.
“Cuatro años después estamos liderando en el Estado el proyecto referente a quienes tienen este tipo de problemas físicos, de movimiento. Por ley no podemos tener más de 15 miembros como asociación, pero la mesa directiva es de alrededor de 20 integrantes”, explicó.
NUMEROS ROJOS
Contrario a lo que pudiera pensarse Marco Antonio especificó que tan sólo en Reynosa el 10 por ciento de la población sufre alguna clase de discapacidad, lo cual representa entre 150 mil y 200 mil habitantes.
“La cifra es exageradamente alta, porque son dos estadios Aztecas, llenos uno a uno, es realmente serio. Después de fungir como presidente nos hemos dado cuenta de la necesidad tan enorme que hay de involucrar a la sociedad, porque 200 mil personas se oyen muchas, pero comparadas con todo el espectro de la ciudad realmente no son tantas.
“Ese 10 por ciento involucra al 40 por ciento: mamá, papá, hermanos, esposa, hijos y bueno, ya viendo el grado de impacto que tiene cada persona con capacidades diferentes nos damos cuenta de que uno de cada dos ciudadanos está involucrado directamente en el tema aquí solamente en Reynosa”, señaló.
Ingenieros, médicos, licenciados; madres de familia, estudiantes participan en este movimiento que Marco Antonio define no propiamente como algo propio de la asociación, sino de la comunidad en sí.
Uno de los propósitos de Amepacc es precisamente impartir cursos de capacitación para quienes necesitan de una silla de ruedas, pues una caída puede representar una fractura y la posibilidad de no volver a caminar. La falta de movimiento hace que el riesgo sea más propenso, advierte. Invidentes y personas con otro tipo de trastornos también se han sumado.
“O nos morimos derrotados, o antes pasamos un rato en una de estas (silla de ruedas). Y es que nuestro cuerpo va decayendo e invariablemente vas a tener que usar un apoyo para desplazarte, de ahí la importancia de aprender a valerte por ti mismo”, indicó el entrevistado, quien ya puede incluso, realizar algunas acrobacias.
No obstante, la ausencia de espacios públicos para hacer más fácil la vida de un discapacitado es el primer obstáculo que se debe enfrentar. Algunos mejor prefieren quedarse en casa.
“Aparte de que somos una gran población, tenemos una tasa de crecimiento del 2.2 por ciento anual y nos damos cuenta de que nadie se está preparado para esto, no hay baños adaptados, existen escalones en las entradas de las viviendas y realmente tenemos un serio problema en cuanto a adecuación y prevención se refiere.
“En Reynosa esto es general. Tenemos que hacer la aclaración de que nosotros realmente lo que pedimos es el apoyo presencial, que la gente se involucre en estos temas, porque les va a venir tocando y al fin de cuentas nosotros generamos un cambio muy importante. Tenemos actividades para que los ciudadanos participen que son de 40 minutos a la semana. Tú dedicas 40 minutos y generas un cambio.
“Nos merecemos un Reynosa sin barreras arquitectónicas y en el cual una persona con capacidades diferentes, temporales o permanentes, no tenga que quedarse en su casa, arrinconada, pudriéndose porque realmente nosotros como ciudadanos no tomamos la responsabilidad social que nos toca”, manifestó Marco Antonio.
Si usted desea hacer llegar un donativo o conocer más acerca de esta asociación, favor de comunicarse a los teléfonos 132 3337 ó 52*999910*1.
El número de cuenta de la Asociación Mexicana de Paraplejia, Cuadriplejia y Capacidades Diferentes, A.C. es 075017250019 en Banregio.
En el sitio de Internet www.amepacc.org vienen contenidas las actividades que esta destacada fundación lleva acabo. Para Marco Antonio, quien ya ha superado su accidente, el apoyo de la ciudad “es muy importante para seguir ayudando” a las personas en condiciones de desigualdad”.