No existe mayor sorpresa para unos padres que enterarse el día del nacimiento de su hijo que los estudios, ultrasonidos y pronósticos estaban equivocados respecto al sexo de su vástago. Eso mismo les pasó a Francisco y Mireya, quienes esperaban la llegada de una niña y les entregaron a un varón. Esta es su historia.
Aunque la vida le ha dado muchas sorpresas a Francisco Hernández Gea y su esposa, Mireya Nájera, ninguna se compara con la que vivieron a las 22:28 horas del pasado 13 de julio, cuando el doctor encargado de la cesárea les anunció que eran los felices padres de un pequeño y muy sano varón.
La noticia cayó como balde de agua fría a la pareja, pues ellos estaban preparados para recibir a una niña, una idea que estaba confirmada no sólo por una corazonada maternal, sino por cuatro estudios y ultrasonidos practicados a lo largo del embarazo de Mireya.
Sin embargo, la vida tenía otros planes para los padres de otros dos pequeños de 11 y 3 años respectivamente.
En una entrevista realizada semanas después del nacimiento de Francisco, su tercer hijo, el feliz y sorprendido padre apenas está asimilando lo que sucedió en ése, uno de los días más felices y sorpresivos de su vida.
Sincero, reconoce que tanto él como su esposa estaban muy ilusionados con la posibilidad de tener su primera niña pues, después de todo, ya tenían muy dominado el arte de criar a dos varones.
Es por ello que cuando el primer ultrasonido les confirmó que Mireya estaba gestando a una pequeña niña, su alegría no pudo ser mayor.
A partir de ese momento todos los preparativos para el arribo de la pequeña Aylin
Itzel, como habían decidido que se llamaría, giraron alrededor de mamelucos rosas, vestidos y graciosos moños y diademas.
Incluso, recuerda el camarógrafo de profesión, un grupo de amigos le organizaron a Mireya un baby shower en donde toda la decoración y regalos eran para niña.
Francisco insiste que más allá de la ilusión de poder ser padres de su primer mujercita, su esperanza siempre estuvo basada en los ultrasonidos que se realizaron a lo largo del embarazo, como parte de los cuidados prenatales de su esposa.
En cada uno de estos análisis, el resultado mostraba que lo que Mireya llevaba en su vientre era una niña, por lo que no vieron problemas en seguir preparándose para recibir a su nena.
EL DIA DE LA SORPRESA
El 13 de julio es una fecha especial para Francisco y su esposa, pues ese día es su aniversario de bodas y fue además la fecha en la que Mireya ingresó al Hospital General de Zona Número 15 del IMSS donde le practicarían la cesárea con la que su pequeña hija llegaría al mundo.
Tanta era la felicidad del joven matrimonio, que supieron soportar las clásicas molestias que deben de vivir las parturientas que acuden al IMSS, como la plaga de mosquitos que existe en el lugar y el calor por las fallas en el aire acondicionado.
Finalmente la noche del 14 de junio, Mireya fue preparada y enviada al quirófano, donde un grupo de médicos le practicarían la cesárea para la que estaba programada.
Al final la operación fue un éxito, los médicos hicieron su trabajo con eficacia sin incluir los comentarios fuera de lugar de una anestesióloga que nunca supo el momento de callarse la boca al momento de criticar la decisión de Mireya de tener a su segundo hijo, podría decirse que el procedimiento fue perfecto… o al menos eso es lo que la joven madre pensaba.
Sin embargo, las cosas cambiaron al momento en que el médico anunció a Mireya que el pequeño que acababa de nacer era un niño, no la niña que la madre esperaba.
De inmediato la madre reclamó a los doctores que verificaran el sexo de su hijo, pues ella estaba segura que lo que estuvo gestando en su cuerpo era una niña. Fue necesario que los doctores le mostraran a su pequeño para que quedara convencida de lo que le decían era verdad.
Francisco recordó que compartió la sorpresa de su mujer cuando le dieron la noticia, pero en su caso su reacción fue menos tranquila.
“Les estuve reclamando pues al principio pensé que me habían cambiado al bebé como ha sucedido en otras ocasiones, fue necesario que sacaran a mi esposa al pasillo para que me dijera que no, que estaba segura que ella era la única en el quirófano”, recordó.
Añadió que pasada la sorpresa de saber que era padre de un niño, no de una niña, empezó a enfrentarse a los problemas prácticos de haberse preparado totalmente para la llegada de una mujer.
De entrada, se dió cuenta que no tenía nada de ropa de niño y la maleta que había llevado al hospital para cuando su hija saliera a su casa, eran atuendos femeninos.
Divertido, recordó que algunas de las personas que se encontraban en el hospital en ese momento le propusieron que pusiera a la venta toda la ropa de niña que llevaba para estar en condiciones de comprar un atuendo para su varoncito.
Por cierto, hubo quien se ofreció comprarle la canasta con las mamilas, mamelucos y demás artículos que le servirían a su pequeña en sus primeros días de vida.
Y aunque al final decidió no hacer negocio con la ropa de la nena que no llegó, Francisco aún no sabe qué es lo que va a hacer con todas las cosas que ya había adquirido, algunas de las cuales ha tenido que utilizar.
“Con decirte que el día que salió mi niño del hospital lo hizo con un gorrito color rosa”, comentó.
FELIZ RESIGNACION
Hoy que ya han pasado varias semanas de la llegada de su pequeño, Francisco y su esposa dan gracias a Dios que les dió un niño sano y hermoso. Sin embargo, aún no pueden dejar de pensar en la alegría que hubieran sentido si los pronósticos hubieran sido ciertos y su tercer vástago hubiera sido una mujer.
“No te miento, sí te ilusionas con la niña pues ya tenemos niños y queríamos una pequeña para completar la familia. Ahora le damos gracias a Dios de que las cosas hayan salido bien y mi hijo esté sano”, expresó.
Incluso llegaron a considerar la posibilidad de cancelar la operación que le hicieron a su esposa después del nacimiento, con la que evitarían la posibilidad de volver a tener más familia.
Pero esto ya no fue posible ya que la operación se hizo inmediatamente después de la cesárea, haciendo imposible cancelar el procedimiento.
Y aunque la ilusión de tener una niña es algo que ha quedado en sus mentes, este joven matrimonio se ha resignado a criar tres niños quienes se han convertido en la alegría de su hogar.
“Fue tanta la sorpresa que cuando nació el niño ni siquiera habíamos pensado en un nombre para él, al final terminamos poniéndole Francisco como yo y como su abuelo, creo que es algo bonito tener a un hijo que finalmente tendrá mi nombre”, aseguró.