
Trastornado por los efectos alucinógenos de solventes, un vagabundo de unos 20 años pasó del anonimato a la notoriedad cuando la tarde del jueves se untó de cuerpo completo varios litros de aceite espeso que halló en la basura de una refaccionaria.
El lubricante logró lo que sus harapos y perdida mirada no pudieron: llamar la atención de transeúntes, automovilistas y locatarios de los comercios contiguos al Puente Broncos lado oriente, donde ocurrió este peculiar episodio.
Durante más de una hora, el joven -cuya “negra” y viscosa figura se distinguía de lejos-, permaneció en cuclillas, manoteando por el ardor que la grasa le causó en cuello, cabeza, fosas nasales y ojos principalmente.
Primero una anciana acudió a auxiliarlo. Con retazos que él mismo llevaba le limpió la cara. Otra mujer intentó saber su nombre pero el pordiosero -afectado de sus facultades mentales-, jamás le respondió.
Posteriormente el empleado de una línea de transporte colectivo consiguió una bandeja con agua y jabón para enjuagarlo. El gesto fue ejemplar porque no le importó ensuciarse la corbata.
A final de cuentas arribaron la Cruz Roja y elementos de la Policía Municipal para asistir al indigente, quien se rehusó a subir a la ambulancia.
Luego de lograr que se quitara la camiseta una de las voluntarias consiguió una playera del personaje de la caricatura Shrek. Cuando el joven la miró una enorme sonrisa se dibujó en su rostro.
Pero antes de dársela la mujer abordó la ambulancia para que el indigente también lo hiciera. De momento la escena parecía una parodia que provocó la risa de los presentes, pues el vagabundo amagaba con subirse pero en cada intento se arrepentía.
Al final el joven optó por soslayar la atención médica, pero para su consuelo se le obsequió la camiseta la cual se enfundó al revés para luego marcharse contento entre el disolvente calor de la tarde.