
Las vacaciones invernales terminaron el pasado 10 de enero para 27 millones de estudiantes de educación básica en el país; este regreso a las aulas también sirvió para la entrada en vigor de los Lineamientos Generales para el Expendio y Distribución de Alimentos y Bebidas Industrializadas, en otras palabras, la prohibición de vender alimentos “chatarra” en los planteles educativos.
La medida, que fue autorizada por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Secretaría de Salud (SS) con la aprobación de la Cámara de Diputados, tiene la encomienda de frenar los niveles de obesidad en la población infantil mexicana, un enfermedad que padecen uno de cada cuatro niños de nivel primaria y uno de cada tres de nivel secundaria.
Sin embargo, a pocos días de haber iniciado, estas disposiciones continúan siendo confusas para algunos maestros y directivos de las escuelas, quienes no saben si la nueva ley realmente servirá de algo, si los planteles educativos realmente acatarán la nueva norma o quiénes serán los que supervisarán que en verdad se lleve a cabo.
VOCES A FAVOR
José Alfredo Vásquez Guardado es el director del turno matutino de la escuela primaria “Benito Juárez” y un reynosense convencido de que el nuevo reglamento mejorará la salud de sus alumnos.
“Definitivamente lo que se busca con el retiro de alimentos ‘chatarra’ en las cooperativas escolares es cuidar la salud de nuestros alumnos, y todo lo que sea en bien de nuestros alumnos será bienvenido en todas las escuelas”, indicó.
El director aseguró que ya conversó con los concesionarios de alimentos que se venden en la cooperativa de la escuela para prevenir que violen la normativa.
“Nosotros tenemos dos cooperativas, como son muchos niños tenemos dos concesionarios, pero ayer ya platiqué con ellos para que vean estas medidas y ver cómo se ponen de acuerdo para que esto llegue a un buen arreglo”, mencionó.
Otra que se declara satisfecha con la restricción de la comida “chatarra” en las escuelas es María de Jesús Ortiz, madre de dos estudiantes de primaria quien está preocupada con el hecho de que México ocupa el primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil.
Esta madre de familia considera la medida como necesaria, aunque está consciente de que será difícil cambiar los hábitos alimenticios de sus dos pequeños hijos.
“Están bien acostumbrados a comer comida ‘chatarra’, entonces sí es muy sana la medida. Ahorita al principio no están acostumbrados a comer comida más sana, ellos sí quieren las papas y los refrescos”, comentó.
La diabetes tipo II se ha convertido en una de las principales causas de muerte en México y parte de este mal se le atribuye al sobrepeso u obesidad, por tal motivo Juan Pablo García, padre de familia de la escuela primaria “General Lázaro Cárdenas”, opinó que la prohibitiva ayudará a disminuir las probabilidades de contraer dicha enfermedad.
“Está muy bien que el gobierno haga que se deje de vender comida ‘chatarra’, porque los niños cuando van a la cooperativa a comprar no se fijan en qué les hace bien o que les hace mal, ellos lo compran porque les gusta”, sentenció.
VOCES EN CONTRA
En Reynosa existen más de 125 mil estudiantes de educación básica con acceso en las cooperativas escolares donde se ofrecen 610 alimentos y bebidas que la Secretaría de Salud prohibió comercializar.
Los menos conformes con este nuevo reglamento son niños como Christian Hernández Figueroa de 11 años, quien dijo que la escuela era el único lugar en el que podría comprar este tipo de alimentos.
“Sí me gusta mucho (la comida ‘chatarra’), yo compro elote, ‘cocas’, burritos. En la casa no como fritos, aprovecho en la escuela para comer. Está mal porque ya no me van a vender lo que más me gusta”, dijo el niño que cursa el cuarto grado y quien diariamente gastaba alrededor de 10 pesos comprando frituras.
Pero no todos los menores están en desacuerdo con la restricción, tal es el caso de Obed de la Cruz de 12 años. Para él está correcto que se apliquen este tipo de reglas para evitar el sobrepeso.
Además, aseguró que en lo personal no sufrirá para acatar las nuevas medidas, pues no acostumbra a consumir comida chatarra”.
“Pues yo casi no como, casi no compro, si acaso unas palomitas o sopas, nada más. Voy a tener que traer lonche a la escuela”, mencionó.
¿QUIEN VA A VIGILAR?
Uno de los obstáculos que enfrentarán estas nuevas disposiciones es el desafío de algunos niños como Christian Hernández, quienes no pretenden dejar de comer sus golosinas favoritas.
“De vez en cuando me voy a llevar comida ‘chatarra’ a escondidas. Me vendan o no yo como quiera voy a seguir comiendo”, indicó.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades, aún no se puede garantizar al cien por ciento que las cooperativas en planteles educativos hayan quitado de sus menús los productos que prohíben las mencionadas secretarías.
De acuerdo al jefe del Departamento de Desarrollo Regional de Educación en Reynosa, Julio González Ruiz, desde el pasado mes de noviembre se repartieron los lineamientos sobre los productos que podrán vender las cooperativas, por lo que se pueden esperar sanciones para los planteles que no cumplan con lo determinado.
Sin embargo, esto parece no convencer a algunos, como al padre de familia Juan Pablo García, quien recordó que comida “chatarra” no sólo se encuentra dentro de las escuelas, sino también en su exterior.
“No creo que las escuelas lleven por completo esta nueva ley. Afuera de la escuela los niños pueden comprar lo que quieran, incluso ahí pueden comprar los chicharrones. Esperemos que no sólo se regule adentro sino también afuera y todo va a depender de las sanciones que se apliquen”, señaló.
Por su parte, el director de la primaria “Benito Juárez”, Juan Alfredo Vásquez Guardado, expuso algunas de las medidas que están implementando en su institución para evitar este tipo de situaciones.
“Los niños no tienen acceso al exterior, pueden ver que la escuela no tiene acceso hacia la calle para la compra de alimentos de ningún tipo, sólo aquellos alumnos que van llegando a la escuela pueden comprar estos productos cerca o en el contorno de la escuela, ahí sí ya no podemos tener el control, pero en la escuela no se les puede vender ningún producto considerado como nocivo para su salud”, comentó.
RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
Para el director de la institución, los planteles educativos pueden seguir al pie de la letra los lineamientos establecidos, pero si los padres de familia no colaboran será difícil alcanzar los objetivos del proyecto.
“Vamos a hacer una reunión con los maestros para que a su vez pasen la información a los padres de familia para que ellos también contribuyan, porque no tiene caso que nosotros aquí nos dejemos de vender algunos productos nocivos para la salud de nuestros alumnos y ellos traigan de afuera esos productos. Queremos contar con el apoyo de los padres de familia para que esta medida llegue a buen”, dijo.
Esta opinión es compartida por María de Jesús Ortiz, madre de familia, quien indicó que la sana alimentación se debe inculcar desde el hogar.
“Pues sí es básico el apoyo de los padres en esta medida porque tienen que acostumbrar a los niños desde la casa a comer más sano. Los padres deben de estar de acuerdo, pues es para beneficio de nuestros niños”, expresó.
Por su parte, Juan Pablo García, pidió a los mayores cambiar sus conductas para beneficiar a los pequeños.
“Una de las cosas que yo sugeriría a los padres de familia es que cambien sus hábitos, que de noche procuren tener listas las cosas de sus hijos para se levanten temprano y les pongan lonche, así no les tienen que dar dinero para gastar en ‘chucherías’ y si las escuelas acatan la nueva normatividad, entonces ya les puedan dar dinero para comprar alimentos sanos”, subrayó.
El sobrepeso y obesidad representan un problema de salud pública para el país, por ello hay que esperar los primeros resultados de estos nuevos lineamientos y así determinar si la estrategia implementada por las autoridades dio frutos o simplemente se quedó en un intento fallido.