Sus manos atrancan la puerta del auto último modelo que lo transporta en la ciudad, sujeta el portafolio de su computadora personal y erguido camina hasta el porche del quincenal Hora Cero, puntual a su cita en la que acuerda contar la escarpada historia de su vida.
Casualmente ataviado, pero con refinado aspecto, ingresa a una estancia y sentado aguarda. Sus cálidos modales inspiran seguridad y a simple vista no pareciera que este hombre de oscuros ojos y morena piel fue esclavo de sustancias sintéticas que lo llevaron a tocar fondo.
Pero gracias a que recibió ayuda profesional, Hugo Ramírez Sierra recuperó a su familia, amistades y lo principal, su sobriedad.
Cuenta: “Con la droga no sólo perdí mi trabajo, sino también la vergüenza, la dignidad, las ilusiones de seguir adelante.
“Me quitó prácticamente todas las cosas que había logrado, materiales y espirituales y mi vida empezó a extinguirse”, dijo.
Este abogado por la Universidad Regiomontana de Monterrey (UR), ex oficial egresado del Heroico Colegio Militar y actual funcionario del área jurídica del Ayuntamiento de Reynosa, mencionó que su primer contacto con los narcóticos ocurrió durante la adolescencia y por años sus padres no tuvieron la más mínima sospecha.
“Inicié en el consumo de las drogas como una manera de hacer cosas prohibidas, fuera del orden común. A los 13 años unos compañeros me invitaron cocaína y marihuana y me gustó, sin imaginar que caería en una trampa de la que me sería muy difícil salir“, relató.
No obstante, Hugo fue un destacado estudiante que escaló importantes peldaños.
“Siempre fui un buen alumno y en mi etapa escolar jamás manifesté conductas anormales. Incluso, ocupé el cargo de presidente estudiantil en mi universidad y aún así continué drogándome”, describió.
DESEQUILIBRIO Y DESESPERACION
Hugo mantuvo en secreto su doble vida lo más que pudo, pero de pronto las cosas se salieron de control:
“Trabajando como agente del Ministerio Público en Reynosa fui cambiado a la plaza de Matamoros, pero por estar intoxicándome no me reporté cuando debía.
“Dije, primero me voy a terminar estos 15 kilos de coca que tengo aquí en la casa y luego me presento, pero cuando fui a trabajar me encontré con la sorpresa de que ya no tenía cabida”, señaló el letrado.
Al verse sin empleo Hugo experimentó trastornos que lo orillaron a tener delirios de persecución y mirar como enemigos a sus seres queridos.
“Me la pasaba encerrado en mi casa, consumiendo enervantes y después del éxtasis que me provocaban venía el desespero y el nerviosismo.
“Las cicatrices que tengo en mi rostro me las hice en un elevado estado de turbación. Me enterraba las uñas hasta sangrarme, porque creía que tenía vidrios en la cara”, recordó.
Con tal de obtener una dosis de cocaína, su alucinógeno favorito, Hugo comentó que su personalidad cambió vertiginosamente:
“Me volví mentiroso, ratero, valemadrista; le llegué a robar a mi mamá y a pedirle dinero a mis amigos. Me salía a buscar conocidos para conseguir dinero para mi consumo. Era bastante desesperante sobre todo cuando no encontraba lo que quería”, refirió.
Su desequilibrado sentido de la vida hizo que este profesionista ingiriera estupefacientes hasta en eventos públicos.
“Como siempre tuve puestos relacionados con la policía no me importaba donde me drogara. Una vez lo hice en Parque “López Mateos” delante de todos en un recipiente con cocaína que me ponía en la nariz como si fuera un Vicks VapoRub inhalado, da risa pero es algo que no deja de estar mal”, indicó Hugo.
Y agregó categóricamente que todo lo demás era menos importante a enervarse, inclusive, la compañía de una mujer.
“El fumar piedra (cocaína base) es algo orgásmico. Yo prefería estar fumando que estar con mi muchacha, una hermosa venezolana. Es más excitante la droga que el sexo mismo”, ilustró.
“CARAS VEMOS…”
Hugo dijo estar consciente que las drogas están afectando más hoy en día a la gente preparada: abogados, ingenieros, arquitectos y académicos, por citar un ejemplo.
“No respetan condición social. Agarran parejo. Las personas que tienen dinero no lo andan pidiendo en las calles para conseguir un pase, pero en su casa dan lástima.
“Está calculado que en cada familia con abuelos, hijos y nietos hay al menos una persona con afecciones provocadas por una adicción”, dijo.
Su decisión de hacer del dominio público su historia, reveló, obedece al deseo de evitar que otras personas sufran lo que él ha padecido.
Una de las claves que a decir de este hombre lo ayudaron a vencer a las drogas, fueron la literatura y el estar íntimamente ligado a un ser supremo.
“Leí un libro que habla sobre las religiones del mundo y a raíz de eso me entró la conciencia de que lo que estaba haciendo era todo lo contrario a lo que es una vida sana y productiva. Las más grandes religiones del mundo, es el título del libro”, citó el funcionario.
Hugo comentó que en su proceso de recuperación hace dos años fue internado en una clínica en Guadalajara, con lo que reconoce, pudo dejar paulatinamente su adicción a las sustancias sintéticas.
“La asistencia de profesionales es de vital importancia para lograr abandonar tales prácticas”, manifestó.
Recientemente este funcionario de gobierno fue invitado a participar como columnista en el periódico El Mañana de Reynosa, espacio que aprovecha para alertar a la sociedad de los perniciosos efectos de la drogadicción.
“Todo esto lo hago para demostrar que es infernal el pasar por una situación de este tipo y que sí se puede salir del problema siempre y cuando uno se lo pida a un poder superior y le ponga la voluntad”, afirmó.
El también activista social abrió además las puertas de una casa de rescate en la colonia Reséndez Fierro, llamada Mi Nuevo Hogar, la cual tiene a unas 20 personas albergadas y que se sostiene con recursos propios y aportaciones benéficas.
“Hemos tenido muy buenos resultados. Invitamos a las personas que quieran acercarse a nosotros en busca de ayuda o deseen hacer donativos, con mucho gusto las recibiremos.
“Agradecemos a quienes nos han apoyado económicamente, tal es el caso de Grupo Merco, la señora Cristina Moreno; Hilda Betancourt, del Hotel La Hacienda y muchos amigos que no acabaría de mencionar”, dijo Hugo Ramírez Sierra.
Así, rompiendo el silencio, es como este destacado funcionario de gobierno que un día estuvo hundido en las adicciones ayuda a combatir uno de los flagelos más grandes de la sociedad moderna.