Hay quienes escuchan aquel sonido de la flauta del afilador que combinaba melódicamente graves y agudos, y viceversa, cuando eran niños o jóvenes.
Seguramente nuestros padres, tíos y abuelos también llegaron a escucharlo de chicos y grandes. En Reynosa cuentan algunas personas de entre 40 y 60 y más años, que ese pito o llamada flauta de pan, hecha de plástico, se oía comúnmente entre los años 70 y 80 por los barrios de la ciudad.
Era el anuncio de que por ahí andaba el afilador, listo para colocar su bicicleta en posición fija y montar su taller ambulante con el pequeño torno y el esmeril para afilar cuchillos, machetes o tijeras, para quitarles lo chato y evitar que la herramienta de casa estuviera inservible y fuera a dar a la basura.
Este sonido de la flauta dicen algunos historiadores es muy antiguo, pues se sabe que el oficio del afilador data del siglo XVII y su origen lo adjudican a una persona que surgió en una provincia española.
Por ello en la mayor parte de los pueblos hispanos la presencia del afilador es común. Sin embargo, conforme pasan los años, este oficio tiende a desaparecer en las ciudades de México.
Reynosa no es la excepción de esta modernidad que tiende a extinguir a muchos artesanos, pero existen quienes se resisten a desaparecer y siguen siendo útiles a la comunidad.
Tal es el caso del afilador Félix Gómez Sánchez, originario de Coatzacoalcos Veracruz (1965), quien vive en Reynosa desde hace más de 30 años.
Félix cuenta a Hora Cero que antes de llegar a esta frontera vivió en Tampico, donde aprendió el oficio y refiere que entre 1990 y 91, se trasladó a Reynosa a trabajar “de lo que fuera”, por lo que puso en práctica algunos conocimientos de “mil usos”, entre ellos el de afilador.
“Anduve en varios trabajos, de todo, y ya desde hace más de 20 años le doy a lo de afilador, y pues no me quejo, me va bien”.
Como los afiladores que aún sobreviven por las ciudades, Félix Gómez es ambulante y a bordo de su bicicleta se desplaza a los sitios donde ya tiene clientes, como el centro de la ciudad y las inmediaciones de la llamada Calle del Taco, cerca de la avenida Herón Ramírez (La Charco).
“Yo no tengo un lugar fijo, así ando en la calle, pero los martes como a las 10:00 me pongo afuera de la Veterinaria Treviño, por la Calle del Taco y la Herón Ramírez. Ahorita vine aquí al centro porque tuve un trabajo en la calle Aldama y otro en esta calle… y así me la paso”, platica mientras le saca filo a un cuchillo grande.
El afilador, quien vive en la colonia Hacienda Las Fuentes sector uno, cuenta que también puede hacer trabajos a domicilio, y quien esté interesado puede llamarle directamente a su teléfono: 899-3055-268.
Reconoce que el trabajo del afilador está casi en extinción, pero dice que en Reynosa todavía hay alrededor de seis artesanos que aún sacan filo con su taller, ya sea ambulante o fijo.