
Las hermanas Amelia y Ángeles fueron embaucadas en las redes sociales por un embustero, sin imaginar que lo terminarían perdiendo todo, hasta la vida.
Morata de Tajuña es un municipio al sureste de Madrid, una de las zonas metropolitanas más progresistas del mundo culturalmente hablando. Se encuentra situado en el curso bajo de un caudaloso río (que lleva el mismo nombre), el cual irriga un imponente valle de hermosos campos, con pintorescos relieves y frondosos árboles de olivo y almendro.
Alguna vez Lope de Vega, uno de los poetas, dramaturgos y autores más prolíficos de la literatura universal, retrató en una de sus obras este mismo pueblo, siendo los albores de la Edad Moderna.
Por aquel entonces (entre 1599 y 1602) sus habitantes eran ya amplios dominadores de la literatura y el conocimiento, mientras España estuvo inmersa en el llamado Siglo de Oro, un periodo histórico en el que florecieron el pensamiento, el arte y las letras.
Cómo podría razonarse que un lugar tan rico en historias sea hoy –en la plena modernidad de la Era Contemporánea– escenario de uno de los más irracionales engaños, desencadenando un cruel suceso que ha conmovido a todo el país, por el caso de tres hermanos septuagenarios que fueron estafados y que luego terminaron asesinados por un agiotista.
CLICK MORTAL
El espeluznante e insólito hecho tuvo comienzo en 2017 cuando Amelia y Ángeles Gutiérrez Ayuso, de 71 y 74 años, respectivamente, fueron embaucadas en las redes sociales por un embustero.
Dulzura, fue el anzuelo con que ambas hermanas cayeron redondas en la red del cazador: “Me asombró la increíble belleza con la que Dios te creó”, les soltó el delincuente en uno de sus inescrupulosos primeros mensajes de chat.
Ávidas de atención, cedieron con ingenuidad a los encantos de su interlocutor y establecieron contacto habitual por Facebook.
“Estuve un rato mirando tu página, mirando tu hermosa foto… me gustaría tenerte como amigo. Tengo muchas ganas de saber más acerca de este hermoso ángel con el que estoy bendecido. Si no te importa quiero que me agregues como amigo”, halagó el rufián primero a una de ellas, en información que el diario El Mundo pudo obtener del expediente policial.
En poco tiempo, según el matutino, este desconocido empezó una relación virtual con la anciana y, paralelamente, su hermana “también inició la misma amistad con otro hombre”, recogió dicho medio de comunicación.
Estaban enamoradas. Les azucararon el oído. El engañador las trabajó de día y de noche con dos perfiles falsos, hasta que Amelia y Ángeles no pudieron mantener la guardia, cayeron rendidas a sus pies.
FUERON MANIPULADAS
Por ese conducto el bandido o bandidos tejieron una historia falsa. Les dijeron que eran militares norteamericanos destacamentados en Afganistán. Los supuestos novios les prometieron que pronto irían a conocerlas, pero primero les fueron pidiendo pequeñas cantidades de dinero.
Durante un plazo de más de cinco años ambas se convirtieron en una sucursal bancaria hasta que les vaciaron todas sus cuentas. Para perpetrar su cometido los perfiles apócrifos fueron disfrazados con imágenes robadas de otros usuarios de redes sociales.
Las engañaron hasta tal punto que esto, colateralmente, se convertiría en la causa de su trágica muerte.
Cuando se quedaron sin dinero, Amelia, la menor, convenció a Ángeles de vender sus propiedades para hacerles giros a los varones con quienes mantenían una relación amorosa a distancia.
Incluso, la institución bancaria donde tenían sus ahorros les alertó sin éxito que podrían ser víctimas de una estafa, pero no entendieron.
En las pesquisas se supo que ambas les hicieron depósitos de hasta 60 mil euros que en suma llegaron hasta los 400 mil. Les mandaban de forma regular. Las dos hermanas pasaron de tener una vida pudiente a padecer problemas económicos.
Edward, uno de los impostores, les informó que el segundo de los presuntos militares había fallecido en la guerra y que necesitaban recursos económicos para sufragar los gastos previos para cobrar una millonaria herencia que compartiría con ellas.
Fue tanta la ceguera de estas hermanas que incluso le pidieron dinero a familiares y amigos, para intentar ayudar a sus enamorados, hasta que un día acabaron emproblemadas con un prestamista pakistaní avecindado en España. Esa sería la mayor causa de su desgracia.
EN VENGANZA
Como no le pagaron, el agiotista se quiso cobrar a lo ‘chino’, haciendo justicia por su propia mano, y entonces los septuagenarios conocieron el terror, incluido Pepe, el hermano de éstas, de 79 años de edad.
En un primer incidente (ocurrido en febrero de 2023) habían sido golpeadas por Dilawar Hussain Fazal Choudhary, quien para septiembre salió de prisión. Tres meses después, la segunda ocasión que las buscó fue letal, informó la Guardia Civil Española.
Pepe, el hermano mediano, tenía discapacidad mental. Amelia había trabajado en un anticuario y Ángeles fue profesora antes de jubilarse.
En el pueblo de Morata de Tajuña algunos testigos dijeron haberlas oído presumiendo que iban a cobrar una suculenta herencia por parte del supuesto militar americano. La gente del pueblo les advirtió que las estaban estafando pero ellas lo rechazaban y afirmaban que el hombre estaba enamorado de verdad, que iban a estar juntos.
Aseguraron residentes de la avenida Príncipes de España, de esa misma localidad, que a mediados de diciembre un desconocido, iracundo, fue a reclamarles un dinero, pero ni en la Policía local ni la Guardia Civil hubo nunca un aviso ciudadano por tales hechos.
El hallazgo de los tres cuerpos se produjo después de que los vecinos empezaran a preocuparse al no dar los hermanos señales de vida durante más de un mes.
De acuerdo con El Mundo, primero pensaron que se habían ido de vacaciones, ya que las persianas de la vivienda permanecieron bajadas durante un buen tiempo, pero tampoco contestaban las llamadas ni los mensajes, por lo que dieron aviso a las autoridades.
El pasado 18 de enero agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil ingresaron a la vivienda y encontraron a los hermanos Amelia, Ángeles y Pepe muertos.
Los cadáveres tenían signos de violencia. Estaban parcialmente calcinados, con restos de sangre y encimados. El grupo de Homicidios de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid se hizo cargo de la investigación.
UN DETENIDO
Las evidencias condujeron directamente al prestamista, quien fue arrestado como el principal sospechoso. Posteriormente Dilawar Hussain confesó el triple asesinato. Fue un ajuste de cuentas. Les había prestado 60 mil euros a Amelia y Ángeles y éstas no le pagaron.
El victimario era dueño de un local donde las mujeres acudían usualmente a enviarles dinero a los supuestos novios norteamericanos con los que sostenían un romance virtual.
“Yo soy el que ha matado a los tres hermanos, me habían arruinado”, confesó en la comandancia.
De acuerdo con el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, tras la primera agresión a Amelia en febrero de 2023, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Arganda del Rey dictó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza, resolución confirmada posteriormente por la Audiencia Provincial de Madrid.
Concluida la instrucción, la causa fue enjuiciada en septiembre de 2023 por el Juzgado de lo Penal número 2 de Alcalá de Henares, que condenó a dos años de prisión al procesado y le prohibió aproximarse a menos de 500 metros y comunicarse con la víctima durante dos años y medio, calificación propuesta por la Fiscalía.
Una vez que la sentencia adquirió firmeza la defensa solicitó el beneficio de suspensión de la ejecución de la pena privativa de la libertad, a lo que no se opuso ninguna de las partes.
Se le concedió, ya que reunía los presupuestos legalmente exigidos para tal concesión, pues carecía de antecedentes penales y había asumido el compromiso del pago de las responsabilidades civiles declaradas en sentencia, que eran de 2 mil 900 euros.
Pero Dilawar Hussain, desesperado por la falta de liquidez, no respetó el acuerdo y las buscó nuevamente para exigirles su dinero. Discutió primero con Amelia y en un ataque de furia la golpeó hasta matarla. Luego, apuñaló a los dos hermanos que estaban también en la propiedad.
El Ayuntamiento de Morata de Tajuña decretó tres días de luto oficial en los que las banderas de los edificios públicos ondearon a media asta por el fallecimiento de los tres hermanos.
Las autoridades que llevan el caso aún no han podido determinar la identidad del estafador que principió esta desgracia familiar ni a donde fue a parar todo ese dinero.
Lo impensable sucedió. En el pueblo todavía se preguntan cómo en estos tiempos, con tanta información al alcance y con el cúmulo de enseñanza cultural, personas cultas y profesionistas hayan caído en una farsa de esa naturaleza.
Los relatos históricos de Morata de Tajuña quedaron manchados por el horrendo caso que con un poco de perspicacia nunca debió haber ocurrido. Los delincuentes abusaron de la nobleza de dos hermanas y de su falta de cariño.
Los diarios españoles todavía publican secuelas de esta historia y no dan crédito a semejante desventura.