Weslaco, Tex.-
Bajo el recalcitrante calor de la frontera se alcanza a percibir una silueta, confusa por la resolana y el polvoso camino del estacionamiento. Desciende de su motocicleta en color gris metálico, se quita el casco y es entonces cuando deja de pasar desapercibido.
A medida que camina hacia el vestíbulo del discreto gimnasio Slick’s –que se sitúa en el hispano poblado de Weslaco, donde entrenan su hermano y su padre–, más numerosa es la gente que lo aborda para saludarlo y él responde con espontaneidad.
A sus 23 años Omar Figueroa es prácticamente una celebridad en el sur de Texas y en varias ciudades de la Unión Americana. Sus peleas de pago por evento lo han catapultado a las grandes esferas del boxeo y al reconocimiento público, pero más su pegada de campeón.
El pasado 27 de julio obtuvo el cinturón de peso ligero por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), la organización de pugilismo internacional de mayor envergadura, tras vencer al japonés Nihito Arakawa en el AT&T Center de San Antonio, en la que es ya candidata a la mejor pelea del año.
Tres meses antes había doblegado en el Alamodome al puertorriqueño Abner Cotto, quitándole el invicto por la vía del cloroformo, en una cartelera en la que Saúl “El Canelo” Alvarez derrotó al estadounidense Austin Trout.
Luego de sus dos últimos cotejos el rating de Omar “La Panterita” Figueroa ha subido como la espuma; sin embargo, es importante decir que tiene un largo trabajo de fondo, con el que acumula un récord de 23 peleas en el circuito profesional, 22 ganadas (16 por nocauts) y un empate técnico.
Probablemente desde Néstor “El Tigre” Garza la región del Valle de Texas y el norte de Tamaulipas no habían dado un grande campeón, hasta que este joven de apariencia tímida y sencilla demostró de qué madera está hecho.
Omar, su progenitor, fue un peleador que vio truncado su sueño de convertirse en profesional, empero a sus hijos les ha dedicado todo el tiempo del mundo para que sobresalgan en las disciplinas que más prefieran.
Es así como “La Panterita” y su hermano, Brandon Lee, eligieron los caminos de su padre y han logrado ir más allá:
Sin ser escandaloso el primogénito ha tapado bocas y castigado a sus rivales en el ring, mientras que el siguiente varón de la dinastía Figueroa, está comenzando a despuntar.
Y entretanto Omar se acomoda para la entrevista que muy gentilmente le concede al periodista de Hora Cero, los niños y jóvenes que acudieron a su práctica cotidiana de box se regocijan de tener de cerca a un ejemplo de perseverancia y comprobar que es un muchacho lleno de humildad.
SUS FIRMES INICIOS
El campeón mundial confiesa que la idea de practicar este deporte surgió cuando tenía seis años de edad, como una herramienta de defensa propia. Al estarse preparando durante varios años él y su padre tomaron la determinación de pelear.
“Lo que hemos obtenido como familia es un logro muy grande y algo que no muchas personas pueden decir que han alcanzado, así que espero ser alguien que pueda dar un buen ejemplo de motivación para los demás. Lo único especial de mí es que tuve una familia especial y oportunidades especiales”, afirma.
No está de sobra mencionar que para su joven edad el monarca del cetro ligero del CMB manifiesta una personalidad muy centrada, madura y que posee un manejo de la prensa bastante profesional, tomando en serio su rol de figura pública.
“Es un honor, estoy muy agradecido con Dios, con mi familia y con todos los que han hecho esto posible. La verdad es que me encuentro muy bendecido”, menciona.
Sabedor de que –más allá de los cuadriláteros– constituye un modelo a seguir para los jóvenes y niños, Omar es un joven transparente, sin tatuajes y al que no se le oyen decir malas palabras, lo cual rompe con el arquetipo de otros boxeadores que intentan impresionar a sus oponentes con un aspecto y modales agrestes.
Lo que muchos no saben es que este hombre, que mantuvo a la gente levantada de sus butacas en sus más recientes combates (convirtiéndose en el único campeón mundial con el que cuenta actualmente el estado de Texas), residió parte de su infancia en México.
“Aunque nací aquí en Weslaco estuve viviendo en Río Bravo, Tamaulipas, mis primeros cinco años y luego me mandaron para acá de regreso. Mi abuelito tenía un negocio de frutas y ahí me la pasaba entre la tierra, ayudándole y mi familia es gente humilde que conoce el trabajo y que está muy orgullosa de nuestro origen.
“Pienso que por eso estamos donde estamos, porque sabíamos desde el principio lo que es la cultura del esfuerzo”, describe Omar a manera de equipo.
Aparte de que de cada vez se expresa mejor, una de las características principales son la calma, ya que “La Panterita” Figueroa siempre ha sido muy tranquilo abajo del ring y nunca anduvo en pleitos durante su adolescencia, contrario a lo que pudiera pensarse de alguien que se dedica a tirar golpes.
“A través del tiempo, las entrevistas, muchas cosas son las que me han ayudado a llegar hasta el punto en el que no le tengo miedo a una cámara y a un micrófono, pero al principio era bastante reservado, ni amigos tenía.
“Algunas personas me confrontaban porque no era dado a pelearme en la calle, aún y cuando hubo quienes me buscaban, pero yo prefería no pelear, siempre ha sido así y ahora con mayor razón, porque no soy alguien a quien le guste estar en problemas. A decir verdad las provocaciones se me resbalan y no dejo que nada me moleste”, comenta el joven que prefiere hablar arriba del escenario.
QUERER ES PODER
Después de culminar su preparatoria en 2008 el púgil hispano entró al terreno profesional. Revela que al principio entrenaba en unas instalaciones muy precarias, pero con enorme determinación.
“Mucho tiempo duramos afuera de nuestra casa practicando, había un árbol de mezquite y ahí colgamos el costal, las perillas, ahí le hicimos la lucha, en la tierra, pero es como dicen, no es el tamaño del perro en la pelea, sino el tamaño de la pelea en el perro…
“Nosotros hemos ido de gimnasio en gimnasio y ojalá y Dios quiera pronto podamos tener el nuestro”, expresó el gladiador, quien un par de meses antes de sus compromisos acostumbra viajar a California para entrar en ritmo y concentrarse, junto con su preparador Joel Díaz.
Reconoce que (además de sus indiscutibles números) fue precisamente su forma de ser la que llamó la atención de la empresa Golden Boy Promotions, la cual lo promueve.
“Me ayudó que no sólo me enfoqué en el box, sino que también practicaba beisbol, natación y que el hecho de ir bien en la escuela me había permitido obtener una beca para uno de los mejores colegios de Estados Unidos, así que creo que todo eso le gustó a
Oscar De la Hoya (dueño de esta compañía): que había más cosas que conforman en sí lo que es Omar Figueroa”, cuenta.
Revela que sus ratos libres los pasa junto a su hija, porque cuando se va a entrenar al oeste no hay manera de atender a la familia como se merece. Aparte del boxeo uno de sus pasatiempos favoritos son las motocicletas, mas considera que lleva una vida simple.
Sobre su último e impresionante combate con el nipón Arakawa el entrevistado afirma que vuelve a mirarlo en videos y se queda pasmado sin poder creer cómo se arremetieron el uno contra el otro y al tratar de volver a ese momento para buscar qué pasaba por su mente. Añade que lo único que recuerda es darle para adelante, porque al estar en ese punto ya no hay vuelta de hoja.
Por lo pronto “La Panterita” Figueroa asegura que entre sus planes tiene pensado acabar su proceso de recuperación para volver a entrenar como es requerido y antes de despedirse envió saludos y las gracias a los fans que lo leen en Hora Cero y lo escuchan en el noticiero de La Voz en la frecuencia 90.9 F.M de Más Music.