
El sufrido campeonato que obtuvo Tigres la noche del domingo 13 de diciembre del 2015, imponiéndose en penales a Pumas, mueve a reflexionar sobre la arquitectura que conforma el equipo de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
No me refiero a la contratación de excelentes jugadores, que brillan con sólo pararse en la cancha, ni de la astucia del entrenador Ricardo Ferretti, que ha conjugado disciplina militar con estrategia ganadora. Hablo de la mano del presidente Alejandro Rodríguez Michielsen que, desde el escritorio, se ha encargado de armar todo un andamiaje organizacional que ha arrojado, como resultado, el título más reciente.
En su brillante libro La pelota no entra por azar, Ferrán Soriano, ex directivo del exitosísimo club de futbol Barcelona, explica cómo se construye un equipo ganador. La respuesta sencillísima e incómoda es: con dinero. El cochino y vil metal es, en la mayoría de las veces, el responsable del éxito deportivo a nivel industrial. Sirve la cantera, claro, pero los equipos ganadores contratan a los mejores.
De esta forma, los éxitos se pueden prolongar. Por supuesto a las inversiones inteligentes, se les añade el empleo atingente del peculio. Y en eso, El Inge ha demostrado que sabe bastante. Como parte del proyecto que armó junto con su vicepresidente Miguel Ángel Garza, y Ferretti, el directivo ha encontrado una forma exitosa de ascender a la institución a un permanente nivel competitivo. Modesto, él siempre le da el mérito al triángulo que conforman para tomar decisiones.
En el último año, Tigres ha jugado tres finales, dos de liga, de las cuáles ganó anoche una, y otra de Copa Libertadores, lo que remite a una estrategia bien planeada, con el equilibrio de una acumulación de jugadores de primer nivel, para rendir de manera óptima en varios torneos simultáneos.
Baste decir que el ecuatoriano Joffre Guerrón, el mejor jugador de la pasada Copa Libertadores, es banca en el primer cuadro de Tigres.
Tiene ya cinco años con el plantel felino y El Inge ya lo llevó a una madurez que se observa en la forma de jugar. El equipo quemó la pasada liguilla e incluso el juego de ida de la final. Para la vuelta, el desempeño colectivo fue un desastre, y el equipo perdió 4-1 en tiempo de alargue, para ir a la tanda de penales. Ahí, de cualquier manera, se evidenció el temple del que están formados los jugadores, pues nunca se desfondaron anímicamente, pese a que fueron maltratados por un futbol enjundioso de los unamitas.
Al final, en lo individual, todos anotaron cuando se colocaron frente al paredón. En cambio a los de Pumas les temblaron las piernas y fallaron en la hora cero.
La filosofía de vida del Ingeniero Rodríguez se ha transportado al equipo y a toda la enorme organización del club. Existe, al interior, una precisa sinergia que trasciende la cancha. Sí, Tigres es un conjunto de futbol y el funcionamiento de la empresa se basa en deportistas profesionales involucrados en un nivel de competencia arduo. Su éxito depende de las satisfacciones que le proporcionen a los aficionados mediante resultados. La simpatía de la tribuna estará, siempre, aparejada con el lugar en la tabla y el acceso, obligado, a la liguilla en cada temporada.
Pero también hay montones de añadidos, no solo en mercadotecnia, que es muy exitosa, si no en filantropía, en educación y en la difusión de valores relacionados con el ideal de formación, desde la infancia, hasta la adultez, de buenos ciudadanos, productivos y decentes.
Tigres se ha convertido en una filosofía ganadora. Su historial, pese a todo, es a la baja, pues tiene muy pocos campeonatos. Sin embargo, hay bases que están sentadas para que el proyecto prospere mientras siga al frente Rodríguez.
El futbol es cíclico, está comprobadísimo. Aún el Barcelona a veces pierde torneos o el Real Madrid es goleado. No por ello dejan de ser franquicias de excelencia. El futbol es de ejecución y los jugadores a veces tienen una mala tarde, o encuentran una hormiga en su camino, se trompican con ella y fallan.
No es que Tigres ahora vaya a ganar todo. Si de por sí es complicado obtener una liga, parece un milagro repetir campeonatos en temporadas consecutivas. Pero la escuadra de la UANL va por el camino correcto para obtener lo que busca. Se optimizan los recursos, se contagia la mentalidad ganadora, la vocación de la excelencia.
Todo esto, mientras siga al frente El Inge. Después de su ciclo, quién sabe qué ocurrirá.