
Cuando Tomás Yarrington Ruvalcaba tuvo la idea de hacer un evento anual artístico y cultural de talla internacional en Tamaulipas, sabía del resto que se echaba a cuestas. Y no se trataba solamente de los altos costos que implicaba para traer compañías de danza, música y teatro de los cinco continentes, sino por la escasez de recintos adecuados.
Pero el ex gobernador estaba consciente que la cultura debería ir de la mano al desarrollo de los tamaulipecos, por lo cual destinó recursos suficientes para organizar el Festival Internacional Tamaulipas, a nivel estatal, y el Festival de Otoño, en su natal en Matamoros.
Yarrington Ruvalcaba creó un patronato que durante un año trabajaría para definir qué tipo de eventos vendrían a la entidad, coordinado con los organizadores del prestigiado Festival Internacional Cervantino de Guanajuato.
La fórmula era tan simple: aprovechar algunas de las compañías que venían a Guanajuato y desviarlas a Tamaulipas. Así nació en México otro festival que llevaba cultura de Nuevo Laredo a la zona conurbada de Tampico; de Matamoros a Ciudad Mante, y de Reynosa a Ciudad Victoria, sin excluir municipios medianos y rurales.
Cuando Yarrington Ruvalcaba terminó su sexenio el último día de 2004 era de esperarse que Eugenio Hernández Flores sepultaría el Festival Internacional Tamaulipas, pero no fue así. Al contrario, el evento tomó nuevos aires y su difusión era a nivel nacional a través de contratación de espacios publicitarios en Televisa y TV Azteca México.
Cada año el festival era presentado con bombo y platillo en la Ciudad de México ante invitados especiales de organismos gubernamentales, culturales y de gobiernos extranjeros, en una noche donde también se hacían presentes reconocidos artistas.
La noche de Tamaulipas, realizada casi siempre durante seis años en un convento del Centro Histórico y fungiendo como anfitriones Eugenio Hernández Flores y su esposa, Adriana González, era una velada para que el mundo cultural volteara sus ojos a un Estado con fama de todo, menos de organizar un evento cultural internacional.
Ante la escasez de espacios dignos, con Yarrington Ruvalcaba y luego con Hernández Flores, fueron construidos dignos y modernos recintos en Nuevo Laredo y en Reynosa, ésta última ciudad a la cual se le hizo justicia en 2010.
Los dos fueron posteriores al envidiable Centro Cultural Metropolitano de Tampico. En fin, con ellos Tamaulipas ya podía albergar cualquiera de las manifestaciones al mismo nivel que otras entidades del país. El rezago en infraestructura ya estaba cubierto en dos sexenios, faltando solamente Matamoros.
El Ballet Bolshoi de Rusia, el afamado Ballet de Amalia Hernández de México; sinfónicas de Europa y otros grupos musicales del continente americano; reconocidos solistas como tenores y pianistas, además de coros y puestas escénicas, eran parte del programa.
En el Festival Internacional Tamaulipas, de 1999 a 2010, se rindieron homenajes a tamaulipecos que han llevado en alto el nombre de esta entidad como Bianca Marroquín, triunfadora en obras de Broadway en Nueva York, y el maestro Sergio Cárdenas, director de orquesta, entre otros.
Aún en la agonía del sexenio de Hernández Flores el año pasado y en plena crisis mundial, el evento de Tamaulipas hizo hasta lo imposible por no demeritar en calidad; hubo menos espectáculos pero las salas de los teatros lucieron llenas y los abonos se agotaron.
En Matamoros, en el Parque Olímpico, el público disfrutó el concierto del Mariachi Vargas de Tecalitlán, mientras que en el Teatro Reforma se ovacionó de pie al Ballet Folclórico de Amalia Hernández.
En el recién estrenado Centro Cultural Reynosa, el tenor Fernando de la Mora hizo pasar a los asistentes una noche inolvidable en su recital, acompañado por el Mariachi Gama 1000 y la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Pero bueno, ya basta de recuerdos que eran necesarios a manera de desahogo, pues el Festival Internacional Tamaulipas que recién acaba de terminar pasó con mas pena que gloria.
Seguramente el gobernador, Egidio Torre Cantú, le dará continuidad a una manifestación artística y cultural que no debe morir en su sexenio, y que ante la estrechez financiera tuvo severos cambios, pero que el próximo año retomará su nivel.
Aunque también se corre el riesgo de que la cultura en Tamaulipas no tenga el suficiente presupuesto por las urgencias en los rubros social, educativo, salud e infraestructura pública.
Torre Cantú sacó este primer compromiso del festival ¿internacional? de su administración y se hizo presente en algunos eventos, como en pasó en Matamoros el viernes 30 en el Teatro Reforma.
Ahora hay que pensar en la edición de 2012 en plena cruda electoral y ya elegido el próximo presidente de México, donde el dinero será escaso porque cada uno de los gobernadores (del PRI, PAN y PRD) van a apoyar a sus candidatos.
Una idea para Torre Cantú si se vale: por qué no volver a programar a la ahora artista de Televisa, Bianca Marroquín, a la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León, al Ballet de Monterrey, al tenor Fernando de la Mora que dejó un grato sabor de boca y traer de nuevo al Mariachi Vargas de Tecalitlán, como platillos fuertes.
Por qué no aprovechar los contactos del maestro Sergio Cárdenas, el orgullo de Tamaulipas en cuanto a orquestas sinfónicas y de cámara, para traer una de gran prestigio a nivel internacional y que se presente en las principales ciudades del Estado.
Hace un año el nuevo teatro principal del Centro Cultural de Reynosa lució abarrotado en cada una de las presentaciones. La mayoría tenía su abono comprado con anticipación y, con toda seguridad, la historia se volvería a repetir, pero con eventos de calidad, claro, con apoyo de grupos empresariales.
Por lo demás, en el mundo político ya arrancó el periodo electoral que finalizará en julio de 2012 con la elección del presidente de México y la renovación de las cámaras de senadores y de diputados.
Y mientras en el PRI no hay nada claro sobre quiénes integrarán la fórmula para el Senado, en el PAN hay una certeza: no hay cabida para el corrupto ex alcalde de Reynosa, Francisco García Cabeza de Vaca.
Esa es una decisión ya tomada por el dirigente nacional albiazul, Gustavo Madero, quien deshoja la margarita entre la originaria de Reynosa, la subsecretaria de Salud, Maki Ortiz de Peña, y el matamorense Angel Sierra Ramírez, coordinador general de Fonaes.
Esta dupla no es mal vista por el actual senador José Julián Sacramento, mucho menos por el dirigente estatal del PAN, Francisco Javier Garza de Coss, quien ha demostrado ser de a de veras cuando se trata de mostrarle los colmillos a Cabeza de Vaca. No como otros.