
En poco más de un mes se renovará la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional en Tamaulipas, donde la confrontación podría darse entre el actual presidente que busca reelegirse, Francisco Javier Garza de Coss, contra la gris senadora Lázara Nelly González.
La legisladora que pocos o nadie la conocen llegaría como aspirante respaldada por el corrupto ex alcalde de Reynosa, Francisco García Cabeza de Vaca, quien convenció a la diputada federal, Leticia Salazar Vázquez, para ser aliados cuando se definan las candidaturas hacia 2012.
Cabeza de Vaca quiere ser primero en la fórmula para el Senado llevando a Salazar Vázquez como su copiloto, aunque la verdad la diputada de Matamoros quizá no se ha dado cuenta que ella tiene más méritos que su amigo, quien tendrá siempre tatuada la palabra: CORRUPTO.
La diputada cometió un grave error en firmar un pacto con Cabeza de Vaca, pero debería abrir los ojos porque ella, dentro del CEN del PAN, es mejor vista que el cuestionado ex alcalde, quien lleva una racha poco envidiable de derrotas desde que terminó saqueando la presidencia municipal el 31 de diciembre de 2006.
En fin, Garza de Coss contaría con el apoyo de un gran número de consejeros que saben que un nuevo dominio de Cabeza de Vaca dentro del PAN, llevaría de nuevo a la ruina a ese organismo político en las elecciones presidenciales del próximo año.
Porque no solamente las ambiciones personales de Cabeza de Vaca están en juego, sino la Presidencia de la República que cada día se ve más difícil que Acción Nacional la pueda retener.
Y si hay dudas sólo hay que preguntarle qué piensan las viudas, madres, padres e hijos huérfanos de miles de inocentes desaparecidos o muertos por el deficiente combate del gobierno federal contra el crimen organizado, con la complicidad de gobiernos municipales y estatales del PAN, PRI, PRD y demás partidos.
En Tamaulipas los electores estarán entre la espada y la pared, como en otras entidades del país donde, por un lado, el PAN significa falta de capacidad para detener la violencia por culpa de la guerra contra el narcotráfico, con cerca de 40 mil muertos en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa.
Por el otro, al PRI se le atribuye que durante 70 años se hizo loco para no combatir al crimen organizado que echó raíces en todos los rincones de la República Mexicana.
Pero siendo honestos, hasta antes de la llegada de Vicente Fox Quesada a la presidencia, los años anteriores al 2000, México era como Estados Unidos, donde las autoridades sabían que existía el negocio de las drogas pero sus mercaderes no incendiaban las plazas.
En la frontera de Tamaulipas se sabía del próspero negocio de los estupefacientes, sin embargo, era un asunto que terminaba traspasando fronteras con cargas que llegaban a Dallas, Houston, Nueva Orleans y Chicago, para ser llevadas a otros destinos.
La Marcha por la Paz que tuvo lugar hace días desde Cuernavaca a la Ciudad de México, fue una muestra contundente de una sociedad que ya no quiere salir a la calle con el rosario en las manos y con el Jesús en la boca.
De madres o padres mexicanos que esperan nunca recibir una llamada a su celular con la noticia de que su hijo está secuestrado o murió en un fuego cruzado.
La manifestación encabezada por el escritor Javier Sicilia, quien tuvo que enterrar a uno de sus hijos acribillado en Cuernavaca con seis amigos inocentes, fue como un referéndum para Calderón Hinojosa.
“Ya estamos hasta la madre”, se escuchó y se leyó en el recorrido, exigiendo además la renuncia del mandatario y funcionarios de su gabinete en materia de Seguridad Pública.
En Tamaulipas unas 200 personas marcharon por las calles en Ciudad Victoria, capital que se disputan grupos armados antagonistas desde febrero del año pasado.
Mientras tanto recientemente el gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, que no ve lo duro sino lo tupido, declaró lo siguiente a una televisora de esa entidad: “La violencia que vivimos es porque somos vecinos de Tamaulipas”.
Twitter: @hhjimenez