No es que la marca de Tim Burton se esté devaluando. Ocurre que eligió un tema que no le dio espacio para desenvolver su natural talento para la descripción de la extravagancia.
Sombras Tenebrosas es otra más de las películas que hace con su alter ego Johnny Deep, genial como siempre, aunque por esta vez extraviado en su propio delirio por construir un personaje que fuera divertido, macabro, amenazante, pero desorientado. Todo en un mismo paquete pintoresco.
Basada en una serie de televisión de los años 70, la película se apoya en el mito mismo de Drácula. Un enamorado es víctima de un hechizo y por ello su amada es aniquilada. Victima del amor, el tipo es condenado a la inmortalidad y varias vidas después vuelve a encontrar a la amada en una persona.
Vampirizado, Depp regresa al hogar que alguna vez ocupó para encontrarse con una serie de personas de apariencia humana pero que, en el fondo son tan pervertidos como él. La familia desintegrada toma algunos elementos de los Munsters y los Locos Adams, así como otras adecuaciones de tantas series norteamericanas de familias disfuncionales que consiguen coordinar una convivencia más o menos armoniosa.
El espectáculo setentero es de los seres anormales que habitan la casa y que van armando con sus vidas, un entramado tóxico de convivencia. La matrona, interpretada por Michelle Pfeiffer, busca prolongar la riqueza familiar menguante. Su hermano cleptómano es un holgazán. Hay dos niños que también viven como pequeños seres unicelulares aislados del mundo. La servidumbre le da colorido a la casa.
Por encima de todos ellos está Eva Green, la amada inmortal que lanzó el
hechizo sobre el vampiro condenándolo a vivir como ella, por la eternidad, esperando que lo ame alguna vez.
El gran problema de la cinta es que hay una delgada línea argumental que por largos tramos de la película se desvanece. Los personajes, sin objetivos, deambulan mostrando sus pequeñas características risibles y patéticas, sin que la historia avance.
La acción dispersa, carente de una verdadera coherencia, no solamente carece de riesgos importantes, sino que se ramifica en divagaciones y callejones sin salida.
El personaje del vampiro es tan incoloro como su misma piel. No es suficiente que Depp se introduzca en él dándole un toque de comicidad formal. Es este un carácter poco atractivo.
Burton, el más dotado de los directores para describir mundos surrealistas, hace un trabajo nada personal, desangelado. Grande como un pastel lleno de merengue, pero con un contenido insípido.
En la tradición de las cintas de seres freak, se esmera por dar énfasis a la anormalidad de los personajes, haciéndolos sufrir por su falta de pericia para desenvolverse en el mundo, y los expone al ridículo por su incompetencia social.
Depp aparece como productor de la cinta. Eso puede explicar porqué Burton eligió el proyecto, en el que se ve, de inmediato el tamiz creativo por el que pasó toda la historia, pero donde se observa, también una carencia de inspiración en el desarrollo argumental.
Aunque se espera un festín cinematográfico al narrar la vida de un grupúsculo de parias encerrados en un castillo, Burton falla miserablemente y vuelve a ésta una de sus cintas para el olvido.