
En No Eres Tú, soy Yo Eugenio Derbez se arrastra por la vida por un doloroso mal de amores.
Es este el espectáculo de un pobre diablo que siente que la vida termina porque su amada lo dejó. Pero es un espectáculo tremendamente divertido. La degradación de un tipo convertido en un paria por desamor, resulta insólitamente graciosa y aleccionadora.
Perversamente el director Alejandro Springall invita al público masculino a presenciar el papelón que hace cada varón que siente que la vida y el alma se le van con la mujer que los corta.
Basada en la película argentina No sos Vos, soy Yo, escrita por Cecilia Dopazo y Juan Taratuto, la nueva versión es una renovadora propuesta de la comedia romántica mexicana, llena de humor simple y chispazos de drama.
Pero aunque es una película para todo público hecha para reír, no deja de tener su crítica en contra de los hombres que viven un duelo eterno por el amor perdido.
Derbez es la caricatura del hombre destruido por el abandono. Acompañado de los tics de algunos de sus personajes –de repente lo traicionan los gestos de Eloy Gamenó y El Lonje Moco– muestra con cómica precisión la tragedia de un hombre deprimido que busca contagiar a todos con su depresión.
Su pena es el abandono. La chava que lo quería dejó de quererlo y se largó con otro.
Las dos primeras partes de la película son con Derbez derramando mucosidades, gimoteando como viuda y con los ojos hinchados como si padeciera el mal de la conjuntivitis. La ingrata lo motivó a un cambio gigantesco en su vida y luego lo dejó solo y con su vida profesional deshecha.
El victimado se convierte en una pesadilla para su círculo de amigos. Anhela conmiseración, ser escuchado. Su terapia es la de fastidiar a todos los que lo rodean repitiendo la misma cantaleta de la triste historia de su vida de pareja hecha añicos.
Springall toma venganza a nombre de todas las chicas que son, de ordinario, las que se desviven con el rompimiento. Ahora es un hombre el que sufre, y lo hace exhibiendo su baja autoestima y su imposibilidad para superar el luto.
En este caso, el protagonista sufre un severo caso de inmadurez, al transitar, ya de viejo, por el penoso brete que debió haber vivido, parece, 20 años antes y no como un varón supuestamente ya hecho.
El caso es freudiano: el tipo es un cadáver ambulante, sin embargo, es en los momentos de mayor amargura cuando más humorística se vuelve su vida. Se confirma que la tragedia ajena es un excelente detonante para la comedia.
Afortunadamente, Derbez es acompañado por un soberbio cuadro de actores secundarios, entre los que destaca el estupendo Juan Ríos, presencia permanente de los últimos años en numerosas producciones. La historia tiene muchos momentos buenos, pero es cuando aparece con Ríos, su mejor amigo en la historia, cuando salen chispas de la pantalla, compartiendo diálogos y situaciones tan ridículas como geniales.
No eres Tú, soy Yo es una película encantadora. Pequeña como producción, la propuesta relanza a Derbez en el cine –donde no ha logrado consolidarse– y lo posiciona bien como un comediante confiable y taquillero, ampliamente conocido en televisión, pero necesitado aún de un gran papel en pantalla grande.