¿Tendría la ciudad que prepararse para los últimos días de junio? Por segundo año consecutivo sufrió una tromba inesperada que dejó caos, muerte, destrucción y personas damnificadas. ¡La diferencia entre ambas tormentas fue de solamente cuatro días!
Casi tan puntuales como un reloj, las torrenciales lluvias repitieron el mismo escenario del 20 de junio de 2018, cuando las principales avenidas se convirtieron en ríos y al menos 22 colonias terminaron anegadas, dejando un saldo de una persona muerta, con la diferencia de que este 2019 fueron dos los fallecidos.
Repentinamente la tarde del pasado 23 de junio el cielo comenzó a oscurecerse y se posó sobre el municipio de Reynosa, donde descargó con fuerza más de cinco pulgadas de agua.
Prácticamente toda la ciudad se vio paralizada por las precipitaciones que permanecieron durante 10 horas y en diferentes lugares podían verse los vehículos atascados y con el nivel por encima de los asientos.
Como siempre, las zonas bajas se vieron afectadas. Las más inundadas fueron 60 colonias y algunos hospitales, como el número 15 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). En las redes sociales las imágenes de las enfermeras evacuando a los enfermos en camilla se viralizaron.
Los servicios públicos colapsaron. En muchos sectores se cortó el suministro de energía eléctrica, mientras que en otros falló el abastecimiento de agua potable.
Las estaciones de bombeo tuvieron daños. Incomunicadas muchas personas comenzaron a sacar sus pertenencias y otras a buscar refugio. Se habilitaron cuatro albergues.
EL PROBLEMA DE SIEMPRE
En la colonia Loma Alta irónicamente el agua subió tanto como para que una persona se ahogara: fue un anciano que diariamente pasaba por el sector para dirigirse a su domicilio.
Su cuerpo fue localizado a las 2:00 horas por Hora Cero, cuando un vecino –con la corriente hasta la cintura– avisó a este medio que un cadáver estaba flotando.
Pero fue alrededor de las 5:30 de la mañana cuando los Servicios Periciales se llevaron el cuerpo. Idelio Treviño Salinas, de 76 años era la víctima. Trabajaba en una vulcanizadora cercana. Según reportes posteriores una hija reclamó sus restos.
En la zona centro, justo en el desnivel, un aplicador de tatuajes de nombre Jorge Eduardo también murió y su cuerpo fue localizado al amanecer.
Los días posteriores a la tormenta fueron tortuosos. Todavía una semana después había personas sacando colchones y muebles humedecidos de sus viviendas.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) limpió preventivamente los canales de la ciudad, aunque resulta paradójico que una ciudad que esta rodeada de ellos no tenga eficientes escurrideros, cañerías ni alcantarillas en las esquinas de las cuadras.
Ni siquiera es necesario que llueva a cántaros para que el municipio entre en caos, porque no existe un drenaje pluvial. Cada año una o varias veces ocurre el mismo problema. Muertos, pérdidas materiales y personas desplazadas por el agua.
La pregunta obligada es: ¿debería Reynosa acostumbrarse a estarse inundando? Lo cierto es que, al menos en los últimos dos años, el inicio del verano ha sido marcado por la damnificación.