Será a partir del 19 de noviembre cuando empezará el principio del fin del sexenio de Egidio Torre Cantú y, con ello, ondeará la bandera a cuadros anunciado el comienzo de la carrera para elegir al candidato del PRI que, sobra decir, tendrá la difícil encomienda de retener la gubernatura de Tamaulipas.
Porque si un Estado está en alto riesgo de pasar a la oposición en 2016 cuando se renueve la gubernatura, ese es Tamaulipas, a menos que después del quinto informe de Torre Cantú, el 18 de noviembre, el barco se enderece drásticamente.
Y como invitados seguramente ninguno de los gallos tricolores se ausentará: Baltazar, Enrique, Paloma, Edgar, Ramiro, Marco y los dos Alejandro. Todos en la fiesta de Torre Cantú, pero acabando se soltarán los demonios de la sucesión.
Junto con Veracruz y Sinaloa por dos situaciones diferentes: el primero por escándalos del gobernador y, el segundo, porque un candidato independiente puede ganar, en Tamaulipas el fantasma de la violencia castigaría las siglas PRI, aun con la victoria de carro completo del pasado 7 de junio para diputados federales.
Con Carlos Canturosas, Leticia Salazar o el corrupto Francisco García Cabeza de Vaca, los panistas está conscientes de que la pasada derrota fue en un proceso federal que poco entusiasmo levantó entre los electores. Pero la gubernatura y las alcaldías -como decía mi abuelita-: “Ese es otro cantar”.
Con un Cabeza de Vaca que es capaz de venderle el alma al Diablo para conseguir ser candidato, el PAN tendría en un gobierno con más sobresaltos por la inseguridad, que obras por presumir, el lado vulnerable para meterle un gran susto al PRI.
Si bien este sexenio contrasta drásticamente en obras con el anterior, Torre Cantú ha estado más preocupado en los temas de
seguridad que en otros asuntos. Amén de la negativa propaganda en contra de sus antecesores, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández, perseguidos por la justicia de Estados Unidos.
Si hoy fueran las elecciones, seguramente la diferencia entre PRI y PAN no rebasaría los dos dígitos, aunque encuestadoras “rimbombantes” le hagan creer a Torre Cantú que su gestión es como una copia de Egidio en el País de las Maravillas.
La realidad es muy grave, con los focos rojos bien encendidos en contra del Revolucionario Institucional que, de seguir adormilado, pudiera repetir la historia de Nuevo León, donde se concretó la alternancia.
Pero con la diferencia de que en Tamaulipas está lejos la posibilidad de nacer un candidato independiente que reste votos al PAN, patrocinado desde el Palacio de Gobierno.
Al menos de que Gustavo Cárdenas Gutiérrez, el diputado federal de Movimiento Ciudadano, se ponga el disfraz de independiente pero color naranja -sin renunciar a MC-, respaldado por “El Bronco” quien lo invitó a su toma de protesta en un papel protagónico.
El ex alcalde de Ciudad Victoria en tiempos del PAN, que en 2013 estuvo a punto de ganar la alcaldía de la capital, tiene la misma personalidad que Jaime Rodríguez Calderón, con el negativo de que lo persigue la sospecha de vender la candidatura a gobernador en 1998 y 2004 cuando la jugó vestido de blanquiazul.
Cómo da vueltas el mundo tan rápido. Todavía se recuerda que hace dos años, si las campañas se prolongan dos semanas, Gustavo pudo ganar ante Alejandro Etienne, el edil victorense, primero en los afectos de Torre Cantú para darle la candidatura y la posibilidad de sucederlo.
Ahora resulta que Cárdenas Gutiérrez le ayudaría al PRI a ganar la gubernatura, disminuyendo y dividiendo la fuerza de la oposición, afectando seriamente al PAN y ayudando a ganar a su primo Enrique Cárdenas del Avellano si le cae del Cielo el ungimiento.
Baltazar Hinojosa Ochoa sigue encabezando las especulaciones, más luego de la repartición de las comisiones en la Cámara de Diputados; Edgar Melhem Salinas sería el “caballo negro” si Egidio y Peña Nieto se lavan las manos, teniendo las encuestadoras un papel decisivo.
El alcalde Etienne, sin duda, está cerca del gobernador pero muy lejos del conocimiento de los tamaulipecos que, fuera de Ciudad Victoria, lo desconoce la mayoría; igual está Guevara Cobos en Ciudad Mante, aunque los últimos días arrancó una agresiva campaña de posicionamiento.
Por último Marco Antonio Bernal está muy “achilangado” y eso obra en su contra desde que tuvo sus primeras aspiraciones en 1998. Y Paloma del Carmen Guillén Vicente significa la única posibilidad que el humo que salga no sea blanco, sino rosa.
En resumen: nada está escrito y esta novela todavía escribirá su primer capítulo cuando Torre Cantú pronuncie las frases: “Gracias a todos. ¡Viva Tamaulipas!”.