Millones de personas en este país viven en la pobreza y sobreviven con muy poco para comer, vestirse o dormir y soportar fríos, hambre y algo peor la indiferencia de una autoridad que no le importa y una sociedad que, aunque le importe, poco hace para ayudar…
Según cifras oficiales la inflación de 2017 fue la más alta del siglo en México y en 2018 (que arrancó con incrementos al gas y las gasolinas) el panorama no es favorecedor para miles de familias que radican en Reynosa, municipio del que se hace alarde por ser el más industrializado de Tamaulipas, pero donde irónicamente pulula la pobreza.
Vivir en Reynosa ya es más caro que en Monterrey, Nuevo León. Desde la primera mitad del sexenio de Enrique Peña Nieto los incrementos en la frontera se habían venido acentuando y casi para terminar su administración parece que no tienen techo.
En la actualidad acudir al supermercado para surtir una despensa básica resulta cada vez más caro. Los precios de diversos productos como el frijol, el tomate, la cebolla y el huevo se mantienen elevados e incluso, sufren nuevos aumentos.
Para Griselda Morales Polito y su hija Evelin, comer carne es un lujo que no siempre pueden darse. Esta mujer originaria de Tuxpan, Veracruz, llegó hace dos años a la ciudad en busca de mejores oportunidades, pero fracasó.
En su tierra trabajaba en una tienda de autoservicio y vivía en una casa de material. En Reynosa no tiene empleo y subsiste en un cuarto de lámina con lonas que se está derrumbando.
No tiene para pagar una renta y sufre mucho más de la cuenta para poder alimentar a su pequeña hija, con la incertidumbre, la angustia y la zozobra de que en cualquier momento puedan ser desalojadas del asentamiento ilegal donde se encuentran.
Para ella y su niña el único pan de cada día es pasar hambres, enfermedades, fríos, calores y un sin fin de necesidades.
“La vida no es sencilla, se sufre para salir adelante. Y pues de los trabajos hay muchas maquiladoras, pero no son bien pagados. Se gana muy poquito y los horarios prolongados, de hasta 12 horas. ¿Cómo le puede hacer una familia para salir adelante en estas condiciones?”, cuestionó.
Para esta mujer es mera publicidad que se hable de Reynosa como la ciudad industrial de Tamaulipas, pero lo que no se dice, argumentó, es que no sobran las oportunidades de ganar dignamente como para mantener a su familia.
“Todo está muy caro hoy en día. El kilo de azúcar cuesta más de 22 pesos, el tomate a 25, la cebolla
hasta 30. Yo surto lo básico para poderla pasar, huevo, frijol, arroz, sopas; carne no, muy poco. Aunque mi hija no va a la escuela no me alcanza, así está el encarecimiento de las cosas”, relató Griselda.
NO HAY QUE IR LEJOS
Se puede notar que existen colonias muy céntricas como El Olmo, donde hay familias que todavía no cuentan con un techo y un hogar bien definido, mientras por años se ha denunciado que los funcionarios municipales, los cuales se supone que se encargan de mejorar la calidad de vida de los habitantes de Reynosa, tienen residencias hasta en Estados Unidos.
El hogar de los Morales Polito es de lo más pobre que puede haber. El frío penetra por todos lados y tiene goteras que no respetan ningún espacio de su vivienda.
“Mucha gente como yo se vino de Veracruz pensando que aquí la íbamos a armar en grande, o al menos tener un poco más de recursos para mejorar, pero ya me di cuenta que no es cierto.
“Por eso vine, porque supuestamente aquí tenía mejores posibilidades, pero no. Prácticamente es lo mismo, con la diferencia de que allá tenía mi casa y mi familia”, comparó.
Ahora Griselda piensa en regresarse a su tierra natal, pero hoy no cuenta siquiera para comer. Ella y su pareja improvisaron la actual casa donde viven con materiales de desecho. Hurgaron entre la basura y consiguieron cartón, tablas, lonas y algunas láminas.
“Son puras cosas que hemos encontrado. Pedazos de triplay y también plásticos. Nuestro techo es de puertas de casas de Infonavit, de las láminas y abajo tiene triplays”, describió.
> ¿Y cómo ha pasado estos fríos?
“Pos a’i la vamos pasando”, se resigna con una sonrisa.
“En los días que nevó, no aguantábamos, no podíamos ni dormir con el frío insoportable y luego la niña… nos repegábamos todos para poder sobrevivir y mantener un poco el calor.
“Ni cobijas tenemos. De hecho dos son las únicas que hay para soportar el frío, dos solamente”, lamentó esta mujer que vive sobre la calle Lateral entre Cuarta y Quinta de la invasión que está en la colonia El Olmo.
“Todos los que estamos aquí hemos construido nuestras casas por
esmero propio. No recibimos ninguna clase de ayuda por parte de las autoridades”, añadió la joven madre.
> ¿Y cómo le hace para cocinar?
“Tengo una parrilla eléctrica y con leña. Gas no, porque ni siquiera tenemos para una estufa ni un cilindro. Y es una situación muy crítica la que estamos viviendo en general en Reynosa. Yo estoy batallando, pero si va con una familia que viva en una casa de Infonavit, también está batallando.
“Hoy no alcanza para pagar una renta y si tienes casa de interés social te descuentan mucho, que a veces tampoco te alcanza”, consideró.
Su compañero sentimental trabaja como ayudante de albañil, empleo por el que recibe 800 pesos a la semana, los cuales siguen siendo insuficientes para esta familia de tres miembros.
Mencionó Griselda que hay semanas en las que no comen ni siquiera carne, aunque este día su hija está muy contenta porque su madre le estaba cocinando unas piezas de pollo.
AMPLIA BRECHA
DE DESIGUALDAD
Aquí, a unos 15 minutos del centro de Reynosa la vida se vive quizás de la forma más rudimentaria, con la diferencia que pueden ayudarse de una toma de luz que abastece a toda la colonia. Son alrededor de 30 casas que están conectadas una a la otra para poder tener electricidad. Esa es su única fuente.
El agua hasta hace días la tenían que acarrear, pero entre los mismos vecinos se organizaron para colocar una toma para toda la gente, aunque de igual manera batallan, cuando al mismo tiempo le abren la llave, porque se baja la presión y no bombea suficiente.
Esta pequeña colonia irregular tampoco tiene drenaje, así que el marido de Griselda cavó una zanja para colocar un baño, que en realidad no tiene techo, más que una lona agujerada por donde se cuela el frío y la lluvia.
“Mi niña ya se me ha enfermado de los bronquios, por eso también cuando hace frío no la sacamos, pero igual dentro de la casa se siente mucho. La verdad… llueve y se nos mete demasiado el agua, es complicado. Nos da pendiente que un viento nos vaya a volar el techo o las paredes, porque tiembla cuando se viene el airecito”, añadió.
Evelin solamente pide de comer y no sabe si hay, mencionó; sin embargo, eso no significa que deje de sufrir. Con tristeza en sus ojos Griselda contó que tampoco tienen perro que les ladre. Su única mascota era un cuyo, un pequeño roedor que le había llevado a su hija como regalo de Navidad, pero se murió de frío.
La niña pasa el tiempo jugando en un triciclo que se encontraron en la basura. Así como padece de hambre corre el riesgo a que la pique un animal ponzoñoso por las pésimas condiciones del lugar donde reside, ya que su casa no es de piso firme y tiene muchas rendijas.
“El pendiente es que se nos vaya a subir un insecto a la cama mientras dormimos, son muchas cosas… que se sufren aquí”, ilustró.
Esta mujer dice que el único entretenimiento para ella y su familia es un televisor que pudo comprar con sacrificio cuando trabajaba en un súper mercado.
En su pequeño patio acumula fierros y latas para ir a venderlas después. Jamás le han regalado una despensa, ella y su hija están sometidos a las inclemencias del tiempo e incluso de la inseguridad, pues cuando hay tiroteos y persecuciones cerca de su domicilio, su endeble casa de madera y cartón no los resguarda de ningún peligro y se encomiendan a Dios.
De manera que este 2018 no hay mucho que festejar y los buenos propósitos se quedan a la orilla para los Morales Polito.
“Creo que este año va a ser igual o peor de difícil que 2017, pues estamos en las mismas y con las cosas más caras como que no se ve una mejoría”, relató la mujer que atizaba el fuego a la olla con pollo que cocinó para su hija.