
Desde las cinco de la mañana hasta las cuatro de la tarde, de lunes a domingo, Guillermo Pichardo Nava no para de trabajar en su taxi, con el que transporta a su clientela a los Estados Unidos.
Y aunque la actividad no es tan constante como se quisiera, todos los días se dispone a trabajar y echarle ganas para salir adelante.
El no hace diferencias; cualquier persona que solicite sus servicios los recibe sin problema alguno; lo que quiere es laborar, sobre todo en estos tiempos donde la escasez de pasaje es predominante.
Su actividad es diferente al de un taxista “normal”, pues no recorre la ciudad como la mayoría lo hace. Su sitio se encuentra en la calle Canales y traslada a la gente que quiere cruzar a Estados Unidos.
Aunque pareciera que este negocio le deja buenas ganancias, no es así, ya que cada vez es menos la actividad que tiene.
“Tenemos poca actividad, está muy baja en relación con años anteriores, ahorita por ejemplo es la temporada más crítica para nosotros y eso nos afecta bastante porque disminuye nuestros ingresos y ni hablar del tiempo que hacemos en la fila”, aseguró.
Tiempo atrás el negocio era rentable; ahora, desgraciadamente las personas prefieren cruzar el puente caminando para ahorrar tiempo o unos cuantos centavos. Sin embargo, Pichardo Nava está consciente de que “el sol sale para todos”.
“Mucha gente por la prisa cruza el puente caminando y toma camioncitos de allá de Estados Unidos y eso de cierta forma nos afecta, pero lo que caiga en un día es ganancia para nosotros”, mencionó.
SERVICIO BARATO
Aunque pareciera un servicio caro, rentar un taxi para cruzar al vecino país es barato, ya que tan solo se cobra cuatro dólares –alrededor de 48 pesos–, lo que quiere decir que en viaje de cinco personas el ruletero llega a obtener 20 dólares.
Pero el detalle es que los usuarios por ahorrarse unos cuantos centavos, prefieren pagarle a alguien del lado americano para que lo traslade al lugar que se dirige.
“La tarifa que estamos manejando desde hace cuatro años es la misma, nosotros cobramos cuatro dólares. Allá del otro lado cobran tres dólares y los que se van caminando pagan esa cantidad más cincuenta centavos que es lo que cobran en el puente”, refirió el entrevistado.
Aun así, los taxistas del Sitio Internacional Reynosa-McAllen siguen ofreciendo sus servicios con su voz estruendosa.
AGUANTAN LOS AUMENTOS
Los taxistas han sabido sortear los incrementos en el precio del combustible y han buscado la forma de que esto no les afecte en sus bolsillos.
“Hemos sostenido nuestra tarifa a pesar de los incrementos, no solo el de la gasolina, sino todo lo relacionado con las refacciones, el puente, como le hacemos para lograrlo, la verdad no lo sé”, sostuvo.
Por lo tanto, aumentar el pasaje en este momento no sería lo más conveniente.
“Precisamente por la escasez de pasaje que hay no lo hacemos, porque si sucediera imagínate nada más, la gente menos se iría con nosotros”, aseveró.
TAXISTA POR NECESIDAD
Son ya 10 años de estar frente de un volante, tiempo en el cual no le ha sucedido nada relevante, dice Guillermo, pues la poca clientela que tiene no le permite fijarse si es un artista o una gente común y corriente, lo que quiere es trabajar y sacar dinero para llevar a casa.
A pesar de que es poco lo que gana, puede vivir decorosamente o al menos no padece carencia alguna.
“Pues sale para vivir decorosamente, este trabajo no es para hacer dinero, pero puedo decir que para llevar a mi casa y comprar el alimento si me sale”, dijo orgulloso el taxista.
Al igual que muchas personas que sobre pasan los cincuenta años, Guillermo fue discriminado y no logro encontrar un empleo con un salario estable, situación que lo orilló a trabajar detrás de un volante.
“Como sucedió con varios compañeros míos, la edad fue un obstáculo para encontrar un empleo, las empresas no quisieron contratarnos y por eso estamos aquí, pero estamos bien, mientras haya trabajo, todos estamos contentos.
No obstante aseguró que dentro del gremio hay muchos jóvenes que pueden encontrar un empleo mejor, sin embargo prefieren esta vida, que estar en un lugar percibiendo un salario más o menos bien remunerado.
“Hay compañeros jóvenes que no le veo el caso que estén aquí, pero son hijos de taxistas y que por tradición siguen este oficio, pero en mi caso, porque no hubo de otra, aquí estoy”, finalizó.