
Tiene 29 años y hace poco más de un año fue acusada de tentativa de homicidio en contra de su propia madre.
Hoy, Saida Ernestina Castillo Villafaña se encuentra recluida en el Centro de Ejecución de Sanciones en Reynosa padeciendo no sólo el encierro, sino también la esquizofrenia y la bipolaridad que le fue detectada en el año 2009.
Su padre, Miguel Angel Castillo Ríos, ha pedido a las autoridades que trasladen a Saida a una casa de psiquiatría para que sea atendida de su mal, sin embargo, esta solicitud ha sido negada.
Pese a esta negativa, Miguel Angel lucha día tras día contra todo para sacar a su hija adelante y pese al dolor que le causa verla recluida en el Cedes de esta ciudad, no se debilita y sigue adelante.
“Ella (Saida) ha sido diagnosticada con un trastorno mental, nos manifestó el doctor que tiene esquizofrenia y bipolaridad; a causa de eso, ha tenido cambios en su conducta, ha sido alterada su forma de vida y la de nuestra familia”, dijo.
Esta situación no sólo trastornó a Saida, sino a toda su familia, dijo afligido su progenitor.
“Actualmente mi familia está dividida, no hay un apoyo totalmente directo por parte de sus hermanos y por parte de su madre, ella nunca ha tenido a bien visitarla en donde se encuentra recluida, toda vez que fue ella quien la denuncio y ratifico la denuncia”, comentó.
Los motivos que llevaron a Saida al Centro de Ejecución de Sanciones fue por intento de homicidio derivado de la enfermedad que padece, ya que la joven entro en crisis al no aplicársele el medicamento tal y como lo indicó el médico.
“Es lo que manifiestan en la declaración, sin embargo, no he tenido la oportunidad de ver el expediente para ver lo que dijo su madre, lo que sé es gracias a algunos comentarios que ella (Saida) hizo ahí adentro de donde está internada, en la cual externaba que no tenía la intención de hacer nada de eso, sólo que por parte de su enfermedad actuó de esa manera, por eso, posiblemente se tome como una agresión”, mencionó.
VOCES Y VELADORAS
La vida de Saida comenzó a cambiar, sobre todo, al divorciarse, situación que la sumió en una depresión y que le dejó una secuela que nunca sanará.
“Comenzó a tener cambios de conducta, se encerraba, comenzaba hablar sola, escuchar voces, ingería laxantes, compraba veladoras, muchas cosas; muchos cambios raros que comenzamos a notar, no sabíamos que hacer hasta que la llevamos a la ciudad de Linares para que tuviera atención médica y fue ahí donde la pudimos internar”, señaló.
Al ver que su hija requería de un tratamiento costoso, Miguel Angel buscó la forma de sacarla adelante sin el apoyo de nadie.
“Yo pasé a hacerme totalmente cargo de mi hija y así tuve la oportunidad de estarla atendiendo, dándole su medicamento sus alimentos y a veces me era imposible estar con ella”, cuenta.
Incluso antes de que entrara en crisis, su hija lo felicitó por su cumpleaños; al recordar esta muestra de amor, el padre no puede evitar sus lágrimas.
“Unas horas antes de mi cumpleaños me mandó un mensaje, fue la primera y la única vez que me felicitó y después me mando decir que me quería mucho”.
Y agrega: “Eran mensajes de tristeza, de necesidad de amor, de cariño hacia mi persona, tal vez porque siempre he estado a lado de ella”.
La separación de sus padres fue otro detonante para que su enfermedad se agudizara, ya que no estar su madre el tiempo que ella quería y al andar su padre trabajando para comprar los medicamentos ella se sentía sola.
“Es posible que parte de esto que vive mi hija también haya contribuido a su deterioro de salud, porque al estar sola en la casa y no recibir atención de nadie, ni platicar con alguien obviamente se sentía desesperada y deprimida”, indicó.
LA CARCEL NO ES
EL LUGAR INDICADO
Preocupado por no saber si le están suministrando el medicamento como lo especificó el doctor, Miguel Angel pide a las autoridades que trasladen a su hija a un lugar donde pueda estar bajo vigilancia médica y pueda recuperarse.
Aseguró que en el lugar donde estuvo internada durante un mes tuvo avances importantes en su salud, sin embargo, por cuestiones económicas lo tuvo que abandonar.
“No es el lugar, porque como ya tuve la oportunidad de ver la atención que le dieron en la clínica donde la internamos vimos el cambio, en su momento su madre estaba conviviendo con nosotros y supo que hubo un cambio, y me gustó mucho y quise regresar pero por las cuestiones económicas ya no pude volver a internarla”.
Y continuó: “ Por eso yo les pido que me apoyen, que me ayuden a que se le dé una oportunidad a mi hija, ella es muy capaz, es inteligente, de hecho cada vez que voy al penal las personas que ahí están ingresadas manifiestan que ella tiene mucha inteligencia, que ella los apoya, que si le piden una orientación ella nunca dice que no, siempre está disponible y yo le pido, le suplico que sea un poco más sensible y le dé la oportunidad a mi hija de salir de ese problema que tiene y pueda reintegrarse a la sociedad como todos lo estamos”, sentenció.
Y aunque en el penal no han tratado mal a Saida, su padre sabe que no es lugar en donde debe de estar, ya que el motivo por el cual fue detenida fue producto de su estado.
“Mientras se le esté suministrando el medicamento todo está bien, hasta ahorita como no tiene una valoración constante el medicamento se le suministra diariamente, pero si se le deja de dar, ella comienza a tener cambios en su conducta, comienza a tener depresión, ya no sale de su celda y tiene cambios”, indicó.
Hasta este momento, el padre de Saida sigue esperando que las autoridades toquen el corazón y permitan que su hija sea atendida en una clínica ya que lo que hizo fue producto de su esquizofrenia.
Este caso de esquizofrenia se suma al de Sergio Jesús, joven de 22 años que tuvo que ser trasladado a Tampico, Tamaulipas, porque la casa de psiquiatría – proyecto que tardó mucho tiempo en concretarse– no está funcionando como tal.