
El fuego que arrasó con todo a más de 200 metros a la redonda tras la explosión en el Centro Receptor de Gas de Pemex el pasado 18 de septiembre, no sólo le quitó la vida a 30 trabajadores de la paraestatal y empresas contratistas, sino que dejó al descubierto la indiferencia, irresponsabilidad, mentiras y viejos vicios que persisten tanto en la empresa, como en la Sección 36 del Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (Stprm).
El estallido que dejó a más de 40 trabajadores seriamente lesionados (de los cuales aún hay quienes siguen luchando por su vida), evidenció la indiferencia con la que Pemex trata a sus empleados y familiares, negándoles cualquier información sobre el estado de salud y paradero de sus seres queridos.
Durante días, decenas de personas recorrieron desesperadas hospitales, oficinas gubernamentales y hasta el Servicio Médico Forense, buscando algún indicio de su ser querido desaparecido tras el accidente.
El flujo de información fue tan deficiente que las autoridades no podían siquiera ponerse de acuerdo en el número de víctimas mortales. Durante las primeras horas posteriores al estallido se dijo que eran 10, luego 27, para finalmente quedar en 30.
Sin embargo, tuvieron que pasar días para que la empresa revelara (parcialmente) los nombres de las personas que perdieron la vida en el percance, lo que se convirtió en un verdadero calvario para quienes no encuentran a su familiar que, aseguran, estaba trabajando en la planta al momento del percance.
De hecho fueron los mismos familiares de los fallecidos quienes elaboraron un listado por medio de las redes sociales, lo que permitió a la ciudadanía conocer la identidad de los que perecieron cumpliendo con su trabajo.
No fue sino hasta una semana después del accidente, que Pemex finalmente accedió a instalar un “módulo de atención” y una “línea telefónica gratuita” de información para los familiares de los desaparecidos.
Por medio de un escueto comunicado, Petróleos Mexicanos informó que “con el propósito de continuar brindando atención personalizada e información actualizada a los familiares de los trabajadores que fallecieron y los que resultaron heridos, tanto de Pemex como de empresas contratistas, Petróleos Mexicanos ha puesto a su disposición el número telefónico gratuito 01 800 832 54 08.
“Asimismo, la paraestatal instaló un módulo de orientación que está ubicado en la puerta 4 del Bulevar Acapulco sin número esquina Espuela de Ferrocarril, Colonia Ampliación Rodríguez, Reynosa, Tamps.”.
De hecho, en la empresa no se quiere aceptar que existen personas perdidas tras la explosión. Carlos Morales Gil, director de Pemex Exploración y Producción, expresó que la cifra de siete trabajadores petroleros que inicialmente habían sido calificados como “desaparecidos”, en realidad corresponde a cadáveres sin identificar.
En declaraciones emitidas a Milenio Televisión, Morales Gil expresó que aún no se sabe con exactitud la identidad de estos cuerpos, y como legalmente no se les puede considerar como muertos, entonces se les calificó como “desaparecidos”.
“No hay personas desaparecidas, es un término que se usó debido a que hay personas de cuyos cuerpos no han sido identificados y no se pueden dar como fallecidos desde el punto legal. Su identificación es un proceso muy delicado, por eso se dan como desaparecidos”, dijo.
Al final, las autoridades revelaron que las familias que no saben nada de su ser querido tendrán que esperar un mes más para saber si se pueden identificar los restos recogidos durante la explosión, pues el grado de carbonización que presentan algunos cuerpos es tan severo, que impide conseguir una muestra de ADN necesaria para la identificación plena.
Esto ha provocado que aún en estos momentos haya personas que no han recibido los restos de su familiar, lo que les representa un problema pues no solamente no han podido darles sepultura, sino que tampoco han logrado iniciar con los trámites del pago de la indemnización que les corresponde por ley, pues no cuentan con el acta de defunción.
UNOS MUEREN, OTROS SE DAN LA GRAN VIDA
Pero no todos la pasan mal en Pemex. Mientras algunos trabajadores se arriesgan en instalaciones de la paraestatal, sus dirigentes sindicales obtienen puestos políticos y compran propiedades en Estados Unidos con un valor superior a los 10 millones de pesos.
Siguiendo el ejemplo de Carlos Romero Deschamps, líder del Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (Stprm), cuyo ostentoso estilo de vida fue exhibido por su hija en las redes sociales, algunos dirigentes y ex dirigentes del sindicato han amasado un considerable poder político y económico.
Tal es el caso de Moisés Gerardo Balderas Castillo, quien hasta el 2009 ocupó la secretaría general de la Sección 36 del Stprm con cabecera en Reynosa, lo que le permitió convertirse en regidor del ayuntamiento y diputado en el Congreso de Tamaulipas, bajo las siglas del PRI.
Contrario a lo que viven diariamente muchos de los trabajadores que perdieron la vida o resultaron lesionados en la pasada explosión del pasado 18 de septiembre, Balderas Castillo no arriesga su vida laborando en unas instalaciones petroleras, sino que pasa su tiempo en sus residencias ubicadas en la ciudad de McAllen, Texas.
De hecho, estas propiedades fueron adquiridas al mismo tiempo en que se edificaba el Centro Receptor de Gas donde murieron 30 personas.
De acuerdo a documentos de la Oficina de Tasa de Inmuebles del Condado de Hidalgo, Balderas Castillo cuenta (al menos), con cuatro casas en el Estado de Texas, además de su vivienda en Reynosa, ubicada en la calle Río Sena número 401 de la colonia Altavista.
Los documentos relatan que todas estas residencias fueron compradas entre los años 2005 y 2007, cuando el hoy diputado local estaba encargado de defender los derechos de los trabajadores petroleros.
Balderas Castillo adquirió la primera de sus propiedades el 17 de octubre de 2005, cuando le compró a la empresa Villas Puesta del Sol un condominio ubicado en el edificio Puesta del Sol, que se encuentra en el número 800 de la calle Sunset en la ciudad de McAllen.
El departamento, identificado en los archivos del condado con el número 665792, está valorado en 204 mil 742 dólares (dos millones 682 mil 120 pesos) y cada año tiene que pagar impuestos municipales por la cantidad de cinco mil 35 dólares (65 mil 958 pesos).
La primera casa de Balderas Castillo es una hermosa edificación ubicada en un sector con acceso controlado electrónicamente.
Los condominios están a una cuadra del aeropuerto internacional de McAllen y a unos pasos de la exclusiva Quinta Mazatlán.
Un par de meses después, el 30 de diciembre de 2005, el representante sindical compró otra casa ubicada en el 408 de la avenida Auburn del sector Arboledas, misma que de acuerdo a la documentación, tiene un precio de 244 mil 252 dólares (tres millones 199 mil 701 pesos).
Esa vivienda está identificada en los registros del Condado de Hidalgo bajo el número 630400. Los archivos regionales muestran que Balderas Castillo es identificado con el número de propietario 621254.
Está ubicada a espaldas de un complejo comercial que está sobre la calle 10 y que alberga tiendas como Target, Ross y Kohls, además de restaurantes como Logan´s Red Lobster y Olive Garden.
La residencia es todo, menos modesta. Cuenta con techo de teja, dos cocheras (una de las cuales es de dos pisos) y un enorme jardín frontal adornado con tres palmeras.
Otra de las mansiones del ex dirigente del sindicato petrolero está archivada en los registros del condado con el número 685673 y se encuentra en el 520 de la avenida Thornhill, en la sub división Las Villitas de McAllen, Texas.
Los registros del condado muestran que esta propiedad tiene un costo de 192 mil 132 dólares (dos millones 516 mil 929 pesos) y fue comprada el 18 de agosto de 2006.
Con esta casa Balderas Castillo demostró que disfruta la buena vida pues el sector tiene acceso electrónico, cuenta con dos centros sociales con parque, gimnasio, alberca, cancha de basquetbol y tenis, además de que está a unas cuadras del campo de golf del Country Club de McAllen.
Pero la bonanza del ex dirigente sindical no termina aquí. De acuerdo a los documentos del Condado de Hidalgo, a Balderas Castillo le gustó tanto el estilo de vida en el sector de Las Villitas, que el 24 julio de 2007 se compró otra casa en este lugar.
La vivienda se encuentra ubicada en el 517 de la avenida Uphall, a una cuadra de la que se encuentra en la avenida Thornhill. Está valuada en 192 mil 163 dólares (dos millones 517 mil 335 pesos) y está identificada en los archivos del condado con el número 685683.
Al sumar el valor de las cuatro residencias que el ex dirigente de los petroleros en Reynosa tiene en la ciudad de McAllen, se observa que las mismas alcanzan un valor de 833 mil 289 dólares (10 millones 916 mil 85 pesos).
Todas estas propiedades fueron adquiridas por Balderas Castillo cuando fungió como tesorero de la Sección 36 del Stprm (durante la gestión de Jorge Patricio Pulido Avendaño), y cuando finalmente fue secretario general del organismo.
Además los años de las compras coinciden con los tiempos en los que se estaba construyendo el Centro Receptor de Gas de
Petróleos Mexicanos.
Fuentes al interior de Pemex aseguran que estas no son las únicas propiedades que el hoy diputado local tiene en la ciudad de McAllen.
Hay quienes dicen que el pasado 4 de octubre de 2010 Balderas Castillo adquirió tres lotes marcados con los números 9,10 y 11 que se encuentran sobre la avenida 47 Norte en la subdivisión Hacienda Rincón, en la ciudad de McAllen, mismos que están valuados en 84 mil dólares.
Además se dice que el actual diputado local es propietario de dos locales comerciales dentro de La Plaza Mall de McAllen.
Nada mal para alguien que hace años no se para en unas instalaciones de Petróleos Mexicanos, donde el riesgo de una explosión como la del pasado 18 de septiembre siempre está presente.
EL SIMULACRO QUE
NO SIRVIO DE NADA
Una semana antes del estallido en el Centro Receptor de Gas de Pemex, la paraestatal había realizado “con éxito” un simulacro de incendio en este lugar.
De acuerdo al boletín 084 emitido el pasado 11 de septiembre, mismo que está disponible en el portal de internet de la paraestatal (pemex.com) “la Coordinación de Seguridad Industrial y Protección Ambiental del Activo Integral Burgos de Pemex Exploración y Producción realizó con éxito un simulacro de emergencia nivel V en la Estación de Compresión Km. 19, ubicada sobre la autopista Monterrey–Reynosa”.
Según Pemex, el simulacro consistió en una supuesta explosión e incendio en el cabezal de 36 pulgadas, con lo que se puso en marcha el Plan de Respuesta a Emergencias de la instalación. La práctica contempló a una persona hipotéticamente lesionada que fue atendida por personal de los servicios médicos de Pemex.
En el evento participaron elementos de Protección Civil y Tránsito municipal, la Secretaría de la Defensa Nacional, Pemex Gas y Petroquímica Básica, Pemex Refinación, Telecom, Hospital Regional Reynosa, Seguridad Física y Comunicación Social.
Esta actividad formaba parte del Programa Operativo Anual de Simulacros y tiene el propósito de “capacitar al personal, contratistas y visitantes, así como medir el tiempo de respuesta de las brigadas de emergencia de Pemex, en caso de suscitarse alguna contingencia en la instalación”.
Asimismo, dice el comunicado, permitió observar la coordinación que existe entre las áreas de la paraestatal, el Grupo Regional de Atención y Manejo de Emergencias (Grame) Noreste y los cuerpos de emergencia del municipio, con la finalidad de trabajar de
manera coordinada en la protección de trabajadores, población, instalaciones y el entorno ambiental.
Sin embargo, la realidad que se vivió durante el accidente del pasado 18 de septiembre dibujó una situación muy diferente.
Esto es porque contrario a lo que se ensayó, muchos de los trabajadores petroleros que resultaron lesionados tenían fracturas y golpes sufridos después que salieron corriendo de las instalaciones del Centro Receptor de Gas, de donde escaparon brincando bardas y desafiando alambres de púas.
Incluso uno de los fallecidos, Fernando del Angel Zamora, de 19 años de edad, murió atropellado cuando atravesó corriendo la autopista Reynosa-Monterrey en su intento por ponerse a salvo del accidente.
De nada sirvieron ni los protocolos, ni los centros de reunión o vehículos que, supuestamente, están dispuestos para la evacuación de las instalaciones en caso de una emergencia de este tipo.
Algunos trabajadores petroleros revelaron que el hecho de que muchos de los que se encontraban en el Centro Receptor de Gas ignoraron los procedimientos del simulacro para ponerse a salvo, se ha convertido en tema de conflicto entre la empresa y el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (Stprm).
Esto es porque en la empresa hay quien busca culpar de abandono de trabajo a los empleados que resultaron lesionados buscando salvar su vida, con lo que se libraría de otorgar una justificación a la incapacidad médica promovida por algunos de los heridos.
La base del argumento de Pemex, es que los empleados ignoraron los procedimientos oficiales y por ello sufrieron las lesiones que hoy los tienen imposibilitados para trabajar.
LAS DUDAS
En una visita relámpago a Reynosa, horas después de la explosión en la planta, el director general de Pemex, Juan José Suárez Coppel, aseguró que “no hay evidencias” de que la explosión haya sido producto de un acto premeditado o intencional.Sánchez Coppel aseguró que el Centro Receptor es operado electrónicamente y ya se tienen los datos del momento del estallido, mismos que serán analizados por una empresa internacional para intentar entender qué fue lo que provocó el percance.
Sin embargo, no será sino hasta en un mes cuando se conozcan las causas del percance, mismas que posiblemente ni siquiera se den a conocer a la opinión pública.
No obstante el silencio oficial, algunos detalles de lo que sucedió en el estallido han logrado filtrarse, no obstante Pemex tiene prohibido a los sobrevivientes hablar con la prensa de lo sucedido.
Entre las cosas que se han sabido, se encuentran los reportes generados unas semanas antes de la explosión de una ligera fuga de gas en la zona del percance generada por la mala calidad de algunas piezas.Se especula que esta fuga, sumada a la operación de un compresor que se utilizaba para labores de “sand blast”, como se le conoce a la técnica para retirar pintura por medio de arena a presión, pudo haber provocado la chispa que generó el primer flamazo.
Además, existen historias de verdaderos actos heroicos por parte de personal de Petróleos Mexicanos, como el grupo de trabajadores quienes al darse cuenta del estallido, cerraron manualmente las válvulas de alimentación del ducto de gas, lo que impidió que el percance fuera mayor.De hecho, este cierre manual fue fundamental pues al momento del accidente, los controles de los cortadores automáticos que operaban en la planta se destruyeron.
Sin embargo, la cerrazón informativa que existe en Pemex, donde se ha llegado a amenazar con sanciones a los trabajadores que revelen detalles del día del percance, seguramente provocarán que nunca se sepa qué fue lo que realmente sucedió aquel trágico 18 de septiembre.