
El 7 de febrero del 2010 es una fecha que quedará grabada en la memoria del matamorense Ismael Pineda Jácome, ya que fue su debut como jugador del Monarcas Morelia en la Primera División del Futbol Mexicano.
Fue en la jornada 4 del torneo Bicentenario, ante los ahora descendidos Indios de Ciudad Juárez, que Ismael echó al saco de la experiencia sus primeros 80 minutos como jugador en el máximo circuito del balompié nacional.
Cuenta que apenas habían corrido los primeros 8 minutos del juego, cuando un encontronazo dejó lesionado a Jorge Kalú Gastelum, quien se desempeña como medio de contención, misma posición del matamorense.
Esa era la coyuntura perfecta, así que no había tiempo para titubeos, ni nerviosismos, había que tomar la estafeta de la contención en el medio campo. “Tomás Boy me habló me dio algunas indicaciones y me deseó mucha suerte”, dice el jugador de 21 años.
“Me sentí bien, tranquilo, ese era mi máximo sueño: poder jugar algún día en la Primera División y creo que lo hice bien”, pronuncia el entrevistado quien también ya debutó en la Copa Libertadores.
EL SUEÑO “FUTBOLERO”
En esta ciudad fronteriza la mayoría de las personas buscan el sueño americano, pues en el interior del país no hay forma de vivir. Ismael nunca tuvo ese sueño, en cambio, quería trasladarse hacia el interior de la República para buscar un equipo que lo aceptara en sus filas y tratar de llegar a la Primera División.
Nacido el 6 de enero del año 1989, Ismael es el menor de los 4 hijos de la familia Pineda Jácome. Su cuna fue el futbol, pues su padre fue jugador de la Segunda División en equipos como La Piedad y Tampico-Madero.
Recuerda un poco de su niñez, de sus pininos en el futbol llanero, de su participación en las ligas de locales, torneos regionales y hasta de las “cascaritas” en las calles de la colonia Infonavit Buenavista.
Acompañado de sus padres, Candelario Pineda y Martina Jácome, Ismael asegura que desde pequeño le gustó el deporte. Sus padres lo secundan, siempre vieron en él la inquietud de lograr ser un futbolista profesional.
De hecho, fue su padre quien lo entrenó en la primera etapa de su carrera como jugador de futbol. Fue él quien le enseñó a “pegarle” al balón con el empeine y “tocarlo” con la parte interna del pie.
Pero también le inculcó la disciplina dentro y fuera del campo de juego, que había que lustrar los tachones antes del partido, aunque el campo fuera completamente de tierra y terminaran llenos de polvo y otra cosa, la camisa siempre bien fajada.
Su madre, a quien le agradece su apoyo por los consejos que constantemente le da, muestra fotografías del pequeño Ismael cuando apenas se forjaba el sueño de jugar de manera profesional. Aparece una sonrisa inocente, que no refleja el fuerte carácter que ha caracterizado a este joven.
“Cuando era niño me la pasaba viendo los partidos de futbol, ahora conozco a muchos de los jugadores e incluso unos han sido mis entrenadores” dice.
Sus aptitudes y su entrega dentro del llano dejaban entrever que podía trascender del futbol que se juega en este rincón del país. Y así fue pues con sentimientos encontrados por alejarse de su familia, el joven de entonces 15 años de edad se integró a las filas del Monarcas Morelia donde habría de comenzar en la Quinta División.
EL ASCENSO
“Llegue completamente solo a Morelia, mi madre estuvo unos días conmigo y después se regresó para Matamoros”, refiere.
No queda duda que aunque el futbol es fantástico, también es contradictorio, pues unos meses antes de su ingreso al Morelia, Ismael había sido rechazado de las filas del Atlas después de hacer una serie de pruebas.
“Fue algo que me desmotivó, pero seguí luchando por conseguir llegar a las fuerzas básicas de un club de primera”, menciona.
Refiere que un equipo de Ciudad Victoria lo invitaba a jugar los fines de semana en aquella ciudad, fue ahí donde unos visores observaron su juego y le propusieron trasladarse hasta Morelia para “calarse” en el club.
En esa ocasión cerca de 400 jóvenes participaron en los interescuadras organizados por el equipo.
“Sólo cuatro jugadores nos quedamos, me vine para Matamoros por algunas cosas y regresé de nueva cuenta para internarme en la Casa Club del Monarcas”, indicó.
Adaptarse fuera de casa en una ciudad bella, pero completamente desconocida para él, fue doloroso, pues además tenía que luchar contra muchos jóvenes que ofrecían lo mejor de sí para ser tomados en cuenta en el equipo.
Ismael recuerda que su primer entrenador fue el insigne purépecha Darío Franco, de quien aprendió mucho por su forma de dirigir.
Después de eso, Franco fue ascendido como entrenador del equipo en la Tercera División y llamó a Ismael para adherirlo al cuadro titular. Se convirtió en titular indiscutible, afianzándose en el medio campo.
El equipo logra llegar a la final y le arrebata el campeonato a la escuadra del Monterrey por un marcador de 4 goles a 3.
“Me sentí bien, sentí que ya era un logro pero sabía que faltaba más por hacer”, dice.
A la siguiente temporada sufre su primer revés, pierden el campeonato ante el equipo de las Chivas del Guadalajara. Al año sube al otro peldaño, el ex jugador profesional David Patiño lo integra en las filas de la Segunda División.
Aunque ya había recorrido un tramo de su carrera, Ismael confiesa que se sentía intranquilo, pues duró casi 3 años en esta división sin presentársele una oportunidad de ascender.
Paciente esperó hasta que llegó esa ansiada oportunidad. Morelia cedía los derechos de la división de ascenso a la ciudad de Mérida, Yucatán, e Ismael estaba en la lista de jugadores que iban a ser transferidos.
Así fue como dijo adiós a Monarcas Morelia, pero sólo por un tiempo, para participar con los Venados de Mérida en la Primera A, que sería dirigido por David Patiño.
“En Mérida tuve mucha participación, el equipo que se formó tenía mucha calidad y quedamos campeones”, cuenta.
Fue en el torneo Clausura 2009 que los Venados llegaron a la final para enfrentarse ante los Xolos de Tijuana, ganándole un gol por cero y obteniendo el pase para disputar la final por el ascenso al máximo circuito del balompié mexicano.
Esto lo harían ante el equipo de los Gallos de Querétaro, sin embargo, no se pudo concretar el sueño del ascenso pues cayeron en tanda de penaltis. Sin embargo, su llegada al máximo circuito estaba asegurada pues Tomas Boy lo llamó para integrarse al primer equipo.
Desde ese momento, inicia los entrenamientos a lado de figuras como Jared Borgetti y Miguel Sabah.
“Para mí ha sido una experiencia increíble, estar al lado de personas de mucha experiencia me ha ayudado mucho”, menciona.
Para Tomás Boy, Ismael no tiene más que buenas palabras pues, dice, las enseñanzas del “Jefe” y la confianza que ha depositado en los jóvenes de la cantera al darles juego le han ayudado mucho.
“En lo personal, Boy es para mí una persona muy respetable un sabio del futbol”, expresa.
Mas alla de los sueños
Más allá de los sueños se encuentra la realidad, por lo que el entrevistado dice que si bien este torneo Bicentenario fue de ensueño, se encuentra en el proceso de consolidación, por lo que tendrá que esforzarse al doble.
Después del debut contra el equipo de los Indios de Ciudad Juárez, jugó otros 20 minutos en contra de los Académicos del Atlas y desde ahí no volvió a participar. Al menos no en el torneo nacional.
En donde sí lo hizo fue en la Copa Libertadores, donde jugó ante los equipos Deportivo Cuenca de Ecuador y Nacional de Uruguay. Los resultados fueron malos, pues el equipo de Monarcas cayó ante éstos, pero no dejan de representar un logro para el matamorense.
“Esto es para mí una verdadera motivación, jugar contra equipos de otros países te deja muchas experiencias”, manifiesta.
Afirma que está en otra etapa de su trayectoria, por lo que ahora el siguiente paso es buscar la consolidación en el primer cuadro del equipo. Sabe que tendrá que empeñarse el doble de cuando empezó en las fuerzas básicas.
“Regresaré a Morelia y daré todo mi esfuerzo para cumplirle a mi gente que siempre me ha apoyado”, indicó.
No será fácil, de antemano conoce que el club fichó a Luis Noriega, quien viene del equipo de Puebla y se desempeña en su misma posición. La competencia será dura, pero siempre de manera sana, dice.
Ismael se ha convertido en un ícono para muchos niños que practican el futbol en la localidad. De igual manera los medios lo asedian cuando llega a la ciudad, pero tiene bien plantados los pies en la cancha y sabe que todavía falta un largo camino por recorrer.
Se da el tiempo para hablar de Matamoros, asegura que hay mucho talento en la ciudad y sólo es cuestión de que busquen las oportunidades para lograr el sueño de todo futbolista.
“Les recomiendo a los niños y jóvenes que si su sueño es jugar futbol profesional que se esfuercen, no hay nada imposible, es cuestión de ser perseverantes”, pronuncia.
Concluye: “también es importante que la familia los apoye, como mi familia me apoyó, porque en verdad es difícil llegar a ser futbolista profesional”.