Ricardo Anaya Cortés es considerado como un tipo Robin, el llamado “chico maravilla” fiel compañero de Batman en los cómics, pero en el bando de la política. El mismo que busca la dirigencia nacional del Partido Acción Nacional, la cual lo pondría en excelente posición para ser tomado en cuenta como fuerte aspirante a las elecciones presidenciales de 2018.
El pasado 16 de julio, el güerito albiazul que habla bonito y su mensaje llega a conmover hasta los menos panistas, se aventó una buena declaración que ojalá no quede en una mentira, más cuando andan en campaña: “Quien cometa actos de corrupción se va a ir de Acción Nacional”.
De ser cierta su amenaza y en caso de triunfar, seguramente uno de los primeros en la lista en dejar de pertenecer a ese organismo político será el senador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca.
Anaya Cortés debe saber que la estrepitosa derrota del PAN en este Estado el 7 de junio pasado se debió precisamente a lo que anda combatiendo: el pasado corrupto de Cabeza de Vaca hizo que los electores hicieran perder a su hermano Ismael, quien fue impuesto por su hermano como candidato a diputado federal por el Distrito II con cabecera en Reynosa.
Los habitantes de esta frontera –por cierto, con el padrón mas grande de electores– no olvidaron que el actual senador que navega con la bandera de salvador de Tamaulipas si llega a ser gobernador, fue el responsable de que el PAN perdiera las seis curules federales ganadas en 2012, y el PRI se llevara “carro completo” con 8 de 8.
“Vamos a hacer lo mismo que propusimos en el Sistema Nacional de Corrupción. Tolerancia cero e impunidad Cero”, dijo el aspirante a presidente del PAN en una conferencia de prensa por el arranque de su campaña en la capital del país.
De incumplir su promesa, Anaya Cortés confirmará que es más de lo mismo dentro de Acción Nacional, donde todos se protegen y hacen negocios sucios cuando tienen el poder federal, estatal o municipal. Vaya, son tapaderas unos de otros.
Si gusta el “chico maravilla”, los mismos militantes panistas de Tamaulipas pueden enviarle cajas y cajas de documentos sobre las corruptelas cometidas por Cabeza de Vaca desde antes de que fuera alcalde de Reynosa entre 2005 y 2007. Y después cuando fue director de la Corett, el órgano federal regulador de la tierra en el sexenio de su segundo protector Felipe Calderón Hinojosa, porque el creador de este Frankenstein azul y blanco fue Vicente Fox Quesada.
Si llega a la dirigencia Anaya Cortés –el delfín de Gustavo Madero Muñoz que no puede ver ni en pintura a Cabeza de Vaca–, no deberá poner en riesgo la elección a gobernador en Tamaulipas en 2018 eligiendo al corrupto senador, teniendo entre otras opciones a los alcaldes de Nuevo Laredo y Matamoros.
Y si bien las posibilidades del PAN son mínimas tras la humillante derrota en los pasados comicios, peor futuro escenario tendría ese partido en 2016 si Cabeza de Vaca logra la nominación bendecido por Anaya Cortés.
Hay que esperar que al “chico maravilla” no le tiemble la quijada para hacer cumplir sus promesas de “quien cometa actos de corrupción se va a ir de Acción Nacional”, porque confirmará que igual o peor que los priistas, los albiazules son los amos de la demagogia.
Esa demagogia que ha provocado el despertar de ciudadanía que volteó a ver a los candidatos independientes como un bálsamo de esperanza. Ejemplo reciente es Nuevo León con Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, primer gobernador electo sin partido en la historia de la Nación.
¡Aguas Robin!, porque después del 7 de junio pasado México es otro. Y si quieres que los electores de Tamaulipas vuelvan a creer en el PAN, empieza con deshacerte de Cabeza de Vaca si llegas al trono.
Y juro por mi madre, Ricardo Anaya, que si cumples con tu discurso, al día siguiente empiezo gestiones para afiliarme a tu partido, ya sin la pestilencia del apellido Cabeza de Vaca.