
El papa Francisco invitó ayer a la grey católica a “hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad, donde no haya necesidad de emigrar para soñar, donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar, donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos”.
Una tierra, añadió, “que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte”.
Al efectuar el rezo del Angelus, al final de una misa a la cual concurrieron unas 300 mil personas, en Ecatepec, Estado de México, el Pontífice dijo que “esta tierra tiene sabor guadalupano”, e invocando a la Virgen María, expresó: “Ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la Tierra y ninguna periferia se prive de su luz”.
Previamente, en su homilía, el jefe de la Iglesia católica demandó evitar las tentaciones del afán desmesurado de riqueza, la vanidad y el orgullo.
El rezo dominical que el Pontífice acostumbra decir en la Plaza de San Pedro en esta ocasión fue leído en la misa en Ecatepec, en la Unidad de Estudios Superiores de este municipio mexiquense.
Parafraseó a Paulo VI y dijo que un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable.
No puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones.
Los asistentes siguieron con solemnidad la liturgia que comenzó, conforme al programa, a las 11:30 horas. Y en minutos previos al arribo del Papa la Orquesta Sinfónica del Estado de México amenizó la espera de los feligreses, algunos de los cuales pasaron la noche en el lugar.
En el templete montado para la ocasión también estuvieron presentes los integrantes de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), entre ellos, el arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera Carrera.
El Sucesor de Pedro concelebró la misa con el arzobispo de Tlalnepantla, Carlos Aguiar Retes, de quien se dice que es el amigo más cercano de Francisco en México.
Francisco alertó que con el demonio no se dialoga: “metámonoslo en la cabeza, con el demonio no se puede dialogar, porque nos va a ganar siempre. Solamente la fuerza de la palabra de Dios lo puede derrotar”.
SOUVENIRS
De manera desafortunada, al término del oficio religioso, a las 13:13 horas, los asistentes comenzaron a llevarse el aserrín y la arena de los tapetes multicolores que ornaron la celebración y fueron elaborados por casi un centenar de artesanos de San Pedro Xalostoc.
En estos tapetes, con arena de Huamantla, se dio forma a flores, palomas, corazones, en tanto que, con el aserrín, se representó a los grifos de los nueve Pueblos Fundadores de Ecatepec.
Lo mismo ocurrió con los adornos florales, mismos que buscaron llevárselos como recuerdo de la misa a la que asistieron, y había quienes de manera desesperada buscaban una maceta.
La situación llegó a tal grado que por los altavoces se comenzó a pedir a los asistentes que por motivos de seguridad, dejaran los adornos florales y que bajaran del escenario donde minutos antes se había llevado a cabo.
(Agencias).
Pan con sabor a amargura…
Durante su homilía en la Diócesis de Ecatepec, en el estado de México, el papa Francisco advirtió contra tres tentaciones, la riqueza, la vanidad y el orgullo y dijo que “el padre de la mentira, es aquel que busca separarnos, generando una sociedad dividida, enfrentada. Una sociedad de pocos y para pocos”.
Ante miles de fieles católicos, luego de recordar que el miércoles anterior comenzó la Cuaresma, expuso: “Cuántas veces -y con dolor lo sigo- somos ciegos e inmunes ante la falta del reconocimiento de la dignidad propia y ajena.
Aseguró que en estos días la sociedad mexicana se enfrenta diariamente a tres tentaciones que también en su momento fueron para Cristo, la riqueza, la vanidad y el orgullo. “Tres tentaciones que buscan degradar, destruir y sacar la alegría y la frescura del Evangelio. Que nos encierran en un círculo de destrucción y de pecado”.
Detalló que “La riqueza está adueñándose de bienes que han sido dados a todos y utilizándolos tan sólo para mí o para los míos. Es tener el pan a base del dolor del otro, o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta es el pan que se le da de comer a los propios hijos”.
También alertó contra “la vanidad, esa búsqueda de prestigio en base a la descalificación continua y constante de los que “no son como uno”. La búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama, pero no a la “fama” de los demás, “haciendo leña del árbol caído, deja paso a la tercera tentación.
“El orgullo -dijo el jerarca católico- o sea ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la “común vida de los mortales”, y que se reza todos los días “gracias Señor porque no me has hecho como ellos”.
El gober y ‘los otros’
En una zona VIP, los invitados especiales del gobernador Eruviel Ávila, así como de la Arquidiócesis de Ecatepec, esperaron el inicio de la misa. Tenían comida caliente, sillas y pantallas gigantes.
La fila de personas daba la vuelta en el fraccionamiento Las Américas. Se formó con sus vecinas de la colonia Nicolás Romero.
A las 8 de la mañana, la fila para entrar en esta zona era ágil y la revisión, mínima; en algunos casos, con una llamada se solucionaba el acceso.
Los “otros” habían soportado la noche de frío, la mañana de calor sin agua ni sanitarios cerca, en espera de poder ver muy a lo lejos al papa.
Claudia Solórzano entró al predio “El Caracol” a las 11:30 de la noche del sábado para escuchar la misa del papa Francisco 12 horas después. Afuera esperó desde las 10.
-“¿Y qué comió en la noche?”
-”Esto… lo escondí y no me lo quitaron”, contesta riendo mientras muestra su bote vacío de yogurt.
A las más de 300 mil personas que esperaban ver al papa Francisco no se les permitió ingresar botes o comida por motivos de seguridad.
Los fieles durmieron en una noche en que la temperatura bajó hasta los 3 grados, en el piso del predio de grava y tierra.
Por la mañana hubo quienes se insolaron porque las bolsas de agua no llegaban a todos los rincones del predio.
Pero para Claudia de 59 años no importó; quería ver al Papa así, aunque fuera de lejos.
Adelante, los invitados especiales no sufrieron. Llegaron al final, estuvieron sentados, no trasnocharon.
El papa Francisco fue directo en su discurso: oró porque en México “no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos”.
Llamó a rechazar “el orgullo, o sea ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la vida de los mortales y que reza todos los días, ‘Gracias Señor porque no me has hecho como ellos’”.
Tras la misa, la mayoría de los fieles recorrieron calles y avenidas cerradas buscando una salida para regresar a sus casas.
(Con información de: Notimex, El Universal y El Financiero)