
Miles de católicos en El Paso, Texas, se unieron en oración a millares de personas del otro lado de la frontera en Ciudad Juárez, México, para asistir a la misa que encabezó el Papa Francisco, su último acto público en suelo mexicano.
La celebración religiosa, en el sexto y último día de la visita papal, el miércoles 17, fue vista por unas 30 mil personas del lado estadounidense de la frontera a través de una pantalla gigante en el Estadio Sun Bowl en El Paso, lo que dio a la ceremonia un sello binacional.
Imágenes de la muchedumbre reunida en El Paso fueron transmitidas también a los asistentes a la misa en Ciudad Juárez, logrando prácticamente a través de la tecnología que la frontera desapareciera y que los feligreses de uno y otro lado oraran al unísono.
“Gracias a la tecnología podemos orar, cantar y celebrar juntos el amor misericordioso que Dios nos dio; esa oración que nos une no puede ser separada por la frontera”, dijo el Papa durante la misa, al referirse al evento simultáneo.
Gracias por hacernos sentir una sola comunidad cristiana”, añadió el pontífice, provocando la ovación de los asistentes a la celebración en El Paso.
No en vano, la diócesis de esta ciudad fronteriza bautizó el evento en el estadio Sun Bowl con el nombre de “Dos Naciones, Una Fe”.
Muchos de los que asistieron al Sun Bowl eran inmigrantes indocumentados, que no pueden viajar a México o a sus países de origen, pues perderían la posibilidad de regresar a Estados Unidos.
“Para nosotros, estar aquí es muy reconfortante, grandioso, venir a ver al Papa aunque sea por una televisión, pero junto con todos los demás”, dijo Guadalupe Chávez en el estadio Sun Bowl junto con su esposo Raúl López y sus hijas Sandra Nayeli y Emily.
El matrimonio López tiene 15 años residiendo sin documentos en El Paso, a donde llegaron en 2001 procedentes de Ciudad Juárez en búsqueda de salud para su hija Sandra Nayeli, enferma de leucemia, y ahora bajo control.
Estela González, una inmigrante indocumentada originaria de la ciudad de Chihuahua, dijo que le hubiera gustado ir a la misa del Papa en Ciudad Juárez, pero debido a su situación migratoria no pudo hacerlo.
“Agradezco infinitamente a la diócesis de El Paso por haber organizado esto”, dijo González, quien se dedica a la limpieza de casas en El Paso.
Otros como Manuel Barrios, administrador de la Parroquia de Cristo Rey en El Paso, dijo que no acudió a la misa en Ciudad Juárez, por cuestiones de trabajo. “Es una cuestión única, lo sé, pero al menos aquí pude seguirlo casi como estando allá mismo”, indicó.
El evento “Dos Naciones, Una Fe”, inició en punto de las 12:00 horas de este miércoles, cuatro horas antes de que comenzara la misa del Papa en Ciudad Juárez.
Para llenar ese tiempo, la diócesis de El Paso montó un programa que incluyó danzas de “matachines” a cargo de 300 integrantes de diversos grupos de danzantes de la región, incluyendo un buen número de miembros de la tribu Ysleta del Sur Pueblo Tigua, de El Paso.
El programa incluyó también música de mariachi y de bandas de las escuelas preparatorias de El Paso, además del coro de la diócesis de esta frontera.
Casi al inicio del evento, Tony Meléndez, guitarrista y cantante de origen nicaragüense que nació sin brazos, y toca la guitarra con sus pies, emocionó a quienes comenzaban a llegar al Sun Bowl al enviar un mensaje de motivación que hizo llorar a varios asistentes.
“Nunca he tenido manos, pero mis pies han hecho todo, y hasta puedo escribir con ellos. Si yo puedo hacer esto sin manos, imagínate lo que puedes hacer tú, si tratas, si le echas ganas, puedes ayudar a muchos”, indicó.
El sacerdote Jack Wall, presidente de Extensiones Católicas, una organización de la Iglesia dedicada a recabar fondos para las misiones de las diócesis en Estados Unidos, tuvo a su cargo una oración de agradecimiento y una reflexión.
Wall dijo que la frontera entre México y Estados Unidos se ha convertido en la nueva Ellis Island, el sitio en la bahía de Nueva York que a finales del siglo XIX y principios del XX recibió a cientos de miles de inmigrantes.
“Allá en Ellis Island los inmigrantes eran recibidos por dos señoras, la Dama de la Libertad y la Santa Madre Iglesia. Aquí en la frontera también reciben a los inmigrantes, la Santa Madre iglesia y la Virgen de Guadalupe, que los acoge siempre bajo su manto protector” señaló.
(Notimex)
Migración y muerte: una terrible injusticia
“¡No más muerte ni explotación!”, clamó el Papa Francisco en una misa que celebró el miércoles 17, en su último día de visita, en la frontera de México-Estados Unidos, donde denunció las “terribles injusticias” que sufren los migrantes en su intento por llegar “al otro lado”.
“Esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tránsito humano”, dijo el Papa al hablar ante miles dve personas congregadas en la explanada El Chamizal, a escasos metros de la alambrada que separa Chihuahua de Texas.
En la parte estadounidense un grupo de fieles pudo seguir la celebración y antes de ingresar en el estadio de futbol local, donde se montó el altar, pasó con el papamóvil por “el punto”, el espacio más cercano al sector fronterizo, se bajó del vehículo y envió una bendición a través de la malla metálica.
“No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos”, apuntó.
“Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global. Esta crisis, que se puede medir en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familias”, agregó.
Recordó que en Ciudad Juárez y en otras zonas fronterizas se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar a los mexicanos que también buscan pasar al otro lado.
Sostuvo que ellos son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza, la violencia, el narcotráfico, el crimen organizado y, frente a “tantos vacíos legales”, caen presas de una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres.
Abundó que no sólo sufren la pobreza, sino que encima sufren estas formas de violencia; una injusticia que se radicaliza en los jóvenes que se vuelven “carne de cañón”, son perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas.
“¡Y qué decir de tantas mujeres, a quienes se les ha arrebatado injustamente la vida!”, continuó, haciendo referencia a las “Muertas de Juárez”.
Llamó a que le pidan a Dios “el don de la conversión”, “el don de las lágrimas” y tener el corazón abierto a su llamado en el rostro sufriente de tantos hombres y mujeres.
“¡No más muerte ni explotación! Siempre hay tiempo de cambiar, siempre hay una salida y una oportunidad, siempre hay tiempo de implorar la misericordia del padre”, apuntó.
Más adelante aseguró que conoce y destacó el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil a favor de los derechos de los migrantes, así como la labor comprometida de tantas hermanas religiosas, de religiosos y sacerdotes, de laicos “que se la juegan en el acompañamiento y en la defensa de la vida”.
Sostuvo que ellos son “signos que se vuelven luz en el camino y anuncio de salvación”, al asistir en primera línea, arriesgando muchas veces su vida.
“Con sus vidas son profetas de la misericordia, son el corazón comprensivo y los pies acompañantes de la Iglesia que abre sus brazos y sostiene”, aseveró.
El jerarca católico agradeció por último a “los hermanos y hermanas” de la vecina comunidad de El Paso, Texas, por “hacernos sentir de una misma comunidad cristiana”.
Miles de católicos estadounidenses y de otras nacionalidades acudieron al estadio Sun Bowl en El Paso y gracias a la tecnología pudieron seguir paso a paso las incidencias del acto litúrgico, gracias a las pantallas colocadas en el recinto.
(Notimex)