“Lo que todos quieren cuando están en la oposición.
Lo que nadie quiere cuando están en el gobierno“.
Alejandro Hope
“Para salvar a México hay que pasar de la cultura de la queja a la cultura de la propuesta. Quejarse y no hacer nada no tiene sentido“.
Miguel Carbonell
Hablar de una Fiscalía Autónoma nos obliga a hacer referencia a la organización “México Evalúa”, institución que ha logrado aglutinar información de temas de interés nacional, de la mano de un grupo de expertos que realizan análisis de fondo que les permitió dar testimonio de los principales problemas que aquejan a nuestro país y acompañados de una serie de propuestas debidamente documentadas en un libro descargable denominado: “Léase si quiere gobernar (en serio)”. Diez temas, diez capítulos cruciales, diez enfermedades que tienen a México en terapia intensiva; en su apartado correspondiente a: “Léase si quiere transformar la Procuraduría de Justicia para reducir la impunidad” realizan un estudio detallado de lo que requiere el país en la procuración de justicia.
Las reformas constitucionales de seguridad y justicia (2008) con las que se da origen al Nuevo Sistema de Justicia Penal, así como la reforma de derechos humanos (2011), trajo como consecuencia que la Procuraduría General de la República se transformará en una Fiscalía General, con el objeto de tener la autonomía administrativa, técnica y operativa, dejando de ser una dependencia del Ejecutivo y lo mismo sucediera a otra escala en las entidades federativas. La debilidad de dicha institución ha permitido la corrupción e impunidad convirtiéndola en una mancha indeleble a consecuencia de su incapacidad. Las reformas a la constitución en dichas materias permitirían brindar una mayor certidumbre jurídica a la población, de la mano de una institución alejada de las facultades del presidente o gobernador con el propósito de cambiar ese estigma institucional, pero principalmente en dar resultados a México y Tamaulipas.
El tema de la Fiscalía Autónoma se convirtió para el gobierno actual en un viacrucis, un desgaste gubernamental por la intención de imponer al entonces Procurador Raúl Cervantes Andrade como Fiscal General en automático, denominándolo mediáticamente como “Fiscal carnal”, no obstante las cartas credenciales del mismo pero su cercanía con el Ejecutivo lo desacreditaba, podría llegar a ser todo, incluso buen Fiscal General, pero autónomo nunca reprochaba la oposición de la legislatura federal pasada.
Vale la pena hacer un breve recorrido del transitar de esta fiscalía: 1.- Enrique Peña Nieto propone el pase directo del Procurador a Fiscal General. 2.- El PAN y MORENA se oponen. En esta nueva legislatura: 3.- MORENA, desde el Senado de la República con su abrumadora y elegida mayoría, aprobó la ley que dará paso a la nueva Fiscalía General de la República, sin una reforma constitucional que impida a Andrés Manuel López Obrador designar y remover al próximo Fiscal a partir del primero de diciembre. Un juego de inconsistencias que permite que la ciudadanía siga perdiendo la fe en la política y sus representantes.
En lo correspondiente a Tamaulipas la mayoría panista en el Congreso, incluso con el apoyo de algunos miembros de la “oposición” aprobó el Dictamen LXIII-721 que le da el pase automático del actual Procurador General de Justicia a Fiscal General y cito textualmente:
Artículo tercero transitorio: …
El Procurador General de Justicia del Estado que se encuentre en ejercicio de cargo a la entrada en vigor del presente decreto podrá participar en igualdad de condiciones en el proceso de designación.
Cuánta razón tiene Alejandro Hope: “Fiscalía autónoma. Lo que todos quieren cuando están en la oposición. Lo que nadie quiere cuando está en el gobierno”. Dependiendo de la posición en la que se encuentren es la postura adoptada. En el caso del actual Procurador de Tamaulipas, más allá de sus cartas credenciales (que las tiene), habría que preguntar lo siguiente: ¿es tal el avance de la procuración de justicia en Tamaulipas para el pase directo a Fiscal General? Tamaulipas es una entidad humillada por la inseguridad: en donde la dignidad de un jefe de familia pende del humor de un criminal; en donde la mujer tamaulipeca ha sido violentada en toda su expresión; en donde los periodistas son reprimidos e incluso asesinados; en donde un adolescente no le basta salir con la bendición de su madre sino verifica la página de “código rojo” en sus redes sociales para evitar estar en el fuego cruzado de un “común y ordinario” enfrentamiento entre delincuentes. Es cierto, se estarán respondiendo algunos al leer este documento, este gobierno no adquirió la franquicia de la delincuencia, es un problema añejo, pero el gobierno es el gobierno con Juan o con Pedro, porque la población es la misma y es la lastimada. Lo que me lleva a recordar a Edna Jaime, que en algún momento expresara: ‘En México se mata porque se puede; se mata porque las consecuencias son inexistentes; se mata porque si el Estado mismo asesina y desaparece impunemente, no existe la contención que le correspondería ejercer. No existe ley ni quién vele por su cumplimiento”.
Podría cerrar mi editorial con los lapidarios argumentos de Edna Jaime, pero no, sería tanto como quejarme de lo mismo y en el país de las quejas la ventanilla de acuse de recibo esta clausurada como la segunda caja del OXXO. En el afán de aportación, abro un capítulo que me hace recordar al maestro Gerardo Laveaga, quien publicara un artículo de la fiscalía autónoma. Dentro de su desarrollo hay algo que me parece central para este análisis; y advierte en relación a las exigencias de las diversas Organizaciones No Gubernamentales (ONG), para que exista una fiscalía verdaderamente autónoma, para que no exista un fiscal carnal, para que de Procurador no pase a Fiscal, para que de la subordinación no pase a la simulación, formulándose una pregunta de la cual nos obsequia una respuesta realista: “¿Lo que proponen estas ONG es que el Estado renuncie a su esencia? No lo hará”. Si bien es cierto el mencionado artículo el director del INACIPE lo centra en otro contexto diverso al nuestro, siempre será importante leerlo y más porque extraigo de su interrogante y su respuesta un derroche de congruencia que me permite enlazar mi opinión.
La pregunta del maestro Laveaga me hizo recordar la conocida fábula de “El escorpión y el sapo”, describiendo la esencia del político cuando es gobierno y cuando no lo es. Estoy convencido que todas las circunstancias, por muy complicadas que sean, a través de la política se pueden enfrentar y obtener resultados, pero de la misma manera sucede que toda circunstancia de comodidad legislativa puede traer consecuencias negativas a corto plazo, entendiendo por corto plazo la elección inmediata, y Tamaulipas será uno de los cinco Estados que tendrá una contienda electoral y de esos solo tres renovarán su Congreso Local, no es tarea fácil para el jefe político de la entidad el proceso que se avecina.
Isaiah Berlin, en su extraordinario artículo “Sobre el Juicio Político” se pregunta: ¿Qué es tener buen juicio en política? ¿Qué es ser prudente o talentoso en política, ser un genio político, o al menos ser políticamente competente, saber cómo lograr que se hagan las cosas? Hablar de tener buen ojo, olfato u oído político, lo que podríamos conocer nosotros como “sensibilidad política”. Berlín lo denomina “un don particular” es sabiduría práctica, razón práctica; es como la excelencia de los cocineros y de los jardineros aún depende hoy, ante todo, de su talento artístico e igual que la de los políticos, de su capacidad para improvisar. Michael Ignatieff resume a Isahia Berlin: “Tener juicio político es tener sentido de la oportunidad, de saber si hay que actuar o no. Los políticos no están interesados en las ideas per se, sino en si ha llegado el momento de aplicarlas”.
Esa capacidad para improvisar, esa sensibilidad, ese olfato u oído político ha llegado el momento que tiene que aplicarlos el titular del Ejecutivo del Estado (ese mismo que lo llevó directito a la gubernatura) porque sus brazos social y político de su gobierno sencillamente no han sido lo que él esperaba. No debe confiar la elección a ese añejo manual de organización electoral que hizo añicos el pasado primero de julio Andrés Manuel López Obrador. Estamos en presencia de un nuevo escenario, un nuevo paradigma político, mismo que Enrique Krauze denominara el retraso del reloj político mexicano a más de cuatro décadas, situándonos en el año de 1976, en donde el PAN atravesó su crisis más seria y el PRI imperaba con poder absoluto. Desde el primer ex gobernador que ingreso a la cárcel en este gobierno federal, las reglas del ajedrez político cambiaron, desde la aplastante victoria de MORENA confirmó que no solo habían cambiado las reglas, sino de juego; al enfrentarse a un nuevo escenario, sencillamente ha llegado la hora de utilizar ese juicio político que nos definió Isahia Berlín, lo que comúnmente podríamos definir lisa y llanamente: hacer política.
No hay mejor manera de hacer política que la política pública, nos advierte Edna Jaime, directora de “México Evalúa” en la presentación de la obra mencionada en el primer párrafo, que en las últimas elecciones ha existido un fracaso por parte de los gobiernos porque sus asesores especialistas en mercadotecnia política y campañas probablemente hayan dicho: “Las propuestas de política pública no ganan elecciones”, resultando un grave error que ha permitido a los gobiernos no ganen elecciones con las políticas públicas alcanzables.
Si el escenario político ya cambió, pues será importante que también cambie la estrategia del gobierno para obtener resultados. La mayoría panista en el Congreso del Estado puede hacer el traslado de Procurador a Fiscal General sin ningún problema, con un previo “cabildeo de cortesía” con los legisladores de oposición, pero a mediano plazo traerá sus consecuencias; el jefe político del Estado debe de hacer política, cabildeando pero con la ciudadanía. No hay mayor coqueteo que una política pública informada, lo que permitirá involucrar a una sociedad, a esa misma que cautivara hace dos años, existe una infinidad de herramientas para eso, las universidades públicas y privadas (son una de ellas) para que se pueda realizar una campaña gubernamental: en Tamaulipas SÍ habrá Fiscal Autónomo, no será simulación.
Puedo asegurar que no existe mayor cohesión que la ACTIVACIÓN de la sociedad, motivándola para que participe en la conformación de esa nueva Fiscalía, proponiendo una bolsa de trabajo a los futuros abogados de Tamaulipas y realizando una pasarela de propuestas, de debates de los posibles aspirantes, en paneles de expertos, de organizaciones civiles, de la población en general, pero comenzando desde el principio: evitando el fiscal carnal.
Es desde el gobierno, es la política pública eficaz la que hará seducir a una nueva población informada. Cambiar el humor social es posible, cambiando un votante frustrado por un VOTANTE INFORMADO, para eso es la política, para hacer de lo imposible lo posible e involucrar a los indecisos, pero no de manera anacrónica, alejando esa sombra mortal que ha opacado a todos los partidos políticos: la simulación.
El pase automático del procurador de Tamaulipas debilitaría la institución, y ese cúmulo de detalles son los que debe evitar el gobierno del Estado, máxime que fue una de las propuestas de campaña. Considero que es importante mencionar el tema, debatirlo con argumentos, con respeto siempre, pero criticando, criticar es la mejor forma de ayudar a nuestros gobiernos. No criticar es compartir la responsabilidad de la ineficacia institucional. Los tamaulipecos estamos obligados a renovar constantemente nuestro pensamiento crítico, porque de no hacerlo caeríamos derrotado en lo que José Antonio Marina ha denominado “la peligrosa habituación” en donde se nos hará tan normal, tan ordinario, en donde la violencia formará parte de nuestros hábitos.
¡Hagan política, por favor!
¡Hagan experto al ciudadano!
@HeberardoConH