
Pretender ganar la gubernatura de Tamaulipas es una tarea titánica y más aún cuando no existe ni la disciplina o la organización que permita un aspirante tenga una precampaña, tal y como lo establece la nueva disposición electoral de la entidad. Esa es la estrategia utilizada por el Partido Acción Nacional.
Si nos remontamos a la historia reciente de nuestro país, podemos observar que en el año de 1997 el todavía gobernador de Guanajuato, Vicente Fox Quezada, dijo que iba a construir su camino para que el PAN lo eligiera como candidato a la presidencia de México.
En ese entonces Fox Quesada fue muy criticado e incluso muchos se burlaron de él, sin embargo, nada de esto le importó y continuó con el trabajo de construcción de su imagen mencionando que la presidencia de México no se gana en una elección.
En el plano local ha sucedido algo parecido. Cuando faltaba poco menos de un año para la renovación de la presidencia municipal de Reynosa –que se encontraba en manos panistas–, Oscar Luebbert Gutiérrez se atrevió a confesar sus aspiraciones y no obstante tiene una amplia trayectoria política, se preparo con un año de anticipación para rescatar la llamada “joya de la corona”, como durante la última década se le ha conocido a esta ciudad.
La historia nos enseña tantas cosas, pero si no las sabemos interpretar de la manera correcta es como si nunca hubieran sucedido.
Lo mismo sucedió en la pasada contienda electoral, donde el Partido Revolucionario Institucional y su candidato Everardo Villarreal Salinas “rescataron” la diputación federal después de tres elecciones consecutivas ganadas por los panistas
Como se ha llevado esta estrategia, no hay duda que Felipe Calderón Hinojosa se va a convertir en el último presidente panista.
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