
Por esto el catalogado como “el más mágico de los pueblos mágicos” es de los preferidos por el turismo nacional y extranjero porque mantiene un equilibrio entre su arquitectura, clima, vegetación, cultura y precios.
“Todo mundo quiere estar aquí. Para caminar, tomarse una foto, leer un libro y beber café chiapaneco”, menciona Calixto Argüelles, un abuelo de 78 años que por primera vez visita la que hasta 1892 fue la capital del Estado.
Y es que por su fisonomía colonial y ameno ambiente este municipio ubicado a 60 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez, es un imán que año con año atrae a más de 600 mil personas, por encima de otros lugares turísticos de la entidad.
Lo autóctono, lo bohemio, lo hippie, lo barroco y por supuesto lo mexicano, se mezclan como una extraordinaria expresión cultural, pues aunque la nación dispone de otros pueblos considerados ‘mágicos’ por la Secretaría de Turismo (Sectur), San Cristobal de las Casas pareciera ubicarse en un peldaño arriba, ya que tiene una profunda esencia de sabores, aromas y una extraordinaria hospitalidad.
En cada paso existe un paisaje, un resquicio para el retrato. Las manecillas del reloj pueden pasar inadvertidas en este sitio, que es el mayor centro urbano de la región de los Altos de Chiapas, y el cual se sitúa en un valle a 2 mil 100 metros sobre el
nivel del mar.
Su población cercana a las 200 mil personas, subsiste en su mayoría del turismo, el comercio y en menor proporción de actividades agrícolas, siendo –además de la fabricación de textiles– el café y el cacao dos de los productos que mayor demanda tienen en la región y en el mercado nacional.
EL CLIMA PERFECTO
La temperatura en San Cristobal de las Casas suele ser templada, acompañada de lluvias abundantes.
Fundada en 1528 por el colonizador
español, Diego de Mazariegos, que con puño de hierro derrotó a los indígenas zoques, chiapanecos y tzotziles, la ciudad quedó enclavada en medio del bosque, por lo que en tres cuartas partes está compuesta por áreas accidentadas, mientras que el resto es plano.
No obstante, los pueblos autóctonos han logrado prevalecer a través de los siglos, al igual que sus costumbres y dialectos.
También hay quienes llegan a conocer la ciudad que tomó el 1 de enero de 1994 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), un grupo de indígenas armados, encabezados por el subcomandante Marcos.
Porque aquí, así como se respira libertad, también se percibe historia y nacionalismo.
Desde el año 2001 este municipio es sede del Festival Cervantino-Barroco, que se realiza cada año en la última semana de octubre.
El recorrido en auto desde Tuxtla Gutiérrez es de hora y media por la carretera libre y una hora por la autopista de cuota, por
momentos con neblina.
Y llegar al pueblo mágico es como entrar a otro mundo, donde las fachadas son hermosas, con construcciones antiguas y
techos de teja.
Sus calles angostas, adoquinadas y con macetas llenas de flores en las aceras, se convierten en un verdadero agasajo para la vista de los paseantes.
EXPERIENCIA INOLVIDABLE
A las seis de la tarde la campana de la catedral en San Cristobal de las Casas se escucha por casi toda la comunidad, al mismo tiempo que en la plaza su atmósfera es amenizada con música de marimba.
Un vaivén de extranjeros, turistas nacionales y locales, intercambian saludos y sonrisas. En las calles peatonales las vestimentas tzotziles y de marca (por todos los que llegan de fuera) se entremezclan como una mancha multicolor.
Pero si en algo el turismo se siente cómodo es por los precios en los que las comunidades locales les venden ropa de manta, pulseras y todo tipo de souvenirs. Tan asombroso es conseguir una taza con delicioso café desde 5 pesos mexicanos, como un atuendo bordado a mano en menos de 50 pesos.
La comida es igual de accesible en San Cristobal de las Casas y existen restaurantes para todos los paladares, desde la cocina típica local, hasta establecimientos españoles, argentinos y brasileños.
Los chefs de otras latitudes han encontrado en este rincón mexicano un buen espacio para comercializar sus platillos.
Por esto y mucho más, si en México alguien puede sentirse orgulloso de tener pueblos como San Cristobal de las Casas es don Calixto, quien asegura que volverá porque “aquí la vida es más sabrosa…”.