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Ella es Lorena Andronikidis, escritora reynosense

16 de febrero de 2024 por Clarissa Grimaldo

Al mudarse a los Estados Unidos, tras culminar sus estudios universitarios, la joven tamaulipeca no solamente experimentó el choque de culturas y el doloroso distanciamiento de sus seres queridos. En ese transcurso también surgieron dudas del rumbo que tomaría su vida y la búsqueda de sus verdaderas pasiones, encontrando refugio en la literatura y convirtiéndose en una artista de las letras al lograr publicar su primer libro.

Desde pequeña Lorena Ibarra mostró interés por la naturaleza, los astros, y todo lo que engloba la esencia detrás de las artes, pero a pesar de que haber crecido en un ambiente donde los libros regían el hogar de su familia, jamás llegó a imaginar que en su descubrimiento personal la vida la llevaría a convertirse en autora de un emblemático poemario.
Nacida en Reynosa, municipio fronterizo del estado de Tamaulipas y donde residió hasta concluir sus estudios medios superiores, la joven arribó a la ciudad metropolitana de Monterrey para ingresar a la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), institución donde cursaría la carrera de Relaciones Internacionales y de la cual hoy en día es orgullosamente egresada.
Esto se convirtió en la pauta que marcó su inicio como mujer independiente, pero a pesar de graduarse con excelencia académica y con uno de los promedios más altos de su generación, daría lugar a cuestionarse qué rumbo tomaría su vida, ya que, progresivamente, aquel título no la definiría ni trazaría su futuro.
Es en ese emotivo vaivén que atravesaba Lorena, donde surgieron las preguntas que la llevaron a enfrentar y descifrar cuáles eran sus verdaderos anhelos y pasiones (como muchas de las personas jóvenes recién egresadas). Fue así que a sus 23 años encontraría la autenticidad del amor en un joven extranjero, y que meses después –como muestra del compromiso que ambos adquirieron de formar una familia–, la llevó a los Estados Unidos, donde comenzaría su vida como casada.
Lorena Ibarra, como era conocida en su país natal, México, optaría por adaptar el apellido de su esposo “Andronikidis” como una manera de puntualizar la nueva etapa que forjaría.
El primer destino al que se aproximó la pareja fue Pennsylvania. Ahí su estancia fue corta ya que tiempo después llegaron a Bonney Lake, ciudad en el condado de Pierce, Washington. Esta localidad, reconocida por sus majestuosas vistas hacia lagos y montañas, es ideal para quien adore la naturaleza, considerando que estar rodeado por senderos y bosques, puede ser un gran punto de inspiración para aquellos que disfrutan las comunidades cálidas y acogedoras.
Fue así que para aquella joven pareja, Bonney Lake fue el lugar elegido para comprar una casa y comenzar con la crianza de su primer hijo.

CONFRONTACIÓN PERSONAL
Siendo ya madre y esposa, las preguntas que meses atrás se habían evocado volvieron a manifestarse en el presente de la mexicana.
“Yo desde que era adolescente tenía mis diarios donde escribía, otras veces era mi manera de comunicarme, cuando tenía conflictos con mi madre, le escribía cartas y sólo esperaba a que las leyera”, relató la autora, recordando el medio de expresión que descubrió cuando era más joven.
Esto se suscitó como una de las pasiones que permanecían reprimidas y poco explotadas, considerando que en consecuencia de las horas dedicadas al estudio, los proyectos, exámenes y el empeño que le conllevó estudiar la licenciatura, la en ese entonces veinteañera, dejó de lado el aparente gusto que había descubierto por la escritura.
De tal manera, al experimentar un cúmulo de emociones dentro de una misma etapa, la necesidad de plasmar e identificar cada sentimiento que se manifestaba en sí misma, la llevaron a retomar el hábito de plasmar al papel todo eso intangible que se presentaba dentro de su mente.
“Ella siempre fue muy dada a expresarse por medio de la escritura, no solamente cuando algo le generaba conflicto, también cuando la hacía feliz; yo tengo reconocimientos que me regalaba cuando era Día de las Madres, su padre igual”, relató Lilia Lorena Torres Castro, su progenitora, también originaria de Reynosa y quien es maestra.
Lorena partió con esta pasión con diarios de gratitud, páginas en las que agradecía diariamente por todo aquello que experimentaba y las emociones que la regían. Como coloquialmente se dice, se explayó tan sinceramente que las hojas parecían quedar cortas a todas esos sentimientos y pensamientos a los que comenzaba a ponerle un nombre:
Considerando los miles y miles de kilómetros que separan a Lorena de su familia, si la soledad asechaba sus noches hasta hacerse presente, la joven tomaba una pluma y un espacio en su libreta para gestionar ese malestar.
Si la incertidumbre se asomaba por su ventana hasta irrumpir su pensamiento, cuestionándose asímisma ‘¿quién soy en la vida?’, ésta también convertía sus más internos duelos e inseguridades en poemas escritos vehemente desde la sensibilidad.
Esto provocó un genuino interés en Lorena, quien comenzó a sacar provecho de las bases que mantenía en sus diarios como una manera de proyectar ese choque cultural que vivía día con día, inclusive estando lejos de sus familiares, amigos y seres queridos. Ese era su medio para afrontar la falta afectiva que protagonizaba en sus tiempos de soledad y confusión emocional, incluso, aunque como tradición familiar, se acostumbrara a hacer llamadas con sus padres y hermanos, para, a pesar de la distancia, mantenerse al tanto.
En este viaje mental la escritora desnudó su alma en cada verso: “A veces me avergonzaba que la gente leyera lo que escribía, era como si mis emociones estuvieran expuestas a cualquiera que pudiera leerme”, expresó la entrevistada, quien impulsada por su hermana y su madre, comenzó a publicar sus textos en las redes sociales.
“Era raro cuando la gente decía identificarse con mis escritos, cuando mis propios familiares me decían ‘Lorena, yo también pasé por eso, también me sentí así, pero tú encontraste una manera de plasmarlo’, era inevitable no sentir cierta motivación”, agregó, recordando las primeras veces que sus poemas fueron leídos por sus seres queridos.

LA LLEGADA DEL LIBRO
Tras seis años viviendo en la Unión Americana muchas emociones encontradas y un sin fin de transcritos y borradores, llegó ’Despierta corazón’, la obra que sin propósito de ser conocida por el mundo, se convirtió en el primer libro de Lorena Andronikidis a sus 30 años de edad.
En este libro las páginas están impregnadas de momentos de introspección y autoconocimiento que –hasta el día de hoy–, sigue siendo una total sorpresa la materialización editorial de lo que en algún punto de la vida de la escritora, sólo fue un medio de expresión (personal) por el cual desprender la naturaleza emocional que residía en sí misma.
Esta antología de poemas cuenta con 270 páginas, las cuales están divididas por cinco capítulos, entre ellos: “Andando dormida”, “Un nuevo camino”, “Desaprendiendo”, “Oscuridad, luz y belleza”, “Andando despierta”, los cuales ahondan y recopilan un recorrido dentro de la travesía conceptual y conexión personal hasta lo que a día de hoy es la esencia de la reynosense, despojando etapas que cimentó en seis años de vivencias y las cuales fueron proyectadas en rimas, versos y prosas de cada acontecimiento.
“Se trataba de mostrarse vulnerable y sensible. Empecé a compartir un poema por aquí, otro por allá, uno con mi mamá otro con mi hermana y que incluso ellas comenzaran a conectar, a motivarme, ellas me incitaban a que los publicara”, detalló, reconociendo que lo que escribía bajo su autoría jamás fue con intención de que se convertiría en lo que es hoy, un libro sellado por una editorial.
Lorena, siendo hija de Alfonso Ibarra, quien también cuenta con obras escritas (más derivadas a lo académico), optó por seguir los consejos de su padre pasando en limpio los 200 poemas que en aquel momento ya había registrado. Esto se convertirá en la catarsis que transformaría su entorno.
A pesar de las sugerencias y el apoyo de sus familiares, decidió realizar este proceso por sí misma, recaudando la suficiente información sobre las estructuras impresas e investigando sobre casas editoriales con las que podría colaborar para la formación de su –para en este entonces–, inasible creación.
Siendo ciudadana de Estados Unidos logró llamar la atención de imprentas en ese país, lo que para escritores principiantes podría ser una oportunidad imposible de desaprovechar; sin embargo, el requisito de todas aquellas era financiar la antología si ésta se traducía al inglés, lo que no le agradó del todo a la autora, al querer mantener las raíces del lenguaje natal que conformó cada una de las palabras de su manuscrito, «el español».
La espera fue oportuna, ya que tras realizar una investigación, se contactó con ‘Circulo Rojo’, editorial española reconocida por su impecable labor con autores que van comenzando en el mundo de las letras.

LA VIDA EN POEMAS
‘Despierta Corazón’, sumerge al lector en una narrativa digerible pero digna de reflexionar el significado detrás de cada poema y cada ilustración diseñada por su colaboradora
Aime Forémar (también mexicana), quien enriqueció de manera sutil y genuina la formación gráfica y visual de lo escrito.
Así como lo indica el título, se despierta la oscilación de patrones y emociones de los que la escritora no era consciente en su momento, pero que al fomentar y cultivar la sensibilidad y delicadeza de los ‘dolorcitos’ de la vida, hoy en día es capaz de releer e identificar todo eso que traspasaba en un ayer, y que en el hoy, ve toda esta trayectoria como un panorama de momentos de introspección que la guiaron a la mujer que es hoy en día; siendo esposa, hija, hermana, amiga, una artista de letras y madre de dos niños, ella es Lorena Andronikidis.
La joven espera que sus temas sirvan de inspiración para otras personas, las cuales pueden encontrar este libro en plataformas como Amazon. Sin así buscarlo, Lorena Andronikidis es también un orgullo de Reynosa y un ejemplo de superación.

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