Algunas señales que parecen normales en la mayoría de los seres humanos son, en palabras médicas, un foco de advertencia de que algo en el organismo anda mal, aunque por lo general casi nadie les preste importancia, tales como el ruidoso resuello -mientras
descansa en la comodidad de su alcoba- o quedarse dormido involuntariamente.
Sin embargo, según especialistas, desatender esos síntomas puede empeorar la calidad de vida de un paciente y hacer que fallezca de manera prematura.
En Reynosa, Gualberto Guzmán Torres es uno de los neurólogos que están alertando a la población sobre los trastornos del sueño, de los riesgos de las enfermedades y malos hábitos que los provocan. Un ejemplo son los desórdenes alimenticios.
De acuerdo con la prestigiada empresa encuestadora Gallup, que realiza estudios diversos de demografía, salud y bienestar social en los Estados Unidos, la región del sur de Texas es considerada como una de las zonas más obesas por su número de habitantes (pasados de peso). El 38.8 por ciento de la población lo padece.
No muy lejos, en Tamaulipas el 73 por ciento de los adultos presentan los mismos cuadros y, para colmo, en su zona fronteriza radican los niños más “gorditos” de la entidad, de acuerdo con el Comité Municipal Multidisciplinario Para la Atención y Prevención de Sobrepeso y Obesidad (Compaso).
En ese renglón México ocupa, el primer lugar, conforme lo estipula la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pero independientemente de las escandalosas cifras, lo que la mayoría de la gente desconoce es que -además de los padecimientos más populares que surgen a raíz de la ingesta desproporcionada de comida chatarra, como la diabetes e hipertensión arterial-, existen otros síndromes que están ampliamente relacionados, que son muy comunes y pueden avisar de un problema de salud a tiempo. se trata de los trastornos del sueño.
“Hay una gama grande de enfermedades neurológicas y no neurológicas, cuya principal manifestación es que el paciente tiende a quedarse dormido en diferentes circunstancias. Ya sea de día, de mañana, tarde o no importa la hora ni la actividad que se esté realizando. Puede ser tan importante como ir conduciendo un automóvil o tan sin importancia como estar viendo televisión.
“Muchas personas dicen que quien tiene estos síntomas está grande de edad o cansado. Le echa mucho la culpa a otras cosas sin saber que esto es una enfermedad”, alerta Guzmán Torres.
ALGO QUE DEBE SABER
El neurólogo por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), indica que del paciente que usualmente se duerme realizando actividades cotidianas se dice que padece narcolepsia, cuyo diagnóstico apunta a alteraciones en el sistema nervioso central.
“Existe una clasificación para nombrar los diferentes tipos de anomalías que lo dan como consecuencia. No quiere decir que dependa solamente de una enfermedad en particular, porque puede ser una o la combinación de varias.
“La más común en todo el mundo, y una de las que vemos mucho en nuestra región, se llama el ‘Síndrome de Pickwick’. Se trata de pacientes, generalmente, de edad madura entre los 30, 40 o 50 años. Por lo regular pasados de peso, cuyos síntomas son estar sentados platicando y se quedan dormidos”, detalla.
¿Por qué ocurre eso? El experto refiere que la cantidad de grasa sobre el abdomen y tórax hace que los músculos respiratorios se fatiguen fácilmente y la sangre se oxigene menos, terminando por causar una alteración en la composición del fluido sanguíneo de cada paciente y que disminuya la ventilación al cerebro, aumentando -por lo tanto- la cantidad de C02 (bióxido de carbono).
Afirma que perder de ésta forma el conocimiento es motivo para alarmarse, simplemente porque implica una morbilidad importante, al aumentar el riesgo de muerte súbita durante el sueño y de infartos al miocardio.
“Esto puede ocurrir porque baja el aporte circulatorio de oxígeno y la ventilación normal de bióxido de carbono. La eliminación de este gas llega a niveles tóxicos no sólo para el sistema nervioso central, sino también para todos los órganos incluyendo el corazón”, señala Guzmán Torres.
Este médico ilustra que conforme aumenta la población pasada de peso el síndrome de Pickwick se está viendo cada vez más frecuente.
Pero no es el único, sino que existen otras enfermedades las cuales se caracterizan específicamente por somnolencia patológica, anormal, de que una persona se quede dormida durante actividades cotidianas.
“Hay un montón de causantes neurológicos y no neurológicos que causan éste problema. Actualmente se utilizan exámenes de laboratorio y principalmente el estudio de polisomnografía. Este último lo usamos para diagnosticar y clasificar específicamente los trastornos de respiración, de oxigenación. No solamente los que atienden algunos otorrinos y neumólogos, que tienen que ver con apnea respiratoria u obstructiva, esto es algo frecuente, pero las consecuencias son igual o peor de severas que los problemas neurológicos”, comenta.
El especialista del Centro de Neurología Integral pormenoriza que a las apneas se les ha dado más importancia, porque son potencialmente curables con una cirugía de paladar o un Cpap (terapia de ventilación), pero la manifestación más cruenta tiene que ver con el “Pickwick”.
El doctor Gualberto Guzmán Torres describe que socialmente a una persona le puede afectar quedarse dormida en una charla, platicando con su familia, viendo la televisión o trabajando, pero es peor si le toca manejando, porque probablemente sea la última vez que lo haga.
“Pero aquí el hecho no es ese, lo social, sino lo médico. El daño que se está causando a la circulación cerebral que influye en la memoria, en la sobrevida a largo plazo y también la afectación del corazón. El riesgo de infarto súbito o muerte súbita es extremadamente alto, se eleva cinco o 10 veces”, avisa.
Dormirse sin quererlo, añade el profesionista, provoca que aumente hasta en un 30 por ciento el riesgo de mortalidad en una persona y cada año se incrementa.
¿ES BUENO O MALO RONCAR?
Se considera que tradicionalmente quienes roncan se encuentran disfrutando y duermen de manera profunda, aunque a decir de este neurólogo, esta práctica involuntaria está íntimamente ligada con problemas de salud.
“Desgraciadamente esto se debe al efecto que sucede al relajarse los músculos de la base de la lengua y el velo del paladar. Eso hace que la lengua vaya hacia atrás, choque con el paladar y obstruya el paso de la columna de aire a través de la nariz.
“Por ese motivo el paciente tiene que abrir la boca para respirar y la arcada dentaria impide que se cierre nuestra vía aérea bucal, que está parcialmente cerrada. Aunado a la saliva que se acumula en nuestra boca por no deglutir durante el sueño y la profundidad del mismo, hace que el paciente jale aire y se produce característicamente el ruido del ronquido.
“Entre más fuerte jalamos aire, usualmente es más poderosa la inspiración que la expiración. Entre más obstruida esté la vía aérea más ruido va a ocurrir y esto no es nada normal”, subraya el doctor Guzmán Torres.
Lo peor del caso es que el efecto sobre los órganos es severo, causando un deterioro y aumentando el riesgo de que la persona se ahogue.
“Roncar es un síntoma y entre más fuerte sea el ronquido quiere decir que se está teniendo dificultades respiratorias. Primero que todo se va a tener malos sueños, sueños con pesadillas o sueños muy vívidos que asustan o aterrorizan.
“Mucha gente le busca para tratarle de encontrar lo que significan los sueños y que si le tienen miedo a esto, al otro, y que sienten que se están cayendo y que sienten que se están elevando y que sienten que se están ahorcando y que sienten que la están correteando. Simple y sencillamente deje de roncar, voltéese y listo (risas). Tu subconsciente te está diciendo que no te duermas, que te mantengas activo, estás respirando mal y por eso estás sufriendo”, menciona.
SOLUCIÓN A LA VISTA
El médico del Centro de Neurología Integral de Reynosa, localizado en la colonia Del Prado, explica que para atender este tipo de patologías es importante no solamente hacer un diagnóstico.
“Mucha gente piensa, voy a hacerme un estudio del sueño, pero la mayor parte de esos estudios no son completos. Los pacientes van y sólo les ponen un aparato en la nariz y boca para medirles nada más problemas obstructivos. Que si se nos está cayendo la lengua, que si roncamos, todos lo vamos a tener y no es necesario ir al hospital para que me hagan esto.
“El estudio correcto se llama polisomnografía, que significa analizar por completo la actividad cerebral durante el sueño, los movimientos oculares, que nos van a decir, junto con la actividad cerebral, en qué etapa del sueño se encuentra el paciente. Se monitorea la oxigenación, la expulsión del CO2, el esfuerzo respiratorio, si se está batallando para respirar, de una forma que permite hacer la distinción entre una apnea obstructiva puramente, contra una de origen central o cerebral.
“Esto nos permite saber si lo que se está teniendo es una crisis convulsiva, si es cualquier otra manifestación de daño cerebral o del daño en las vías que controlan de respiración y latido cardiaco durante el sueño”, define.
Guzmán Torres agrega que la polisomnografía es una de las mejores herramientas con la que también se puede determinar si se está teniendo una arritmia cardiaca (puesto que se monitoria el corazón y la presión arterial) infartos o una esquemias que haga que la persona hiperventile o dejes de respirar. Lo mismo se detectan parasomnias como el sonambulismo y otras alteraciones como dormir mucho.
“Además de los electrodos el estudio emplea una cámara que monitorea a la persona durante el sueño, aparte de la temperatura y la presión arterial. Ese es un estudio completo y es de gran utilidad para buscar un tratamiento adecuado”, destaca.
Al final este neurólogo pone en relieve que quedarse dormido o roncar no debe tomarse a la ligera, porque las expectativas de vida pueden reducirse de manera dramática.
Casos raros
Si bien uno de los síndromes en franco crecimiento poblacional es el de “Pickwick”, hay otros muy raros que el Centro de Neurología Integral de Reynosa atiende.
“Uno de los más extraños es el de la ‘Maldición de Ondine’, cuyo nombre proviene de la mitología alemana, porque es un dios al que le castigaron por haber sido infiel. De manera que el castigo es no poder respirar si se queda dormido.
“Esto sucede en raras circunstancias en dos condiciones neurológicas: una, que el paciente tenga una muy pequeña embolia en tallo cerebral, que específicamente dañe el centro de control involuntario de la respiración y sucede que solamente puede respirar estando consciente de que puede hacerlo.
“Uno puede estar dormido sin estar consciente y el organismo solo controla la respiración. Normalmente, voluntariamente una persona puede respirar, retener el aire, sostener la respiración, parar la respiración en determinado momento. Todo es controlado a nivel cerebral y por receptores que existen tanto en el corazón como en los vasos sanguíneos y el sistema nervioso.
“Se le llamo ‘Síndrome de Ondine’, porque se pierde la capacidad de respirar automáticamente. Quienes lo padecen tienen que pensar voluntariamente en respirar, porque de otra manera mueren.
“Y otra de las condiciones es la esclerosis múltiple, que es una afección degenerativa y crónica del sistema nervioso central. Nos ha tocado ver estos dos casos, aunque es sumamente raro y al paciente lo tenemos que sostener en un ventilador artificial”, relata.
Por otro lado, una más de las alteraciones que son muy inusuales, pero que llaman mucho la atención de la medicina es el “Síndrome de Kleine Levin”, haciendo que quienes lo sufren pasen la mayor parte del tiempo dormidos.
“Se habla de mil 200 a mil 300 pacientes en todo el mundo y a nivel anual el porcentaje de personas que surgen con la enfermedad no llegan a ser uno o dos. Reúne una serie de características especiales, como ser adolescente.
“No es aplicable a la juventud actual, que la caracteriza por dormir mucho tiempo en ciertas etapas y en otras semanas no dormir nada. No es así. Usualmente es característico de éstas personas dormir exageradamente sin control”, indica.
Guzmán Torres manifiesta que a esta enfermedad se le conocía antes, cuando se empezó a describir, como el ‘Síndrome del Bello Durmiente’.
Cabe destacar que un 80 por ciento es más frecuente en hombres que en mujeres. Se presenta de los 13 a 17 años de edad como inicio y termina usualmente con la madurez de la persona, entre los 25, 27 o 30 años de edad.