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Los 19 migrantes guatemaltecos asesinados en el municipio fronterizo de Camargo, no eran criminales: cada uno tenía metas por cumplir, como Marvin, el futbolista profesional que aspiraba enrolarse en un equipo de la MLS; o Roliberto, el tecladista y director del conjunto musical “Amaneciendo con Cristo”, quien deseaba construirle una casa a sus tres hijos y uno más que viene en camino; o Cristina, una joven que quería llegar a los Estados Unidos para costear la operación de labio leporino de su pequeña niña.
México es un país exuberante, diverso, alegre, pero también funesto. De acuerdo con cifras actualizadas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp) cada 24 horas se cometen en promedio 95 homicidios dolosos.
Las fatales estadísticas (que son las más elevadas de los últimos 24 años) van sumando diariamente nuevas piezas al rompecabezas en el índice de criminalidad.
A veces es Jalisco el que protagoniza el incidente más violento. Otras ocasiones Guanajuato, Veracruz o Guerrero; sin embargo, Tamaulipas es probablemente la entidad federativa que más ha permanecido en semáforo rojo durante los últimos 13 años.
Aunque el comportamiento en la tasa de mortalidad responde a causalidades de diversa índole (como delitos contra la salud, secuestro, extorsión, tráfico de personas y asaltos), se observa que la mayoría de los asesinatos tienen como común denominador tanto a policías como al crimen organizado, ya sea que hayan sido cometidos de forma individual, grupal o, como lo recientemente ocurrido en la región, a manera de exterminio.
Por esta razón parte de la sociedad mexicana, de aquí y de otras zonas de la República, ha aprendido a identificar el significado de algunos números, dadas las atrocidades con las que se encuentran asociados, como los “72” de San Fernando, los “43” de Ayotzinapa y, ahora, los “19” de Camargo. Esos dígitos han quedado estampados con sangre en las páginas de la historia moderna de este país.
LA MALDICIÓN LOS PERSIGUE
Y es nuevamente Tamaulipas el territorio que entra en escena. Desde el pasado 23 de enero el pequeño poblado de Camargo en la denominada “frontera chica” –que colinda al norte con Río Grande, Texas; al oeste y este con los municipios de Miguel Alemán y Díaz Ordaz y al sur con General Bravo, Nuevo León–, es el epicentro de la nueva escalada de violencia nacional.
En un camino rural del ejido Santa Anita, a 14 kilómetros de la mancha urbana, y que apenas aparece en el mapa geográfico, se encontraron varios cuerpos calcinados sobre la batea de una camioneta, al interior de un vehículo y otros más en medio de la maleza.
Los Servicios Periciales del gobierno estatal contaron 19 cadáveres en total, que fueron trasladados primero a una funeraria en la ciudad de Miguel Alemán y luego a las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo) de Reynosa, para el procesamiento científico y recabar las muestras de ADN.
El cruce de información entre el hallazgo de los restos y las noticias de la desaparición de varios ciudadanos de origen centroamericano (que desde el jueves 21 de enero a las 15:00 horas habían perdido comunicación con sus seres queridos) activaron inmediatamente los protocolos internacionales de asistencia consular.
Aunque al cierre de esta edición continúan realizándose las averiguaciones de oficio, las circunstancias hacen pensar que efectivamente se trata de los migrantes guatemaltecos:
Santa Cristina García Pérez, Dora Amelia López Rafael, Paola Damaris Zacarías Gabriel, Oscar Velásquez Ramírez, Edgar López y López, Adán Coronado Marroquín, Marvin Alberto Tomás Tomás, Élfego Roliberto Miranda Díaz, Osmar Neftalí Miranda Baltazar, Robelson Elías Tomás Isidro, Anderson Marco Antulio Pablo, Nivaldo Danilo Jiménez Ramírez, Iván Gudiel Pablo Tomás y otras seis personas cuyos nombres todavía no han sido divulgados por las autoridades.
De acuerdo con los primeros reportes, además de haber sido incinerados, algunos cuerpos presentaron impactos de bala. Como no fueron localizados los casquillos ‘in situ’, la fiscalía de Tamaulipas considera que pudieron haber sido asesinados en otro lugar, en un hecho que ha horrorizado a Guatemala, a México y a países de la región.
En medio de una pandemia pocos acontecimientos han conseguido ocupar los principales espacios de los medios informativos. La tragedia de Camargo, Tamaulipas, la comenta todo el mundo. Diarios como El País de España, The New York Times y la cadena estadounidense CNN dedicaron espacios para contar este suceso.
MORIR MIGRANDO O MORIR EN LA MISERIA…
En un principio algunas versiones supusieron que las víctimas formaban parte de alguna banda delincuencial, algo que niegan rotundamente las familias afectadas, que a 2 mil 100 kilómetros de distancia ni siquiera han podido hacer el viaje para identificarlos, porque no cuentan con dinero para ello. De hecho algunos empeñaron sus casas para pagar el pasaje de sus seres queridos, cuyo destino planeado era los Estados Unidos.
Entre las víctimas mortales encontradas en una brecha del ejido Santa Anita se encontraba el futbolista guatemalteco Marvin Alberto Tomás, El Zurdo, de 22 años, quien juegaba en el club de la tercera división de su país, Juventud Comiteca.
En la página oficial de Facebook el club condenó la masacre registrada en Tamaulipas.
Entrevistados por medios locales, nacionales e internacionales algunos de los padres y hermanos de los desaparecidos se ahogan en llanto. Un caso es el de doña Olga, humilde habitante del poblado de Comitancillo, localizado a 300 kilómetros de la capital guatemalteca.
Ella sabía lo peligroso que era que su hija Santa Cristina García Pérez, de 22 años de edad, viajara para la frontera mexicana, pero no la pudo convencer de desistir.
“Ella se fue a luchar allá para el bienestar de la familia”, dijo apesadumbrada mientras sostenía su retrato.
Comentó que la joven trabajaba en su país como empleada doméstica, mas no ganaba lo suficiente, pues su meta, confesó, era conseguir los recursos económicos para poder curar a su hija con labio leporino.
Pero justo unos pocos kilómetros antes de la franja limítrofe de México y Estados Unidos su recorrido fue interrumpido abruptamente, al igual que el de diez muchachos de su comunidad y otros ocho de su misma nacionalidad.
Pero la señora Olga ahora, además de sufrir la muerte de su hija, tiene que pagar 65 mil quetzales (alrededor de 170 mil pesos mexicanos) que pidieron prestados para que ella pudiera viajar. Si no los cubre tendrá que abandonar su propia casa porque la dejó empeñada.
“Ella me dijo, –Mami, yo te voy a mandar lo que tú quieras cuando llegue a los Estados Unidos–. Yo le rogaba que se quedara, pero ella me respondía, –¿Y las personas que van a estar acá nunca se van a morir? Si así es el destino papá Dios me va a llevar a los Estados Unidos y si Dios dice aquí nomás…, las manos de Dios están con mi vida–, dijo cuando se fue”, recordó afligida ante el reportero Raúl Barreno.
ERAN INOCENTES
Enclavada en una comunidad montañosa de la zona de Comitancillo, del departamento de San Marcos, se encuentra la misión Efesios 6:17, una pequeña iglesia fundada por Élfego Roliberto Miranda Díaz. Los lamentos se escuchan a la redonda, porque este ministro se encuentra en la lista de los 19 migrantes guatemaltecos que fueron ejecutados.
La víctima había destacado en su localidad no solamente por predicar la Palabra de Dios, sino porque además de ser el pianista y director del grupo musical “Amaneciendo con Cristo”, fungía como representante de asuntos comunitarios y era profesor de un colegio particular.
Élfego Roliberto se graduó como perito contador por la Universidad de San Carlos de Guatemala, pero decidió intentar la travesía hacia los Estados Unidos, porque quería brindarle un techo digno y una mejor educación a sus tres hijos, y al niño que su ahora viuda, Ana Marisol López, lleva en el vientre.
El caso tiene sumido a este poblado en un ambiente de desánimo entre familiares y vecinos. Su madre hizo el viaje a la capital guatemalteca para arreglar los trámites –como los análisis de parentesco y buscar la repatriación–, mientras que los hermanos se han encargado de contarle a la prensa nacional e internacional quién era este padre que ha sido masacrado.
“La verdad nos sentimos tristes porque él ha perdido la vida, soñaba con ayudar a su familia. El día jueves 21 de enero fue la última vez que pudimos hablar con él. Decía que se encontraba en un monte con muchas espinas, pero que se sentía muy feliz porque estaba muy cerca de la frontera americana.
“Nos comentó que tenían cinco horas detenidos, pero que permanecían escondidos porque los policías mexicanos los estaban siguiendo. Mi mamá le dijo –¡Ay mijo!, ¿y si de repente te pasa algo?–, pero él respondió: –No me va a pasar nada, te voy a llamar cuando llegue a la frontera–, entonces colgó la llamada y ya no volvimos a saber de él en vida”, relató su hermana.
Otro de sus hermanos detalló que por más preparado que Élfego Roliberto estuviera, no ganaba lo suficiente para poder sostener a su familia y por eso emigró.
“¿Cómo recuerdo a mi hermano?, bueno pues él era muy amable con nosotros, muy inteligente, nos ayudaba en diferentes formas. Estamos tristes. En la comunidad todos lo conocen y era muy buena gente, pero lamentablemente sucedió este hecho y no hay nada más que hacer.
“Le pido al gobierno de Guatemala ayuda, porque somos familias de escasos recursos, no tenemos un empleo, no tenemos un sueldo, lo que ganamos son 50 quetzales al día (unos 125 pesos), y no hay mucho trabajo, sólo dos o tres días a la semana. Necesitamos que nos ayuden para traer sus restos”.
Frente a las cámaras el joven no pudo evitar el llanto al pedirle al gobierno de México que esclarezca la muerte de Élfego Roliberto y sus connacionales.
“Que nos expliquen por qué los mataron, si ellos eran inocentes; no eran asesinos, no eran ladrones, sólo buscaban un futuro mejor. No sé por qué ellos incendiaron a toda la gente, porque no merecemos morir así, porque somos seres humanos, porque todos tenemos el derecho a la vida. Pido al gobierno mexicano que pueda ayudar a todos los paisanos guatemaltecos que pueda ayudar, que no los traten así, que no exista el racismo porque todos somos iguales.
“Mi hermano Élfego era el obrero de la iglesia, de la misión Efesios 6:17 que dice ‘Y tomad el escudo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios’… y era el director del grupo ‘Amaneciendo con Cristo’; era pianista y los instrumentos aquí quedaron, todos estamos de luto. Pedimos al presidente de México (Andrés Manuel López Obrador) que le de órdenes a los policías para que no puedan matar a los migrantes, porque ellos no son delincuentes”, declaró este deudo.
Las familias, unidas también por el dolor que las embarga, quieren contarle al mundo que a estos migrantes les arrebataron cruelmente su vida.
‘TAMBIÉN EN TAMAULIPAS, LA VIDA NO VALE NADA…’
Marvin Alberto Tomás Tomás era un futbolista profesional que aspiraba debutar en un equipo de la MLS, pero más allá de sus sueños un motivo más fuerte lo hizo tomar la decisión de abandonar el país centroamericano para embarcarse en una aventura que se interrumpió de manera soez y despiadada. Necesitaba dinero para pagar el tratamiento médico de su madre enferma, dijo su hermana Lidia.
Este migrante de 22 años, nativo de un poblado conocido como Las Flores, fue integrante del equipo Juventud Comiteca, de la Tercera División del balompié guatemalteco. William Matías, vicepresidente del conjunto, identificó al habilidoso jugador zurdo, en base a las fotografías del mortal ataque que circularon en las redes sociales.
Inmediatamente después la junta directiva, el cuerpo técnico, futbolistas y la afición publicaron un comunicado para repudiar el asesinato de sus compatriotas y le dedicaron un video en homenaje póstumo.
Aunque todavía la cancillería mexicana no ha confirmado oficialmente los nombres de las víctimas, el gobierno guatemalteco ya dio por hecho que son sus compatriotas, por algunas imágenes en las que pudieron observarse los rostros de los fallecidos.
Organizaciones de migrantes en la región también han condenado y lamentado el multihomicidio, como la Asociación Civil Justicia Tamaulipas, que ha solicitado a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) intervenir en el caso de Camargo por los crímenes de lesa humanidad.
Tanto ha sido el temor a migrar que una parte de la nueva caravana que salió desde los países centroamericanos se detuvo en Guatemala. Hubo quienes decidieron declinar en sus aspiraciones de viajar más al norte del continente, mientras que otros migrantes fueron disueltos por las autoridades locales.
Entretanto, los habitantes de Camargo, Tamaulipas solicitan a las autoridades que intervengan para que detengan los hechos de violencia en esa región y piden paz para sus familias. Las actividades económicas de ese municipio que, de acuerdo con el más reciente Censo de Población y Vivienda tiene una población de 15 mil habitantes, están enfocadas a la agricultura, la pesca y el comercio.
Como dato cronológico dicho poblado no había trascendido tanto en los últimos 155 años, desde el año 1866, cuando más de 800 personas murieron en la histórica batalla de Santa Gertrudis (que significó la derrota de las tropas del imperio de Maximiliano contra el Ejército Mexicano de Benito Juárez), muy cerca de la región donde fueron encontrados los cuerpos de los migrantes guatemaltecos. Ahora recibe la atención porque se ha vuelto noticia mundial.
Sobre los hechos la autoridad investigadora tiene varias líneas de investigación. Una es que los cuerpos pudieron ser trasladados desde el estado de Nuevo León. Otra, que habrían sido agredidos por algún bando contrario al que los estaba traficando hacia la Unión Americana, o que incluso, pudieron ser atacados por policías al confundirlos con delincuentes.
Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, aseguró que este incidente no tiene punto de comparación con la masacre ocurrida en el municipio de San Fernando, Tamaulipas, por las dimensiones de ingobernabilidad en las que se encontraba la entidad. Aquel suceso en el que fueron encontrados 72 personas muertas está por cumplir en abril próximo una década.
No obstante, el actual gobierno federal mexicano ya atrajo el caso para determinar con la ayuda de peritos dónde es que los migrantes hicieron sus últimas llamadas y coadyuvar en las indagatorias.
Por lo pronto, el Estado de Guatemala comenzó a realizar el muestreo de información genética y trabaja de manera coordinada con las contrapartes mexicanas para determinar si hay lazos sanguíneos con los restos humanos encontrados en Camargo. Cuando las autoridades dispongan de los elementos, los cuerpos podrían ser repatriados vía aérea hasta el lugar donde son originarios.
FAMILIAS DESTRUÍDAS
Entre las víctimas se encuentran varios menores de edad. Roberson Elías Tomás Isidro, de 17 años, originario de la aldea El Duraznal, también en Comitancillo. En ese grupo de fallecidos hay al menos tres mujeres y la gran mayoría eran pertenecientes a comunidades indígenas de la etnia Mam de origen maya.
Como lo confirmaron sus familiares, también hablaban en dialecto, como Dora Amelia López Rafael, de 23 años de edad. Ella era oriunda de la estancia Sipacapa. Su padre, Santos Leocadio López dijo que dejó tres niños huérfanos.
Paola Damaris Zacarías Gabriel, la primera migrante en haber sido identificada, era nativa de Huitzitzil de Catarina y tenía 22 años.
Se supo también que Adán Coronado Marroquín procedía de Comitancillo y tenía 31 años de edad y que Anderson Marco Antulio Pablo apenas había cumplido los 16. Era originario del cantón Nueva Esperanza Tuilelen, al igual que Ribaldo Danilo Jiménez Ramírez, de 18 años, mientras que Edgar López y López residía en la aldea de Chicajalaj en la misma región de Comitancillo.
Sus seres queridos estallan en llanto nada más de imaginar las torturas que pudieron sufrir, si les dispararon o los quemaron vivos. En las entrevistas hacen largas pausas y se quedan pensando. Luego preguntan por qué tanto odio y falta de compasión.
Lo cierto es que mientras 19 familias sufren la desgracia de haber perdido a sus seres amados, diariamente continúan arribando a la región fronteriza de Tamaulipas más personas que buscan cruzar a los Estados Unidos. Y es un riesgo que se toman de vida o muerte.
Dejar la patria
Entre montañas, calles de terracería y humildes casas de adobe, Osmar Neftalí Miranda Baltazar, vivió hasta sus 19 años de edad. La falta de oportunidades le obligó a renunciar al terruño donde forjó sus sueños de juventud y de infancia.
Viajó miles de kilómetros para intentar llegar a los Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, porque quería ayudar a su familia.
De la aldea de Chicajalaj, Comitancillo, en la provincia de San Marcos, partió con la esperanza de lograr una vida digna, pero abrupta y repentinamente una tragedia consumiría sus sueños y sus días.
Ahora la tribulación reina en la casa de la familia Miranda, a dónde por estos días acuden vecinos, amigos y conocidos del fallecido.
Don Álvaro, su papá, solicitó ayuda para solventar los gastos funerarios de su hijo y ha compartido el número de cuenta Banrural 4608054867 por si alguien gusta apoyar.
Osmar Neftalí trabajaba en la capital de Guatemala desde hace tres años, recuerda su progenitor, pero hace un mes que el muchacho cambió de opinión para buscar otro porvenir.
“Aunque yo no quería mandarlo hasta allá, él me estuvo insistiendo. Me decía, –Mira papá échame la mano porque quiero salir adelante, quiero luchar por ustedes para que se salgan de esa pobreza que estamos viviendo aquí en Guatemala–“, dijo al desdichado padre.
El día 16 de enero se despidió de su familia y emprendió el largo e inesperado camino. La tarde del pasado 23 de enero fue encontrado muerto en el municipio fronterizo de Camargo, Tamaulipas.
Aunque las autoridades están aún por confirmar oficialmente su identidad y la de otras 18 personas halladas en el mismo lugar, don Álvaro sabe ya que en ese grupo viajaba su muchacho y se está preparando para el triste y doloroso regreso de sus restos.
“A la gente de buen corazón que guste apoyar se lo vamos a agradecer porque es muy costoso traer el cuerpo de mi hijo desde allá. Si tienen su voluntad de colaborar es bienvenida”, comentó.
DESTINO INESCRUTABLE
Robelson Elías Tomás Isidro es otro nombre en la lista de víctimas indígenas migrantes que murieron en los límites de Nuevo León y Tamaulipas. María Florinda Isidro Díaz y María Fidelio Díaz López, madre y abuela del joven de 15 años, hablaron de la incertidumbre que viven y pidieron apoyo en los medios de comunicación en su dialecto natal mam. En este hogar de seis hijos, Robelson Elías era el más joven de todos.
Algunos periodistas guatemaltecos como Nelson Abel Agustín Cardona y la conductora, Sofy Vicente, han dado voz a las familias de los ejecutados en Camargo. Ambos están encabezando una campaña de recaudación de dinero para poder apoyarlas.
A medida que transcurren los días se conocen más detalles de esta tragedia que embarga no solamente a un pueblo, o a un país entero, sino a millones de lationoamericanos que sufren directa o indirectamente el destino trágico de muchos compatriotas migrantes.
Los periodistas locales han referido que entre las víctimas de Camargo, Tamaulipas, podría estar un ‘coyote’ del departamento de la localidad de Santa Cruz en el departamento de San Marcos, pero la información aún no ha sido confirmada por las autoridades.