
Para la llamada “niña prodigio” Paloma Marlene Noyola, hay otras cosas más importantes en su vida que ser la campeona nacional en Matemáticas, al asegurar que es una gran presión acaparar los reflectores de todas las cadenas de televisión y de la prensa nacional e internacional.
“Me siento abrumada, son muchas preguntas, pero definitivamente voy a ir al Campeonato de Cálculo Mental a celebrarse en el Tec de Monterrey Campus Estado de México y me voy a traer los primeros lugares”, dijo.
La entrevista se llevó a cabo en el Museo Casamata, donde Paloma Marlene asistió para apreciar una exposición de aves migratorias y se hizo acompañar de los alumnos del primer grado de la escuela Secundaria Técnica Número 4 “General Lázaro Cárdenas” donde ella estudia.
Paloma Marlene dice que al final de cuentas el campeonato no le quita el sueño. Entre las cosas que le preocupan están la fuga de cerebros, la inseguridad y la violencia que se vive en Matamoros y pidió al gobierno convertir a Matamoros en una ciudad segura.
“Me gustaría mucho estudiar y que las oportunidades fueran en Matamoros, pero si hay un ofrecimiento para superarme en otro Estado incluso en otro país seguramente me iría porque de lo que se trata es de progresar”, externó.
Sobre su película y música preferida Paloma Marlene refiere “Mi favorita es la saga de la película Crepúsculo, me encanta ver esa saga, pero no por el actor principal Robert Pattinson el novio de Kristen Stewart, sino por el actor que hace el papel del Lobo”.
La niña prodigio asegura que le fascina el actor Taylor Lautner, que aunque no es el actor principal de la película “Crepúsculo” para ella es un gran actor y seria un gusto enorme conocerlo.
Sobre la música que escucha señaló que le encantan las canciones del grupo cristiano “Tercer Cielo” y dice tener un disco de esa agrupación, pero lo que más le gustaría sería asistir a uno de sus conciertos.
Sobre los hábitos de la lectura asegura que en estos momentos lee la novela romántica “Un Halcón para una Reina” de la escritora Irlandesa Catherine Gaskin así es que combina sus estudios de la secundaria, el repaso para el campeonato de Cálculo Mental con la lectura de esta novela clásica escrita en 1973.
“Me gusta la fotografía, pero no pienso dedicarme a eso quiero ser educadora, quiero ser maestra, me encantan los chocolates Hershey’s, ya no me gustan las muñecas, ahora prefiero platicar con mis primas Aleli y Valeria ojalá tuviera más tiempo para platicar con ellas” manifestó Paloma mientras jugueteaba con sus compañeros de salón.
Paloma Marlene parece una niña igual que todas las de su edad, la fama no se le ha subido a la cabeza, aunque afirma que sus amigos y compañeros de la escuela siempre la felicitan porque sale en todos los periódicos.
“Las pláticas con ellos siempre radican por las veces que me mencionan en la radio y las televisoras nacionales e internacionales constantemente me entrevistan y me llaman la niña genio y la futura Steve Jobs como me bautizó la revista norteamericana “Wired”, soy feliz, en mi salón todos somos iguales” expresó.
Paloma Marlene comentó que asistió al programa de Laura Bozzo porque la presentadora le tenía preparada una serie de regalos que le habían prometido por motivo de su cumpleaños y consistió en una televisión de plasma, una computadora, las cuales ya están en su casa y está por llegar una sala.
Sobre su cumpleaños comentó que estuvo festejando en la escuela donde partieron un pastel con sus compañeros de salón, la directora de su escuela Genoveva Hii, la llevó a comer a “Mi Pueblito”, y ya por la tarde sostuvo una entrevista con la alcaldesa Leticia Salazar Vázquez.
“Estuvimos como una hora en la oficina de la alcaldesa Leticia Salazar y me ofreció darme todo el apoyo que necesite para ir al campeonato de Cálculo Mental y aparte del pastel, me regaló una caja con chocolates los cuales me encantaron” finalizó.
OTRA ‘GENIO’… IGNORADA
Elizabeth Adame Martínez, toma paciente sus clases de corte y confección en la escuela secundaria número 2 “Adolfo López
Mateos”, tiene una voz pausada y nada parece distraerla, contesta con serenidad a las preguntas de la prensa, ella es la otra “niña genio” que obtuvo primeros lugares en Matemáticas y Español cuando Paloma Marlene fue multipremiada.
Adame Martínez sigue esperando el reconocimiento de las autoridades educativas que nunca voltearon a verla, se dice ignorada ante la falta de oportunidades para superarse más y sobresalir tanto en Matemáticas (932 puntos) como en Español donde no sacó ni un solo error y su calificación fue perfecta.
“Estoy a la espera de que se me reconozcan mis calificaciones y Paloma se ha esforzado y merece esos reconocimientos, pero yo no me considero una ‘niña genio’, mi obligación es esforzarme para obtener buenas calificaciones” dijo.
Elizabeth proviene de una familia religiosa, profesan la Cristiana, su padre se llama Tomás Adame de oficio albañil y su madre Elizabeth Martínez que se dedica al hogar, tiene dos hermanos mayores y José Samuel es el que trabaja y ayuda a su señor padre con los gastos de la casa.
Vive en la colonia México por la calle Pedregal. Su calle esta pavimentada y cuenta con los servicios más elementales, pero aunque no se compara con la situación que vive Paloma Marlene asegura que tiene los suficientes méritos en dos materias para ser reconocida y premiada.
“Ahorita estoy repasando y estudiando todo lo que me están enseñando en la secundaria número 2, pero sobre todo recuerdo las enseñanzas de mi maestro de primaria Armando Lugo Zúñiga quien me proyectó con sus enseñanzas para que alcanzara la mayor puntuación en Matemáticas y Español cuando estaba en sexto grado de primaria”, expresó.
Por el momento no tiene pensado qué es lo que va a estudiar en el futuro o qué carrera pero asegura que le gustaría tener un negocio propio de belleza o de diseñadora de ropa, sabe que es una situación difícil, pero estudiando y esforzándose asegura que lo va a lograr.
“Sé que existen otros niños con talento en Matamoros y necesitamos que nos pongan atención, deberíamos de tener acceso a becas y otros estímulos, también tener un lugar donde prepararse para poder desarrollar más nuestras habilidades y que nos lleven a campeonatos para participar y demostrar que somos buenos estudiantes”, finalizó la estudiante de secundaria, mientras sonaba
el timbre de salida.
Cómo un nuevo método radical puede desatar una generación de genios
En su edición correspondiente al mes de noviembre, la prestigiada revista especializada en tecnología Wired, cuenta la historia de los alumnos de la escuela primaria “José Urbina López” y cómo su maestro, Sergio Juárez Correa, aplicó un método de enseñanza que ha logrado impresionantes resultados a nivel nacional entre lo que sobresalen los de la pequeña Paloma Noyola, quien ha ganado reconocimiento a nivel nacional tras obtener el primer lugar en la prueba ENLACE. Aquí se presenta la primera parte de la versión traducida de este reportaje publicado originalmente en inglés.
Por Joshua Davis
La escuela primaria “José Urbina López” se encuentra a un lado de un basurero cerca de la frontera entre Estados Unidos y México. La escuela le sirve a los residentes de Matamoros, una polvorienta y soleada ciudad de 489 mil habitantes que es un punto de alerta en la guerra contra las drogas. Hay balaceras continuamente y no es poco común para sus residentes encontrar cadáveres tirados en la calle en la mañana. Para ir a la escuela, los estudiantes caminan sobre un camino de tierra blanca paralelo a un canal pestilente. Una mañana había un tractor de la era de 1940, un bote encallado en una zanja y una manada de cabras comiendo pasto gris. Una barrera de bloques de hormigón separa la escuela del basurero –cuya parte más lejana es un cerro de basura que creció tan grande, que finalmente fue cerrado. La mayor parte de los días, un olor podrido se cuela por las paredes de cemento de los salones– algunas personas llaman a la escuela “un lugar de castigo”.
Para Paloma Noyola Bueno, una niña de 12 años, este era un lugar brillante. Hace más de 25 años su familia llegó a la frontera procedente de la parte central de México buscando una mejor vida. En lugar de eso, quedaron atrapados a un lado del basurero. Su padre pasaba todo el día buscando desperdicios, excavando en la búsqueda de piezas de aluminio, vidrio y plástico entre la basura. Recientemente había comenzado a desarrollar sangrado en su nariz, pero no quería que Paloma se preocupara. Era su pequeño ángel, la más joven de sus ocho niños.
Después de clases, Paloma llega a su casa y se sienta con su padre en el cuarto principal en su casa de cemento y madera. Su padre está vencido por el clima, un hombre delgado que siempre usa un sombrero vaquero. Paloma le recita sus lecciones del día con su uniforme escolar –polo gris y falda azul con blanco– para intentar animarlo. Tiene el pelo negro y largo, una frente alta y una forma pensativa y mesurada para hablar. La escuela nunca ha sido un reto para ella. Se sienta en filas con otros estudiantes mientras los maestros les dicen a los chicos lo que necesitan saber. No era difícil repetir lo que le decían y obtenía buenas calificaciones sin pesarlo demasiado. Mientras se dirigía al quinto grado, asumió que iba a lo mismo de siempre, lecturas, memorización y mucho trabajo.
Sergio Juárez Correa estaba acostumbrado a este tipo de clases. Por cinco años se paró frente a estudiantes y trabajo con el plan de estudios que le ordenó el gobierno. Era adormecedor para la mente y aburrido para los alumnos por lo que llegó a la conclusión que era una pérdida de tiempo. Los resultados de los exámenes eran pobres e incluso los estudiantes a los que les iba bien no estraban acoplados. Algo tenía que cambiar.
El también había tenido que crecer a un lado de un basurero en Matamoros y se había convertido en maestro para ayudarle a los niños a aprender lo suficiente para hacer más de sus vidas. Por eso en 2011 –cuando Paloma entró a su clase– Juárez Correa decidió comenzar a experimentar. Comenzó a leer libros y buscar ideas en la Internet. Pronto se encontró con un video describiendo el trabajo de Sugata Mitra, un profesor de educación tecnológica en la Universidad de Newcastle en Inglaterra. A finales de los noventas y durante la primer década del dos mil Mitra realizó experimentos en el que le dio a unos niños hindúes acceso a las computadoras. Sin ningún tipo de entrenamiento, fueron capaces de aprender una serie de cosas sorprendentes, desde inglés hasta la multiplicación del DNA.
Juárez Correa aún no lo sabía, pero había encontrado una filosofía de educación emergente, una que aplica la lógica de la era digital en el salón de clases. Esa lógica es inexorable: Entrar a un mundo de información infinita ha cambiado la forma como nos comunicamos, procesamos la información y pensamos. Los sistemas descentralizados han probado ser más productivos y ágiles que los rígidos y verticales. Innovación, creatividad y pensamiento independiente son cada vez más cruciales para la economía global.
Y sin embargo, el modelo dominante de educación pública está basado fundamentalmente en la revolución industrial que lo originó, cuando la puntualidad, regularidad, y atención eran valorados por los lugares de trabajo por sobre todo lo demás. (En 1899, William T. Harris, el comisionado de educación de Estados Unidos, celebró el hecho de que las escuelas hubiesen desarrollado la “apariencia de una máquina”, una máquina que enseña al estudiante a “comportarse en una manera ordenada, permanecer en su propio lugar, y no interferir en el camino de los demás”). Actualmente nosotros no profesamos abiertamente esos valores, pero nuestro sistema educacional –que evalúa rutinariamente la capacidad de los niños para repetir información y demostrar conocimientos en un limitado conjunto de habilidades– se orienta hacia la idea de que los estudiantes son material a ser procesado, programado, y probado en cuanto a su calidad. Los administradores escolares preparan
currículos estándar y guías que indican a los maestros qué enseñar cada día. Legiones de supervisores vigilan todo lo que sucede en el salón; en 2010 solo el 50 por ciento de los miembros del comité escolar en la escuela pública en los EU eran maestros.
Los resultados hablan por sí mismos: cientos de miles de niños abandonan la preparatoria pública cada año. De acuerdo con un reporte de 2013 sobre el servicio de evaluación ACT, de aquellos que se gradúan de preparatoria, casi un tercio no están “académicamente preparados para los cursos del primer año de facultad”.
El Foro Económico Mundial coloca a Estados Unidos en el lugar 49 entre 148 naciones desarrolladas o en vías de desarrollo en la calidad de la educación de matemáticas y ciencias. “La bases fundamentales del sistema son fatalmente obsoletas”, dice Linda Darling-Hammond, una profesora de educación de Stanford, y directora fundadora de la Comisión Nacional en Enseñanza y Futuro de América. “En 1970 las tres habilidades más importantes requeridas por los 500 de Fortune fueron lectura, escritura y aritmética. En 1999 las tres habilidades demandadas más importantes fueron trabajo en equipo, resolución de problemas, y habilidades interpersonales. Necesitamos escuelas que desarrollen estas habilidades”
Es por esto que una nueva generación de educadores, inspirados por cosas desde Internet hasta la psicología evolutiva neurociencia y la inteligencia artificial, están inventando nuevas formas radicales para que los niños aprendan, crezcan y se desarrollen. Para ellos, el conocimiento es un bien que se entrega del maestro al estudiante pero algo que emerge de la propia exploración, alimentada por su propia curiosidad. Los maestros proveen incentivos, no respuestas, y después se hacen a un lado para que los estudiantes puedan enseñarse a si mismos y el uno al otro. Están creando maneras para que los niños descubran su pasión- y descubriendo una generación de genios durante el proceso.
Juárez Correa se encontró a si mismo completamente absorbido por estas ideas en su casa en Matamoros. Entre más aprendía, más entusiasmado se ponía. En Agosto 21 de 2011 –el inicio del año escolar– entró a su salón de clases y jaló los maltratados escritorios de madera en pequeños grupos. Cuando Paloma y los demás estudiantes entraron, se veían confundidos. Juárez Correa los invitó a tomar asiento y después se sentó con ellos.
Empezó por contarles que había niños en otras partes del mundo que podían memorizar pi hasta cientos de puntos decimales. Podían escribir sinfonías y construir robots y aeroplanos. La mayoría de la gente jamás pensaría que los estudiantes en la escuela “José Urbina López” podrían hacer esa clase de cosas. Justo al otro lado de la frontera, niños en Brownsville, Texas, tenían laptops con Internet de alta velocidad y tutoría, mientras en Matamoros los estudiantes tenían electricidad intermitente, pocas computadoras, Internet limitado, y algunas veces no lo suficiente para comer.
“Pero ustedes tienen una cosa que los hace iguales a cualquier niño en el mundo”.
Dijo Juárez Correa. “Potencial”.
Vio alrededor del salón. “Y de ahora en adelante”, les dijo, “vamos a usar ese potencial para hacerlos los mejores estudiantes en el mundo”.
Paloma estaba en silencio, esperando a que se le dijera que hacer. No se daba cuenta de que durante los siguientes nueve meses, su experiencia escolar sería reescrita, vertida en un orden de innovaciones educacionales de alrededor del mundo, y elevándola a ella y a algunos de sus compañeros a la cumbre de las posiciones en México.
“Entonces”, dijo Juárez Correa, “¿qué quieren aprender?”
En 1999, Sugata Mitra era el científico en jefe de una compañía en Nueva Delhi que entrena desarrolladores de software. Su oficina estaba al borde de un barrio bajo, y en un día de presagios, decidió poner una computadora en un nido en una pared que separaba su edificio del barrio bajo. Le daba curiosidad ver qué harían los niños, particularmente si no les decía nada. Simplemente prendió la computadora y observó a distancia. Para su sorpresa, los niños rápidamente encontraron la manera de usar la máquina.
A través de los años, Mitra se volvió más ambicioso. Para un estudio publicado en 2010, cargó una computadora con materiales de biología molecular, y la puso en Kalikuppam, una villa del sur de India. Seleccionó un pequeño grupo de chicos de 10 a 14 años y les dijo que había cosas interesantes en la computadora, y tal vez querían echarle un ojo. Luego aplicó su nuevo método pedagógico: no dijo más, y se fue.
Durante los siguientes 75 días, los niños encontraron la manera de usar la computadora, y empezaron a aprender. Cuando Mitra regresó, aplicó un examen de biología molecular. Los niños respondieron correctamente alrededor de una de cuatro preguntas. Después de otros 75 días, con el aliciente de un amistoso habitante local, fueron contestando el resto de las preguntas correctamente. “Si pones una computadora en frente de un niño, y quitas el resto de las restricciones de los adultos, ellos se auto-organizan alrededor de ella”, dice Mitra, “como abejas alrededor de una flor”.
Un proselitista carismático y convincente, Mitra, se ha convertido en un ser querido en el mundo tecnológico. A principios del 2013 ganó un premio de un millón de dólares de TED, la conferencia de ideas globales, para seguir con su trabajo. Ahora se encuentra en el proceso de establecer siete “escuelas en la nube”, cinco en India y dos en Inglatera. En India, la mayoría de sus escuelas son edificios con un solo salón. No hay maestros, currículos, o separaciones por grupos de edad –solo unas seis computadoras y una mujer para estar al pendiente de la seguridad de los chicos. Su principio se define como: “Los niños están completamente a cargo”.
‘AL FINAL, SI TU NO ERES EL QUE CONTROLA TU APRENDIZAJE, NO VAS A APRENDER TAMPOCO’
Mitra dice que la revolución de la información ha habilitado un sistema de aprendizaje que antes no era posible. El exterior de sus escuelas será principalmente vidrio, para que los extraños puedan integrarse. Adentro, los estudiantes se reunirán en grupos alrededor de computadoras, e investigarán temas que les interesen. También ha reclutado un grupo de maestros ingleses retirados, que aparecerán ocasionalmente en grandes pantallas vía Skype, alentando a los estudiantes a investigar sus ideas –un proceso que Mitra cree que fomenta el aprendizaje–. Les llama la Nube Abuela. “Serán de tamaño real, en dos paredes” dice Mitra. “Y los niños siempre pueden apagarlas”.
El trabajo de Mitra tiene sus raíces en las prácticas educacionales que datan de la época de Sócrates. Teóricos que van de Johann Heinrich Pestalozzi a Jean Piaget y María Montessori, han argumentado que los estudiantes deberían aprender mediante el juego y siguiendo su propia curiosidad. Einstein dedicó un año a la escuela inspirada en Pestalozzi a mediados de 1890, y luego lo refrendó dándole la libertad de empezar sus primeros experimentos en la teoría de la relatividad. Los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, también dicen que su educación Montessori los embargó con un espíritu de independencia y creatividad.
En años recientes, los investigadores han empezado a retroceder hacia esas teorías con evidencias. En un estudio en 2011, científicos de la Universidad de Illinois en la Campaña Urbana, y la Universidad de Iowa escanearon la actividad cerebral de 16 personas sentadas frente a una pantalla de computadora. la pantalla estaba borrosa, excepto por un movible cuadro pequeño a través del cual los sujetos podían vislumbrar objetos descansando en una cuadrícula. La mitad del tiempo, los sujetos controlaban la ventana cuadrada, permitiéndoles determinar el paso al que examinaban los objetos; el resto del tiempo, veían una reproducción de alguien más moviendo la ventana. El estudio encontró que cuando los sujetos controlaban sus propias observaciones, exhibían más coordinación entre el hipocampo y otras partes del cerebro implicadas en el aprendizaje, y tuvieron un incremento del 23 por ciento en su habilidad para recordar objetos. “Al final, si no eres quien controla tu aprendizaje, tampoco vas a aprender”, dice el investigador en jefe Joel Voss, ahora un neuro científico en la Northwestern University.
En 2009, científicos de la Universidad de Louisville y del Departamento del cerebro y ciencias cognitivas del MIT, condujeron un estudio en 48 niños de edades entre 3 y 6 años. Se presentó a los niños un juguete que podía chirriar, tocar notas y reflejar imágenes, entre otras cosas. Para un grupo de los niños, un investigador demostró un solo atributo, y luego les dejó jugar con el juguete. A otro grupo de estudiantes no se les dio información alguna sobre el mismo. Este grupo jugó por más tiempo y descubrió alrededor de seis atributos del juguete; el grupo al que se les dijo qué hacer, descubrió alrededor de cuatro. Un estudio similar de la UC Berkeley, demostró que los niños a los que no se les dan instrucciones, fueron mucho más propensos a generar soluciones novedosas a un problema. “La ciencia es reciente, pero no es como si la gente no tuviera su intuición desde antes”, dice el coautor Alison Gpnik, un profesor de sicología en UC Berkeley.
El estudio de Gopnik está en parte influenciado por los avances en la inteligencia artificial. Si programas cada movimiento de un robot, dice ella, se puede adaptar a cualquier cosa inesperada. Pero cuando los científicos construyen máquinas que están programadas para probar una variedad de movimientos y aprender de los errores, los robots se vuelven más adaptables. El mismo principio aplica a los niños, dice. Los sicólogos evolucionarios también han comenzado a explorar este tipo de pensamiento. Peter Gray, un profesor investigador del Boston College, que estudia las formas naturales de aprendizaje de los niños, argumenta que la maquinaria cognitiva humana es fundamentalmente incompatible con la escolarización fundamental. Gray señala que los niños pequeños, motivados por la curiosidad y sus ganas de juego, se enseñan a si mismos muchísimo acerca del mundo. Y sin embargo, cuando alcanzan la edad escolar, suplantamos su impulso innato para aprender con una currículo impuesta. “Estamos enseñando al niño que sus preguntas no importan, que lo que importa son las preguntas de la currículo. Eso es simplemente opuesto del como la selección natural nos diseñó para aprender. Nos diseñó para resolver problemas y entender las cosas que son parte de nuestra vida real”. v
Continuará…
Algunos sistemas escolares han comenzado a adaptarse a esta nueva filosofía -con grandes resultados. En los años 90, Finlandia redujo la currículo matemática en la educación primaria del país de 25 páginas a 4, redujo el día escolar en una hora, y se enfocó en el aprendizaje activo e independiente. Para 2003, los estudiantes que habían completado el modelo, ascendieron de los más bajos rangos de desempeño internacional, a los primeros lugares entre las naciones desarrolladas.
Nicholas Negroponte, co-fundador del MIT Media Lab, está tomando este modelo incluso más allá con su iniciativa “Una Laptop por Niño”. El año pasado la organización entregó 40 tabletas a niños en dos villas remotas de Etiopía. El equipo de Negroponte no explicó como funcionaban los aparatos, y ni siquiera abrió las cajas. Sin embargo, los niños pronto aprendieron a tocar la canción del alfabeto, y se enseñaron a si mismos a escribir cartas. También encontraron cómo usar la cámara de la tableta. Esto fue impresionante porque la organización había inhabilitado el uso de la cámara. “Hackearon Android”, dijo Negroponte.
Un día Juárez correa fue a su pizarrón y escribió “1 = 1.00.” Normalmente, a este punto, hubiese empezado a explicar el concepto de fracciones y decimales. En cambio escribió “½ = ?” and “¼ = ?”
“Piensen por un segundo”, dijo, y se fue del salón.
Mientras los niños murmuraban, Juárez Correa se fue a la cafetería de la escuela, donde los niños podían comprar desayunos y almuerzos por un poco de dinero. Pidió prestados alrededor de 10 pesos en monedas, que valían alrededor de 75 centavos, y caminó de regreso al salón, donde distribuyó el equivalente a un peso en monedas para cada mesa. Notó que Paloma ya había escrito .50 and .25 en un pedazo de papel.
“Un peso es un peso”, dijo. “ Cuánto es un medio?”
JUAREZ CORREA SINTIO UN ESCALOFRIO. NUNCA HABIA ENCONTRADO UN ESTUDIANTE CON EL NIVEL DE HABLIDAD INNATA DE PALOMA.
Al principio, una cantidad de niños dividió las monedas en pilas claramente diferentes. Eso genera el debate entre los estudiantes de lo que la mitad significaba. El entrenamiento de Juárez Correa le dijo que debía intervenir. pero luego recordó la investigación de Mitra y se resistió a su impulso. En cambio, vio a Alma Delia Juárez Flores explicar a sus compañeros de mesa que la mitad significa porciones iguales. Contó 50 centavos. “Entonces la respuesta es .50”, dijo. Los otros niños asintieron. Hacía sentido.
Para Juárez Correa era simultáneamente estimulante y algo atemorizante. En Finlandia, los maestros dejaron años de entrenamiento para aprender cómo orquestar este nuevo estilo de aprendizaje; Él estaba secundándolos. Empezó a experimentar diferentes manera de proponer preguntas de respuesta abierta en asuntos que iban del volumen de los cubos a las fracciones multiplicativas. “El volumen de una prisma de base cuadrada es el área de la base tres veces su altura. El volumen de una pirámide con base cuadrada es la fórmula dividida entre tres”, dijo una mañana. “Porqué piensan que es así?”.
Caminó alrededor del salón, diciendo poco. Era fascinante ver a los niños buscar la respuesta. Estaban trabajando en equipos y tenían modelos de varias formas para ver y jugar con ellos. El equipo liderato por Usiel Lemus Aquino, un niño pequeño con una expresión de esperanza siempre presente, dio con la idea de dibujar las diferentes formas prismas y pirámides. Superponiendo los dibujos uno sobre el otro, empezaron adivinar la respuesta. Juárez Correa dejó que los niños hablaran libremente. Era un ambiente ruidoso, un poco caótico – exactamente lo contrario al tipo de disciplina tipo industria que los maestros esperan imponer. Pero después de 20 minutos, llegaron a una respuesta.
“Tres pirámides caben en un prima” observó Usiel, hablando por el grupo. “Así que el volumen de una pirámide debe ser el volumen de un prisma dividido entre tres”.
Juárez Correa estaba impresionado, pero estaba aún más intrigado por Paloma. Durante los experimentos, se dio cuenta de que ella casi siempre tenía la respuesta de inmediato. Algunas veces explicaba cosas a sus compañeros de mesas, y otras se guardaba la respuesta para si misma. Nadie le dijo que ella tenía una cualidad especial. Sin embargo, cuando él daba al grupo preguntas difíciles, ella rápidamente encontraba las respuestas. Para probar sus capacidades, retó a la clase que estaba seguro que la desconcertaría. Les contó la historia de Carl Friedrich Gauss, el famoso matemático alemán, nacido en 1777.
Cuando Gauss era un estudiante, uno de sus profesores pidió a la clase agregar cada número entre 1 y 100. Se suponía que tomaría una hora, pero Gausss tuvo la respuesta de inmediato.
“Alguien sabe cómo lo hizo?”, preguntó Juárez Correa
Unos cuantos estudiantes trataron de agregar los números, y rápidamente se dieron cuenta de que tomaría mucho tiempo. Paloma, trabajando con su grupo, cuidadosamente escribió unas pocas secuencias, y las observó por un momento. Luego levantó su mano.
“La respuesta es 5,050,” dijo. “Hay 50 pares de 101.”
Juárez Correa sintió un escalofrío. Nunca había encontrado una estudiante con tal habilidad innata. Se sentó junto a ella, y preguntó porqué no había expresado mucho interés en las matemáticas anteriormente, si evidentemente era muy buena en ello.
“Porque nadie había hecho interesantes”, dijo ella.
NUESTRO SISTEMA EDUCACIONAL TIENE SUS ORIGENES EN LA ERA INDUSTRIAL. VALORA LA PUNTUALIDAD, LA ASISTENCIA Y EL SILENCIO SOBRE TODO LO DEMAS.
El padre de Paloma se enfermó aún más. Siguió trabajando, pero ardía en fiebre y sufría fuertes dolores de cabeza. Finalmente fue admitido en el hospital, en donde su condición se deterioró; en febrero 27 de 2012, murió de cáncer pulmonar. En la última visita de Paloma, antes de su morir, ella se sentó junto a el, y sostuvo su mano. “Eres una niña inteligente”, le dijo. “Estudia y hazme sentir orgulloso”.
Paloma había perdido cuatro días de escuela debido al funeral, cuando regresó a clases. Sus amigos notaban que estaba alterada, per entera con su propio dolor. Quería vivir de acuerdo al ultimo deseo de su padre. Y el nuevo estilo de Juárez correa de plantear retos para los niños, era el refugio perfecto para ella. En tanto el continuaba renunciando al control, Paloma tomaba más responsabilidad en su propia educación. Enseñó a los niños sobre democracia, permitiéndoles elegir los líderes que decidirían cómo llevar la clase y cómo ser disciplinados. Los niños eligieron a cinco representantes, incluyendo a Paloma y Usiel. Cuando dos niños se enfrentaron a empujones, los representantes amonestaron a los chicos, y el problema no se volvió a presentar.
Juárez Correa pasaba sus noches viendo vídeos sobre educación. Leyó polémicas caricaturas del monero mexicano Eduardo del Río (conocido como Rius), que argumentaba que los niños debían tener la libertad de explorar lo que ellos quisieran. También estaba impresionado por Mitra, que hablaba sobre dejar a los niños “sorprenderse sin pauta alrededor de las ideas”. Juárez Correa comenzó a realizar regularmente debates en clase, y abordaba temas controversiales sin timidez. Preguntó a los niños si pensaban que la homosexualidad y el aborto debían permitirse. Les pidió pensar qué era lo que el gobierno mexicano debía hacer, por ejemplo, sobre la inmigración a los Estados Unidos. Una vez que hacía una pregunta, se alejaba y les permitía enrolarse el uno con el otro.
Un componente fundamental en la teoría de Mitra, era que los niños podían aprender al tener acceso a la web, pero eso no era sencillo para los estudiantes de Juárez Correa. El estado pagaba por un instructor en tecnología que visitaba cada clase una vez a la semana, pero no tenía mucha tecnología para mostrar. En cambio, pegaba posters que mostraban teclados, controles, y discos floppy de 3.5’. Sostenía los posters y les decía cosas como “este es un teclado. Lo usas para teclear”.
Como resultado, Juárez Correa se condujo lentamente en cuanto a Internet. Cuando los niños querían saber porqué solamente vemos un lado de la luna, por ejemplo, iba a casa, lo ‘gogleaba’, y regresaba con la explicación al día siguiente. Cuando hacían preguntas específicas sobre eclipses y los equinoccios, les decía que encontraría la razón y les traería la respuesta.
Juárez Correa también trajo algo más del Internet. Era la fábula de un burro abandonado y atrapado al fondo de un pozo. Como los ladrones habían entrado a la escuela, y cortado el cordón eléctrico del proyector del salón (se cree que para vender el cobre que tiene adentro), no podía mostrarles el video que contaba la historia. En cambio, simplemente la describió.
Un día, un burro cayó en un pozo, comenzó Juárez Correa. No sentía dolor pero no podía salir. El dueño del burro decidió que no valía la pena salvar a la vieja bestia, y como el pozo estaba seco, simplemente lo enterraría. Comenzó a palear bultos de tierra en el pozo. El burro lloró, pero el hombre continuo paleando. Eventualmente, el burro se calló. El hombre asumió que el animal estaba muerto, así que se sorprendió cuando, después de mucho palear, el burro saltó fuera del pozo. Se había sacudido cada montón de tierra y caminado con determinación, subiendo por el montículo hasta que pudo saltar y salir.
Juárez Correa miró a su grupo. “Somos como ese burro”, dijo. “Cada cosa que se nos lanza es una oportunidad para salir del pozo en el que estamos”.
Cuando el examen nacional estandarizado de dos días se aplicó en Junio de 2012, Juárez Correa vislumbró que era solo otro palazo de tierra aventado a la cabeza de los niños. Era un paso hacia atrás de lo que la escuela solía ser para ellos: mecánico y aburrido. Para evitar la copia, un coordinador de la Secretaría de Educación vigilaba los procedimientos y tomaba custodia de las hojas de respuesta al final de la prueba. Se sentía como un ejercicio militar, pero mientras los niños pasaban el examen como ráfagas, no podían evitar darse cuenta de que lo sentían fácil, como si se les pidiera hacer algo muy básico.
Ricardo Zavala Hernández, el subdirector en la primaria “José Urbina López”, tomaba una taza de café la mayoría de las mañanas, mientras recorre la web en el edificio de la administración, una estructura de cemento que alberga las dos computadoras funcionales de la escuela. Un día de septiembre de 2012, hizo click en el sitio de ENLACE, el examen nacional de aprovechamiento en México, y descubrió que los resultados del examen de Junio habían sido publicados.
Zavala Hernández bajó su café. La mayoría de los grupos habían salido marginalmente mejor este año – pero el resultado de Paloma era otra historia. El año anterior, el 45 por ciento había esencialmente reprobado la sección de matemáticas, el 31 por ciento había reprobado español. En esta ocasión, solo el 7 por ciento había reprobado matemáticas y 3.5 por ciento reprobó español. Y mientras ninguno había tenido un resultado excelente anteriormente, 63 por ciento estaban ahora en esa categoría en matemáticas.
El lenguaje de los resultados fue muy alto. Aún el más bajo estaba por encima del promedio nacional. Entonces advirtió los resultados de matemáticas. El resultado más alto en la clase de Juárez Correa era 921. Zavala Hernández volteó a ver el resultado más alto del estado: era 921. Cuando vio la siguiente casilla, los vellos de sus brazos se erizaron. El resultado más alto en todo el país era también 921.
Imprimió la página y caminó rápidamente al salón de Juárez Correa. Los estudiantes se pararon cuando entró.
“Échale un ojo a esto”, dijo Zavala Hernández, entregándole la impresión.
Juárez Correa revisó los resultados y volteó a verlo. “Esto es real?” preguntó.
“Lo acabo de imprimir del sitio de ENLACE”, respondió el subdirector “Es real”.
Juárez Correa advirtió a los niños mirándolo, pero quería estar seguro de que entendía el reporte. Tomó un momento para leerlo nuevamente, asintió, y volteó a ver a los niños.
“Ya tenemos los resultados de la prueba ENLACE”, dijo. “Solo es un examen, y no uno muy bueno”.
Una cantidad de estudiantes tuvieron la sensación de hundirse. Seguramente lo habían estropeado.
“Pero tenemos un estudiante en este salón, que se colocó en el primer lugar en México”, dijo, dibujando una sonrisa.
Paloma obtuvo el resultado más alto en matemáticas en el país, pero los demás estudiantes no estaban muy lejos. Diez obtuvieron resultados que los ubicaban en el percentaje de 99.99. Tres se colocaron en el mismo nivel en español. Los resultados rápidamente atrajeron rápidamente una explosión de atención oficial y mediática, la mayoría enfocada en Paloma. Fue llevada vía avión a la Ciudad de México para aparecer en un popular show televisivo, y recibió una variedad de regalos, desde una laptop a una bicicleta.
Juárez Correa no recibió reconocimiento alguno, a pesar del hecho de que casi la mitad de su clase se desenvolvió en un nivel de clase mundial, y aún los resultados más bajos, habían mejorado considerablemente.
Sus otros estudiantes fueron felicitados por amigos y familiares. Los padres de Carlos Rodríguez Lamas, que alcanzó el 99.99 en matemáticas, le festejaron con tres tacos de bistec. Era su primer vez en un restaurante. Keila Francisco Rodríguez obtuvo 10 pesos de sus padres. Se compró una bolsa de Cheetos. Los niños estaban emocionados. Hablaron acerca de convertirse en doctores, maestros y políticos.
Juárez Correa tenía sentimientos encontrados sobre la prueba. Sus estudiantes se habían destacado porque el había empleado un nuevo método de enseñanza, uno que se adaptaba mejor a la manera en que los niños aprenden. Era un modelo que enfatizaba el trabajo en equipo, la competencia, la creatividad, y el ambiente dirigido por el estudiante. Pero era irónico que los niños se hubiesen distinguido por una prueba de respuesta múltiple convencional. “Estos exámenes son límites para los maestros”, dice. “Ellos prueban lo que sabes, no lo que puedes hacer, y estoy más interesado en lo que mis estudiantes pueden hacer”.
Como Juárez Correa, muchos innovadores educacionales están destacándose de la corriente principal. Por ejemplo, las once preparatorias de la red internacional en la ciudad de Nueva York, reportan un nivel más alto de graduados, que el promedio de la ciudad para las mismas poblaciones. Lo hacen al enfatizar el aprendizaje guiado por el estudiante, y la colaboración. En la coalición de escuelas “Big Picture Learning” -56 escuelas en los EU y otras 64 alrededor del mundo- los maestros sirven como guías, sugiriendo temas de interés; los estudiantes trabajan también con mentores de negocios y la comunidad, que los ayudan durante interinatos. Mientras que la tasa de graduación en tiempo de preparatoria en los Estados unidos se sitúa alrededor del 75, Big Picture está graduando a más del 90 por ciento de sus estudiantes.
Pero estos ejemplos -que involucran solamente algunos miles de estudiantes- son excepciones a la regla. El sistema como un todo, educa millones, y es lento en reconocer o adoptar innovación exitosa. Es un sistema que fue construido hace casi dos siglos para satisfacer las necesidades de la era industrial. Ahora nuestra sociedad y economía han evolucionado más allá de esa era, y las escuelas también deben reintentares.
Para este tempo, podemos ver cómo se vislumbra el futuro en lugares como el salón de clases de Juárez Correa. También podemos ver que el cambia no vendrá fácilmente. Aunque el grupo de Juárez Correa genera resultados impresionantes, y ha inspirado a muchas personas, poco ha cambiado. Francisco Sánchez Salazar, jefe del Centro Regional de Desarrollo Educativo en Matamoros, fue aún más desdeñoso. “El método de enseñanza hace poca diferencia”, dice. Tampoco cree que el éxito de los estudiantes garantizará ningún apoyo adicional. “La inteligencia viene de la necesidad”, dice. “Salieron adelante sin tener recursos”.
Más que nuncio, Juárez Correa se sintió como el burro de la historia. Entonces recordó a Paloma. Ella había perdido a su padre y crecía al borde de un tiradero de basura. Bajo circunstancias normales, sus prospectos serían limitados. Pero como el burro, ella se sacudía los montones de tierra; había comenzado a escalar el montículo para salir del pozo.
DONDE ESTAN LAS ESCUELAS RADICALES HOY.
Radicales Entre Nosotros – Algunas escuelas encuentran nuevas formas para que la tecnología alimente la curiosidad de los estudiantes, para que ellos puedan dirigir su propio aprendizaje. – J.K.
Preparatoria Nueva Tecnología – Sin bancos, sin campanas, y con maestros que enseñan por invitación: bastante cerca de lo que puedes esperar de una escuela soñada al estilo Silicon Valley. Los estudiantes de esta escuela, en Napa, California, deben demostrar conocimientos en tecnología, dominio de habilidades como producción de video digital y programación en Flash.
NYC iSchool
En esta pequeña escuela en Manhatan, los estudiantes con sus mochilas para laptop, participan en un “espacio colaborativo en línea”, en donde interactuan con maestros y expertos. Y no expertos cualquiera: un científico de NASA y otras luminarias han presentado clases de manera remota.
High Tech High
Originalmente, constituido por una sola escuela en San Diego, High Tech Hig es ahora una red de 12 escuelas que atiende a más de 5,000 estudiantes K-12. Con acceso a pulcras instalaciones -incluyendo laboratorios para materias como biotecnología, ingeniería mecánica, y diseño gráfico- los estudiantes desarrollan proyectos de investigación multimedia, consultan con expertos, e incluso presentan sus trabajos en ámbitos profesionales.
Distrito Escolar Mooresville
Las ocho escuelas de este distrito en las afueras de Charlotte, Carolina del Norte, provee a los estudiantes desde el cuarto año de primaria a tercero de secundaria con MacBook Airs. Esto significa menos clases y más proyectos, que los estudiantes busquen respuestas en línea y compartan sus descubrimientos los unos con los otros.
La escuela de uno.
Enseñan simultáneamente habilidades múltiples diferentes secciones de salones de clase que son espacios abiertos, en la ciudad de Nueva York. El enfoque del programa mezcla clases tradicionales con ejercicios computacionales, y tutores virtuales, y un algoritmo de aprendizaje genera un plan diario para cada estudiante.
Escuelas en la nube.
Desarrolladas en India e Inglaterra, las escuelas en la nube son la visión educativa disidente de Sugata Mitra para el futuro: espacios en los que los niños aprenden por si mismos, con estímulo ocasional de maestros vía Skype.
Escuela Libre Brooklyn
Fundada hace justo una década, la Escuela Libre Brooklyn construye una tradición de educación democrática. En su “democracia real y práctica”, los estudiantes pueden dirigir su propio aprendizaje. No hay calificaciones ni materias asignadas obligatorias.