En la frontera entre Matamoros, Tamaulipas, y Brownsville, Texas, existen un sinnúmero de contrastes: de transporte, pavimentación, señalización y limpieza en las avenidas. Por lo tanto las diferencias en el cuidado del entorno ecológico no podían quedarse al margen.
El cuidado y las condiciones en las que se encuentran los cuerpos de agua naturales que existen en ambos lados demuestran la falta de cultura ecológica que existe en Tamaulipas ya que en Brownsville estas lagunetas –conocidas como resacas–, se pueden ver limpias y con un aspecto atractivo para las personas que visitan esta ciudad en el sureste de Texas.
Mientras tanto en el lado mexicano las lagunas lucen en un completo descuido provocado por la indiferencia de los habitantes quienes, en el mejor de los casos, desconocen que existen.
Cuando fue fundada, Matamoros fue llamada Congregación San Juan de los Esteros Hermosos debido a la gran cantidad de cuerpos de agua que existían pero, desafortunadamente, con el crecimiento de la ciudad estas lagunas fueron rellenadas para levantar construcciones.
Andrés Cuéllar Cuéllar, cronista de Matamoros, indicó que uno de los principales esteros que estaban en el centro de la ciudad era llamado del Bravo o Estero del Norte, ubicado donde actualmente se encuentra el Parque Cultural Olímpico.
“Ese estero cuando se crecía llegaba hasta la calle Quinta y Matamoros, como quien dice a dos cuadras de la Plaza Principal, claro que con el tiempo fue reduciéndose al irse fincando en sus alrededores”, señaló.
El también historiador dijo que esa laguneta estaba unida a través de un arroyo con otro que estaba más al sur de ciudad que se llamaba Estero Cuarteles.
“A este se le llamaba así porque estaba junto al cuartel del Fuerte Casamata, actualmente Museo Casamata”, indicó.
Cuéllar Cuéllar expresó que los dos esteros fueron rellenados, pero el arroyo que los unía aún existe en algunos tramos de este sector.
“Este arroyo se nota cuando vas circulando por la calle González de la calle Primera a la Dos, y por la calle Morelos, cerca de las instalaciones de periódico El Bravo, donde se simula una especie de columpio en el asfalto y por abajo va ese arroyo”, mencionó.
Destacó que nadie sabe exactamente hasta dónde llega este arroyo, por lo que resulta curioso que no lo hayan tapado.
“Si han tapado lo más grande cómo no han cubierto lo más pequeño”, se preguntó
El cronista relató que alrededor del año de 1960, en el estero San Pablo o Laguna San Pablo –donde en la actualidad se ubican las colonias Buenavista y San Francisco–, hubo un supuesto triunfalismo cuando se creyó que se había derrotado a la naturaleza.
“En algunos libros se leía: el hombre derrota a la naturaleza, ya que se creía que con una bomba en cuestión de minutos se podía sacar el agua que provocara alguna inundación en dichas colonias”, precisó.
Tuvieron que pasar 50 años para que los residentes del sector se dieran cuenta que las cosas no son así, ya que hasta la fecha estas colonias son de las primeras colonias que se inundan.
“Desafortunadamente muchos vivales han aprovechado para hacer negocio vendiendo esos esteros para después rellenarlos. Por ejemplo, en la calle Primera y Canales, y la calle Tercera y Luis Caballero, fueron fincados para construir centros comerciales”, afirmó.
Los pocos esteros que sobreviven lucen con una gran acumulación de basura, hierba crecida y sin la atención de las autoridades correspondientes. Además de las personas que despiadadamente arrojan desde una simple botella de plástico, llantas y hasta muebles.
Cuéllar Cuéllar reiteró que es increíble que las autoridades de Matamoros no hayan podido sanear esteros como el Laguito, que se encuentra justo en el centro de tres importantes instituciones de salud.
“Tenemos el Laguito y es una pena cómo está, pues es un centro muy atractivo y más pena que está entre centros médicos como el Hospital General ‘Alfredo Pumarejo’, la Cruz Roja y el Issste; desafortunadamente no hemos sido capaces de sanear ese lugar que es una vergüenza para el pueblo de Matamoros”, insistió.
El historiador agregó: “Junto al colegio Don Bosco tenemos otro estero que ojalá y se conserve porque nos beneficia en tiempo de lluvias”.
La desaparición de esas lagunetas, indicó, ha ocasionado que la ciudad sufra de graves problemas por las inundaciones año tras año.
“Por ejemplo en la vecina ciudad de Brownsville se inunda mucho menos porque dejaron las resacas y absorben el agua; aquí no dejamos a dónde ir el agua”, agregó.
Mientras tanto en la vecina ciudad texana es posible observar la conservación de las resacas o esteros, mismos que se han convertido en el hogar de diversas especies de aves.
Un ejemplo de este cuidado es la resaca de la University of Texas at Brownsville y el Southmost College (UTB/TSC), la cual se encuentra a unos metros del puente internacional y en excelentes condiciones.
Sin embargo, en el lado mexicano las pocas que quedan todavía siguen reclamando la atención de las autoridades municipales, quienes en lugar de darles mantenimiento para convertirlos en paseos recreativos, las tienen en total descuido.