
Una puerta de cristal lo separa de un entorno común y corriente al de un mundo en el que predominan los ladridos, los maullidos y el cantar de las aves, pero también las sonrisas de los niños que se llenan de ilusiones. Ahí dentro, en un pequeño local comercial, el médico Jorge Pujols Reyes convive con animales de distintas especies.
Cada vez que entra, algunos de estos se alborotan y parecen entenderle. Tal vez interpretan que es él quien les da de comer, los asea, los mima y, a otros, les sana sus heridas.
Sabedor de que algún día se irán, el propietario de la veterinaria Territorio Animal dice sentirse satisfecho con su labor de contribuir a cuidar de la fauna haciendo lo que más le satisface.
Este profesionista de la “vieja escuela” es originario de Tampico, de padre francés y madre mexicana, pero criado desde el quinto grado de primaria en la Ciudad de México.
Egresado en 1979 de la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, confiesa que se inclinó por esta ciencia por el gusto que siempre tuvo hacia las mascotas. Como dato curioso menciona que a finales de los setenta su escuela no tenía facultad ni tampoco había maestrías; sin embargo, los alumnos terminaban prácticamente como médicos generales.
“Medicina humana me gusta, pero no me sentía yo como para estar encerrado en un hospital, entonces toda mi vida me han gustado los animales y opté por estudiar esta carrera. En aquel entonces no estaba muy comercializada como hoy la fauna exótica, si no, hubiera buscado especializarme en los animales de zoológico”, expresó.
Con 46 años de experiencia este experto explica que con anterioridad las especies animales que más se asistían eran las domésticas, pero detalló que poco a poco comenzó a diversificarse la veterinaria, apareciendo las especialidades en ciencias agrícolas; porcicultura, bovinos, ovicaprinos y las de zoológico.
“Antes cualquier médico general era el que atendía a los animales del campo, pero ahora ya hay médicos especializados hasta en piscicultura y mamíferos marinos”, ilustra.
Dijo que en la actualidad el país se caracteriza por tener diversas zonas de producción animal acordes a la geografía, lo cual agrupa a médicos veterinarios especializados según las especies.
“Por ejemplo, ésta (la frontera noreste) no es una región que se preste a todo para la explotación de animales, mientras que en Monterrey hay muchos especialistas en ciencias agrícolas; en el centro de la República en cerdos; con las cuencas lecheras los especialistas en bovinos y acá para este lado es el ganado de engorda. También hacia Chihuahua y Sonora”, mencionó Pujols, quien llegó al norte de Tamaulipas en 1985.
Precisó que en los centros urbanos el tipo de mascotas que más se consultan son las domésticas, como los perros y gatos; algunas aves, conejos, hámsteres, tortugas, peces y gallos, por citar algunas.
“Ayer tuve un caso curioso, pues me trajeron un gallo de pelea muy jovencito y estaba fracturado de una articulación. Le hicimos su férula, un entablillado, pero le quedó muy bien y se paraba el gallo; me platicaban que aún así andaba tratando de pisar una polla”, aludió sonriente.
Pujols dijo que las veterinarias muchas veces han sido el medio para acercar animales a la comunidad y el mejor lugar para conseguirlos, por la producción que tienen en pequeña escala, ya que se ponen en venta pollitos, patitos, aves de ornato, conejos y perritos, principalmente.
EL LENGUAJE DE LOS ANIMALES
Aunque se considera que los animales viven a base de instintos, este especialista considera que éstos sí pueden comunicar sus emociones.
“Son demasiado expresivos, lo notas a veces en como te están mirando, te piden ayuda y luego que terminas de trabajar con ellos de repente te dan una lamida de mano y a uno eso lo hace sentirse bien.
“Cuando te traen un animal lastimado, muchas veces te muerde no por hacerte daño, sino porque te está diciendo que algo le duele”, describe Jorge Pujols Reyes.
Este médico afirma categóricamente que las mascotas también son agradecidas, y agrega –con un gesto gracioso– que a veces reparan cuando van de visita al médico.
“Aquí tenemos animales que me conocen muy bien y vienen después de que les he hecho algo y entran con tranquilidad, pero hay otros que desde la puerta ya se están atorando porque saben a lo que vienen (risas)”, detalla.
Por otra parte, este veterinario mencionó que existen algunas especies “bravas”, por lo cual atenderlas tiene su dificultad. El sentido común y la precaución, subraya, son herramientas muy importantes para realizar con éxito este trabajo.
“Hay gente que tiene el don para dominarlos, que no tiene miedo y que sabe interpretar sus reacciones. Tiene uno que observarlos y darse cuenta en los ojos, te van a decir qué están pensando y cómo va a reaccionar.
“Nunca puede uno llegar con la mano por arriba, porque el perro se va a defender; tienes que ofrecerle la mano, que él te la vea para que se sienta más seguro”, manifiesta.
El médico Pujols refirió que la más grande especie con la que ha tenido la oportunidad de trabajar fue “un pacífico” cebú indubrasil de una tonelada y cuarto, pero asimismo, agregó que también ha atendido a bestias salvajes.
“El cebú era un amor de animal, lo hacías como querías, súper noble, tranquilo, aunque también me tocó manejar a un tigre de bengala, que era cachorro, pero que ya pesaba 100 kilos. Lidiamos con él desde que estaba chiquito. ‘Toño’ se llamaba”, recuerda.
En el otro lado de la balanza, Pujols citó que las mascotas más pequeñas con las que ha trabajado son los hámsteres, las tortugas, los camaleones y algunos lagartos que parecen iguanas.
“Yo definitivamente recomiendo como mascotas a los perros, porque son más manejables. Hay razas que son específicas y hay otras problemáticas, pero existen muchas más que son muy buenas para controlar.
“Hay algunas razas de perros que son problemáticas y que no recomiendo. Por ejemplo, los Bull Terrier son de peligro, al igual que los Pitbull; los Chow Chow, son volubles y riesgosos. Además hay gente a la que le gustan algunos animales de zoológico como los venados: son muy tranquilos, pero en época de celo se ponen muy bravos y las pezuñitas tienen bastante filo y te pueden cortar considerablemente”, advierte.
RESFRIADOS Y OPERACIONES
Por otra parte, Jorge Pujols Reyes, quien fue director de un centro de fomento porcino de la Secretaría de Ganadería, alerta sobre los padecimientos y trastornos que en esta temporada del año pueden sufrir las mascotas, sobre todo si no reciben atención de sus amos.
“Ahorita está haciendo tanto calor, por lo cual tenemos problemas respiratorios muy agresivos en nuestros animales y tenemos moquillo, por los cambios bruscos de temperatura, ya que si los tienen con aire acondicionado, los dejan salir a asolearse y los vuelven a meter, los animalitos ‘truenan’. Los problemas gastroentéricos también son muy recurrentes en estas fechas como los parvovirus y coronavirus, no estando exentos de contraer otras enfermedades más serias.
“Hace un momento me trajeron un animalito que supuestamente no tenía nada y el perrito trae un soplo cardiaco, lo oyes perfectamente bien. A sus dueños les dijeron que lo revisaron, que nada más estaba muy débil y necesitaba vitaminas, pero no, el perrito sufre un problema mayor”, indica el médico Pujols, quien no solamente atiende simples resfriados.
“También manejamos cirugías, aunque ya no al ritmo de antes, porque para mí estarlas constantemente realizando ya es estresante.
“Las operaciones más habituales son las amputaciones de cola, el corte de orejas, la salpingoclasia, la ooforectomía (a causa de la inflamación de los ovarios); de repente amputaciones de miembros; reducción de fracturas por medio de cirugía y placas; intervención del segmento exterior de los ojos.
“A veces traen a sus mascotas con un problema en el intestino o tenga uno que extirpar un riñón; meterte en vejiga para quitar cálculos, etcétera”, describe.
No porque sea un animal el atendido, la operación deja de ser compleja, considera. Este veterinario refiere que de todas formas se trata de un ser vivo.
Sin embargo, algo con lo que este especialista dice haberse topado a lo largo de su carrera es con la ingratitud, pues por desgracia hay quienes no valoran a sus mascotas y en esa tesitura la ayuda de un veterinario es vista como un gasto, más que un beneficio.
“A veces tienes la situación de que te llegan con un problema y te dicen –oiga, pero traigo tanto…– y uno que está viendo al pobre animal sufriendo sólo les cobra el medicamento.
“Hay gente que también te dice –médico, me pasa esto, quiero hacérselo, traigo tanto si me cuesta más ¿puedo luego pasar con usted?–, nada más que hay muchos que ya no vuelven.
“Ante ello también hay veterinarios que dicen –me vas a pagar, si no, no te atiendo–. O hay otros que no dejan que se vaya el animal hasta que les liquiden la cuenta. Como quien dice, no dan brinco sin huarache.
“A pesar de eso, creo que mi máxima satisfacción ha sido ayudar a gente que no estaba en condiciones económicas… Hubo muchas personas a nivel rural que en sí no tenían para pagarme, pero me pagaban. Te llegaban con los huevos, con la gallina, esa gente es muy agradecida y siempre me gustó ayudarla mucho, mientras que por el contrario hay quienes presumen tener mucho dinero y son con los que menos quiero tratar por ser los peores clientes.
“A mí me tocó ver llegar al antirrábico a gente muy amolada que decía, aquí les dejo para los refrescos y llegar gente con una camioneta del año preguntando, aquí vacunan contra la rabia, –sí–, pero ¿no cobran verdad?”, sopesa.
“MUCHO OJO CON EL SOL”
El veterinario de la UNAM hace énfasis en cuidar a los animales de las temperaturas extremas y comprender que no son un juguete de paso.
“Hay quienes de verdad se preocupan por ellos y hay otras personas que no les hacen caso, que los traen en la calle, asoleándose todo el día. En esta época de mucho calor necesitan sombra, que no les falten líquidos, sus baños por semana. Ha sido un año muy seco, con mucha pulga, con mucha garrapata, con muchos ácaros de la sarna y entonces, si están viendo todos esos problemas en sus mascotas deben acercarse con uno para darles la mano, porque por mala suerte nos los traen hasta cuando ya están hechos garras los animalitos.
“Los vamos a lograr levantar sí, pero se va a batallar mucho y ellos (los dueños) van a gastar más. Por mala suerte la canícula es cuando la Tierra está más cerca del sol y es cuando prevalecen tantos problemas con las mascotas”, precisa.
En cuanto a la creencia de que la rabia tiene que ver con el calor, el médico Pujols explica que cualquier virus o bacteria va a ser agresiva si se expone a lo caliente, pero difícilmente una mascota va a contraer dicha enfermedad.
“Tú puedes tener un perro a 50 grados de temperatura y estarse asoleando, mas lo que le puede pasar es que le dé un golpe de calor o una insolación, pero que le dé rabia no.
“Se considera que en Alaska, en temperaturas de bajo cero los lobos rabian y yo los problemas de rabia que he encontrado en Reynosa y en la región han sido en diciembre, con unos ‘friazos’ marca diablo”, afirma.
Sin embargo, opina que al tener a los animales padeciendo el calor, efectivamente pueden ser violentos con los humanos.
“Esa es una de las maneras en la que los perros pueden reaccionar en esta temporada, por eso hay tantas mordidas, no porque estén enfermos, sino porque se encuentran súper estimulados; un perro de color negro con más ganas, entonces, por cualquier cosa que lo vayan a molestar se va a defender, es natural.
“Aunque no tengan sed ni hambre es la temperatura que están manejando, pero automáticamente los satanizan porque a veces muerden muy feo, pero es a consecuencia de lo mismo”, dijo.
Jorge Pujols Reyes menciona que entre los gajes de su oficio está recibir mordeduras de manera ocasional.
“Sí, es común. Hay veces que te descuidas, el perro es más vivo que tú y ¡pácatelas!, te pega la mordida.
“A mí esta mano (izquierda) me la atacó un mestizo de Rottweiler con Labrador que tenía un absceso en la garganta y ayudándole al dueño para que el perro descansara, estaba sedado todavía, lo volteé a ver y cuando oigo el ‘crash’. Miré y tenía toda la mano metida dentro del hocico… intentó sacudirse, pero como todavía sintió los efectos de la sedación me soltó.
“Pero me abrió, tuve un chorrero de sangre, yo me movía todo para ver si no me había fracturado. Lo que pasó fue que yo le perdí la vista y el perro nunca me perdió la vista a mí, sedado me estaba viendo y cuando me volteé que me prende, ‘crash’, me mandó al quirófano a que me cerraran la mano.
“Para colmo de males no le hice caso, traje una mano de gorila 15 días, porque me la había fracturado del apretón. Debe uno tener cuidado porque hay mordidas feas, hay mordidas de cara que necesitan una cirugía estética, de esas historias hay muchas”, recalca.
Pujols Reyes menciona que en la universidad no se enseña a saberse cuidar de las mismas mascotas, sino que eso se aprende de la práctica.
“Sales novato de la escuela, vas a ser carne de cañón, te van a patear, te van a morder, te van a pegar con los cuernos, te van a hacer de todo, eso te lo van a dar conforme vayas agarrando experiencia”, agrega.
No obstante, la anterior no ha sido la experiencia más cruda que este médico ha tenido como veterinario, sino algunas como inyectarse contra la rabia. Aunque ahora lo cuenta sonriente no niega que ha sido doloroso.
“Tengo 45 vacunas encima, 40 en la panza y ya las últimas cinco en el brazo”, asegura.
> Si el animal tiene rabia ¿cuántas inyecciones debe llevar en ese mismo instante?
“Depende del lugar donde muerda, porque si es en una pierna, el estómago o un brazo tienes 10 días para observar al perro, si en ese lapso no presenta ningún signo que te haga dudar no hay problema o, de lo contrario, te empiezan a vacunar.
“Ahora, si la mordida es en el cuello o en la cara, automáticamente en ese momento te empiezan a vacunar, pero ya son cinco, antes te metían 14 alrededor del ombligo y luego fueron en la espalda. Las primeras que eran elaboradas de cerebro de carnero, lo que ardían las condenadas, que bruto (risas)”, evoca este profesionista y añade que “Ya las últimas te las ponen en el brazo vía intramuscular y son una el día cero, una el día tres, una el día siete, una el día 14 y una el día 30”.
Para finalizar Pujol Reyes comenta que los síntomas de la rabia son variados. Entre los más conocidos es que en un principio a los animales infectados les empieza a molestar el ruido, la luz; buscan los lugares apartados, se están lamiendo constantemente donde los mordieron o los órganos genitales.
“A esto es lo que se llama la fase prodrómica. Luego pasa a masticar piedras, tela, palos; tiene el agua y mete el hocico o le pega. Todos dicen –es que le tiene pavor al agua–, pero no, se está paralizando de los músculos de la garganta y se está muriendo de sed y está desesperado porque no puede tomar.
“Después de eso, a veces les da por correr, no paran y en la carrera van mordiendo gente, van mordiendo perros y todo, hasta que lo terminan matando. Esa es una rabia fúrica, por decirlo así.
“También está la rabia paralítica, en la que los perros empiezan a presentar síntomas de pérdida de apetito, se empiezan a paralizar; el maxilar inferior y la lengua se les sale y están babeando. Clásico en los dos tipos de rabia es una pupila dilatada y otra contraída, porque están afectados los nervios. Se les ve espuma en el hocico, por la misma parálisis que tienen. El contagio es indistinto, puede contagiarse desde un cachorro de mes y medio hasta un perro mayor de 10, 12 años”, explica el médico Jorge Pujols Reyes, quien tiene su veterinaria Territorio Animal en las calles Oaxaca y Guanajuato número 370-B, del Fraccionamiento Río Bravo, en el municipio de Río Bravo.
En resumen, para este especialista es muy importante conocer lo más que se pueda del mundo animal, sobre todo, si en casa se tienen mascotas. Una forma de contribuir a la alegría que dan es cuidando de ellos y ser conscientes de la responsabilidad que representan, pues así como los humanos, también sufren y sienten.