
En sus venas, además de sangre, corre gasolina. En la frontera norte de Tamaulipas cada vez son más las personas que dedican su tiempo libre a “jeepear”, como se le conoce a la modificación y competencia de vehículos todo terreno.
Cada fin de semana, cientos de personas sacan de sus cocheras sus poderosas unidades motrices, dotadas con impresionantes llantas rin número 38 y suspensiones reforzadas que les permiten llegar a lugares para los que ni siquiera existen caminos.
Acompañados de amigos y familiares, estos “jeeperos” sólo quieren divertirse, llevando al límite la capacidad de sus “fierros”, como cariñosamente le llaman a sus unidades motrices.
Uno de los puntos de reunión favoritos de estos grupos de entusiastas es la Playa Bagdad de Matamoros, donde el pasado domingo 24 de julio se llevó a cabo un rally de 15 kilómetros hasta el faro ubicado en la boca del río Bravo.
En el evento participaron 24 equipos de tres integrantes cada uno, quienes desafiaron dunas, bancos de arena y otros obstáculos para cubrir en el menor tiempo posible el recorrido.
Decirlo es mucho más sencillo que hacerlo, pues las condiciones del agreste terreno de la playa del Golfo de México ofrecen un reto difícil de cumplir, incluso para el más audaz de los pilotos.
Prueba de ello son la docena de jeeps y camionetas que se “tronaron” (descompusieron) en el trayecto hacia la meta.
Sin embargo, en este mundo una falla mecánica no es una tragedia sino al contrario, son como cicatrices de guerra que se presumen en las reuniones con los amigos.
Esta actitud frente a sus vehículos y seguridad personal sólo puede explicarse observando los vehículos que conducen.
Aquí pueden verse camionetas de todos los años y modelos que se elevan a más de dos metros de altura, que igual pueden estar decoradas con publicad de cerveza, empresas de refacciones o simpáticas leyendas como “borrachos sin fronteras”.
Y qué decir de los pilotos. La mayoría se congregan en clubes donde pareciera que el único requisito es tener el nombre más cómico: “Los Chuckies”, “Los Aferrados” (1 y 2) y los “Cuatreros”.
APASIONANTE Y CARO
Aunque a cualquiera podría gustarle conducir un vehículo todo terreno por los médanos de la Playa Bagdad, la realidad es que muy pocos cuentan con los recursos económicos para hacerlo.
Una sola de las llantas de estos vehículos se cotiza en 250 dólares (casi tres mil pesos), mientras que el más sencillo de los kits para elevar la suspensión de camioneta o el jeep no se compra por menos de 500 dólares (alrededor de cinco mil 800 pesos).
En resumen: en el mundo de los “jeeperos” el único límite es la imaginación… y la cartera.
Por eso cada uno de estos hombres cuida sus vehículos con un cariño y una devoción similar a la que se tiene por un familiar.
Irónicamente todo este amor desaparece cuando se enfrentan a una duna, una ruta sin camino, una calichera o un montón de piedras.
En ese momento lo único que interesa es cruzar el obstáculo, sin importar los daños que pueda sufrir el auto.
Para “jeepear” no hay edades, pues existen quienes desde los 10 años se han puesto al volante de una de estas poderosas unidades, hasta los que superan las seis décadas, pero todavía se sienten como unos niños cada vez que brincan una duna o cruzan un arroyo.
Incluso, cuando se les ha requerido, muchos de ellos han acudido al llamado de su comunidad, auxiliando a los residentes de colonias bajas durante alguna inundación o repartiendo despensas y juguetes en comunidades pobres.
‘JEEPEAR’ POR ‘JEEPEAR’
El domingo 24 de julio, 72 “jeeperos” de Matamoros, Valle Hermoso y Río Bravo se dieron cita en los médanos de la Playa Bagdad para participar en una competencia que poco a poco se ha ido convirtiendo en una tradición local: el rally al faro.
El recorrido no es sencillo, aunque son apenas 15 kilómetros nadie los ha hecho en menos de 20 minutos.
Y contrario a lo que podría pensarse, aquí no hay bolsas millonarias, pódiums de ganadores con lluvia de confeti multicolor o enormes trofeos dorados; el equipo ganador apenas se lleva un premio de seis mil pesos en efectivo.
Sin embargo, a nadie le importa pues ninguno de los que participan en este rally lo hace por dinero o reconocimiento, sólo quieren divertirse.
Tan informal es este ambiente, que el rally está abierto para cualquiera que piensa que tiene el vehículo que puede soportar el recorrido al faro.
Esto es porque aquí no hay asociaciones o grupos formales con mesa directiva y reglas. “Cuando empiezas con eso, empiezan los problemas y deja de ser divertido”, aseguró uno de los jueces en el rally.
De hecho por primera vez en la historia de este rally, las autoridades del municipio de Matamoros los apoyaron con algo de efectivo y la promoción del evento.
Ninguno de estos “jeeperos” pretende esperar que alguna autoridad o empresa los patrocine, hace años comprendieron que existen otras prioridades económicas.
Aún así todo parece indicar que esta actividad está muy lejos de desaparecer, es más, cada día son más las personas que deciden hacerse de una camioneta o un jeep y comienzan a prepararlo para, el próximo fin de semana, llevarlos a desafiar las rutas donde los caminos sólo existen en la cabeza del piloto.