
Para la familia Bravo García la vida jamás volverá a ser la misma. Un horrendo acontecimiento causó que sus ganas por salir adelante se fueran por la borda, cuando dos de sus integrantes se ahogaron de una manera tan ingenua como inexplicable.
Andrés y Andrea, padre e hija –ambos orgullo desde la cuna–, tampoco imaginaron que la muerte les tendería una trampa, al precipitarse al fondo de una coladera en la esquina de las calles Rosalío Bustamante y 16 de septiembre, entre los límites de Tampico y Ciudad Madero el pasado cinco de julio por la noche.
Los tres miembros de la familia Bravo (incluyendo a Gabriela Hernández, esposa y madre) terminaban de salir de un recinto social, contentos y se dirigían a su domicilio a la hora del accidente.
Para evitar cruzar la calle y empaparse con agua de lluvia anegada, prefirieron caminar por la acera, en dirección a la alcantarilla –de dos por tres metros de longitud–, que en ese momento se encontraba sin cubierta ni señalamientos precautorios.
Confiada, como cordero al matadero, la joven familia dio el intempestivo paso en falso a la furiosa profundidad. Gabriela quedó atorada, pero no pudo evitar que su esposo y única hija salvaran la vida: en automático la endiablada corriente que llevaba el drenaje los arrastró varios cientos de metros por debajo de las placas de concreto.
Los gritos y la desesperación de Gabriela alertaron a los peatones que corrieron a socorrerla, más nada lograron hacer para rescatar a Andrés y Andrea de 38 y cinco años de edad. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos…
Rafael Bravo, hermano y tío de los hoy occisos se encontraba a una cuadra del lugar cuando percibió caos y lamentos. Su sorpresa fue mayor cuando al acercarse miró en el suelo a su cuñada, abatida en llanto y desconcierto, al pie del peligroso desagüe.
En ese momento fueron solicitados los servicios de Protección Civil para iniciar la búsqueda de los cuerpos de Andrés (quien era catedrático de secundaria) y su hija. Todavía cabía la esperanza de encontrarlos con vida.
Simultáneamente Joel (otro de sus hermanos) fue avisado de lo que le había ocurrido a sus familiares a una cuadra de la Central Camionera.
A partir de entonces transcurrieron más de 15 minutos y todavía ningún cuerpo de rescate había arribado al lugar de los hechos. Para variar Rafael y Joel fueron los primeros en dar con Andrés y la niña Andrea inconcientes.
Los restos del primero se encontraban a 300 metros de la alcantarilla, a bordo de calle, mientras que los de la menor a 600 metros, a una cuadra de la laguna del Carpintero.
Inútilmente fueron trasladados al Hospital Canseco de Tampico, porque ya era demasiado tarde… ni siquiera las tareas de resucitación sirvieron para devolverles el aliento.
NEGLIGENCIA CRIMINAL
Para Joel Bravo García el deceso de su hermano y sobrina es un evento que pudo evitarse. Entrevistado en la vivienda donde Andrés y Andrea vivieron sus últimos años, este hombre de apesadumbrada mirada y dolidas palabras manifestó que “es incomprensible” el modo en que se registró tal suceso.
Cuenta: “Desgraciadamente es un hecho muy triste que marcó para siempre a la familia. Mi hermano era una persona sin vicios, dedicado 100 por ciento al bienestar de su esposa e hija.
“La magnitud del acontecimiento nos hace sentir más dolor porque prácticamente mi cuñada quedó sola, sin esposo y sin la única hija que era la razón de la vida, todo por una negligencia ¿de quién? no sabemos, pero fue un acto fuera de la razón el dejar abierta una alcantarilla que abarca lo ancho de la banqueta. Esto no lo puedo catalogar como un accidente, sino como una trampa mortal en la que desafortunadamente le tocó a nuestra familia caer”, manifestó.
Joel agregó que tenía por costumbre convivir con su hermano y sobrina todos los fines de semana. Ahora tendrá que hacerse la idea de que nunca volverá a verlos con vida.
“A el le encantaba el futbol y era cruzazulino de corazón; no tomaba ni andaba en fiestas. Era muy hogareño, de la escuela a la casa y viceversa. No tengo un punto que señalar de él negativo, porque era una alma de Dios.
“Los fines de semana compartíamos vivencias y sueños que hoy desgraciadamente se han truncado. Mi sobrina por su lado había sido ascendida al cuadro de honor de su jardín de niños y era la más aplicada de su salón de clases”, describió el también profesor.
Ante la responsabilidad de este accidente, el hermano de Andrés señaló que confía en el aparato de justicia mexicano.
“Nosotros estamos haciendo valer el proceso legal y los abogados estudian la demanda. Ya se han hecho inspecciones oculares con peritos del Ministerio Público (MP); hay una comisión de regidores del Ayuntamiento maderense siguiendo la investigación y también está la promesa del alcalde, Sergio Posadas, de apoyarnos.
“Estamos dando tiempo a que ellos nos den las respuestas… si no tendremos que actuar de otra manera”, anticipó.
En ese terreno, Joel reiteró que la familia Bravo se encuentra en espera de lo que resulte de las investigaciones de oficio que realiza la Agencia Quinta del MP y la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE). Pronosticó que la última semana de julio ya debe de haber una respuesta que les permita determinar responsabilidades.
“La sobrina convivía mucho con nosotros, pero la veíamos como una hija que se nos fue, es por ello que llevaremos esto hasta las últimas consecuencias”, dijo el hermano y tío de las víctimas.
Cabe destacar que el lugar de la tragedia actualmente ha sido cubierto con lonas y colmado de advertencias, aunque tardíamente.
“Ahora quieren taparlo cuando ya ocurrió la tragedia. No se puede comprender cómo en temporada de lluvias, donde Ciudad Madero está sufriendo inundaciones en diferentes colonias, se pudo haber pasado por alto una alcantarilla de tal dimensión.
“Era una trampa para cualquier persona; a oscuras, lloviendo, sin ningún señalamiento de precaución mi hermano con toda la confianza del mundo para evitar cruzar la avenida que estaba inundada se fue por el lado en apariencia más confiable, que es la banqueta.
“Hay muchos agravantes, ese es el coraje y el dolor que tiene la familia, porque si hubiera habido un señalamiento esto no sucede”, sopesó molesto el entrevistado.
LA MALDICION LOS PERSIGUE
Pero Andrés y su hija, Andrea, no fueron los únicos fallecimientos presentados con las intensas lluvias que azotaron el sur del Estado:
El contador público Martín René González Sánchez y el pescador Omar Cruz Juárez también se despidieron de una manera funesta.
El primero cayó a un canal localizado también entre los límites de Tampico y Ciudad Madero en la colonia Tamaulipas, mientras que el segundo fue hallado en la laguna las Marismas del municipio de Altamira.
Los días posteriores a su muerte sumieron en nostalgia a sus familias, que aún no pueden creer el destino que tuvieron Martín y Omar, de 43 y 24 años respectivamente.
En una modesta vivienda de la colonia Obrera de Tampico era donde radicó durante casi toda su vida el también director de la escuela secundaria Barberena.
A decir de una de sus tías nunca contrajo nupcias y en vida fue una persona ejemplar; no obstante, el día de su muerte tomó unas copas que lo llevaron a caer a un canal atestado de agua, donde quedó atorado al fondo del mismo.
Una locataria fue quien encontró el cuerpo de Martín y dio aviso a las autoridades.
Por su lado Omar había salido a pescar el pasado miércoles 16 de julio, sin imaginar que no volvería a casa. Al parecer perdió el equilibrio y cayó en un embalse de por sí fangoso y a su máxima capacidad.
Aunque no tenían la certeza de que hubiera muerto familiares y amigos se dieron a la tarea de buscarlo, hasta que dos días después su cuerpo fue encontrado flotando.
Así, mientras un amplio sector de la población sufría los estragos de las inundaciones, estas familias lloraban a sus cuatro difuntos, sin nada que pueda consolarlos.
En Tampico fueron 11 las colonias más perjudicadas, en Ciudad Madero 18 y en Altamira 12. Inclusive, tuvo que intervenir el Fondo Nacional de Desastres luego de que la Conagua declarara la región sur de Tamaulipas como zona de desastre.
Actualmente aunque el agua ya ha disminuido, la tristeza seguirá presente en las familias Bravo García, González Sánchez y Cruz Juárez.