
En medio de una pandemia que en pocos meses no solamente ha sumergido al país en una crisis de salud pública, sino también económica, millones de personas se enfrentan al dilema de cómo salir adelante y solventar sus necesidades elementales de alimentación, vestido y transporte. Infinidad de negocios cerraron y, en consecuencia, muchos trabajadores perdieron su empleo.
Tras un avasallador año 2020, que ha quedado inscrito en las páginas de la historia como el ciclo económico–social más doloroso de los últimos tiempos, el reto de muchos mexicanos y tamaulipecos es poder mantenerse a ‘flote’ para afrontar los siguientes meses.
Pero el panorama es desolador ya que de acuerdo con cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a nivel nacional se perdieron 12 millones de empleos y, lejos de reactivarse la economía, la tendencia negativa se está profundizando.
Mientras para algunas minorías el 2021 representa un esperanzador nuevo comienzo, otros no lograrán quizás conservar sus trabajos en una nación que cerró el año anterior en el primer lugar del ranking mundial de mortalidad por causa del coronavirus, que mantiene en jaque al sector productivo.
La cruda realidad se observa en las calles, en los talleres, los negocios, las oficinas y también en las industrias: el Covid–19 orilló a muchos desempleados a improvisar su modo de vida por la falta de dinero circulante.
Y otros, en su caso, decidieron renunciar al ver que compañeros de sus trabajos murieron infectados.
“Decidí refugiarme en mi casa para proteger a mi familia, porque había muchos casos de coronavirus en mi trabajo. Yo trabajaba en la fábrica maquiladora Dulces Famosos, ubicada en el parque industrial de Villa Florida. Hubo personal de limpieza y operadores que contrajeron el virus”, platica Gabriela.
Por ende, la economía de su familia se vio muy afectada, porque sus hijas y ella pasaron a depender totalmente del salario de su esposo.
“La entrada de dinero se nos complicó, porque nos vimos más apretados económicamente; para comprar el mandado está ahora más canijo. Se gana nada más para sobrevivir”, expresó.
NO HAY DE OTRA
Si desde antes ya se decía que en la ciudad había ingenieros y doctores al volante de un taxi, esta vez son más quienes se han volcado a las calles a emprender actividades económicas y lo hacen también por medio de las redes sociales.
Para Yolanda López Báez, catedrática en Economía por la Universidad Tamaulipeca, el escenario se vislumbra todavía más complicado.
“A principios del año 2020 ni siquiera nos imaginamos todos los cambios que habría a causa de esta enfermedad contagiosa. Nosotros dimos por hecho que sería temporal el cierre de las escuelas y los comercios, pero estamos viendo que ahora esto podría postergarse indefinidamente”, expresó.
La también licenciada en Comercio por la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) dijo que no habrá mejores condiciones hasta que la pandemia sea controlada, mediante la vacuna o con medidas preventivas.
“Precisamente comentábamos en la clase con mis alumnos cómo al principio algunos negocios llegaron a colocar mantas con mensajes al gobierno, porque no iban a poder sostenerse con los gastos, las rentas, los sueldos de los trabajadores y los pagos de los servicios. Muchos de ellos tuvieron que bajar sus cortinas y se incrementó el desempleo por esa misma razón, desencadenando una serie de fenómenos negativos”, agregó.
EL EFECTO DOMINÓ
Pero también se presentaron casos de empresas que lucraron debido a la escasez de productos en los centros comerciales. Cuando el gobierno hizo el llamado a la ciudadanía a mantenerse en sus casas muchos artículos de la canasta básica escasearon y la inflación castigó el bolsillo de los consumidores.
La mayoría de las mercancías que son utilizadas para la limpieza como jabones, desinfectantes y geles antibacteriales llegaron a costar el doble y hasta el triple de su valor inicial. De repente se observó que ya había puestos de productos que a comienzos de 2020 tenían muy poca demanda, especialmente las mascarillas protectoras.
Roberto Sánchez, es un publicista que se enfocó durante varios meses a abastecer a quienes necesitaban de cubrebocas.
“Noté una rebatinga muy fuerte por la oferta y demanda. Recuerdo que al principio todo mundo se empezó a dedicar a eso. Incluso, me llegó a pasar una vez que había alguien en Querétaro que tenía disque un lote de 100 mil mascarillas de tres capas y pensé comprarlas. Ya tenía clientes por todos lados que me estaban esperando y al final me dijo que de la farmacia Benavides se las compró todas.
“Hubo otras personas como un primo hasta que creó una fábrica de mascarillas. Él y unos coreanos se asociaron para hacer ese producto”, relató.
Pero si bien algunos pudieron improvisar o reinventar el giro de sus negocios, otros resultaron más afectados, como José Morgado, representante de una empresa local de renta de autos.
Manifestó que la falta de contratos se cayó por culpa del coronavirus en un 80 por ciento y que tienen unidades detenidas porque la cantidad de personas que solicitan un auto de renta ahora es mucho menor y casi no hay demanda para viajes recreativos.
Así, el escenario que enfrentan diariamente muchas personas físicas o morales a raíz del fenómeno de salud pública hacen que este comienzo de año sea probablemente de los más complicados, porque en algunos casos la gente tiene que lidiar con el desempleo y en otros hasta con la pérdida de sus seres queridos.
EL BANCO DE LOS POBRES
:: Pero en medio de esta tragedia económica con empresas operando en números rojos, existen giros que siguen creciendo, como el de los empeños y durante la cuesta de enero más.
Tradicionalmente las fechas más complicadas para muchas personas son al inicio de cada año, después de las festividades decembrinas, cuando en algunos de los casos se ha gastado en regalos, cenas y convivencias familiares.
Y cuando la necesidad aprieta una de las alternativas más recurrentes es acudir a las casas de empeño. Como suele decirse que los bienes son para remediar los males, para los mexicanos es una opción sencilla para conseguir algo de dinero a cambio de objetos que tengan cierto valor.
Para quienes despachan atrás del mostrador el proceso es aprender a darse cuenta del estado en que se encuentran los objetos y artículos, adquirirlos en buenas condiciones y a la vez darle a los clientes el mejor trato que sea posible.
Pero al mismo tiempo pueden atestiguar las frustraciones que tienen algunas personas porque necesitan dejar sus prendas y en algunos de los casos las dejan perder. Sobre cómo se vive desde adentro Mariana, una empleada de First Cash en Reynosa contó su testimonio.
“A finales de enero y principios de febrero es cuando empieza a notarse la crisis por haber gastado y muchos van a empeñar lo que compraron en diciembre”, aseguró.
Los artículos pueden ser diversos, desde herramientas, electrodomésticos y hasta automóviles. Algunas veces, dice, es sorprendente lo que le toca ver entrar por esa puerta…
“Pues hay de todo, pero te admiras cuando te llevan piezas de joyería y diamantes o lo último en tecnología. A mí me llama mucho la atención que casi la mayoría de las personas vuelven a empeñar el mismo artículo varias veces y no lo quieren dejar perder porque tienen un significado para ellas. No sólo es el valor del dinero, así que lo hacen para salir del apuro y luego van a retirarlo”, agregó.
Esta trabajadora manifestó que hay gente que a veces se ofende porque quiere a cambio una mayor cantidad de lo que se le puede ofrecer en empeño o por comprarle su producto, pero también hay otros casos en los que la persona se pone feliz porque logró salir de un bache económico.
Sin embargo, un hecho es que la casa nunca perderá y menos durante una pandemia.
“Siempre gana el negocio, ya sea por un empeño o por intereses cuando las personas van a refrendar. Ganan comprando artículos o vendiéndolos a más del 50 por ciento de lo que costaron. Y cuando la gente los separa y deja perder los apartados el depósito también representa un ingreso.
“Yo creo que durante esta época de enero los empeños crecen alrededor de un 30 por ciento en comparación con un mes ordinario”, expresó.