
Una investigación en curso del gobierno de Estados Unidos encaminada a detectar actas de nacimiento falsas que fueron vendidas en la frontera con México, ha provocado que cientos -o quizá miles- de mexicanos cuyos hijos nacieron en la Unión Americana, ahora no cuenten con una visa para ingresar al vecino país.
Hora Cero contactó a algunas de estas personas, quienes relataron cómo funcionarios consulares de Estados Unidos les rechazaron la renovación de su permiso para ingresar a este país o, en el mejor de los casos, los sometieron a una investigación que puede durar varios meses.
Michael Barkin, cónsul general de Estados Unidos en Matamoros, reconoció que algunos ciudadanos mexicanos que han acudido a solicitar la renovación de su visa han enfrentado esta situación, sin embargo, esto se debe a las indagatorias con las que el gobierno de su país pretende descubrir las actas de nacimiento falsas que algunas parteras -quienes dijo ya están identificadas- comercializaron en la frontera.
“El problema es que en el pasado tuvimos el problema del fraude de varias parteras quienes se dedicaron a vender actas de nacimiento falsas. Entonces los padres que compraron estos documentos, y en representación de sus hijos, quieren ingresar a Estados Unidos usando estos documentos; ellos están violando las leyes norteamericanas y están cometiendo un crimen”, expresó.
El cónsul reveló que en estos momentos cada vez que un ciudadano mexicano acude a solicitar su visa y reporta que tiene un hijo nacido en Estados Unidos, se inicia un proceso de investigación para determinar si los registros del menor son legales.
“Sabemos los nombres de las parteras que estuvieron vendiendo los documentos falsos, por lo tanto nosotros hacemos una investigación para determinar si los documentos que nos presentan son falsos.
“Tenemos un equipo muy grande que ha estado trabajando desde hace mucho tiempo tratando de reducir los tiempos de investigación, pero de todas formas todo esto puede tardar meses”, indicó.
El representante del gobierno norteamericano en Matamoros recordó que las personas que violan la ley de su país no son sujetas a recibir una visa.
“Si estas personas cruzaron a su hijo con documentos falsos están cometiendo un delito y por lo tanto no califican para recibir una visa de turista”, expresó.
Barkin explicó que el hecho de que un ciudadano mexicano tenga un hijo nacido en Estados Unidos y, por lo tanto, cuenta con la nacionalidad norteamericana, no representa un impedimento para que reciba su “visa láser”.
“Eso no es un problema, nosotros no tenemos ningún problema con eso, aceptamos a nuestros nuevos ciudadanos que gozan de todos sus derechos”, sentenció.
El representante consular aseguró que el gobierno de su país tiene formas de detectar si el acta de nacimiento de un niño de padres mexicanos se obtuvo de manera ilegal, sin embargo, este proceso dura meses, por lo que las personas que están bajo investigación necesitan tener paciencia.
Ante ello, lo mejor que pueden hacer los ciudadanos mexicanos que tienen un hijo nacido en Estados Unidos y necesitan renovar su “visa láser”, es presentar el pasaporte norteamericano de su vástago en lugar del acta de nacimiento al momento en que les sea solicitado.
“Si su hijo nació en Estados Unidos entonces tiene que ir al Consulado más cercano y sacarle su pasaporte, pues este es un documento más confiable.
“El acta de nacimiento es un documento frágil en sus sistemas de seguridad y por lo tanto no es confiable, por eso preferimos el pasaporte”, dijo.
Incluso el cónsul reconoció que si alguno de los ciudadanos mexicanos que están bajo proceso de verificación de la legalidad del acta de nacimiento de sus hijos pueden ser beneficiados, si presentan el pasaporte de sus descendientes.
“Esto ayudaría a la investigación”, dijo.
Barkin dijo desconocer con exactitud cuántos ciudadanos mexicanos están esperando la renovación de su visa de ingreso a Estados Unidos una vez que termine este proceso de investigación. Sin embargo, indicó que estos casos podrían ser cientos.
DELITO COMUN,
GRANDES PROBLEMAS
Durante años, la compra de documentos para justificar la nacionalidad norteamericana ha sido una situación común en la frontera entre México y Estados Unidos.
Fuentes consultadas revelaron que generalmente el proceso iniciaba una vez que un ciudadano mexicano contactaba a una partera, enfermera o incluso un médico de Estados Unidos, quien por una cantidad que variaba entre los dos mil y cuatro mil dólares, les vendía el registro de nacimiento del menor aunque el pequeño no hubiera nacido en territorio norteamericano.
Este registro, que es el primer documento que se emite al nacimiento del niño y que debe de estar certificado tanto por la persona que trajo al mundo al menor como la institución donde nació, es llevado por los padres ante las oficinas del condado para entonces tramitar su acta de nacimiento, con lo que quedaba registrado como ciudadano de Estados Unidos.
De acuerdo a datos oficiales, desde el año 1960 un total de 75 parteras han sido halladas culpables de anotar bebés mexicanos como si hubiesen nacido en Estados Unidos. En cierto momento el gobierno preparó una lista de casi 250 “sospechosas” de incurrir en estas irregularidades, aunque nunca explicó por qué motivos.
Los primeros problemas surgieron en 2008, cuando el gobierno norteamericano emitió la Iniciativa sobre los Viajes en el Hemisferio Occidental (WHTI, por sus siglas en inglés), que ordenaba a sus ciudadanos que, a más tardar para el primero de junio del año 2009, debían de presentar un pasaporte vigente al momento de ingresar o reingresar al país.
Como resultado de este ordenamiento se presentó un aumento en las solicitudes de pasaportes, porque en la frontera hay miles de personas que necesitaban cruzar por motivos de trabajo, personales o familiares.
Sin embargo, muchos ciudadanos norteamericanos de ascendencia mexicana quienes nacieron con la ayuda de una partera, se encontraron con la negativa del gobierno de su país para expedirles un pasaporte pues, les explicaron, había dudas respecto a la veracidad de los documentos con los que buscaban comprobar su nacionalidad.
Inconformes con la decisión, un grupo de ciudadanos norteamericanos con ascendencia mexicana solicitaron la ayuda de organismos para la defensa de los derechos civiles como la Unión Americana de Libertades Civiles, (ACLU, por sus siglas en inglés), la ACLU de Texas, el despacho jurídico internacional Hogan & Hartson LLP y Refugio del Rio Grande para interponer juicios en contra del Departamento de Estado por haberles negado la expedición de su pasaporte.
Sin embargo, el proceso que más llamó la atención fue la demanda de Acción Representativa presentada en el año 2008 por los ciudadanos norteamericanos Amalia Ramírez Castellano, Arturo García, Sofía Elizabeth López, Miriam Sujee Hernández, Juan Luis Flores, Rocío Flores, David Hernández, Juan Aranda y un menor de edad identificado como J.S.
Estas personas demandaron a la entonces secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice; al subsecretario de Administración, Patrick F. Kennedy; al subsecretario de Estado para Asuntos Consulares, Maura Harty; la directora Administrativa de la Dirección de Servicios de Pasaporte, Ann Barrett, además de los Estados Unidos de América.
La demanda alega que el Departamento de Estado cuestiona de manera categórica la ciudadanía de prácticamente todo nacimiento de individuos mexicano-americanos que se haya efectuado con la ayuda de una partera en los estados fronterizos del sur.
Según la demanda, el Departamento de Estado obligaba a dichos solicitantes a sujetarse a requisitos que no son razonables para comprobar su ciudadanía, incluyendo la presentación de una cantidad excesiva de documentos que normalmente no se requieren y aún así cancelarles su solicitud de un pasaporte.
“Con base a sospechas generalizadas de tipo racial, el Departamento de Estado está enviando a este grupo seleccionado de solicitantes de pasaporte en una búsqueda sin sentido rehusándose al final a expedirles pasaportes sin una evaluación justa de sus casos individuales”, cita la demanda.
Lisa Bodyaga, abogada de la organización civil Refugio del Río Grande con sede en San Benito, Texas, expresó que todos los demandantes ganaron el juicio en contra del gobierno de Estados Unidos, por lo que no sólo recibieron su pasaporte, sino que asentaron un precedente constitucional para las personas que se encuentren en un problema similar.
“Hasta la fecha no hemos perdido ni uno solo de estos juicios”, expresó. Sin embargo, ganar estos casos no ha sido sencillo o barato.
“Lo más difícil es comprobar que los documentos son legales. Acabamos de ganar un juicio la semana pasada donde pasamos tres días en la corte, fueron necesarias 300 horas de trabajo legal que costaron alrededor de 10 mil dólares.
“La mayoría de la gente no puede pagar una cantidad de este tipo, por eso ahora estamos buscando que sea el gobierno el que pague los gastos de estos juicios”, indicó.
La litigante indicó que estas investigaciones del gobierno de Estados Unidos están perjudicando a ciudadanos mexicanos que tienen hijos nacidos en el vecino país y que ahora necesitan renovar su visa.
El problema, explicó, es que a estas personas se les está aplicando el mismo criterio racial para sospechar que obtuvieron ilegalmente los documentos que comprueban la nacionalidad norteamericana de su hijo.
Sin embargo, a diferencia de los ciudadanos norteamericanos, las personas originarias de México no tienen el derecho constitucional de reclamar a Estados Unidos que les autorice la renovación de su visa. Lo más que pueden hacer es iniciar una demanda a nombre de su hijo nacido en aquel país para arreglar su problema del pasaporte.
“Es un problema porque no hay mucho que los padres mexicanos puedan hacer; pueden enjuiciar al gobierno de Estados Unidos a nombre de su hijo, pero no pueden hacer con respecto a su visa”, lamentó.
Ante ello, lo único que pueden hacer es tener paciencia y esperar el fin de la investigación de las autoridades norteamericanas.
EL VIACRUcIS DE LA VISA
En 1998, el gobierno norteamericano decidió implementar el programa de las “visas láser”, donde más de cinco millones de mexicanos que contaban con algún permiso de ingreso legal a este país tuvieron que acudir a los nueve consulados de Estados Unidos en México para cumplir con los trámites necesarios para obtener el nuevo documento.
En ese entonces se informó que el programa se había puesto en marcha debido a que había más de 15 tipos de documentos autorizados para el ingreso legal a la Unión Americana, lo que dificultaba la labor de las autoridades migratorias.
Por ello, el gobierno de Estados Unidos diseñó la llamada “visa láser”, que es una combinación de la tarjeta de cruce fronterizo -como era conocida la “mica”-, y una visa B1/B2, o sea, una visa de negocios y de turista, con una vigencia de diez años.
Este documento cuenta con la fotografía del portador, su información personal codificada digitalmente e, incluso, sus huellas digitales. La tarjeta fue diseñada con medidas de seguridad que evitan su falsificación, además de que puede ser leída electrónicamente.
“Todas estas características van a hacer más expedito el ingreso de visitantes a los Estados Unidos, al facilitar que el inspector del INS verifique que el documento corresponde en verdad a quién lo presenta. Adicionalmente, la información codificada en forma digital va a impedir que otra persona use el documento en caso de robo o extravío, y facilitará su reposición”, dijo el gobierno norteamericano en ese entonces.
En la información que se proporcionaba a los ciudadanos mexicanos, el gobierno de Estados Unidos aseguraba que las personas que estaban reemplazando la antigua tarjeta de cruce fronterizo por la “visa láser” tenían “pocas posibilidades” de que se les negara el documento.
“Por lo general, las personas que no cumplen los requisitos son quienes han estado usando sus antiguas Tarjetas de Cruce Fronterizo para vivir o trabajar en los Estados Unidos sin autorización”, decían las autoridades norteamericanas.
Al momento de iniciar este sistema en Ciudad Juárez, Chihuahua, el trámite tenía un costo de 45 dólares para los adultos y 13 para los menores de 15 años de edad.
A 12 años de iniciado el programa, la mayor parte de las personas que recibieron este documento tienen que renovarlo, por lo que ahora tienen que cumplir con una serie de requisitos como lo es la solicitud vía telefónica de una cita en el Consulado de Estados Unidos más cercano a su lugar de residencia, el llenado de la forma DS-160 -que solamente se puede obtener en Internet-, la presentación de documentos que comprueben que cuenta con lazos fuertes en México que demuestran que no pretende emigrar a la Unión Americana y el pago de 140 dólares (alrededor de mil 890 pesos) por los trámites.
De todos los requisitos solicitados, el pago es el que ha generado la mayor controversia en la región fronteriza, pues estos recursos no son reembolsables, aún cuando el solicitante no haya recibido la visa.
Uno de los grupos que ha manifestado su descontento por el cobro de este dinero es la Cámara de Comercio de Matamoros, que solicitó la intervención del Senado de la República y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para pedir de manera oficial al gobierno de Estados Unidos el reembolso de, por lo menos, parte de estos recursos en caso de que el solicitante no reciba su visa.
Por medio de un comunicado, Roberto Salas Martínez, presidente del organismo, aseguró que “anualmente y de acuerdo a datos cotejados con la SRE”, “más de un millón 200 mil solicitantes acuden a algún consulado de los Estados Unidos en México con la esperanza de recibir su visa”, lo que representa un ingreso promedio de 192 millones de pesos al año.
“Lo más lamentable es que más del 50 por ciento de estos mexicanos son rechazados y pierden el pago realizado al consulado por tener derecho a la entrevista”, cita el documento.
Estas cifras contrastan con los informes oficiales del gobierno de Estados Unidos, quien en el reporte de la tasa de rechazo de visas por país correspondiente al año 2010, informa que el 11.1 por ciento de los mexicanos que solicitan este documento son rechazados.
Incluso en varias ocasiones el gobierno de Estados Unidos ha explicado el por qué del cobro de los 140 dólares.
“El Departamento de Estado está aumentando la cuota para asegurar que haya suficientes recursos para cubrir el creciente costo de tramitar las visas de no inmigrante. La nueva estructura con niveles se creó para cubrir los costos mayores de procesar algunas categorías de visas de no inmigrante que son complicadas, y requieren de una consideración más detallada que otras categorías, y la ley estadounidense requiere que el Departamento de Estado busque recuperar el costo de tramitar las visas aplicando cuotas”, cita en su portal de Internet la Embajada de Estados Unidos en México.
EN EL LIMBO
Hora Cero contactó a un grupo de ciudadanos mexicanos quienes tienen –por lo menos- un hijo nacido en Estados Unidos y aunque aseguran que cumplieron con los trámites que les pidieron para renovar su visa, siguen esperando la autorización del documento.
Debido a que muchas de estas personas seguirán intentando conseguir su permiso de ingreso a la Unión Americana, su testimonio se publica con sus nombres cambiados, pues solicitaron el anonimato.
Consuelo es una mujer de alrededor de 40 años madre de cuatro hijos, de las cuales la menor (que ahora tiene 10 años) nació en la clínica de Maternidad Santa María, que estaba ubicada a unos pasos del Puente Internacional Reynosa-Hidalgo.
Cabe señalar que de acuerdo a documentos del Departamento de Servicios de Salud de Texas, en el año 2004 se le negó la renovación de la licencia de operación de esta clínica, pues sus responsables impidieron que personal de la dependencia ingresara a sus instalaciones para revisar la documentación de servicios otorgados a uno o más clientes, entre otras faltas.
Consuelo aseguró que la idea de que su hija naciera en estados Unidos era para tuviera más oportunidades de una mejor vida profesional.
“Más que nada lo que buscábamos es que en un futuro nuestra hija tuviera una oportunidad de poder estudiar o trabajar allá pues con la ciudadanía es mucho más sencillo”, precisó.
Debido a que su “visa láser” había caducado, el pasado mes de abril acudió con su esposo al Consulado de Estados Unidos en Matamoros, para cumplir con la cita donde esperaban que les iban a renovar el documento.
“Por mi mente jamás pasó que nos iban a negar la visa pues la cita iba muy bien, la persona que nos atendió nos checó algunos de los documentos que llevábamos, nos preguntó que si teníamos hijos, su edad y lo que estudiaban; cuando le dije que tenía una hija que había nacido allá me dijo que tenía que llevarle el acta de nacimiento grande. Yo le mostré una acta chica que te dan en Estados Unidos pero me dijo que no, que no quería ni el pasaporte o el acta chica, que le llevara el acta grande”, indicó
Como no querían esperar, ese mismo día regresaron con el acta de nacimiento de su hija y fue cuando les informaron que iban a ser sujetos de una investigación, por lo que les dieron un número de caso y les recomendaron que verificaran periódicamente el portal de Internet del Consulado para conocer detalles.
“La última vez que mi esposo llamó fue en junio y le dijeron que la petición estaba en proceso y que si había alguna novedad ellos nos hablaban”, indicó.
Para esta madre de familia, el motivo por el que no le han dado su visa aún es un misterio, pues nunca se ha aprovechado de la ciudadanía de su hija.
“Irnos a vivir a Estados Unidos no está en nuestros planes, si quisiéramos hacerlo hubiéramos seguido con los trámites hace años, pero no nos gustaría vivir allá.
“Jamás pedí ayuda de ningún tipo, ni de leche, pañales o vacunas, mi hermana me dijo que ellos podían ayudarme a tramitar las ‘estampillas’ pero nunca quise hacerlo, ni siquiera llevé a mi hija a estudiar en Estados Unidos”.
Un caso similar vivió Adriana, quien tiene dos hijos de los cuales la menor de nueve años nació en la ciudad de Hidalgo, Texas.
Para esta mujer, la cita para la renovación de su visa, que se llevó a cabo el pasado mes de agosto, iba perfectamente, hasta que le preguntaron sobre la nacionalidad de su pequeña.
“En la cita sólo me pidieron la carta de la empresa donde trabajo y luego me pidieron que pusiera el pulgar en el lector, luego mi hijo pasó, le preguntaron un par de cosas y le dijeron que pusiera el dedo pulgar en el lector, de hecho la funcionaria me dijo que la visa estaba autorizada.
“La persona que me atendió me preguntó que si tenía más hijos y le dije que sí, que tenía una más, entonces me preguntó que por qué no la había llevado y le dije que porque ella había nacido en Estados Unidos.
Fue entonces cuando me preguntó que si traía el acta de nacimiento de mi hija, y le dije que no porque no iba a hacer ningún trámite para ella. Fue entonces cuando me dieron una nueva cita para que les llevara el acta de nacimiento y lo hice”, relató.
Desde entonces Adriana espera el resultado de una investigación que no sabe cuándo o cómo va a concluir, lo que significa que no tiene manera de ingresar a Estados Unidos, pues le representa un problema.
“Tengo clientes en Estados Unidos y la verdad es que si tuviera visa podría incrementar mis ingresos y eso me ayudaría en mis ingresos.
“También es cuestión de economía, pues hay productos que la verdad los encuentras más baratos y de mejor calidad en Estados Unidos y por eso vale la pena ir para allá”, indicó.
Y aunque han pasado más de tres meses desde su cita, no pierde las esperanzas de que las autoridades le vayan a dar el permiso para ingresar al país vecino.
“Tengo la esperanza de que me van a dar la visa por eso no me angustia que han pasado casi tres meses y no he tenido respuesta. Sin embargo, también sé que no hay nada que puedas hacer en contra de ellos, si deciden negarte la visa no hay nada que puedas decir en contra”, señaló.
LOS RECHAZADOS
A Teresa le negaron la “visa láser” y con ello la posibilidad de estar en contacto con sus hijos, quienes son ciudadanos norteamericanos.
Afligida y sola en su hogar pues su esposo falleció hace unos años atrás, apenas accede hablar. Es natural su desconfianza. Lo único que propicia la entrevista es el anonimato y la ausencia de una cámara fotográfica.
El impedimento de cruzar a la ciudad de Brownsville para reunirse con sus dos vástagos que, asegura, la necesitan, la tiene al borde de la desesperación. Podría ser corta la distancia, pero para una madre jamás lo será. Sus hijos Roberto y Mario son estudiantes y trabajadores de medio tiempo y por ello apenas la visitan los fines de semana.
Hace algunos meses las autoridades norteamericanas le negaron a Teresa la entrada a los Estados Unidos pues la mujer es de edad avanzada, no cuenta con un trabajo formal -salvo un puesto en un tianguis de la localidad- y por lo tanto pensaron que su intención era irse a vivir al vecino país.
La idea de brindarles un mejor futuro a sus hijos la orilló alumbrar de aquel lado.
“Siempre tuvimos la idea de que allá se vive mejor, es más seguro y sí lo es. Gracias a Dios, mis hijos estudian y tienen trabajo, están estables”, comenta.
Antes de que le rechazaran renovar su visa, Teresa tenía la oportunidad de ver con más regularidad a sus descendientes.
“Yo iba y venía, a veces me quedaba una noche para ayudarles a mis muchachos en lo que pudiera, ya que trabajan y estudian”, justifica.
Incluso el permiso para ingresar a la Unión Americana le servía para comprar mercancía que luego vendía en su puesto.
“Con lo que me dejó mi esposo de la pensión y lo que juntaba del tianguis, hacia un buen dinerito, que lo repartía a mis hijos para ayudarles con sus estudios”, pronuncia.
Ahora sin hijos, sin mercancía, sola en su hogar, espera el momento para intentar arreglar su situación, no obstante gastó más de dos mil pesos en un trámite que le resultó traumático.
“El oficial que me entrevistó rápido me dijo que no podía otorgarme la visa y la verdad no tuve fuerzas para preguntarle por qué”, enunció.
Y aunque la noticia fue devastadora para la familia, Teresa no pierde la esperanza de que un día vaya a recibir el documento.
“Les digo que se esperen, que volveré a intentarlo y primero Dios me den la visa”, concluye.
Otro a quien le rechazaron su solicitud de visa es Rolando, un empresario padre un hijo de 7 años quien nació en Hidalgo, Texas.
Para este hombre la opción de que su hijo tuviera las dos nacionalidades le resultó atractiva.
“Yo quería que tuviera dos nacionalidades porque en un futuro puede entrar a alguna universidad y tener mejores oportunidades laborales en México”, sentenció.
Y aunque en ocasiones se vio tentado a recibir los apoyos que el gobierno de Estados Unidos les da a sus ciudadanos como emigrar a la vecina nación, finalmente decidió no hacerlo.
“Me dijeron que allá te dan la leche y los pañales, que te ayudan con las vacunas y hasta con el doctor, sin embargo, nunca ha necesitado de esa ayuda. Además, en ocasiones cruzar a Estados Unidos solamente para eso es mucho problema por las filas en el puente.
“En alguna ocasión pensé irme a vivir allá con mi familia, pero luego me di cuenta que es muy caro comprar casa y mantenerla, aunque con mi salario nos va bien, sí sería un problema vivir en Estados Unidos porque seguramente no completaríamos”, apuntó.
Rolando nunca sospechó que le iban a negar su solicitud para renovar su visa, pues jamás había tenido problemas por su hijo.
“Nunca tuve problemas en cruzar el puente, a lo mucho el de migración revisaba los documentos de mi hijo y le preguntaba cómo se llamaba, pero es todo. Nunca nadie nos dijo que era un problema tener un hijo que fuera ciudadano norteamericano.
“Si hubiera sabido que por tener un hijo nacido allá me iba a meter en problemas seguramente no lo hubiera hecho. Me dijeron que tenemos que esperar seis meses antes de volver a aplicar por la visa y seguramente lo vamos a volver a hacer, el problema es que todo el trámite sale muy caro. Ojalá ahora sí no nos la vayan a negar”, finalizó.
Los entrevistas aseguraron que van a intentar otra vez renovar su visa, aún cuando sean sujetos a una investigación interna que ya metió en problemas con sus ciudadanos al gobierno norteamericano que, a la fecha, no ha podido comprobar algún caso de compra ilegal de registros de nacimiento.