
De un ‘salto’ llegó a Matamoros, bromea monseñor Ruy Rendón Leal, quien el 3 de septiembre se convirtió en el quinto obispo que tiene la Diócesis de Matamoros desde su fundación en el año de 1959.
Procedente de la prelatura de El Salto, Durango (de ahí su broma), Rendón Leal indicó que tiene como reto consolidar la fe católica en esta región que ha sido flagelada por la inseguridad y otras tantas problemáticas sociales características de la frontera.
En entrevista, el nuevo obispo habla sobre distintos temas que van desde la violencia que se vive en todo el país, hasta la crisis de las instituciones sociales, como la familia y, por supuesto, la misma Iglesia Católica.
Indicó que más allá de los miles de muertos que se han registrado por la violencia que se vive en el país, existe el anhelo de paz y estabilidad de miles de mexicanos, lo que representa una señal que existe el deseo ferviente de una transformación colectiva.
“Tal como lo marca la Biblia hay tiempo para todo, estos son tiempos de guerra, de odio, muerte, desesperanza, de todo lo adverso. Pero habrán de terminar, las Sagradas Escrituras no culminan en un caótico final, sino en un renacimiento del espíritu humano dotado de valores cristianos”, dijo.
El prelado indicó que tiene ante sí una Iglesia necesitada de un pastor apacible que le otorgue la fortaleza necesaria para sobrellevar estos tiempos de tribulación
“Como obispo lo percibo cuando platico con los fieles, la primera señal de que esto tiene que cambiar es el anhelo de una transformación que está presente en sus corazones que ahora están sufriendo por la situación”, dijo.
Originario de Cadereyta Jiménez, Nuevo León, Rendón Leal cuenta con 32 años de vida sacerdotal, de los cuales en los últimos seis, había fungido como obispo en la prelatura de El Salto, Durango.
Su experiencia lo hace conducirse de una manera sobria en cada respuesta a las múltiples interrogantes que surgen por los acontecimientos que afectan a la región. Cuando habla lo hace con serenidad, principalmente cuando asegura que las cosas están mal en el país, pero hay una solución para todos los problemas.
Denunció que las autoridades hicieron caso omiso de esta crisis y permitieron que las circunstancias llegaran hasta este nivel que sobrepasa a los tres niveles de gobierno.
Al mismo tiempo reconoció que la Iglesia Católica ha tenido algo de culpa con sus múltiples acciones erradas y su pasividad, que a la postre ha originado el distanciamiento de los feligreses.
“La Iglesia Católica, por ser la religión que alberga a tres cuartas partes de los mexicanos, tampoco puede quedarse hincada observando el declive de la nación”, sentenció.
LE FALTA A LA ESTRATEGIA
Para el nuevo obispo, las acciones que ha emprendido el gobierno federal para erradicar la inseguridad requieren que a la par de la estrategia militar, se atiendan los problemas sociales.
“El gobierno federal debe implementar otras estrategias, la creación de fuentes de trabajo, de infraestructura, de educación, a fin de que cualquier región del país tenga la facilidad de una economía sustentable, para que nuestras familias tengan el acceso a una economía que les ayude a llevar una vida digna”, indicó.
Rendón Leal recordó que cuando fue obispo en Durango dio fe de comunidades ubicadas en la sierra que estaban más cerca de tocar el cielo que de estrechar la mano de las autoridades o de recibir algún tipo de programa de apoyo, como si las oportunidades fueran sólo un espíritu, imposibles de percibir, de palpar.
Señaló que de ahí se desprende la oferta de las bandas delincuenciales que les permiten el acceso rápido a bienestares materiales, aunque sea por un corto plazo.
El jerarca católico indicó que si existe el mal se debe buscar eliminarlo, pero sin descuidar el ámbito social, que es el que arroja el material humano con el que opera.
De las tantas aristas que tiene la situación actual, es de suma importancia otorgar las herramientas para que las familias permanezcan unidas y con ello detener el desgajamiento que ha venido padeciendo esta institución.
“Sí hay acciones por parte de los gobiernos como el Día de la Familia y el favorecer los matrimonios colectivos. Pero depende mucho de los encargados de este campo el que se realicen estas para contribuir al bien de las familias”, precisó.
Aseveró que la Iglesia también tiene que trabajar en este rubro, pues sólo un reducido porcentaje participa activamente en los distintos grupos pastorales dedicados a las familias, hay indiferencia hacia estas actividades eclesiásticas.
“Si nada más viene el 10 o 15 por ciento de las familias católicas, entonces hay que salir a las casas, a las colonias y ahí hacer nuestro trabajo para que ya en su momento se acerquen a la iglesia”, expresó.
Sobre el problema del desempleo en los jóvenes, el nuevo obispo demandó más espacios educativos, laborales y de recreación para ellos, así como también, crear ambientes donde puedan canalizar positivamente sus cualidades.
Recordó que en la Iglesia Católica se están creando grupos y movimientos juveniles, proclives al trabajo comunitario apegado al catolicismo, lo cual ha dado buenos resultados pues cada vez son más los jóvenes que se integran a ellos.
“Hay que insistir en la formación porque no sólo es hacer actividades, no solamente es dar buenos consejos, sino buscar que esas recomendaciones lleguen al corazón de cada ser humano de tal manera que haya esa renovación interior”, mencionó.
Rendón Leal aseguró que no es tarde para reivindicar el sendero de la nación, sin embargo, normalizar la situación llevará mucho tiempo y seguirá costando sufrimiento a la población mexicana, por ello la Iglesia está comprometida para tratar de aliviar el dolor humano.
“A las personas o familias que están sufriendo, la Iglesia tiene el mensaje de predicarles a Cristo, hay consuelo, fortaleza, esperanza para estas situaciones dolorosas, la muerte no es el final sino la puerta para la vida eterna”, indicó.
SALIR A PREDICAR
El obispo de Matamoros tiene ante sí una diócesis que comprende ocho municipios y un desafío tan extenso como el territorio que comprende la institución: movilizar la Iglesia, sacarla de esa pasividad en la que por tantos años ha estado sumergida y recorrer las calles pavimentadas de calamidades para predicar el Evangelio.
En los últimos años se ha registrado un éxodo de fieles en las parroquias católicas, y Rendón Leal no lo niega.
“Ciertamente se han perdido (fieles) en cantidad, pero la calidad ha mejorado, cuando frecuento las parroquias me encuentro con laicos comprometidos”, dijo.
Pero agrega: “en cinco o 10 años se va estabilizar, estoy convencido porque la iglesia es más consciente de su fe, va a tener una acción pastoral fuerte que le va permitir el acceso a grupos no católicos”.
Más allá de una crisis de fe o de los escándalos en que se ha envuelto el catolicismo, el prelado pronuncia que el “cambio de época” fue la pauta para que las personas cuestionaran el quehacer de las instituciones, dentro de ellas la Iglesia.
“Lo tenemos que ubicar en un contexto más amplio en el llamado cambio de época, las grandes instituciones están por decirlo así en crisis, antes era estable su estructura, respetada era la familia, la educación, los gobiernos, la religión, hoy todo se cuestiona”, dijo.
Refirió que en la actualidad se han abierto los espacios dentro la organización religiosa, permitiendo que la comunidad participe dentro y fuera de las liturgias para el desarrollo de las parroquias.
De alguna manera esto permitirá que los alejados vuelvan al seno católico, agrandar el espectro de acción en los grupos seculares y con ello lograr que la Iglesia vuelva a la estabilidad.
“Hay acólitos, hay coros, gente que participa más y automáticamente con el correr del tiempo va a hacer un fermento que poco a poco va a tener más acciones y más resultados en cuanto a cantidad”, manifestó.
EL LLAMADO
“La Iglesia hoy en día reclama de nosotros como creyentes un compromiso serio, fuerte de ser discípulos y misioneros de Jesucristo no debemos de conformarnos con ser católicos de nombre”, expresó
Indicó que tras su llegada ha encontrado una diócesis sólida, madura, dotada de dinámica y de movimientos pastorales, pero también con una feligresía que respeta y ama a sus sacerdotes.
“Hay un gran respeto de la feligresía hacia los sacerdotes y el obispo, pero sobre todo un gran cariño, una gran fe, un gran amor a la Iglesia a pesar de las dificultades, del temor que sientan por la inseguridad, pese a las fallas en la iglesia le tienen respeto”, destacó.
Rendón Leal dice que ha recorrido parte de la extensa diócesis, analizando cada uno de los grupos y movimientos religiosos que se está gestando dentro de ella, no descarta cambios pero todo a su debido tiempo.
Sin embargo, no quita el dedo del renglón, la estructura católica tiene que redoblar esfuerzos para proseguir con la labor de evangelización y de consuelo para las familias atormentadas por las circunstancias.
“Se requiere que seamos católicos activos, que compartamos nuestra fe, que dejemos nuestras casas, oficinas y templos para salir a las colonias y predicar la palabra de Dios. Decirles que nosotros somos felices porque creemos en Jesucristo y queremos que también ellos lo sean, por eso los buscamos y les hablamos de Él”, finalizó.
¿Quién es el Monseñor Ruy Rendón Leal?
Algunos datos sobre la vida y obra del Obispo de la Diócesis de Matamoros:
Nació el 27 de octubre de 1953 en la ciudad de Cadereyta Jiménez, N.L.
Después de haber concluido sus estudios de Primaria, Secundaria y Preparatoria, ingresó al Seminario de Monterrey el 2 de septiembre de 1970.
Recibió el Orden del Diaconado el 15 de septiembre de 1978 en la Iglesia Catedral de Monterrey, Nuevo León
Fue ordenado Sacerdote por el Excelentísimo Señor José de Jesús Tirado Pedraza el 8 de septiembre de 1979 en la Basílica de la Purísima Concepción de Monterrey, Nuevo León.
Su primer destino como sacerdote fue de Vicario Parroquial en el templo de Nuestra Señora de la Esperanza, Parroquia de Santa Ana en Monterrey, Nuevo León (1979-1980).
Luego pasó al Seminario de Monterrey como formador, desempeñando los cargos de Director espiritual del Instituto de Filosofía y de Prefecto de estudios del Seminario Menor (1980-1983).
Después fue nombrado Vicario de la Parroquia de Nuestra Señora de Lourdes en Monterrey, Nuevo León (1983-1985).
El primero de septiembre de 1985 inició su ministerio como párroco de la Parroquia de San Juan Bautista en Villa de García, Nuevo León. En esta Comunidad estuvo hasta el mes de agosto de 1992.
En septiembre de 1992 fue enviado a Roma, Italia, donde obtuvo el título de Licenciado en Teología Bíblica por la Pontificia Universidad Gregoriana (1992-1995).
Al regresar de Roma fue nombrado administrador parroquial de la Parroquia de San Pedro Apóstol de Monterrey, Nuevo León, cargo que ocupó por espacio de un mes y medio.
En junio de 1995 fue nombrado Párroco de la Parroquia de San Felipe de Jesús en Monterrey, Nuevo León (1995-1996).
En agosto de 1996 fue nombrado Director Espiritual del Instituto de Teología del Seminario de Monterrey. Cargo que ocupaba hasta su nombramiento como Obispo.
Otros ministerios que se le han encomendado en la Arquidiócesis de Monterrey:
1) Director de la Escuela Bíblica Arquidiocesana (1984-1989)
2) Miembro del Consejo Presbiteral (1988-1992)
3) Asesor del Sagrado Orden de Vírgenes Consagradas en la Arquidiócesis (1995 hasta la fecha)
4) Asesor de la Comisión Diocesana Pro-Seminario de la UFCM (Agosto 2005 hasta la fecha)
Labor docente:
Maestro de la Escuela Bíblica Arquidiocesana (1976-1989); maestro de diversas materias humanísticas, filosóficas y teológicas en el Seminario de Monterrey desde 1980 hasta la fecha; maestro del Juniorado, Postulantado y Noviciado de las Religiosas Catequistas de los Pobres (1980-1986); maestro del área de Filosofía en la Preparatoria No. 19 de la UANL (1986-1992); maestro de moral en algunos colegios parroquiales (1985-1992).
También tiene algunas publicaciones:
1) Co-autor de: “La Palabra nos congrega” y “Primer encuentro con la Palabra”, Ed. San Pablo.
2) Autor de: “Derakím. Caminos de Oración”, Ed. San Pablo.
El 28 de septiembre Su Santidad Benedicto XVI lo nombra Obispo Prelado de El Salto. Toma posesión de la Prelatura el 30 de noviembre de 2005.