Jamás imaginó que los dolores de cabeza le anunciaban que su salud estaba en peligro y que este padre soltero podría dejar a sus hijas de ocho y doce años a la deriva.
Felipe Martínez Rodríguez nunca pensó que un síntoma común en la mayoría de los seres humanos sería un motivo de preocupación, pero los dolores de cabeza cambiaron su vida por completo.
Fue aproximadamente hace tres meses cuando estas molestias aparecieron, aunque no les puso “mucha atención”, hasta que tuvo dificultades para ver con el ojo derecho.
Al principio, describió, veía como una línea borrosa, pero después tuvo un dolor muy fuerte y perdió la vista por completo.
“Acudí a ‘Similares’ porque pensé que era un simple dolor de cabeza y ellos me refirieron a un oftalmólogo que me mandó con un cirujano”, expresó.
Con la ayuda de sus hermanos Felipe logró juntar el dinero para acudir con el especialista, pues de consulta cobraba mil pesos y fue necesaria la realización de una resonancia que tuvo un costo de tres mil 800. El diagnóstico fue duro: tumoración de hipófisis, que requería atención inmediata.
A sus 31 años de edad y con “toda una vida por delante”, Felipe no podía creer su situación, pero lo que más le preocupó es el futuro de sus hijas de ocho y doce años de edad, de quienes se encarga como padre soltero.
Dijo que el médico le dio un pase para tratarse en el Hospital Universitario “Dr. José E. González”, en Monterrey, Nuevo León, pues aquí en Reynosa los costos son muy elevados y debido a su condición no puede trabajar, ya que no tiene ingresos fijos.
“Desde siempre he sido chofer de camiones, pero lo dejé porque no puedo manejar así, nadie me quiere agarrar con un solo ojo funcionando”, detalló.
En Monterrey nuevamente le hicieron una resonancia con la cual se confirmó la presencia de un tumor que según Felipe, está obstruyendo el nervio óptico, pero además, está “abrazado a la vena que alimenta de sangre del cerebro”.
También le hicieron otros estudios, como exámenes de sangre y del nervio óptico.
Lamentablemente el especialista le dijo que había que esperar para la operación ya que “el quiste está tomando una vena o arteria”, por lo que indicaron tomar un medicamento y volver para una nueva valoración el 25 de noviembre próximo.
CON EL TIEMPO Y LA POBREZA EN CONTRA
Felipe relató que como siempre ha laborado al frente de un volante nunca tuvo prestaciones médicas y ahora sufre las consecuencias negativas.
“Siempre he trabajado sin seguro, ese es el problema de que uno esté así y ahí es donde viene el asunto porque no hay a dónde ir”, comentó. Ahora, sin seguridad social, sin trabajo, sin dinero y enfermo, sobrevive junto a sus dos hijas con el apoyo de sus hermanos.
“Ellos me ayudan con lo poquito que pueden, pero siento mucha impotencia de no poder hacer nada más con esta enfermedad; las niñas van a la escuela y pues hay que comprar cosas, me siento como si estuviera amarrado”, expuso.
Las cosas para él no son fáciles, pues “todo está bien caro”. Simplemente, el medicamento que le recetaron tiene un costo de 2 mil 800 pesos y es una caja con ocho pastillas que le dura un mes.
Lo describe como un tratamiento muy duro, pues le quita las fuerzas en las piernas y brazos.
Felipe ya habló con su hija mayor, pues la de ocho años es muy pequeña aún para entender las cosas, según sus propias palabras.
Le dijo que, quizás, exista la necesidad de que en algún momento, vaya a tener que irse a vivir con su mamá, quien por medio de la hermana de Felipe, acaba de enterarse de su enfermedad, pues él no tiene mucho contacto con ella.
“Nomás es de que la mamá las agarre”, dijo el entrevistado refiriéndose a sus hijas.
Y es que lo que empezó como un “simple” dolor de cabeza era el indicador de que su vida estaba en peligro, por lo que envió un serio mensaje a las personas para que estén al pendiente de su salud y se solidaricen con su causa.
“Les digo a todos que se chequen, que se revisen y vayan con el doctor si sienten algún dolor, porque está bien canijo pasar por esto y pues, que se toquen el corazón y si me pueden apoyar con algo, de corazón, les doy las gracias”, externó.
Quienes deseen apoyar a este padre de familia pueden comunicarse al teléfono 899 117 45 83 o depositar a la tarjeta BBVA Bancomer 4152 3134 9502 5335.
Mientras Felipe pasa los momentos más difíciles, el amor por sus hijas lo hace aferrarse en su intento por mantenerse vivo.