Hace casi dos años cuando “Emiliano” fue capturado en aguas del río Bravo y los habitantes de Nuevo Laredo jamás imaginaron lo que este cocodrilo sería capaz de desatar: una fiebre por las especies animales del norte de Tamaulipas.
Los medios de comunicación, por supuesto, difundieron con astucia la proeza de los cazadores, pero más el reencuentro del hombre con el hábitat del lagarto aligator, como se conoce su nombre científico.
En ese entonces aún no había un lugar apropiado para alojarlo y, mientras se discurría qué se haría con él, a la administración pública municipal del entonces alcalde, Daniel Peña Treviño, se le ocurrió la brillante idea de crear un unas instalaciones ad hoc.
¿Un zoológico en Nuevo Laredo? Esa fue la pregunta que muchos ciudadanos se hiciero; incluso hubo quienes lo calificaron como un disparate, porque no se contaba con infraestructura para tener un lugar de tal naturaleza.
Pero pronto se consiguió la donación de un oso americano y el proyecto fue tomando forma hasta convertirse en una realidad. El Parque Viveros fue escogido para aterrizarlo con una inversión aproximada de 15 millones de pesos.
Desde diciembre del año pasado que abrió sus puertas se han logrado sorprendentes resultados, como concentrar gran cantidad de público de todas clases.
La noticia de que en Nuevo Laredo había un zoológico trascendió a otras ciudades en ambos lados de la frontera y hoy, gracias a ello, es uno de los principales destinos turísticos de esta frontera.
Las escuelas primarias y secundarias también son sus promotoras, pensado para todas las edades.
Con el cambio de gobierno en enero de 2008, el alcalde, Ramón Garza Barrios, refrendó el compromiso de su antecesor para preservar y hacer de éste un lugar más atractivo de acuerdo a las necesidades de la población en el norte de Tamaulipas y sur de Texas.
Aquí llegan camiones repletos de paseantes provenientes de otras localidades, con el único objetivo de conocer a los lagartos, los monos araña, las jirafas, los canguros, las cebras, los camellos, los jabalíes, el oso americano, el puma y en general todas las fieras con las que cuenta este recinto.
PARAISO EN LA FRONTERA
Manuel Fuentes, coordinador de veterinarios en el Zoológico Regional de Nuevo Laredo, valoró que tener un parque de tales características le ha dado otra cara a esta ciudad.
“Primero que nada es una novedad. Aquí nunca había habido algo parecido. Hemos registrado mucha afluencia de gente nativa de este lugar y del otro lado del río Bravo.
“Recientemente recibimos la visita de 300 personas de Nueva Ciudad Guerrero y de igual manera han venido contingentes grandes de Anáhuac, Nuevo León, y otras localidades para conocer las maravillas del zoológico”, comentó.
Entrevistado durante un recorrido, el especialista egresado por el Centro de Estudios Universitarios de Monterrey (CEU) destacó los esfuerzos del presidente municipal, Garza Barrios, para atraer al público foráneo.
“Se firmó un convenio con ciudades de la frontera norte de la entidad para formar un corredor turístico. Recientemente se dio el banderazo para que haya un transporte colectivo permanente con ese fin entre nuestras comunidades hermanas”, agregó.
Con una longitud de dos hectáreas el predio ubicado en la zona oriente de la ciudad alberga alrededor de 40 especies diferentes, algunas de las cuales son nativas, domésticas y exóticas de los cinco continentes.
“Tenemos llamas originarias de Los Andes de Bolivia; jirafas y cebras de Africa; canguros australianos, cocodrilos del sur de Texas y Florida. También contamos con gansos americanos y africanos”, dijo Fuentes.
El recorrido para una persona en este zoológico está estimado para tres o cuatro horas, incluyendo el Parque Viveros, de manera que para mayor comodidad se cuenta con una fuente de sodas como zona de reposo.
Además se tienen en exhibición a unas 10 serpientes; pitones, boas, víboras negras y de cascabel.
Cabe señalar que cada animal es registrado con el nombre común, científico y una identificación de arete o chip que los mismos veterinarios instalan.
Las jirafas por ejemplo se llaman “Hansel” y “Gretel”, que son los personajes de un cuento. El oso “Charlie”. Los cocodrilos fueron bautizados como “Emiliano”, “Pancho”, “Juancho” y “Chacho”; los dromedarios “Camila” y “Emilio”, por el corrido.
A uno de los ponis le dicen “La Trevi”, por el cabello alborotado; al cerdo vietnamés “Chino”. Una de las pécaris se llama “Titina” y uno de los chivos “El Trunco”, porque está cojo.
A las dos berberiscos le pusieron “La Prima” y “La Gorda”; y sus crías “Teófilo” y “Casimira”.
Cada especie tiene una alimentación diferente y por lo tanto el costo para mantenerlos suele ser elevado, aunque éste no fue especificado.
Tan sólo “Charlie” pesa 118 kilos y con frecuencia se anestesia para lavarle su dentadura y desparasitarlo. Como dato adicional, en cautiverio es más difícil su reproducción más no imposible.
PASION A TODO LO QUE DA
Para Manuel Fuentes cuidar, alimentar y hasta velar por los animales del parque requiere gran dedicación y cariño.
“Este trabajo es sumamente apasionante y creo que hasta adictivo, aunque se deben dejar muchas cosas de lado porque el horario nos absorbe de tiempo completo”, dijo.
No obstante, este domador también sabe que es riesgoso laborar entre las bestias a las cuales no se les pueden brindar grandes confianzas.
“Es muy peligroso darle de comer al lagarto y limpiar su estanque. De hecho no entran muchas personas porque se arrastra a una velocidad sorprendente. Lo vemos cuando le ponemos carnadas vivas.
“En cuanto al manejo del oso acudimos a la ciudad de San Antonio para recibir asesoría. Este anda aproximadamente entre los tres años de edad y un ataque puede resultar letal”, explicó.
Asimismo el coordinador de veterinarios comentó que Jerónimo Domínguez es uno de los biólogos que les brinda asesoría.
“El viene a aleccionarnos teórica y prácticamente desde el Zoomat, un zoológico de la capital chiapaneca. Jerónimo ha producido documentales para Discovery Channel y eso habla de su capacidad”, resaltó el entrevistado.
En cuanto a las tarifas los menores entran gratis y adultos pagan 20 pesos.
“Los niños se sorprenden mucho porque la mayoría no ha visto un animal de estos tan cerquita. A los antílopes pueden tocarlos sin que se asusten, lo que para los chicos resulta una experiencia inolvidable.
Con el fin de que se adquiera un mayor aprendizaje de cada animal y sus áreas este lugar también cuenta con trípticos y un sitio en Internet.
“Quiero decirles que se están sacando nuevas ideas y el zoológico sigue en crecimiento”, afirmó Fuentes.
En este sitio laboran más de 33 personas, de las cuales 11 pertenecen al área veterinaria: dos médicos, un biólogo y ocho auxiliares.
LA NOBLEZA DEL MUNDO SALVAJE
Por su lado, el doctor Francisco Javier Estrada afirmó que tener un parque animal en Nuevo Laredo es un sueño hecho realidad.
“Desde que empecé mi carrera nunca imaginé estar en un zoológico, pero sí tuve ese anhelo de trabajar con especies exóticas y cuando me ofrecieron la oportunidad no lo dudé dos veces e inmediatamente me vine para acá.
“Mis hijos me dicen que están contentos y sorprendidos por el cariño que le tengo a los animales”, relató este veterinario graduado por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
Estrada comentó que existen fieras con las cuales ha llegado a alcanzar una empatía “porque también sienten”.
En ese sentido el especialista subrayó que una de las bondades del Zoológico Regional de Nuevo Laredo es que en él se aprende sobre la convivencia de las especies y la relación de la flora y la fauna con el hombre.
“Existe un departamento de educación ambiental que promueve entre las escuelas principalmente, la preservación del medio ambiente y los animales. Ahorita por ejemplo es el mes del cocodrilo”, informó.
Por último, el veterinario exhortó a quienes aún no han estado en este santuario a visitarlo cuanto antes.
“La mayoría de las especies están catalogadas como bestias salvajes (algunas en peligro de extinción), no se las pueden perder”, concluyó.