Una vez más la ciudad de Reynosa ocupa un nada honroso primer lugar: el de suicidios. En lo que va del año, esta frontera suma 17 suicidios de personas que oscilan en las edades de 20 a 50 años, seguida por Nuevo Laredo con 10 casos y Ciudad Victoria con 9.
De esta manera, en lo que va de 2009 la entidad cuenta con 67 personas que decidieron acabar con su existencia, una cifra que duplica la cantidad de suicidios que se presentaron en los primeros siete meses del año 2008.
Cabe mencionar que durante el año pasado se registraron en Tamaulipas 157 suicidios, de los cuales la mayor parte se presentaron en Reynosa.
Así lo dio a conocer el titular de la Policía Ministerial en esta ciudad, Gerardo Treviño, quien reconoce que el aumento de suicidas en Reynosa es alarmante, principalmente porque la mayoría de los casos corresponden a personas que no superan los 30 años.
Pero estas estadísticas no son privativas de las ciudades fronterizas, en los últimos cinco años se ha registrado un considerable aumento en la muerte por suicidio en todo el país, por lo que este fenómeno ya es considerado un problema de salud pública.
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) informó que las entidades donde más se presenta este fenómeno son el Estado de México, Guanajuato, Jalisco, Veracruz y el Distrito Federal.
Sin embargo, lo más preocupante de este problema es que cada vez son más jóvenes las personas que deciden acabar con su existencia, pues la mayoría de los suicidas tienen entre 15 y 24 años de edad.
Incluso, la Universidad Autónoma de México (UNAM) aseguró que el suicidio es la segunda causa de muerte en los jóvenes mexicanos, superado únicamente por los accidentes automovilísticos.
En el informe presentado por la institución se destacó que el aumento de suicidios entre la población joven paso de 2 mil 736 en el año 2003, a 4 mil 394 en el año 2008.
CASOS EMBLEMaTICOS
De los 17 suicidios que se han presentado en Reynosa en los primeros siete meses de 2009, quince de ellos han sido por ahorcamiento y dos por arma de fuego. Información proporcionada por la Policía Ministerial, da a conocer que sólo la mitad de las víctimas dejó un mensaje póstumo en donde pide “no culpar a nadie de su muerte”.
Cabe mencionar que en dos de los casos, el suicidio fue cometido después del asesinato de la pareja sentimental.
Llaman la atención los seis casos de suicidio que se registraron en la capital del Estado, donde las víctimas no sólo utilizaron el mismo método para quitarse la vida (ahorcamiento), sino que lo hicieron en el mismo lugar: el domicilio marcado con el número 18 de la colonia Ampliación Luis Echeverría.
Desde agosto del año pasado hasta junio del presente año, este lugar ha sido testigo de la muerte de seis integrantes de la misma familia: cuatro hermanos, el padre y hasta un vecino.
El problema se agrava ya que según investigaciones de la Máxima Casa de Estudios en el país, entre los motivos por los que los jóvenes buscan acabar con su vida son los problemas familiares, afectivos, enfermedades, dificultades económicas y problemas de salud mental.
La situación se complica si se toma en cuenta que el año 2009 ha sido el peor año para la economía mexicana, donde existen muy pocas oportunidades laborales para los egresados universitarios.
Y es que la depresión y la mala situación económica han sido los motivos por los cuales ha habido suicidios en Reynosa, reconoció Gerardo Treviño jefe de homicidios de la Policía Ministerial en esta ciudad.
El jefe policíaco, informó que los suicidas que habían dejado un mensaje póstumo para sus familiares y vecinos, atribuían a los problemas económicos su decisión. Sin embargo, la depresión, la soledad y el alcoholismo también han orillado a una buena parte de los suicidas.
¿Y LAS FAMILIAS?
“Sólo Dios sabe el dolor que estamos pasando… es un dolor que nunca se va a quitar… cada día parece aumentar más”, dijo entre sollozos doña Bertha, al recordar la muerte de José Luis, su único hijo varón, quien el pasado 20 de junio decidió quitarse la vida, luego de estar inmerso durante poco más de un año en una profunda depresión.
Los ojos de esta robusta anciana, quien solicitó que se omitiera sus apellidos, se cuelgan de una imagen religiosa en donde busca consuelo cada día para entender porqué su primogénito tomó la triste decisión de suicidarse.
Esta mujer no está sola en esta búsqueda de serenidad, su nuera y su hija la acompañan en una modesta vivienda de clase media ubicada en la colonia Rodríguez.
Las tres se conmueven al recordar la muerte de quien en vida fuera el sostén de su casa y que el pasado 20 de junio acabó su vida con un disparo en la cabeza, precisamente cuando se festejaba el Día del Padre.
Muchas incógnitas asaltan a la familia. ¿De dónde sacó el arma? ¿Por qué tomó esa decisión cuando su madre y su hermana estaban en casa? Estas son las preguntas que rondan la mente estas tres mujeres quienes seguramente nunca van a poder obtener una respuesta.
Lo cierto es que la tragedia de la familia no comenzó cuando su ser querido se suicidó, sino mucho antes, cuando José Luis mostró los primeros síntomas de una aguda depresión que lo mantuvo enclaustrado en su vivienda por más de un año.
Con lágrimas en los ojos, doña Bertha recuerda cual fue el detonante de la depresión que orilló a su hijo al suicidio.
“El perdió el trabajo hace un año, lo desocuparon, era soldador en un taller, pero ya no había trabajo. Eso fue lo que hizo que se pusiera muy mal, se mortificaba mucho porque decía que él ya no podía trabajar, no podía salir, nos repetía que se sentía muy enfermo con las piernas ‘flojas’, que ya no se sentía bien.
Pero él no era así, antes era muy alegre, ponía su música a todo volumen, se ocupaba de mí, era muy bueno con toda la gente, con su familia, siempre fue muy bueno”, reiteró doña Bertha.
Aún sin poder hablar, pues al recordar a José Luis sus palabras se ahogan en llanto, los demás miembros de la familia recuerdan cómo el hombre jovial que una vez conocieron, se volvió irreconocible para ellos.
“No salía de su cuarto, venían los amigos y lo invitaban a salir para que se compusiera pero él no quería, decía que no podía salir. Cuando se suicidó era Día del Padre y nosotros le decíamos que se viniera aquí a la sala platicar, pero no quiso, dijo que quería dormir”, continua narrando la matriarca de la familia.
Para la anciana el haber estado a unos metros de su hijo cuando éste se quitó la vida es todavía más doloroso, pues dice, presintió su muerte, aunado a que tres días antes del fatal domingo, su vástago le había confesado que ya no quería vivir.
“Me dijo que se iba a acostar y me atrancó la puerta, le hablaba y le hablaba pero me decía que quería dormirse. Entonces pensé que se iba a hacer algo malo, que se iba a ahorcar, nunca me imaginé que se iba a disparar, nosotros no sabíamos que tenía un arma”, afirmó entre sollozos la mujer.
“Mijo quería descansar, morirse porque no soportaba la depresión tan fuerte que tenía, no se le quitó con nada, ni con pastillas ni sicólogos, nada pudieron hacer por él”, mencionó doña Bertha.
Para cada miembro de la familia de José Luis los porqués quedan en el aire. Se preguntan qué más pudieron hacer para ayudarlo, aunque siempre estuvieron ahí para apoyarlo e incluso le acercaron ayuda profesional.
“Buscamos todo, hicimos todo lo que pudimos, pero él decía que se sentía mal, ya por último le ofrecíamos tés, pero los rechazaba, ‘si la medicina no me ayuda, menos el té’; solía decirnos”, recordó su esposa.
“A ultimas semanas no quería ver ni a los doctores, empezó a bajar las cortinas y tenía el cuarto todo oscuro, un médico nos dijo que era depresión y que con medicina se iba a componer pero ni siquiera las pastillas le hicieron bien”, recordó la esposa de José Luis, omitió dar su nombre pues dice que al dolor de la pérdida de su marido, se sumaron los encabezados de los vespertinos quienes achacaron el suicidio de su esposo a problemas financieros.
“No, esa no fue la razón, él ya estaba mal desde antes”, reiteró.
“Todavía no nos recuperamos de nuestra pérdida, queremos superarlo pero no podemos, nadie en la familia había tomado esa decisión, el dolor que te deja un suicidio es muy grande y cada día que pasa se hace más fuerte”, aludió.
Y es que a pesar de que el deseo de José Luis era terminar con el dolor que sentía, no se imaginaría que su decisión aumentó el dolor en su casa.
Según la psicóloga Asenat Sibaja Martínez, los familiares de quienes se quitan la vida necesitan terapia para aprender a lidiar con el dolor.
“Es necesario que las familias que sufrieron la pérdida de un ser querido por suicidio acudan a tratamiento psicológico enfocado al duelo, que es el proceso de dolor que se pasa ante una pérdida. En estos casos se enfoca mucho a que la familia pueda perdonar la situación porque empiezan a manifestar sentimientos de culpa y también si el duelo que manifiestan es superior a tres meses –lo que normalmente dura– también es necesario el apoyo sicológico”, aseguró.
SEÑALES DE ALERTA
La Organización Mundial de la Salud reconoce el suicidio como un problema de salud a nivel global.
Por eso es muy importante identificar los síntomas que presenta una persona que está considerando quitarse la vida.
“Usualmente el suicidio precede a un estado de depresión por un largo período de tiempo, por lo que la familia debe estar muy al pendiente de los cambios que su ser querido presente, como son los cambios en el estado de ánimo, cuando deja de interesarse en las actividades cotidianas que regularmente hacía, o cuando tiene muy baja autoestima, estos son algunos síntomas”, apuntó Asenat Sibaja.
Asimismo, la especialista dijo que no se debe desatender a una persona que amenaza con quitarse la vida o aquella que padece una depresión.
Esto fue comprobado por la familia de José Luis ya que poco antes de acabar con su existencia, había advertido a sus seres queridos que “ya no sentía deseos de vivir”.
Para esta familia, que todavía no se recupera de su pérdida, lo único que les queda es buscar la resignación y emitir un mensaje a quienes maquinen atentar contra su vida.
“Yo quisiera decirle a todos aquellos que piensen quitarse la vida que no lo hagan, que piensen en su familia, en sus hijos porque es muy duro, muy doloroso”, dijo entre lágrimas la madre del fallecido.
Por su parte la hermana de José Luis añadió:
“Quiero decirle las personas que pasen por esto, que se tomen de la mano de Dios, como lo estamos haciendo nosotros, que no pierdan la fe. Si tienen a un familiar deprimido que no lo dejen solo, que le pongan mucha atención, nosotros le pusimos atención y aún así no pudimos ayudarlo, es un sentimiento horrible el que estamos viviendo”, finalizó.