Sin importar las creencias religiosas multitud de voluntarios se sumaron para participar en las tareas de rescate –de sobrevivientes y las víctimas– del desplome en la parroquia de la Santa Cruz, que dejó un saldo de 12 personas fallecidas y 53 heridos. Más allá de la tragedia predominó la solidaridad humana.
El sur del Estado todavía eleva plegarias para intentar superar los días amargos por el reciente accidente que enlutó a las familias de Ciudad Madero. El pasado 1 de octubre el techo de una iglesia colapsó de forma desastrosa mientras era efectuada una ceremonia de bautizos colectivos.
Ante los ojos del párroco Ángel Vargas, quien oficiaba la misa, el centro religioso se partió en dos matando instantáneamente a 10 personas (cinco mujeres, dos hombres y tres niños). Dos más fallecieron hospitalizadas.
El sacerdote, que resultó ileso, no podía dar crédito al infierno que sus ojos estaban atestiguando en esta feligresía, ubicada en las calles Chihuahua y Nuevo León, de la colonia Unidad Nacional.
Entre las víctimas había varias familias. Uno de los casos más difundidos es el de un padre y una madre de Ciudad Victoria que perecieron junto a su pequeño hijo.
Los médicos Juan Carlos Cárdenas, Briana Rodríguez y su hijo, Mauricio Alejandro, de 8 años de edad, fueron como invitados a este bautizo. Ellos eran muy queridos en su comunidad. De hecho, la Secretaría de Salud del Estado extendió unas condolencias para sus seres queridos quienes al ponerse en conecto con ellos ya no respondieron a sus mensajes ni llamadas.
El reloj marcaba justo las dos de la tarde con 18 minutos del domingo cuando se produjo la tragedia, en una parroquia con al menos 60 años de antigüedad que ya tenía problemas estructurales.
Todo era felicidad y celebración, cuando un fuerte tronido captó la atención de los asistentes, que no alcanzaron a ponerse a salvo, porque de manera inmediata la placa de concreto se les vino encima.
En un video que circula en redes sociales se alcanza a mirar el momento cuando el inmueble se desploma y desaparece. Después una nube de polvo se esparce por todo el lugar.
De inmediato se corrió la noticia y una numerosa cantidad de voluntarios llegó de todas partes intentando ayudar. Las autoridades eclesiásticas confirmaron que antes del derrumbe estaban congregadas al menos 300 personas.
LAS MANIOBRAS
En los esfuerzos de rescate participaron brigadas de voluntarios y cuerpos de emergencia oficiales, así como elementos de la Secretaría de Marina (Semar), la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y Protección Civil estatal, regional y municipal, además de la Guardia Estatal.
En el sitio resultaron 53 personas con lesiones. Las horas posteriores a esta desgracia transitaron en medio del caos y la desesperación, con una iglesia en ruinas y personas atrapadas entre los escombros.
Hubo gente que arribó desde otros municipios como Tampico y Altamira y hasta de Veracruz para agregarse a las maniobras, lo mismo que los residentes de Ciudad Madero que en ese momento iban pasando por la colonia, situada a dos cuadras de un concurrido centro comercial. Era fin de semana y las familias estaban surtiendo su despensa.
Cuando finalmente llegaron los cuerpos de emergencia esta zona fue acordonada. Afuera había personas preocupadas y desconsoladas. Sabían que tenían a sus seres queridos entre los fallecidos o heridos.
Tras una exhaustiva jornada de ocho horas, en donde también estuvieron presentes, entre otros funcionarios, el secretario general de Gobierno, Héctor Villegas; el secretario de Salud en Tamaulipas, Joel Vicente Navarro; el alcalde de Ciudad Madero, Adrián Oseguera Kernion, así como el edil de Altamira; Armando Martínez Manríquez y la representación de Tampico, fue que a las 10:00 de la noche de aquel fatídico domingo el gobernador Américo Villarreal Anaya, luego de hacer una evaluación –que incluyó binomios caninos de rescate y, con ayuda de scanners–, pudo hablar ante los medios. Ahí se dio a conocer que solamente faltaba extraer los restos de un fallecido.
Tras las diligencias oficiales, éste y los demás cuerpos fueron entregados a varias funerarias para ser velados y posteriormente se les dio sepultura, así como al resto de los feligreses de la parroquia que terminaron perdiendo esta batalla en los sanatorios donde habían sido hospitalizados.
En su mensaje el mandatario estatal agradeció la ayuda de voluntarios, autoridades y propietarios de empresas de la localidad que aportaron equipos para poder salvar vidas, de lo contrario el saldo de fallecidos hubiera sido mayor. Gracias a la rápida respuesta de los diferentes niveles de gobierno y de ciudadanos se pudieron rescatar a muchos heridos.
Américo Villarreal Anaya aseguró que se iniciará una revisión de templos e iglesias para conocer las condiciones de cada uno de estos santuarios.
Fue la tarde y noche del domingo 1 de octubre una de las jornadas más largas en la historia moderna de la ciudad, porque hubo un gran número de personas trabajando a marchas forzadas para colaborar en las tareas de rescate. Al día siguiente hubo quienes encendieron veladoras y colocaron ofrendas florales.
UN PUEBLO UNIDO SIN RELIGIÓN NI COLORES PARTIDISTAS
La solidaridad de los tamaulipecos permitió que la tragedia fuera menor. Corrieron, gritaron y fueron de un lugar a otro con picos, con palas, con lámparas y removiendo piedras. Además levantaron su brazo y empuñaron su mano al momento que pedían guardar silencio, porque debajo de los escombros había una persona o varias a la espera de ser rescatadas.
Los voluntarios mostraron una empatía nunca antes vista apenas se enteraron en las redes sociales de lo que había acontecido.
Hubo también carritos de un centro comercial repletos de agua en donación, material curativo, herramientas y demás instrumentos de apoyo.
La comunidad se esmeró en llevar esa noche y a la mañana siguiente lonches de jamón, hamburguesas, pizzas, café y todo lo necesario para seguir aguantando en las labores de auxilio.
Lo mismo hicieron los dueños de una
taquería de Altamira de nombre “Tacos y tortas Ángel, los originales”, que llegaron para repartir cenas y almuerzos afuera de la parroquia de la Santa Cruz.
Policías de la Guardia Estatal, Marinos, efectivos de la Sedena, Protección Civil del estado y de los municipios, así como Bomberos Voluntarios de Tamaulipas A.C. pusieron un esfuerzo adicional para poder salvar vidas.
Las empresas constructoras también se solidarizaron en el rescate, así como una cantidad numerosa de estudiantes apoyando con las tareas, como también un grupo de meseros de un restaurante cercano, que aún con el uniforme puesto colaboraron con jarras de café en mano.
Jóvenes y señoritas alumnas de medicina o enfermería y algunos ya profesionales en el área de la salud mostraron su disposición para ayudar sin descanso, como el doctor Sergio Vargas, integrante del cabildo de Altamira a quien de cariño le dicen el “Doctor Covid”, por su destacada atención durante la pandemia.
Lo mismo hicieron los vecinos que radican en la colonia Unidad Nacional y sus alrededores, quienes además de prestar sus casas, instalaron un centro de acopio a dónde la gente pudo llevar sus donaciones durante varios días.
A pesar de la tragedia se demostró que la solidaridad de la gente está por encima de todo. Múltiples han sido las fotografías de héroes anónimos que estuvieron ahí colaborando.
MARCADOS POR EL DERRUMBE
Circula en las redes un video en el que unos días antes pudieron verse algunas grietas en el techo del inmueble religioso, pero por desgracia nadie consideró lo grave que esto sería. Fue para todos una sorpresa.
Los reporteros del sur de Tamaulipas hasta en chanclas, short y playera acudieron a informar de primera mano, siendo éste un domingo familiar. Mientras cargaban sus baterías se pudo ver a varios de los periodistas haciendo una labor en los centros de acopio como la reportera de 24/7 Gabriela Villalobos, quien recepcionó agua y alimentos.
Empresas de radio como el Heraldo también fueron solidarias con quienes cubrieron el hecho y acudieron ya entrada la noche a repartir alimentos y sueros hidratantes.
El padre Ángel Vargas se salvó por centímetros. La ubicación en el altar en donde él se encontraba al momento que colapsó el techo permitió que fuera si no el único, sí de los pocos que logró salir sin un rasguño.
El sacerdote narró cómo vio desplomarse la placa de concreto y la manera en la que los asistentes quedaron bajo los escombros. Una misa mantenía ocupada a parte de la feligresía.
Había menores porque los bautizos se celebraban y desgraciadamente varios de ellos perdieron la vida.
“Vi muchas personas, vi niños, pude ver niños, hoy están junto a Dios, seguramente hoy están con Dios, pero el dolor no se podrá quitar”, señaló insistentemente aún llorando el párroco.
Sensible y dolido así se mostró el reconocido sacerdote del sur de Tamaulipas, porque antes ya había estado comisionado en Altamira y desde hace algún tiempo está dedicado a la parroquia de la Santa Cruz.
Una foto dio vuelta en los medios tradicionales así como en las redes sociales y ésta fue cuando a la llegada del señor Obispo José Armando Álvarez Cano ambos se fundieron llorando en un abrazo.
En todo tiempo se les vio afligidos por el desafortunado episodio, desahogándose por la forma en la que miró desaparecer delante de sus ojos a 70 personas, entre éstas a varios pequeños a quienes no volverá a ver ahí sentados en misa, celebraciones o festejos.
Más tarde al revisarse la presión y la glucosa el líder de la comunidad católica en ese sector de Ciudad Madero no dejaba de sollozar, iba y venía del sitio de dónde horas antes había colapsado el techo, hasta las calles aledañas que fueron utilizadas para colocar el escombro retirado y que a la vez también serviría para recolectar víveres.
Agradeció el sacerdote la solidaridad de una inmensa comunidad que no solamente ora por ellos, sino que acudió a ayudar tanto al rescate como a llevar herramienta, agua y comida.
El terreno donde se ubica la parroquia, de 30 por 20 metros, quedó reducido a escombros y varillas retorcidas. Las bancas de madera que se utilizaban de manera casi a diaria quedaron hechas añicos, convertidas en pedazos astillados, que los voluntarios estuvieron haciendo hacia los lados de las calles.
El domingo 1 de octubre quedará sin dudarlo en la historia de los maderenses que vivieron una pesadilla, una tragedia, un dolor que difícilmente podrá ser olvidado.
GRIS GRIS GRIS
LOS DESIGNIOS DEL DESTINO
Mientras unos lloran otros agradecen, como los miembros de la familia del niño Oscarito, que también iba a ser bautizado y por poco se salvaron. Veinticuatro de ellos habían asistido para acompañar al bebé en su sacramento.
Su tio, Moisés Martínez, comentó que solamente la abuela del menor y un primo resultaron hospitalizados, pero no de gravedad.
Con una venda en su mano y los ojos al borde del llanto este hombre agradeció que estén vivos, pero al mismo tiempo se lamentó por las personas que ahí murieron.
Mientras tanto las autoridades confirmaron una investigación para establecer un dictamen oficial.
Jorge Cuéllar, vocero de Seguridad de Tamaulipas, expresó que el gobierno estatal continuará asistiendo a todos los afectados y destacó que desde que se presentó el incidente la respuesta de apoyo ha sido inmediata.
“El gobernador, acompañado del secretario general de Gobierno, el secretario de Salud, el director de Protección Civil, del secretario de Seguridad Pública y de otros funcionarios estuvieron al pie del cañón, como decimos coloquialmente, para colaborar en las tareas.
“Además contamos con la colaboración de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), de la Guardia Nacional, quienes aplicaron el Plan DNA; el plan de emergencia, también la Secretaría de Marina (Semar) y bueno la respuesta de los ciudadanos que apoyaron”, declaró.
Reconoció que se vivieron horas muy aciagas, pero también se contó con el respaldo de las autoridades y la sociedad civil.
De la estructura ahora se sabe que era una parroquia en mal estado y que no habría recibido el correcto mantenimiento, es por eso que se realizará una pesquisa sobre lo sucedido.
“Una vez que se termine la emergencia que justamente es atender a las víctimas, lo que sigue es que se lleve a cabo un dictamen a través de peritos especializados en obra pública y civil y ellos serán quienes determinen y nos den a conocer ese dictamen”, expresó Cuéllar Montoya.