
Durante los sexenios de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León el gobierno federal y las televisoras se prestaron a divulgar ampliamente uno de los mayores engaños mediáticos de los que se tengan memoria, para confundir a la opinión pública en tiempos de opacidad, venta de activos nacionales, magnicidios e inestabilidad económica, apoyados en la temible historia de una misteriosa criatura que atacaba al ganado en las comunidades rurales del país, causando en aquel entonces un espanto generalizado.
El éxito inusitado de la primera gran ‘fake news’ del siglo 20 en México, la Matanza de Tlatelolco, fue la puerta de entrada a la manipulación para el control de las masas incultas (que después se hizo más profesional y sofisticada para abarcar mayores parcelas de la población). Siguió la embestida de la ultraderecha (PAN, clero político, empresarios y operadores de grandes corporaciones internacionales), en contra de la iniciativa para mejorar la salud de la gente pobre.
El régimen de Luis Echeverría, en 1973, reformó la Ley del Seguro Social para dar cabida, a través de regímenes especiales, a grupos sociales excluidos. Se realizó la Primera Convención Nacional de Salud y con ella la unidad de principios, propósitos y objetivos para ser alcanzados en el próximo decenio en materia de salud pública. Entonces se inventó el cuento de que las vacunas para la prevención de enfermedades eran para esterilizar a los niños. Fue un escándalo mayúsculo.
Pero, el segundo ‘affaire’ más exitoso y que ocultó el desmantelamiento del Estado para vender girones de la patria a los intereses sectarios, oligárquicos y trasnacionales, fue el del Chupacabras, inventado en 1993, durante el régimen de Carlos Salinas de Gortari, precisamente un año antes de que entrara en vigor el Tratado de Libre Comercio de la América del Norte, por medio del cual el país se convirtió en una enorme maquiladora que pagaba salarios de subsistencia, violando flagrantemente la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Hay que decir que este mito no hubiera surtido tanta eficacia sin otras medidas previas como el asalto al sindicato de maestros por parte de Elba Esther Gordillo, que fue un perverso instrumento del salinismo; la infantilización de los profesionales de la educación (prof. Gumersindo Guerrero), el achicamiento de los programas de educación de los que desaparecieron la historia, el civismo, la ética y la estética; el abaratamiento del trabajo y la irracional concentración de la riqueza en pocas manos.
CHUPACABRAS Y NEOLIBERALISMO
Por lo que hace a la parte simbólica de la trama, es claro que el Chupacabras es aquel ser mítico, con grandes poderes, de tipo diabólico, que atemoriza a la gente, la deja inerme y luego le chupa la sangre tras enterrarle los filosos colmillos. Esto es su trabajo, su alimentación, su protección, sus derechos fundamentales, incluyendo el de la libertad y el de la vida. Es un monstruo que se describe de muchas maneras, de acuerdo a la imaginación de quien lo haga; pero que, siempre agota la fuerza vital de sus víctimas. Cualquier similitud con el proyecto neoliberal es totalmente acertada.
El periódico Excelsior, en su edición del 8 de mayo de 1996, antes de ser neoliberal, publicó que: “La Facultad de Medicina Veterinaria de la U. Autónoma de Sinaloa, el Instituto de Biología de la UBAM, entre otros, han emitido informes sobre el monstruo, que ha originado también interpretaciones sociológicas: Lo único claro es que el chupacabras no es mexicano… aunque (…) dicen que tiene hábitos de banquero o de político mexicano”.
Si bien la psicosis colectiva afectó a una gran parte de los mexicanos, hubo sectores con sentido común que ligaron al Chupacabras con Carlos Salinas y no poca gente lo llamó así.
Avanzada la privatización de las empresas productivas del Estado Mexicano, especialmente las más redituables, como Telmex, los puertos y aeropuertos, y adelantada la implementación del proyecto neoliberal, el Chupacabras fue perdiendo espacios en los medios de manipulación masiva, tanto en diarios como radio y televisión.
Su descripción varía: se dijo que era una criatura pesada, del tamaño de un oso pequeño y con una hilera de espinas abarcando desde el cuello hasta la base de la cola, con un metro de longitud, parecida a un reptil de piel escamosa color gris verdoso y espinas. Que su cuerpo parece el de un animal que al estar de pie o saltar guarda cierta similitud con un canguro. Sin embargo, también se escuchó durante años que era una raza extraña de perro salvaje.
OTRA VEZ EL CHUPACABRAS
En el portal de la Hemeroteca Digital de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el título Huellas de la Migración, los investigadores Alyshia Gálvez, Phd. del Departamento de Estudios Latinoamericanos de Lehman College / City University de Nueva York, y José Carlos Luque-Brazán, doctor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (GÁLVEZ, Alyshia; LUQUE-BRAZÁN, José Carlos. Capitalismo de chupacabras en una era post-política y post-migratoria. Huellas de la Migración, [S.l.], v. 4, n. 7, p. 109-138, jul. 2019. ISSN 2594-2832. Disponible en:
El resumen del texto señala que: “La presente investigación reflexiona sobre el tipo de capitalismo en el que se inserta el actual fenómeno migratorio en México. Se argumenta que existe una relación implícita entre neoliberalismo, migración, ciudadanía y estado.
Un proceso en donde las vinculaciones políticas tejidas en torno al estado se difuminan y los derechos de las personas se mercantilizan o pierden sentido progresivamente. En este sentido el capitalismo “chupacabras”, se fija en las depredaciones de los cuerpos de los migrantes. Se teoriza que esta nueva forma de capitalismo voraz se abalanza de cuatro maneras sobre los migrantes: Primero, los despolitiza de sus derechos humanos y de ciudadanía; elimina los cuerpos sobrantes; también los recategoriza como una amenaza al estado y a la sociedad y por tanto los hace sujetos a la violencia o neutralización por parte de cualquier agente del estado o actores para-estatales, y finalmente, los presiona hacia el consumo y hacia el trabajo clandestino, lo cual a su vez, en su máxima expresión. Eso disminuye casi totalmente las demandas que pueden hacer en el Estado para visibilizar o denunciar sus condiciones de vida”.
EL ANTI CHUPACABRAS
El actual gobierno de México ha podido conjurar en su propio nido todas las conjuras mediáticas que pugnan por evitar la restauración del estado de derecho y la aplicación cabal de la ley para llegar a la justicia social, porque cotidianamente se informa de lo que ocurre en el país y se desenmascara a quienes quieren seguir medrando a costa de la miseria de las mayorías.
En la década de los noventa, en México, el Chupacabras servía para desviar la atención de la gente. Probablemente hoy en día estemos viviendo otra cortina de humo, otro Chupacabras.
Incluso si la información se ha democratizado y ampliado, se sigue experimentando la manipulación y la desinformación de los medios. Las redes sociales y las ‘fake news’, en parte, acaban influyendo hasta el punto de no saber diferenciar entre lo que es verdad y lo que podría ser ficción.
Es ahí donde la sociedad despierta tiene un papel relevante. En estos momentos, ya nadie puede llamarse engañado: las opciones son simples y claras: la recuperación de los derechos fundamentales de todos los mexicanos o la prevalencia de los privilegios de unos cuantos.
Avanzar en la justa distribución de la riqueza o volver a la excesiva concentración, en que unos no tienen ni para comer y otros nadan en la abundancia superlativa.
El poder mediático es robusto; pero, cuando se dice pan al pan y vino al vino, no hay Chupacabras que valga.