Desde hace 176 años, este ha sido un lugar de paz donde descansan por igual tanto el ex gobernador como el pirata.
El antiguo panteón de Matamoros, ubicado al final de la calle 13 casi en el centro de la ciudad, es un monumento a un pasado y un estilo de vida que ya no volverá, además de que se convierte en el mejor testimonio de que todos estamos en este mundo de paso y en polvo nos vamos a convertir.
Declarado patrimonio histórico de la ciudad, este camposanto enseña a las nuevas generaciones cómo nuestros antepasados rendían tributo y respeto a sus difuntos, para quienes daban la mejor última morada que les podían ofrecer.
Este cementerio es la mejor muestra de que alguna vez existió una época donde casi todos podían aspirar a un entierro digno, sin distingos sociales.
Y es que en esos años, los pobladores de Matamoros pensaban que sus difuntos debían disfrutar el descanso eterno en un lugar especial, y no solamente –como dice la canción– “en tierra bruta donde los trilla el ganado”.
Por eso cada una de las tumbas que existen en este lugar es un ejemplo de sobria belleza, misma que se puede admirar mejor gracias al silencio que prevalece y sólo se puede encontrar en tierra santa.
Recorrer los pasillos del camposanto y leer cada una de las lápidas de las tumbas, de pronto se convierte en una aventura que reta a la imaginación, pues es difícil resistirte imaginar quién pudo haber sido Ramón Elizondo a cuyo honor “su esposa e hijos que aún lo lloran” levantaron un hermoso mausoleo en el año de 1891
¿O habrá alguien que no puede imaginarse miles de aventuras que seguramente vivió a lo largo de su vida Ramón Marié cuyos restos se encuentran enterrados en la primer tumba que uno se encuentra al entrar a este panteón?
UN POCO DE HISTORIA
Fundado en el año de 1832 por órdenes del entonces alcalde José María Girón, el Panteón Antiguo de Matamoros fue conocido como la “Casa de todos los dioses”.
En esos años, la ciudad de Matamoros ya era una de las más importantes ciudades de la frontera norte gracias a la actividad comercial y ganadera que prevalecía entre México y Estados Unidos.
Por ello importantes personalidades de la vida económica, política y cultural de Tamaulipas asentaron su residencia en esta frontera y, al momento de morir, fueron sepultados en el panteón de la ciudad.
De esta forma pueden encontrarse en este lugar las tumbas de personajes como Manuel Junco de la Vega, escritor, periodista, poeta y cuyos descendientes, años después fundaron en la ciudad de Monterrey el periódico El Norte.
En este lugar también se puede ver el mausoleo de José Arrese Falcón, reconocido poeta originario de Monterrey quien llegó a Tamaulipas para dirigir “El Puerto de Matamoros”, un periódico de su propiedad. Entre sus obras más conocidas se encuentran “Prosas Profanas”, escrita en el año de 1904.
Otra de las personalidades que se encuentran sepultadas en este camposanto son la heroína Josefina Menchaca y Cristóbal Montiel, quien fue el primer cónsul de Cuba en la ciudad de Matamoros.
Quienes tengan la suficiente paciencia para observar cada una de las lápidas que hay en este cementerio, podrá encontrarse con que de pronto se encuentra frente a la última morada de Eduardo Sasole, un ciudadano francés quien llegó a Matamoros y fue el encargado de construir el tradicional Mercado Juárez.
Incluso en este lugar se encuentra la tumba de Ricardo Evert, un marino de origen irlandés quien antes de asentar su residencia en la ciudad de Matamoros recorrió los mares del mundo como pirata.
Otro de los protagonistas de la historia de Matamoros que está sepultado en este lugar es Agapito González Cavazos, quien por más de medio siglo fue el dirigente del Sindicato de Jornaleros y Obreros Industriales y de la Industria Maquiladora.
Sin embargo una de las tumbas que más llama la atención por el personaje al que alberga es la de Servando Canales, militar y político originario de Camargo, Tamaulipas, quien combatió al lado de los liberales en la guerra de Reforma otorgándose a sí mismo el grado de coronel, que después le fue reconocido.
De acuerdo a su biografía, Canales luchó contra la intervención Francesa en el norte de Tamaulipas al frente de sus tropas de rancheros convertidos en soldados.
En sus más importantes victorias pueden contarse la batalla de Santa Gertrudis, en que fueron vencidos los imperialistas y la capitulación del traidor imperialista Tomás Mejía el día 23 de junio de 1866.
Gracias a estos logros, Canales se convirtió en cacique de Tamaulipas, un poder que nunca abandonó hasta el día de su muerte.
Según sus biógrafos, este personaje fue tan hábil que logró incluso eludir las presiones del entonces presidente de la República, Benito Juárez quien nunca pudo quitarle el gobierno tamaulipeco.
Antes de morir, Canales ayudó a Porfirio Díaz en la toma de Matamoros en abril de 1876, libró la batalla de “Las Antonias”, derrotando al general lerdista Pedro Martínez y gobernó Tamaulipas –ya sin la voluntad del General Díaz– hasta el 28 de junio de 1881, día en que murió en Matamoros, Tamaulipas, a la edad de 51 años.
El paso de los años y la llegada de la modernidad, condenó al antiguo panteón al olvido y abandono, por lo que este orgulloso inmueble de grandes mausoleos y tumbas de adobe se fue convirtiendo en un nido de malvivientes.
No sino hasta que el entonces alcalde, Baltasar Hinojosa Ochoa, decidió rescatar este camposanto con una millonaria inversión con la que se reparó la barda perimetral del cementerio y se mejoraron los accesos al lugar.
De hecho, el valor histórico que tienen las tumbas que en este lugar se encuentran, llamaron la atención del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que participó en las labores de remodelación del camposanto.
Gracias a la inversión de más de un millón de pesos que se hizo por las entonces autoridades municipales, hoy el Antiguo Panteón de Matamoros luce tan bien como cuando fue abierto en 1832.
La barda, las herrerías, el acceso y las tumbas, hoy lucen como cuando fueron habitadas por primera ocasión, devolviéndole al predio la dignidad que había perdido.
Incluso, este lugar se convierte en un importante testimonio de la vida fronteriza en el Siglo XIX, pues habla mucho de la forma en la que los pobladores fronterizos de la época veían y enfrentaban a la muerte.
Seguramente, quienes están más agradecidos por este rescate –donde quiera que se encuentren– son el ex gobernador, el comerciante, el pirata y el resto de los primeros pobladores de Matamoros que descansan en este terreno y han visto cómo sus tumbas han vuelto a tener la dignidad con las que fueron edificadas.