
El pasado 13 de agosto, a los 84 años de vida y con 65 de servicio en la educación preescolar, dejó de existir la profesora Esperanza Tobías Ruiz, perdiéndose así una de las últimas esperanzas del sistema educativo estatal.
La noticia sacudió a la comunidad educativa, pues la pionera de la educación preescolar en Matamoros había fallecido, no sin antes dejar un legado institucional que se traduce en la fundación de más de un centenar de jardines de niños en la ciudad.
Autoridades municipales, profesores de todos los niveles, familiares, entre otras muchas personas, se reunieron para darle el último adiós a un pilar de la educación en la localidad, que destacó por su integridad como ser humano y su lucha incansable por mejorar la educación de los niños matamorenses.
DE VICTORIA A MATAMOROS
La profesora Esperanza Tobías Ruiz nació el 24 de Agosto de 1925 en Ciudad Victoria, Tamaulipas, donde desarrolló todos sus estudios, incluyendo su paso por la Escuela Normal Preparatoria del Estado de Tamaulipas.
Sus primeros pasos como maestra los dio en la educación primaria, cuando en el año de 1943 es invitada a formar parte del cuerpo docente del Colegio “Antonio Repiso” de Ciudad Victoria.
Tres años más tarde, Tobías Serna se une en matrimonio con Rubén Leal, con quien formó una familia de 10 hijos. Tres años más tarde, continúa en la capital del Estado impartiendo clases en las escuelas primarias “Leona Vicario” y “Redención del Proletariado”.
En 1953, la Secretaría de Educación Pública (SEP) le otorgó una plaza federal de educadora, por lo que tuvo que trasladarse hasta la ciudad de Matamoros, una ciudad donde se desarrolló plenamente en su ámbito profesional.
SEMBRANDO JARDINES, COSECHANDO GENERACIONES
“Hablar de la maestra Esperanza es hablar de todo un legado, de toda una institución porque fue una persona llena de valores, una mujer muy positiva, que ya es parte de la historia por la huella indeleble que dejó en las personas que la conocimos”, asegura María del Rosario Tobías Serna, sobrina de la maestra y Supervisora de la Zona III de Educación Preescolar.
Narra que la profesora “Esperancita”, como todos la llamaban de cariño, arribó a Matamoros cuando sólo existían 8 jardines de niños y el rezago en la educación preescolar en la región era palpable.
El primer plantel al que llegó fue al jardín de niños “Fronterizo”, para después realizar las gestiones ante las autoridades municipales y educativas y fundar el plantel de preescolar “Club de Leones”.
El diseño de la citada institución educativa, que ahora lleva por nombre “Ixtaczóchitl”, fue innovador en aquella época. Según narra su sobrina, la educadora sugirió al arquitecto lo siguiente: “Vamos hacer un jardín de niños que sea diferente a todos, donde el niño que venga no se encuentre con que es igual a una casa, sino que sea como un cuento de hadas”.
Y así fue, pues este el plantel difiere a los otros con sus salones y techos en forma esférica.
“Para ella el principal objetivo eran los niños, tenerlos en las mejores condiciones siempre fue primordial”, comenta la entrevistada.
A principios de la década de los setentas, la maestra Esperanza Tobías Serna es nombrada como inspectora de Educación Preescolar a cargo de la Zona III, que estaba integrada por sólo nueve instituciones educativas.
Fue precisamente en esa década cuando ingresa a la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) unidad 283 y obtiene el título de Licenciada en Educación Preescolar.
Tiempo después, en el año de 1981, recibe el cargo de inspectora general del Sector 4 de Educación Preescolar.
Su ardua labor educativa contribuyó a la formación de otros planteles más en la localidad, pero de igual manera, participó en la fundación de jardines de niños en las zonas rurales en los municipios de Río Bravo, Valle Hermoso y San Fernando.
Sin embargo, decidió ir más allá de la región, pues se dirigió a las ciudades de Burgos, Cruillas y Méndez, para instalar sus primeros jardines de niños.
“Le costó mucho trabajo, muchas actividades y tiempo, pero siempre se mostró satisfecha”, comenta su sobrina.
Superada la escasez de instituciones educativas de nivel preescolar, había que buscar educadoras para atender a la creciente población escolar y, sobre todo, conseguir recursos para remunerar su labor educativa.
“La situación es que en ese entonces, eran pocas las maestras presupuestadas por la federación, ella se unió con las otras directoras y fueron a conseguir más plazas”, refiere su sobrina.
La lucha incansable por expandir el nivel preescolar en Matamoros, la llevó a gestionar recursos y terrenos para edificar escuelas que le permitieron solidificar el referido nivel educativo.
“Ya cuando ella tenía su jardín construido, siguió impulsando a otras directoras para hacer crecer la educación preescolar en Matamoros”, dice Tobías Serna, quien también formó parte de las generaciones de educadoras forjadas por la maestra “Esperancita”.
COMPROMISO CON LA CULTURA
Lidia Salazar Cerda, responsable del área cultural en el Departamento de Servicios Regionales de la Educación, no oculta el dolor que le ha causado el fallecimiento de la educadora.
“Realmente hemos perdido un pilar de la educación en Matamoros, y no sólo aquí, sino en Tamaulipas”, dice.
Describe a la maestra “Esperancita” como un modelo educativo de rectitud impresionante y valores afianzados. También, como defensora de la cultura.
Relata que en una ocasión Tobías Serna se opuso a que se suspendieran los concursos de oratoria, ya que sostenía que las educadoras tenían la obligación de sembrar la semilla de la expresión oral desde los primero años de educación formal del niño.
La reunión para tratar este tema fue en Ciudad Victoria y ahí estaban presentes todos los jefes de sector del nivel escolar, pero ella siempre fue más allá, siempre defendió lo que era correcto y se le respetaba.
“Siempre estaba en los eventos culturales y no era de esas autoridades que nada mas estaba para que los nombraran, no, estaba ahí sentada y disfrutando”, asegura.
De igual manera, fue una precursora de las rondas infantiles, lo que permitió que Matamoros consiguiera grandes logros en certámenes efectuados a nivel estatal.
PERSONA DE VALOR Y VALORES
Los que la conocieron en vida –la gran mayoría del magisterio– señalan que la profesora Esperanza Tobías Ruiz siempre tuvo esa capacidad para resolver las situaciones complicadas mediante el diálogo, la honestidad y la práctica de otros valores.
“Jamás levantaba una acta administrativa en contra de una maestra, siempre decía que las cosas se arreglaban con amor y comunicación”, dice su sobrina María del Rosario Tobías Serna.
De hecho, una de las paredes de la que fue su oficina por muchos años sostiene un gran árbol elaborado a base de distintos materiales, el cual ostenta los valores que se han ausentado de la sociedad.
“También se sabía el árbol genealógico de la educación preescolar de Matamoros”, acentúa la entrevistada.
Asimismo, declaraba ser “católica, sindicalista y priista”. Se le reconoce en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) por su militancia y sus actividades dentro del partido como la organización de eventos políticos.
“Eso sí, nunca te obligaba acudir a los eventos, era tu decisión si acudías o no”, aclara la educadora.
Ya en lo recta final de su vida, sufría al ser observadora de la descomposición del tejido social y algunos vicios del sistema que afectaban a la educación como la venta de plazas o la suspensión de clases por juntas sindicales.
“Ella fue creada en otra época, una época en la que resplandecía el respeto hacia las personas”, dice.
EDUCADORA HASTA LA MUERTE
Quienes la conocieron dicen que la maestra “Esperancita” siempre aseguró que de preescolar la iban a sacar muerta y reiteraba que amaba tanto a su trabajo que cada ciclo escolar que iniciaba, lo tomaba como si fuese el primero en su vida.
Estas palabras las cumplió cabalmente pues nunca se retiró de manera oficial.
A 11 días de haber fallecido y en la fecha de su natalicio, el 24 de agosto, dio inicio el ciclo escolar 2010-2011. Había un vacío en la inauguración del periodo de clases, efectuada en la Secundaria Número 1 “Juan José de la Garza” en donde se dieron cita autoridades municipales y educativas.
“Estamos muy tristes porque la maestra “Esperancita” no iniciará con nosotros este ciclo escolar”, dijo durante la ceremonia Roberta Covarrubias Covarrubias, jefa del Departamento de Servicios Regionales de la Educación en Matamoros.
Acto seguido pidió a todos los presentes un minuto de aplausos en memoria de aquella incansable maestra. Llovieron los aplausos y los recuerdos: “Quizá su cuerpo ya no respondía pero su voluntad y su responsabilidad eran mucha, aún en las condiciones en las que estaba, que ya se sentía cansada, ella era siempre la que llegaba primero”.
En vida también fue homenajeada, reconocimientos estatales y municipales por sus años dentro de la educación, no faltando uno de los tributos más especiales para cualquier maestro, la fundación de un Jardín de Niños con el nombre de la profesora “Esperanza Tobías Ruiz”.
EL ULTIMO ADIOS
La oficina permanece sola, en las paredes hay un sinfín de fotografías escolares, libros y objetos con el nombre de la maestra “Esperancita”. Este lugar también fue testigo de un festejo que mezcló la melancolía de una pérdida, con la alegría de un encuentro en el sendero de la vida que duró muchos años.
La maestra había planeado un festejo en este lugar por su cumpleaños número 85 al que no pudo asistir. Sin embargo, sus compañeras de trabajo decidieron organizarlo como una manera de homenaje.
La reunión transcurrió entre recuerdos y anécdotas, por lo que los presentes pasaban del llanto a las risas por los múltiples sucesos que ahí se narraron. Las emociones estaban a flor de piel.
Este fue el adiós a la pionera de la educación preescolar en Matamoros, una mujer que con sus manos ayudó a levantar jardines de niños y formó generaciones de alumnos y educadoras, ganándose el respeto del sistema educativo del estado.