Aunque México quedó eliminado del campeonato de Ligas Pequeñas en Williamsport, Pennsylvania -en su 75 edición-, fue uno de los equipos más desequilibrantes del torneo y seguramente será recordado por brindar un buen espectáculo. En la frontera de Tamaulipas, de donde son originarios los peloteritos, el público siguió las transmisiones de manera vibrante. Incluso, hubo lugares que se paralizaron cuando el conjunto nacional jugaba.
Sentimientos encontrados se perciben en el hogar de la familia Padilla Soto en la colonia Azteca de Matamoros, Tamaulipas.
Después de cuatro emocionantes cotejos la liga pequeña que representó al país en la Serie Mundial fue eliminada, pero en el ambiente quedaron buenas sensaciones, por la unidad y la alegría que se generaron en torno a los niños beisbolistas.
Doña Gabriela sonrió, gritó, brincó y también lloró al ver a su nieto, Miguel Padilla, convertirse en el jugador más destacado de la novena matamorense, aunque en general todos cumplieron con un papel aceptable, siendo el orgullo de sus familias.
Y es que desde los tres años de edad él y sus compañeros entrenaron juntos para llegar hasta este momento y de hecho, en julio pasado lograron convertirse en los campeones nacionales, al derrotar a Tijuana y lograr el ansiado boleto a Williamsport.
Es por esto que estar ahí fue considerado un logro, pues hubo muchos equipos que se quedaron a la orilla y la Matamoros, A. C. calificó por méritos propios al Mundial.
De hecho, sus primeros dos partidos en Pennsylvania, ante Puerto Rico y Canadá, se volvieron una fiesta en México, cuando se adueñaron del Volunteer Stadium y ganaron con autoridad.
Hora Cero fue testigo de las grandes emociones que se desbordaron cuando arrancando la primera entrada Miguel Padilla le pegó un cuadrangular al equipo boricua para marcar ese día el camino de la victoria.
Fue este mismo peloterito el abridor desde la loma de lanzamiento quien encaminó a México al soñado primer triunfo en el más prestigiado torneo de Ligas Pequeñas que se celebra en los Estados Unidos.
Cada vez que las cámaras de la cadena de televisión de deportes ESPN enfocaban al número 9 de Miguel en el bate o con el guante, en Matamoros (a tres mil 50 kilómetros de distancia) los rostros de sus seres queridos se colmaban de felicidad y orgullo.
Nada como estos momentos, que quizás fueron algunos de los mejores para las familias de los niños beisbolistas que representaron a México.
Gran parte de la afición disfrutó aquel primer triunfo contra los caribeños, viendo las transmisiones en sus hogares, restaurantes y oficinas.
Una vez enfundados en la casaca nacional los de la Matamoros, A. C. se convirtieron en los portavoces del país entero, de México y con éstos nació la ilusión de una gesta deportiva.
La señora Gabriela lo sabía. Por eso no dudó en celebrar a lo grande con su querida hermana Martina, con sus primos, Andrés y Patricia; con sus sobrinos y el pequeño Juan, hermanito del pitcher estelar mexicano, quien dio vueltas por toda la sala de la casa, jugando.
El niño vestido con el uniforme del conjunto local iba y venía sosteniendo el retrato del destacado jugador, que llamó la atención de aficionados y profesionales de Grandes Ligas como los Orioles de Baltimore, los cuales acudieron al complejo deportivo para conocer en persona a los integrantes de esta plantilla.
El jueves 18 de agosto se consumó el debut ansiado de México por una pizarra de 6-1 carreras contra la escuadra boricua y todos en casa disfrutaron de amenos momentos que se sintieron en el ánimo de las familias de los niños y los aficionados mexicanos al ‘rey de los deportes’.
EL JUEGO DOS
Pero la siguiente página por escribir no fue menos espectacular: el 22 de agosto las expectativas para el encuentro contra Canadá crecieron considerablemente, pues se habló mucho del buen desempeño de México al arranque de su participación en Williamsport.
Con las mechas encendidas pudo observarse desde el televisor que los peloteritos nacionales ingresaron nuevamente al diamante del Volunteer Stadium para arrebatarle a los norteamericanos su pase a la siguiente ronda.
En México la familia del jugador Iván Cuesta Perales se reunió en un conocido restaurante de Matamoros. Y fue una tarde de fiesta, de alegría, pero también de nervios y de emoción.
Conforme fue avanzando el segundo partido la Matamoros, A. C. se fue apoderando de las acciones del encuentro y para la alegría de los ahí presentes fue Iván Cuesta quien anotó la primera carrera para la escuadra tricolor, generando una total algarabía.
Toda su familia brincó de los asientos, incluidos sus abuelitos, Sergio Cuesta y Martha Leticia Báez. Los papás del niño, Iván Cuesta y Ángeles Perales, estuvieron muy emocionados durante las cinco entradas que duró el enfrentamiento. No llegó al sexto ‘inning’ por la regla que establece que al tener un marcador de diferencia mayor de 10 anotaciones debe concluirse el partido.
Este fue un choque especial, porque México blanqueó a la escuadra canadiense y no le otorgó un solo hit ni tampoco carreras. Fue la cuarta hazaña de este tipo para el representativo nacional, después del año 1957, 2008 y 2012.
Por eso, esa tarde que México consiguió su boleo a la Semifinal Internacional, resultó sensacional para todos los que vibraron esta victoria.
LO EMPATABA
MÉXICO, PERO…
Sin embargo, el tercero de la Serie no sería un obstáculo fácil para los peloteritos tamaulipecos que representaron al país entero. David Cuesta, el mánager del equipo mexicano no pudo hacer el viaje a Williamsport, pero desde Matamoros apoyó a su hijo y a todos sus discípulos.
Él dijo aquel lunes al terminar el encuentro contra los canadienses que si México derrotaba a China-Taipei, llegarían lejos.
Finalmente la cita llegó el miércoles 24 de agosto.
La escuadra azteca repetía nuevamente en el Volunteer Stadium de Williamsport y Hora Cero volvió a ser invitado al hogar de la familia Padilla para observar el ambiente del cotejo.
Había mucho optimismo de que los niños de la Liga Matamoros, A. C. pudieran conseguir calificarse a la Final Internacional, pero los asiáticos no fueron un hueso sencillo de roer.
Desde el principio le plantaron cara a México y el nerviosismo podía percibirse en el rostro de la abuelita de Miguel Padilla.
Pero ella le encomendó los niños a Dios y durante las primeras entradas China-Taipei se puso arriba por marcador de una carrera a cero, pero México le respondió y emparejó los cartones.
Incluso tuvo la oportunidad de ampliar el marcador al tener casa llena antes de la cuarta entrada, pero el bateo fue corto para la Liga asiática y el hit esperado no llegó.
Mientras tanto, en el hogar de los Padilla nadie se movía de su asiento para no perder detalles del crispante momento. Grandes y chicos observaban la pantalla con atención.
Y doña Gabriela demostró saber mucho de beisbol, al ser una buena comentarista. Incluso, aseguró que el ampáyer tuvo algunas acciones rigurosas para México que comprometieron el pitcheo de su nieto Miguel, que arrancó nuevamente el partido.
Pero para la quinta entrada varios errores de la zaga nacional pusieron contra las cuerdas el trabajo de muchos años y Chin-Taipei llevó a los mexicanos a su juego. Para la sexta entrada el marcador ya era irreversible de 6-1 y México sufría una dolorosa derrota. En Matamoros el ánimo no decayó, pero sí se sintió como un balde de agua fría.
GANAR O DESPEDIRSE
Aún con el descalabro contra el conjunto oriental, México fue un equipo fuerte que permitió muy pocas carreras. Lo mejor era que no estaba eliminado y tendría una nueva oportunidad de acceder a la Final Internacional.
Corrían las 14:00 horas en el horario nacional del 25 de agosto cuando finalmente los peloteros saltaron al terreno de juego para medirse a Curazao. Las jugadas fueron más equilibradas y México logró imponer condiciones en la cuarta entrada con un cañonazo de jonrón de David Zárate, pero la escuadra de Países Bajos no dejó de intentarlo.
En Matamoros nuevamente la familia Cuesta Perales dejó todas sus actividades pendientes para observar el partido desde el televisor y en el ambiente podía escucharse al unísono la famosa porra del ¡Sí se puede!
Reinaba el buen ánimo a medida que se acercaba el final del encuentro, con un buen pitcheo del mismo David Zárate, pero un problema de desconcentración desdibujó las aspiraciones de los niños matamorenses.
En la parte final del quinto ‘inning’ el cuadro rival conectó un sencillo que se fue de volado por la parte media del jardín central que produjo inicialmente una carrera y que en un intento por controlar el momento, México perdió la pelota, aprovechando Curazao para la segunda anotación, a pesar de que el cátcher tocó al jugador contrario con el guante, pero su pierna no tocó la almohadilla cuando éste corrió al home.
Los rostros de tensa tranquilidad que se dibujaban con la familia y amigos de los Cuesta Perales se tornaron en total intranquilidad. Finalmente México no pudo recuperarse y el encuentro terminó en la parte alta de la sexta entrada.
Pero esta derrota no iba a suponer una losa para los niños de 11 y 12 años, quienes al haber llegado hasta esta instancia para el público de Matamoros y sus papás ya es destacado. El año que viene otros niños de la Matamoros, A. C. tendrán la oportunidad de volver a intentarlo, mientras tanto los que hoy fueron recibieron las palabras de consolación por parte de sus seres queridos.
Hubo familiares que lograron viajar hasta Pennsylvania y para ellos la experiencia también ha sido grande, aunque México empaque de regreso, con el sueño interrumpido, con el objetivo a medias, finalmente son niños con valores y deportivismo que aceptaron una derrota, pero que seguirán trabajando con el apoyo de sus padres en lo que más les apasiona: el beisbol.
Para el público de Matamoros México fue eliminado, pero no perdió, ganó muchas experiencias y por momentos compartió una felicidad muy positiva para los habitantes de esta ciudad en la frontera, así como para aquellos fans que se sumaron al apoyo del equipo nacional. Para doña Gabriela, para los Cuesta y para todos los peloteros que después de todo representaron al país con la frente en lo alto.