
Desde que las aduanas del norte de Tamaulipas permitieran el ingreso de unidades de procedencia extranjera, la invasión norteamericana de vehículos considerados como chatarra en los Estados Unidos arribó a la capital del Estado, pero también a otras partes de la entidad.
La cadena de corrupción, que dio paso a las unidades americanas, vino a desencadenar en organizaciones como la Unión Campesina Democrática (UCD) y revendedores de vehículos, que de la necesidad pasó a ser un verdadero negocio.
Agentes aduanales, elementos de la Policía Federal Preventiva hoy división caminos, agentes de la Policía Rural, y simples Tránsitos, se hicieron de dinero de la manera más fácil; extorsionando a quienes requerían de un vehículo de procedencia extranjera y poniendo a cuota a los que se dedican a la compraventa.
Desde la salida del Valle de Texas, en los Estados Unidos, cruzar municipios como Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo ha sido un constante chantaje de autoridades, agentes policíacos y revendedores.
Primero fueron las brechas y los caminos, sobre todo por ejidos de municipios como Matamoros donde se estableció la primera ruta, a efecto de evadir, la voracidad de los agentes aduanales y quienes hace años, era considerada como la Policía Federal de Caminos.
Sin embargo, los que necesitaban de un auto para satisfacer sus necesidades de transporte, nunca pudieron escapar de la ociosidad de los Policías en el área rural.
A raíz de por lo menos tres decretos presidenciales, las puertas de acceso a la compra de unidades americanas se abrieron y con ello, vino la invasión estadounidense en autos y camionetas consideradas como chatarra.
Desde hace más de una década, siempre se permitió la importación de autos y camionetas americanas, de diez años hacia atrás, es decir, de vehículos cuya vida útil estaba a punto de fenecer.
Pese a ello, pudo más la necesidad de la gente, que el estado en que se podía adquirir un vehículo de fuerza motriz.