“La ciudad está llegando al límite en términos de movilidad y del funcionamiento cotidiano; ya no podemos circular razonablemente”, explica Emilio Duhau, sociólogo y doctor en urbanismo.
Por ello, los ciudadanos han adquirido una postura de resignación ante el pesado tráfico y la actitud de los automovilistas, que aunque no son mayoría, parecen dominar el espacio público de la urbe.
El experto puso como ejemplo las encuestas de origen y destino realizadas en 1994 y 2007 respectivamente. En ese lapso, no sólo se incrementó el número de automóviles, sino también el de los viajes en este transporte, con un aumento de 30 por ciento, mientras que la movilidad, en general, se incrementó muy poco globalmente.
“No es que la gente se esté moviendo más. Lo que pasa es que se mueve más en automóvil”, refirió el también autor del libro Las reglas del desorden. Habitar la metrópoli.
Según Duhau, esta situación se debe a que se ha privilegiado el uso del automóvil en la ciudad, en menoscabo de las otras formas de desplazamiento.
Lo paradójico es que de los viajes actuales, sólo 29 por ciento se realizan en automóvil y el resto en transporte público.
“Hay una flexibilidad extrema para favorecer el uso del automóvil en detrimento de los habitantes de la ciudad”, refirió.
Aunado a esto, la zona metropolitana tiene grandes problemas de conectividad y de estructura urbana que son difíciles de revertir.
Aunque no está en contra de las obras viales que realiza el gobierno del DF, Emilio Duhau opinó que haciendo túneles y distribuidores no se va a solucionar el problema.
“Lo que hacen es reacomodar los flujos, pero éstos concluyen en otras vialidades que ya tienen su propia carga vehicular. Así se forman los famosos embudos”.
Una solución es que el gobierno restrinja no la posesión de automóviles, sino lo que se puede hacer con ellos. Esta es una medida urgente, ya que en los próximos años el parque vehicular crecerá.
“En lugar de facilitar el acceso puerta a puerta como se está haciendo, se deben quitar las bahías, los espacios en las banquetas, ordenar a los valet parking. Restringir las áreas donde el automóvil puede ser usado”.
Lo deseable es que se pueda transitar razonablemente a pie, cosa que no ocurre. Para revertir esta crisis, es necesario educar a los ciudadanos para usar adecuadamente la metrópoli, opinó.
En cuanto al papel del transporte público, dijo, hay clasismo, pues la población automovilizada no utiliza otros medios, “cuando el Metro es el transporte más eficiente, aunque no es lo que piensan los demás”.
En otras urbes, por ejemplo, “los dispositivos para generar formas de movilidad están muy cuidados. La política es dar más espacio a esas alternativas y quitárselo al automóvil, porque se ha llegado a la conclusión de que esa la única forma de resolver el problema”, finalizó.
Agencia El Universal